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  1. #1 Invictus82 13 de nov. 2005

    Biblioteca: La invención de España

    Bueno, lamento la extensión, pero ya venía siendo hora:

    Llevaba leyendo disparates en esta y otras páginas desde hace algún tiempo, y me decía, “ni te esfuerces, no merece la pena”. Pero Olarticoechea ha superado a todos los que hasta ahora he leído, no porque únicamente diga disparates, sino porque encima se cree en posesión de una verdad absoluta, cree que nadie puede discutir sus argumentos, y encima se autoproclama vencedor del debate y se da cera a sí mismo con un narcisismo que resultaría más familiar en una historieta de Mortadelo y Filemón que a un foro de Historia.
    Pero es lo que hay. Aunque en realidad, si su artículo fuese un barco y lo botásemos, pobres de los que fuesen dentro, pues se iría al fondo como una piedra. Y esto se debe a que desconoce por completo la metodología del historiador a la hora de plantear un problema histórico. No sé si será historiador, puede serlo; no sería yo el que lo dudase, pues he visto dar títulos a toda clase de iluminados profetillas de pueblo, de los que se pasan el día ensalzando la patria chica y el qué buenos somos, y qué malos los españoles que nos oprimen y se inventan patrias que no existen, no como Galicia, que no es un invento, sino que estaba ahí cuando todavía Dios planificaba el Universo.
    Cuando abrí la página y leí, lo primero que me saltó a la vista es que llamaba pseudohistoriadores a Claudio Sánchez Albornoz y a Ramón Menéndez Pidal. Posiblemente, el más importante medievalista (don Claudio) y el más importante filólogo (don Ramón), del siglo XX en esta nuestra triste España. Para Olarticoechea es muy fácil llamar pseudohistoriadores a hombres que pasaron sus longevas vidas entre los documentos que él desconoce forzosamente para hacer tantas afirmaciones gratuitas, y desconoce además el método a seguir para interpretar esos documentos: porque no se decían las cosas igual en el año 1000, ni las palabras significaban lo mismo. Ya sé que va a decir que defiendo a la historiografía del sistema, que si historiadores españolistas, que si centralismo, etc… Esa es una interpretación muy discutible; lo que es cierto y palpable es que tanto Sánchez Albornoz como Menéndez Pidal cuentan con la admiración y el respeto de todos los grandes historiadores y estudiosos de la actualidad, no sólo españoles (que es lo que Olarticoechea está pensando) sino de todo el mundo; y sus obras se siguen editando y vendiendo. No porque sus teorías fuesen irrefutables, muchas han sido refutadas ya, sino porque han hecho camino donde no lo había, han formulado problemas, y después de su paso por el mundo, sabemos más de lo que sabíamos antes.
    Olarticoechea considera su argumentación acorazada, intraspasable, imposible de abordar. Está tan bien hecha, que nadie puede refutarla. Y todavía dice que “lamenta ser prepotente”. Demostraré cómo su argumentación hace aguas en mi campo de especialidad, que es la Alta Edad Media (más que aguas hace mares), aunque estoy seguro, echando un vistazo superficial, que en las demás épocas que trata ocurre tres cuartos de lo mismo. Pero no entraré en ellas, porque suficiente tiempo estoy perdiendo ya en responder a tales falacias, que no merecen sino risas.

    En primer lugar el reino visigodo de Tolosa se extingue en el 507, no en el 585. Tras la batalla de Vouille frente a los francos de Clodoveo, la masa mayoritaria del pueblo visigodo se traslada a la vecina Hispania. Los reyes godos consiguen salvar parte de sus territorios en la Galia gracias a la intervención de Teodorico el Grande, rey ostrogodo, que tutelará desde entonces hasta su muerte al reino hispano de los visigodos. El 585 es la fecha en que Leovigildo se anexiona el reino suevo, completando así su labor de pacificación de la península bajo su cetro (a excepción del Saltus Vasconum). Este reino godo, para Olarticoechea, no crea una idea de España, aunque el franco en la Galia sí funda lo que será Francia (y eran tres reinos, Austrasia, Neustria y Borgoña, y a veces más). O Inglaterra, como dice él, aunque se olvida de la Heptarquía, la era de los siete reinos (Sussex, Essex, Wessex, Kent, Anglia del Este, Nortumbría y Mercia). Sin embargo los visigodos siempre tuvieron una única corona, un único rey, y una Iglesia (verdadera articulación del Estado visigodo) capaz de formular una idea embrionaria de España como nación: leed a San Isidoro y su Laudes Hispaniae, y una vez desaparecido el reino, la Crónica Mozárabe del 754, en la que llora literalmente la “pérdida de España” con frases como “mientras devastaban España los mencionados expedicionarios” o “sobre esta España desdichada establecen un reino bárbaro”. Las montañas y los bosques no pueden ser desdichados, no al menos por una invasión de un grupo humano. Se está refiriendo a la población al decir España, lo que además no debería extrañarnos, pues como decía Vidal de la Blanche “la idea de país es inseparable a la de sus habitantes.” Pero como sé que algunos no se lo van a creer, y van a decir que invento o tergiverso, me remito a un prestigioso historiador (supongo que lo llamarán españolista, a pesar de ser catalán), J. A. Maravall, “El concepto de España en la Edad Media”.
    Una vez los visigodos derrotaron a suevos y bizantinos, su poder en la península fue incontestable, y todo peligro para el reino se manifestaba en rencillas internas, verdadera debilidad del Estado Visigodo. Los todopoderosos francos, como algunos tratan de presentárnoslos, mantuvieron varias guerras con el reino visigodo intentando recuperar la Narbonense, y fueron siempre derrotados. Y esto nos ofrece otra pista sobre los nacientes conceptos de nación: los francos intentaban recuperar la Narbonense porque identificaban unas fronteras naturales con lo que debía ser su patrimonio, en este caso la Galia ¿por qué nos extrañamos que en España ocurra algo similar? ¿Por qué la Reconquista nunca aspiró a recuperar la Narbonense, y se ciñó a las fronteras de la antigua Hispania romana?
    Olarticoechea nos dice en su artículo que el reino godo estaba débilmente estructurado, y en una respuesta posterior dice que los suevos en Galicia formaron un país estructurado. Esto es un nuevo disparate, pues los visigodos eran el pueblo más romanizado, el más numeroso y el único que fue capaz de poner en jaque al Imperio Romano (lo que es una señal de fortaleza), mientras que los suevos fueron una cuadrilla de no más de diez mil almas que se asentó en Galicia porque les tocó así en un sorteo. Luego viene la Reconquista fantasiosa, inventada por historiadores posteriores para justificar la existencia de una cosa que no existía y que se llamaba España. Hay que distinguir la conciencia de pertenencia a una nación, España en este caso, y la existencia de un Estado que se ajuste a esa nación, el Estado Español en sus múltiples sistemas. La existencia de un Estado Español podemos remontarla en relación a lo que entendamos por Estado. España como un Estado Liberal, que es la única forma de Estado que algunos toleran, no se remonta más allá del siglo XIX. Como un Estado Centralizado, en un Régimen Absolutista, hasta el 1700. Anteriormente, la historiografía (esa tan españolista y tan tergiversadora) llama “Monarquía Hispánica” a ese conjunto de reinos y señoríos que engloban las posesiones de los reyes españoles (que también pueden ser duques de Borgoña o Emperadores de Alemania). Pero aparte de esa monarquía hispánica, de ese Estado, se sabe perfectamente lo que es España, la nación, como se comprueba con la lectura del Quijote y las múltiples referencias a este nombre, tabú en esta nuestra Edad del Hierro; o cuando Quevedo con tristeza nos cuenta lo de “Miré los muros de la patria mía”, y no en referencia a Madrid precisamente. Pero por lo visto, Quevedo era un españolista casposo. Pero antes también había referencias a España: la del navarro Jiménez de Rada en el siglo XIII, o esa mítica de Jaime el Conquistador, dirigiéndose a su nobleza y proclamando “Hoy hemos dejado muy alto el honor de España”. Olarticoechea dirá que eso se lo han inventado historiadores franquistas (como Sánchez Albornos, que por cierto, fue presidente de la República en el exilio), pero basta con mirar las crónicas para ver que es cierto (crónicas sin sospecha de falsificación).
    La Reconquista tiene mucho que ver con la idea de la nación española. Y la prueba de que existió realmente una Reconquista la tenemos en el presente: España forma parte de lo que se conoce como Occidente y Europa (aunque algunos identifiquen esos nombres con la causa de todos los males del mundo). Para bien o para mal es así, no digo que sea bueno o malo (me inclino a pensar que es bueno, pero allá cada uno con sus ideas). El caso es que la evolución de este territorio llamado Hispania por los romanos, dentro del mundo de los reinos germánicos nacidos con la desaparición del Imperio de Occidente, se truncó con la conquista musulmana en el 711, motivada por las diferencias en el seno de la nobleza visigoda. De estar integrada en la cultura occidental, de formar parte de la Cristiandad Latina, pasó a un campo distinto, el del mundo islámico, que miraba a Oriente. Repito, no sé si para bien o para mal. Pero desde el punto de vista de nuestra cultura, y de la cultura de los reinos que surgieron en el norte de la península, herederos del legado visigodo, lo que estaban haciendo, aunque ellos no fuesen ni descendientes de Rodrigo ni de Recaredo, era recuperar un territorio perdido por sus antepasados para el mundo social, político, económico y cultural cristiano y europeo, y esto no lo digo yo, lo dice la Historia. Esto no le quita ningún valor a los logros de la cultura andalusí, que son muchos, y son también logros de España, pero omitir el término Reconquista al hablar de la Edad Media española, consigue que explicarla sea imposible. Más cuando los que la hicieron estaban convencidos de que estaban recuperando lo que sus antepasados habían perdido, como demuestran, en tan temprana época (finales del siglo IX), las crónicas ovetenses. Pero Olarticoechea está pensando que claro, lo hacían para justificar su avance sobre el sur. Era propaganda política, está diciendo. Pero es que las crónicas musulmanas también recogen esta idea, y nos dicen que día y noche los cristianos se afanan por recuperar el reino de sus antepasados (consultar MAÍLLO SALGADO, Felipe: El reino de Asturias desde la perspectiva de las fuentes árabes en La época de la monarquía asturiana. Actas del Simposio celebrado en Covadonga (8-10 de octubre de 2001), Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 2002, y también los coloquios en los que interviene). Justifica la existencia del término Reconquista porque, dice él, en época de Alfonso III se creía que los musulmanes se iban a retirar del territorio y necesitaba llamarse descendiente de los godos para poder reclamarlo. Esta fábula que nos cuenta está intoxicada de campanas oídas pero sin saber en dónde, y me temo que tiene que ver con la Crónica Profética conservada (en el siglo IX debió haber muchas) en la que se auguraba la victoria sobre los musulmanes en el reinado de Alfonso III. Estas crónicas circulaban tanto por territorio andalusí como en la Corte ovetense, y no creo que nadie las diese mucho crédito, pero nos dan cuenta de cómo se pensaba en la época. Lo que sí es cierto es que la reclamación del legado visigodo es anterior al reinado de Alfonso III, así que el razonamiento de Olarticoechea es, nuevamente, erróneo, y la noción de Reconquista es anterior, porque la restauración del ritual visigodo se dio en el reinado de Alfonso II, entre el 791 y el 842. Y que la crónica Albeldense diga algo así como que “todo el ceremonial de los godos, tal como había sido en Toledo, lo restauró por entero en Oviedo”, creo que no es una afirmación inocente, sino que está mostrando una mentalidad en la realeza del reino asturiano, según la cual se tiende un nexo entre el reino de Oviedo y el pasado visigodo. Y repito, no es algo inocente.
    Y luego lo de que no es reino asturiano sino gallego. Eso ya roza lo esperpéntico (utilizando un término de un ilustre gallego). Para él no queda duda, y las crónicas le dan la razón. Al menos las que nos facilita en su artículo, que claro, son las que llaman a los reyes, reyes gallegos. Todas las demás, en las que se titulan de otros mil modos distintos, esas no nos las muestra. Esta es una de las mejores nociones para saber quién hace historia interesada: el que únicamente enseña lo que respalda su tesis y oculta lo demás. Se ve con frecuencia y es muy peligroso, porque al que lee convencido de la buena fe del autor se la mete doblada. El señor Olarticoechea no ha debido leer las crónicas ovetenses, en las que las referencias que se hacen a Galicia se reducen a lo que es Galicia, y a nada más. En las campañas musulmanas, por ejemplo, las crónicas cristianas tienen perfectamente encuadrado el territorio, así nos dicen que los musulmanes enviaron dos ejércitos en 821 contra Galicia, el uno batido en Narón y el otro en Anceo. Perfecto, territorio gallego. Pero los cronistas musulmanes no tienen ni la más remota idea del territorio norteño, y en base a la antigua demarcación romana bajoimperial, en la que Galicia engloba Asturias, León y el norte de Portugal, lo llaman a todo Galicia. A los enemigos contra los que se baten, gallegos; pero también infieles, francos (con más frecuencia incluso que gallegos), cristianos, politeístas, etc… por lo que no hacen falta más pruebas de la imprecisión de los conocimientos que los musulmanes tienen de esas áreas. Y si los musulmanes, que tienen frontera con ellos, tienen conocimientos imprecisos, qué no tendrá el Papa en Roma (o los normandos de Guillermo). El experto arabista Maíllo Salgado también trata de este tema en el artículo que he citado anteriormente, así que el que no me crea, que lo lea. No quiero decir que no se llamara a los reyes asturianos (porque tenían la mala costumbre de nacer y gobernar desde Asturias) a veces reyes de Galicia, pero responde a la misma confusión. En una época en la que está tomando forma el sistema de poder, el ceremonial, en estados embrionarios como son estos, es natural que exista confusión en el título que recibe el rey, sobre todo en los que le titulan desde el exterior, pero también en el interior, porque no hay una fórmula escrita, no hay una ley que establezca el método, el título, el protocolo, nada. Hubo un reino de Galicia, de eso no hay duda, cuya corona recaía en los reyes leoneses, y que tuvo períodos breves de independencia, pues sus reyes siempre aspiraban a lograr la corona leonesa, que era la preponderante.
    Pero tanto decir reino de Galicia como reino de Asturias es impreciso. Los cronistas de la época a veces dicen un nombre u otro, pero estando el foco de rebelión y la Corte en territorio asturiano, es normal que la historiografía optase definitivamente por llamarlo reino asturiano (qué es además como lo llaman las crónicas ovetenses). Aunque el reino sea de una expansión mucho más amplia que el mero territorio asturiano, pues desde un principio Cantabria también formó parte de él, y sus reyes fueron todos de linaje cántabro (cuando no vasco, como Alfonso II). Querer reducir la gloria del reino de Asturias al territorio que le da nombre (o reino de Galicia, en el caso de que así se llamase) es digno de asnos. Pues el reino de Asturias estuvo conformado por Asturias, por Galicia, por buena parte de Portugal, por parte de Castilla, por Álava y puede incluso que por parte de Vizcaya. Todas esas regiones conformaban el reino, y no exclusivamente Asturias o Galicia. Igual que España lo conforman muchas regiones, y no exclusivamente Castilla o Madrid, como algunos piensan.
    Podría pasarme días refutando las alucinaciones de gente que, a la vista de lo que dice, sólo ha leído a aquellos que dicen lo que quiere leer, y han apartado de un manotazo una montaña de libros de grandes maestros, por haberlos tachado previamente de historiadores del sistema., españolistas o franquistas. Por cierto, que de ser correcta la argumentación de Olarticoechea (me refiero a si viviésemos en el País de las Maravillas), el Estado Opresor Español estuvo acaudillado durante cuarenta años por un extranjero, sí, un gallego, que es directamente el causante de todo el barro y toda la ponzoña que ensucia hoy en día la historia de esta país, España. Una España que después de cuarenta años de patriotismo forzado, se desprecia a sí misma. Esa es una derrota de todos los que vivimos aquí, señores, que no hemos demostrado la suficiente madurez para enfrentarnos a la sombra de nuestro pasado.

    Invictus

    PD: y la Historia, señor Olarticoechea, no puede ser objetiva de ningún modo, porque toda historia es creación de un hombre, es un hecho subjetivo, de mayor fiabilidad o menor, pero subjetivo, porque está tocado por una interpretación humana.

  2. #2 Invictus82 25 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Claro. Y como a entre el 711 y el 1492 el clima fue empeorando en la península, los árabes se fueron marchando poco a poco hasta que no quedó ni uno. Por favor, señores, un poco de seriedad. Los árabes intentaron dominar el norte, no sólo en época de la primera invasión, sino también a finales del siglo VIII (campañas de Hisam I, 791-796). Y volvieron a fracasar.
    Y en cuanto a lo del Pelayo gallego, la Supergalicia y la mala educación de escribir en un idioma que solo ellos entienden... en fin, ya me parecía que este debate estaba siendo demasiado interesante y serio.

    Invictus82

  3. #3 Invictus82 26 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    La historieta de Pelayo en las montañas no se la cree nadie, pero algunos si se creen la de los árabes buenos y tolerantes.
    Respecto a lo del gallego, ¿dónde digo yo que el personaje en cuestión hable en gallego? ¿Habéis leido mi mensaje? ¿Os dais cuenta de que os inventáis las cosas?
    Y, para no extenderme, decís que con las fuentes medievales en la mano está claro que el reino y el imperio es gallego. Pero sólo con las fuentes que vosotros queréis, porque en la Edad Media hay muchísimas fuentes, y solo utilizáis las que os interesan, algo muy propio de la historia que hacéis los nacionalistas, porque las fuentes fundamentales para hacer la historia del reino astur, las crónicas OVETENSES, esas os las dejáis por el camino, y preferís hacer caso a las exteriores, o a aquellas que respaldan vuestras hipótesis: las que hablan, efectivamente, de Galicia, aunque haciendo referencia a la antigua demarcación bajoimperial, que sabemos estaba aún vigente en la alta Edad Media.
    Pero es que, además, no es necesario inventarse ningún reino de Galicia, pues hubo uno que existió en diferentes ocasiones, todo sea dicho, sin demasiado éxito, pues sus reyes siempre aspiraron a la corona leonesa, como Ordoño II.

  4. #4 Invictus82 27 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Interesante el debate León-Asturias. Por mi parte, creo que el reino de León y el reino de Asturias son el mismo reino en distinta coyuntura. No estoy de acuerdo con Diviciaco cuando dice que con Alfonso III el reino astur comienza una etapa distinta, de expansión, pues realmente el reino de Asturias empezó a expandirse con Alfonso I, y no dejó de hacerlo nunca; es cierto que con Alfonso III empieza a expandirse más allá del Duero, y precisamente por la lejanía de los nuevos objetivos se empezaba a hacer necesario dar el salto a León. Por eso creo que es el mismo reino en una época nueva.
    Ideológica e institucionalmente, el reino de León es el mismo que el asturiano. Lo único que cambiará a lo largo del siglo X, además de la capitalidad del reino (que recordemos, en época asturiana alternó bastante antes de asentarse en Oviedo), es una decadencia cultural en comparación con el último siglo astur. Pero su programa político también es el mismo, y sus reyes, descendientes de los asturianos hasta Bermudo III (m. 1037).
    Igual que Cangas de Onís fue abandonada para trasladar la sede regia a Pravia, y desde allí a Oviedo (siempre buscando áreas de influencia y mejores comunicaciones) igual ocurre cuando García se traslada a León, o cuando los Jimenos en Pamplona se trasladan a Nájera: se busca la proximidad con la frontera para agilizar la actividad de rapiña y guerra en territorios musulmanes. La diferencia es que en el caso leonés la historiografía le cambió el nombre al reino (igual que bautizó al otro reino de Asturias, cuando nunca se llamó así).

    Un saludo

  5. #5 Invictus82 27 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Bueno voy por partes, ¿quiénes son todos esos historiadores que dan por finalizado el reino de Asturias cuando muere Alfonso III? En el último congreso sobre monarquía leonesa reunido en León a finales de octubre de 2006, los mayores expertos en el tema estuvieron presentes (Fernández Catón, Ruiz de la Peña, García de Cortázar, Diaz y Diaz...), y recuerdo que se hizo incapié en que no existía ruptura con motivo del cambio de sede. Otra cosa es que los nuevos tiempos aporten nuevas respuestas y que el reino evolucione y cambie (tal y como ocurrió en el propio reino de Asturias) pero de ahí a considerar que son dos reinos diferentes va mucho.
    Y las pruebas que has aportado sobre la denominación del reino asturiano no me parecen convincentes. En primer lugar la Nómina Leonesa que aparece en la crónica albeldense es posterior a la época asturiana, no estoy seguro de si es del reinado de Ordoño II; pero tampoco dice reino de Asturias, dice que en un territorio llamado Asturias reinó Pelayo. Respecto a los diplomas reales, no tengo fichado ninguno con esa intitulación real, pero si me haces la referencia, lo consulto y el texto efectivamente dice eso (y no es sospechoso de falsificación) te daré la razón. Finalmente, la fórmula Asturorum Regnum no hace referencia al reino sino que es un gentilicio, Reino de los Astures, típico de las monarquías altomedievales (regnum gothorum, regnum francorum, regnum anglorum...), pues son monarquías sin un concepto territorial bien formado; con frecuencia también se llaman por el nombre de la sede regia, reino de Oviedo, de León, de Pamplona...
    El reino de Francia, por ejemplo, no se llamó así hasta Felipe Augusto, en el siglo XIII; hasta entonces fue regnum francorum, reino de los francos. Por eso me parece un anacronismo creer que Asturias pudo llamarse reino de Asturias tan tempranamente. De hecho, recuerdo que en el simposio sobre monarquía asturiana celebrado en Oviedo (¿2001?) aparece esta misma duda, en una pregunta formulada por el profesor A. Besga, no se si en el debate segundo.
    De todos modos, si no tienes acceso al simposio en cuestión y estás interesado en el tema, puedo consultarlo más en detalle. Aún así, ya te digo que me parece extremadamente extraño que en época asturiana aparezca la denominación "reino de Asturias", si no es en un documento forjado en siglos posteriores.
    Pero el debate me parece interesantísimo, lo que no se es di deberíamos abrir otro tema para continuarlo o seguir en este del mareado Pelayo.

  6. #6 Invictus82 28 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Bueno, puede que se trate de un mero asunto de percepciones, pero para mí no significa lo mismo "reinar en Asturias" que "Reino de Asturias". Lo primero hace referencia a la potestad que se ejerce sobre un territorio, lo segundo a la identificación del reino con el territorio; y creo que dificilmente podría el reino asturiano identificarse con el territorio exclusivamente astur cuando desde su más temprana época incluye en sus fronteras Cantabria (aunque, no estoy seguro, puede que en aquella época estuviese incluida en el concepto de Asturias), y en los siglos siguientes muchos territorios más. Por eso a veces incluyen Galicia y otras regiones al mencionar los lugares sobre los que el rey ejerce su potestad.
    Respecto al fin del reino de Asturias, en fin, es un debate al que no le veo posible final, porque también depende lo que cada uno considere que marca el fin de un reino (y hablamos de reino, no de época). El que se terminó, como bien dice Sánchez Albornoz, es el reino de Oviedo, igual que antes se terminó el de Pravia o el de Cangas. Pero existe una continuidad indiscutible entre Alfonso I y Bermudo III (descendiente del hermano de Alfonso, Fruela), no hay una ruptura. Ruptura hay en Castilla, que se convierte en nuevo reino. Y en Portugal, que ocurre algo similar. Pero el reino de León se asienta exactamente en las mismas fronteras que el reino asturiano, continua su tradición neogótica, sus reyes son los hijos de los de Oviedo, su política es exactamente la misma. Y no existe una noción de haber roto con el pasado. De hecho, en las crónicas leonesas, los cronistas se remontan a los reyes astures y escriben la historia sin diferenciar una época de otra, lo que por otra parte habría sido un absurdo, cuando estos mismos reyes querían hacer ver que tenían continuidad con el reino visigodo de Toledo, lo que sabemos es falso. Por eso creo que la noción de dos reinos diferentes ha sido creada por la historiografía; y dependiendo de lo que nosotros, esa historiografía, consideremos como motivo de extinción de un reino y nacimiento de otro, se podrá llegar a una conclusión.
    Yo insisto, a mí me parece una nueva época, de crecimiento primero y retroceso después, de crisis que termina con la muerte de Bermudo III y la entrada de la dinastía Jimena, que sí que produce un verdadero cambio.

  7. #7 Invictus82 28 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Pelayo, si llegó a serlo, fue Espatario de Rodrigo (del término spatha). Pero yo también creo que es godo, es la hipótesis que mejor encaja, como demuestras con tus observaciones.

    Y bueno, Amaco, es verdad que no es un cambio biológico de dinastía lo de Fernando I, porque sus hijos serán descendiente de los reyes astures; pero políticamente sí hay un cambio en la casa reinante, porque de los reyes propiamente asturleoneses pasan a reinar los Jimenos, la dinastía navarra, aunque evidentemente el reino de León prosigue su andadura.

  8. #8 Invictus82 30 de mar. 2007

    Biblioteca: «Lo de Covadonga fue un golpe bajo a los árabes, una encerrona»

    Hay cosas de tu exposición que no me acaban de encajar. ¿Conde Estepario? ¿Eso lo has sacado de Cebrián? En fin, creo que, si te interesa la monarquía visigoda, debieras dar el salto a José Orlandis y a Sánchez Albornoz. Los nobles que rodeaban al rey godo, le servían y defendían con fidelidad incondicional eran los gardingos y fideles regis, no el conde estepario, que en cualquier caso será Espatario.

    Los reyes de España descienden, efectivamente, de Pedro de Cantabria, y no de Pelayo. La línea pelagiana se extinguió con la muerte sin hijos de Alfonso II el Casto. La dinastía astur pervive, no obstante, a través de los descendientes de Fruela, hermano de Alfonso I e hijo de Pedro de Cantabria. Existe, efectivamente, una línea de continuidad entre Juan Carlos I y Pedro de Cantabria, lo que no debiera extrañar, porque buena parte (y quiero decir, la mayoría) de la población de España desciende de reyes.

  9. #9 Invictus82 12 de feb. 2008

    Biblioteca: La verdadera dimensión de la Invasión Musulmana.

    Yo no creo que entrasen tantos musulmanes como treinta mil, son números grandísimos para ejércitos del siglo VIII. No hablamos de Estados con administraciones depuradas como el Imperio Romano o el Persa, donde se hacían censos y se mantenían ejércitos profesionales; Estados con una gran capacidad logística y con una organización territorial que permitía el abastecimiento de grandes huestes en tiempo de guerra. El mismo autor del artículo comenta el poco control que ejercía el imperio árabe por aquellos tiempos sobre el Magreb, de donde partió el ejército de Tarik.


    Alessandro Barbero, en su obra "Carlomagno", hace una estimación del coste del mantenimiento de los ejércitos carolingios en los mejores tiempos del imperio franco (s. VIII-IX). La obligación de dar de comer y beber todos los días a un hombre movilizado supondría para un ejército una impedimenta tan grande (a veces más) que la tropa en sí. De este modo, un ejército de cinco mil hombres movilizado durante dos meses arrastraba tras de sí una impedimenta de miles de bueyes y caballos de tiro que entorpecían enormemente el avance del ejército. Dada la escasa densidad de población de Europa en la Alta Edad Media, sobrevivir sobre el terreno era casi imposible. Esto nos obliga a estimar siempre a la baja los efectivos movilizados en campaña, aunque las crónicas anoten cifras a todas luces exageradas. Estas cifras no son el resultado de estudios estadísticos (única fuente que podría estimarse válida) pues la estadística no se aplica hasta el siglo XIX, son más bien cifras simbólicas, en muchos casos, cifras extraídas de ejércitos bíblicos.


    Por otro lado, que los invasores fuesen pocos y los locales muchos no invalida que los musulmanes se hiciesen con el poder en la reino visigodo. Con una buena colaboración interna todo es mucho más fácil, aprovechando las querellas intestinas de los autóctonos. En la misma historia de España existen ejemplos perfectos de ejércitos pequeños que han dominado amplísimas regiones mediante el pacto y la colaboración (como los de Cortés o Pizarro). Las luchas por el poder era algo que quedaba en el ámbito de las altas esferas de la sociedad, de tal modo que de los siete millones (si es que los había) de hispanos, la mayoría quedaron ajenos por completo a las luchas por el trono, de las que seguramente ni siquiera tenían noticia en el mundo rural en el que habitaban.

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