Autor: Pangur
sábado, 22 de noviembre de 2003
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Pangur


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El Táin (II) Contenido

Un breve (?) resumen del contenido de esta épica irlandesa, para quienes sigan interesados, y a la espera de que los dioses permitan que salga a la luz una traducción completa de esta primera versión, en español.



El contenido de este relato ha sufrido variaciones importantes a lo largo del tiempo, a juzgar por las divergencias entre las distintas versiones, y según otros indicios.
El principal cambio fue su transformación, de un relato mitológico, en el que se representarían temas como la lucha entre los opuestos, a un relato de marcado carácter épico, enfatizando los valores y comportamientos masculinos y guerreros.
Esta transformación puede rastrearse entre los pasajes de TBC I, así como en el carácter y funciones que en éste texto, y en otros del Ciclo de Ulster, tienen algunos personajes, como Medb o Fróech.
La línea argumental del Táin es simple, a condición de que no olvidemos que se trata de un relato que ha ido creciendo orgánicamente, a cuyo núcleo se iban añadiendo episodios, que cada “autor” expandía y agregaba.
El incidente central es la irrupción en el territorio del Ulster de una hueste compuesta por guerreros del resto de Irlanda, dirigidos por Medb y Ailill, reyes de Connacht. El objetivo —que, al igual que la causa de la incursión, en TBC I permanece inédito— es hacerse con un toro de maravillosas características que vive en dicho territorio. Nadie defiende el Ulster en estos momentos, pues tanto su rey, Conchobar, como los principales guerreros de Emain Macha, se encuentran impedidos por una misteriosa enfermedad (al parecer intermitente) que afecta a todos los varones que se encuentran dentro de sus fronteras, menos a un joven héroe llamado Cú Chulainn.
Éste se encargará de defender solo el territorio atacado, hasta que se reunan con él sus compañeros, lo cual da origen a una larga serie de combates individuales, en los que Cú Chulainn va deshaciéndose de sus atacantes, aunque también se proponen pactos y distintas treguas por ambas partes. Por lo demás, entre los atacantes se encuentra un gran número de Exiliados Ulates —no enfermos, claro—, dirigidos por Fergus mac Roech (ex rey del Ulster y amante de Medb) que asesoran a los invasores.
Al final, una vez “despiertos” los Ulates, se da una gran batalla entre los dos ejércitos. En TBC I ésta se encuentra narrada de una manera inconclusa —¿quién vence?— y el relato desemboca repentinamente en una pelea, ya en territorio de Connacht, entre el Cuernos Blancos de Mag nAí y el Moreno de Cúalnge. Este combate adquiere tonos mitológicos —los más mitológicos del Táin— cuando el Moreno destroza a su oponente y regresa a su territorio, derramando los distintos pedazos de Cuernos Blancos, que dan origen a diferentes lugares del recorrido, así como realizando una serie de gestos —escarbar, beber agua— que denominan “para siempre” lugares significativos del mismo. El vencedor acaba muriendo en «Druim Tarb, entre el Ulster y los Uí Echach». Se establece un pacto entre los Ulates, Ailill y Medb «(...) y las gentes de Connacht retornaron a sus propias tierras, mientras los Ulates volvían a Emain Macha en triunfo».
Dicho así, parece que el relato va desde un planteamiento hacia un nudo principal y luego hacia un desenlace como cualquier novela moderna. No es el caso, aunque hay diferencias entre la primera y la segunda versión. Las lagunas, repeticiones, incisos o interpolaciones de los autores, y distintas icongruencias predominan en la versión I.
En ésta no queda claro para qué Ailill y Medb han convocado la gran hueste, con cuya reunión comienza el relato. En la segunda versión (Libro de Léinster) un episodio denominado “La conversación de alcoba” (literalmente, “de almohada”) nos pone en antecedentes: se trata de una consecuencia de la codicia de Medb por poseer algo mejor que lo que posee su marido, a saber, un encantador novillo en sus rebaños. Una vez enterada de dónde y cómo encontrar un animal que se le asemeje (el Moreno de Cúalnge, en el territorio del Ulster), y ofendida porque no se lo prestan, Medb reune la hueste y da comienzo el relato, que discurre de manera similar a la primera versión.
Hay que tener en cuenta que en el relato del Táin que contiene el Leabhar na hUidre intervinieron tres manos, en diferentes momentos, y que una de ellas (identificada por Thurneysen como “el interpolador H”) llegaba a introducir su propio texto, borrando a cuchilla el de los anteriores. La interpolaciones, además, no son pequeñas notas aclaratorias, como en otros textos, sino episodios muy extensos y numerosos, como los seis episodios anteriores a lista de artes marciales de Cú Chulainn (“La Enumeración de los Juegos”, l. 1712), o el poema que canta, al principio del relato, Fedelm la Vidente.

Ciertos episodios se consideran relatos independientes, incorporados no se sabe cuándo al hilo principal. Tal es el caso de uno de los más logrados estilísticamente, “El Combate de Fer Diad y Cú Chulainn”, que Thurneysen llegó a considerar la IV versión del Táin. Si no se encontrara en la primera versión —dice H.L.C. Tristram— podríamos pensar que es el relato más moderno del Táin, pues además de que trata temas muy elevados (el conflicto entre las normas sociales y personales, la amistad masculina en el contexto de una sociedad guerrera, el lamento por una muerte inevitable, causada por una culpabilidad auto—impuesta por Cuchulainn, etc.) su tono y la bien conseguida alternancia entre prosa y verso, convierten este breve episodio en “buena” literatura, desde el punto de vista moderno.
Naturalmente, no podemos enjuiciar una obra de hace más de mil años con criterios modernos. Las categorías de “historia bien trabada”, fluidez narrativa, etc. deben entenderse como cánones para comprender el texto o describir su continuidad, no para compararlo con lo que nosotros le pediríamos a una novela histórica actual.
En opinión de la mayoría de los investigadores, el relato fue creciendo orgánicamente, añadiéndose episodios a un esquema que los oyentes o lectores (nada prohibe que alguien leyera para una audiencia) conocían. Esto queda patente en la (aburrida) lista de combates singulares entre Cú Chulainn y sus oponentes, que llena gran parte del relato. La mayoría de ellos no agregan nada al desarrollo de la historia, pero los copistas los utilizan para dotar de orígenes legendarios a lugares que, desde la muerte del epónimo en cuestión a manos del Gran Héroe, quedan así “nombrados para siempre”.
En TBC II el proceso de agregación queda patente en el añadido de La Conversación de Alcoba, como casus belli lógico de la incursión, antes de que se inicie ésta. Thomas Kinsella, al incluir en su traducción algunos “relatos preliminares” —como «La enfermedad de los Ulates» o «La concepción de Cúchulainn»— se adhiere a esta tradición. La homogeneidad general de TBC II, que elimina muchas de las incongruencias y repeticiones de la versión anterior, habla a su favor como una unidad literaria, consicientemente buscada por el “editor”, con cuyo nombre se especula.
¿Estaban los redactores de ésta recensión buscando una “versión definitiva” de la misma, para atajar historias que en nada se parecían a lo que ellos consideraban original? Tal es lo que sugiere la tradición, y los embellecimientos poéticos que se encuentran en TBC II —como el «apilar nombres y adjetivos, sinónimos totales y aproximados» que dice C. O’Rahilly— indican mucho más cuidado.
Todas estas cosas son las que han hecho apasionante el estudio del Táin, aunque aún no se ha hablado de su posible relación con hechos históricos reales, el asunto que más pasiones levanta...

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Comentarios

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  1. #1 Irluachair 25 de nov. 2003

    Pues a mi me parece muy interesante "la lista de combates", y todas las exageraciones gimnásticas, las transformaciones,...creo que diría que tienen sentido dentro de un arte narrativo que tenía un sentido plástico y visual muy acentuado y muy ¿¿humorístico?...porque eso es otra cosa, el Tain es un libro extraordinariamente divertido de leer, para el tema tan serio que trata, y me pregunto si es que el narrador o narradores tenían ese humor, o es que nos lo parece a los lectores modernos por lo disparatados que puedan llegar a ser para nosotros hoy día todas esos movimientos y exageraciones. Autores de esa época y distintas culturas, como griegos, romanos o germanos, no eran muy bromistas que digamos.

    ¿Humor pues, o algo que da esa impresión?

  2. Hay 1 comentarios.
    1

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