Autor: A.M.Canto
lunes, 22 de enero de 2007
Sección: Artículos generales
Información publicada por: A.M.Canto


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SOBRE LA VERDADERA FECHA DE LA FUNDACIÓN DE MÉRIDA

Aunque el año pasado tuvo lugar en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida una exposición titulada “AUGUSTO, FUNDADOR DE EMERITA” (30 de marzo a mayo de 2004), que muestra la tesis más tradicional acerca de la fundación de esta importante capital hispanorromana, la realidad es que existen al menos 20 argumentos para pensar más bien que Emerita ya existía bastantes o muchos años antes de que Augusto asentara allí dos veces a nuevos veteranos, y le diera el rango colonial junto con la capitalidad de la nueva provincia de Lusitania. En este artículo se relacionan asépticamente esos 20 argumentos que a mi juicio ponen en cuestión la fundación ex novo de Emerita por Augusto en el 25 a.C., en atención a que son muchos los aficionados que quizá no los conocen, y podrán así sacar sus propias conclusiones.





Aviso.- Con fecha 2-12-2005 he añadido casi todas las imágenes restantes y sus llamadas en el texto, pero algún duende impide que, aunque están bien numeradas, se alineen en su debido orden así que se deben leer desde ambos extremos: la imagen 1 aparece la primera, seguida de las 8-17, descolocadas entre sí, mientras que desde abajo se encontrarán de la 2 a la 7. Lamento las molestias para el lector. Ya solicité el mismo día 2 a los administradores ayuda para arreglar pronto este inconveniente, si es posible.

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Aunque el año pasado tuvo lugar en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida una exposición titulada “AUGUSTO, FUNDADOR DE EMERITA” (30 de marzo a mayo de 2004), que muestra la vigencia de la tesis más tradicional acerca de la fundación de esta importante capital hispanorromana, la realidad es que existen al menos 20 argumentos (*) para pensar más bien que Emerita ya existía bastantes o muchos años antes de que Augusto asentara allí dos veces a nuevos veteranos y le diera el rango colonial, junto con la capitalidad de la nueva provincia de Lusitania. En este artículo se relacionan asépticamente esos 20 argumentos que a mi juicio ponen en cuestión la fundación ex novo de Emerita por Augusto, en atención a que son muchos los aficionados que quizá no los conocen, y podrán así sacar sus propias conclusiones.

La evidencia sobre la inexacta traducción que se venía haciendo del fundamental texto sobre Mérida de Dión Casio (infra, nº 3) la deduje en 1986 gracias al préstamo, por mi buen amigo Michael Blech, del DAIM, de un libro recién aparecido de Michel Casevitz sobre el vocabulario griego usual en los textos sobre colonización. Lo que en él leí me incitó a revisar bajo la nueva perspectiva la traducción de tan celebérrimo texto, que para todos los autores "clavaba" la fundación en el 25 a.C., y a buscar otros indicios que apoyaran la preexistencia de Mérida, y eso fue lo que hice desde 1986, aunque sabía lo difícil que es en España ir contra corriente en un asunto indiscutido, uno de los muchos axiomas en vigor. Y claro que los había, bastantes hechos anómalos y sin explicar. La mayoría (11) los expuse en 1987 (publ. en 1990), y otros en otras publicaciones posteriores (véase al final una sucinta relación). Luego he añadido otros
nueve más, hasta 20. Aquí los enumero todos, en forma lógicamente breve, y divididos en dos grupos: argumentos histórico-epigráficos y numismáticos, y argumentos de orden arqueológico, explicados lo más claramente posible y ordenados según el peso que les atribuyo, excepto los núms. 19 y 20, que considero de carácter fundamental y cierran las reflexiones.

A) ARGUMENTOS HISTÓRICO-EPIGRÁFICOS Y NUMISMÁTICOS

1) EL LUGAR ESTRATÉGICO DE MÉRIDA. Si no un vado propiamente, Mérida está sobre un paso del Guadiana estratégico desde tiempo inmemorial, con una gran isla central que facilita el paso del ancho río (figs. 1 y 2) y permite incluso la celebración en ella de mercados, sin duda eco de una práctica muy antigua. De hecho, Mérida controla el eje de una ruta peninsular S-N prerromana tan vieja como la de Sevilla y Ayamonte hacia Salamanca y León. Añádanse a ello la extraordinaria fertilidad del lugar y las facilidades para el ganado. Es un lugar, pues, que debió de ser habitado y transitado comercialmente en diversas épocas anteriores a Roma. Aunque autores como J.J. Enríquez desde la Prehistoria han asegurado rotundamente que el lugar estuvo habitado en todas las épocas excepto en la romana anterior a Augusto (lo que por definición ya resulta extraño), lo más probable es que el hábitat vetón correspondiente no haya sido aún localizado. En 1995 (1997) sugerí que puede estar en torno a un posible santuario federal vetón, bajo la elevada zona de El Calvario (fig. 2), al O. y cerca de la confluencia de los ríos Ana y Barraeca (véase aquí mismo el articulo http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=1124), que casualmente es la zona menos excavada, estudiada y puesta en valor de toda la ciudad. Pero no cabe descartar que, como en Zaragoza, los niveles preaugusteos pudieran hallarse también en las inmediaciones (1).

2) LA ACTIVIDAD MUNICIPALIZADORA DE JULIO CÉSAR EN EL ENTORNO DE MÉRIDA.Quizá ya desde su 'praetura' en la Ulterior (61-60 a.C.), pero con seguridad tras las guerras civiles (45-44 a.C.), Julio César crea campamentos o refunda diversas ciudades en un amplio radio en torno a Mérida (fig. 3). Así, todos los municipios de la Beturia Céltica que en su honor llevan el epíteto de “Julios”: Seria (Jerez de los Caballeros, BA), Segida (Burguillos del Cerro, BA), Nertobriga (Fregenal de la Sierra, BA), Ugultunia (Medina de las Torres y sus otros núcleos, BA) y Lacimurga (Encinasola, H). Además, al N, al S y al O están al menos las ciudades de Ebora Liberalitas Iulia (Évora), Pax Iulia (Beja), Norba Caesarina (c. Cáceres) y Praesidium Iulium Scallabis (Santarém), siendo claramente estos dos últimos de origen campamental, por no recordar que también Olisipo (Lisboa) se llamó “Felicitas Iulia”. Ante tal cantidad de ciudades “Julias” al sur, al norte y al oeste de Mérida, ¿es razonable pensar que César, él mismo un gran estratega, ignorara y olvidara dejar con hábitat y control precisamente el lugar y paso quizá más privilegiados de todos los citados?

3) EL FUNDAMENTAL TEXTO DE DIÓN CASIO. Se trata de LIII, 25, 8. Aquí dice Dión Casio (senador que escribe en griego a comienzos del siglo III d.C.) que, hacia el año 25 a.C., «...acabada esta guerra (la Cántabra), Augusto licenció a los más veteranos de sus soldados, y les permitió ‘ktísai’ una ciudad en Lusitania y llamarla Augusta Emerita...». Desde siempre y por todo el mundo, y especialmente desde el [a veces] perjudicial Adolf Schulten en sus Fontes Hispaniae Antiquae (t. V, 1940, p. 328), se ha traducido este verbo griego, ‘ktísai’, como “fundar ex novo”. Sin embargo, a partir de la citada monografía de Michel Casevitz (prestigioso catedrático de Griego de Lyon, ahora de París) de 1985 sobre el vocabulario de la colonización griega, en la que me apoyé en 1987 (1989-1990), no se puede ya ignorar que ‘ktísai’ había significado eso en los tiempos clásicos de la colonización griega, esto es, en los siglos IX al V a.C. Pero las lenguas evolucionan y, con el paso de los siglos, el mismo verbo pasó a significar “construir, edificar”, esto es, una ampliación urbana, una reedificación, una remodelación significativa en una ciudad que perfectamente puede preexistir; de la misma manera que el ‘ktístes’ ya no sería más el “héroe fundador”, sino “el benefactor, el gran evergeta” (hay diversos ejemplos que Casevitz aporta sobre este hecho, referidos a emperadores y ricos prohombres). Así que, como escribí en su momento, aplicando esa novedad al texto que tratamos, había que dejar de ver a Augusto como “el fundador exnovo de Mérida”. Y que es así en el mismo autor se prueba cuando el propio Dión Casio, al hablar algo más adelante (LIV, 23, 7) de las colonias fundadas por Augusto en la Península, en el año 16-15 a.C., dice que “como en Galia, ‘fundó’ muchas ciudades”. Pero aquí no usa ‘ktísai’, sino el término ‘apoikítso’, verbo que sí está unido al significado romano de “colonia, colonizar”, y que no usó más atrás para Mérida. Como conclusión de esta novedad filológica, el texto de Dión Casio, escrito setecientos años después de que los griegos dejaran de fundar colonias ‘ex novo', debe traducirse y encuadrarse en esta nueva óptica. Para decirlo en otros términos, científicamente resulta obligado aceptar esta variación, y proceder con lo demás en consecuencia.

4) ¿MONEDAS DE UNA COLONIA, SIN COLONIA? En efecto, como es bien sabido, todas las amonedaciones iniciales de la ciudad, denarios y quinarios de plata (que son de época, pues mencionan al legado Carisio) llevan como leyenda de la ciudad sólo “EMERITA”, y algunos de sus reversos pueden considerarse aún moneda militar. En las series que presentan la muralla, almenada y geminada, se escribe la misma simple leyenda (figs. 4-5). En cambio, las series en bronce con reversos “arado y yunta” (fig. 6), que sí son las expresivas de la deducción de una colonia, llevan el letrero AVG(usta) • EMER(ita) pero son todas posteriores, de hacia 2 a.C., mientras que la decisiva palabra “COL(ONIA)”, no se acuña hasta esa misma época. Se reconocerá que, si es verdad que era una colonia nueva y de Augusto, y pensada para ser capital de la Lusitania, resulta muy extraño que ambos grandes honores no se hagan constar de ninguna manera en sus propias monedas hasta casi un cuarto de siglo después.

5) EL OTRO NOMBRE OFICIAL DE LA CIUDAD: “C • I • A • E •”. Aunque el nombre oficial en el Alto Imperio es “Colonia Augusta Emerita”, hay trece testimonios epigráficos, oficiales y privados, en los que aparece con una “I” en segunda posición, de "Iulia" (que, como es bien sabido, era el ‘nomen’ o apellido de César y caracteriza a sus fundaciones), y se leerían “C(olonia) I(ulia) A(ugusta) E(merita)”; así aparece en los sellos de al menos tres tuberías de plomo de la ciudad (fig. 7), en tres tegulae (figs. 8 y 9), en la dedicación de una palma al Genio de la Colonia (fig. 10), y en al menos seis sellos sobre sigillatas hispánicas (fig. 11), aparecidas en Mérida y en Bezares, uno de alfares de Tricio, en La Rioja, donde quizá se fabricaron todas por encargo (cf. estudios de Étienne, Bost y Le Roux, aunque no ponen estos testimonios en relación con César).

Es evidente que estas pruebas de que Mérida tuvo el epíteto Iulia establecen un claro paralelismo con todas las ciudades y la actividad cesariana en la zona a las que me he referido ya en el argumento 2º y fig. 3, y resultará reforzada por el testimonio de relevantes historiadores árabes (vid infra, argumento nº 19).

6) LAS LEGIONES FUNDADORAS DE MÉRIDA: LEGIONES DE CÉSAR. Las legiones “fundadoras”, la V Alaudae (“de la Alondra”) y la X Gemina, son cuerpos militares que las fuentes citan siempre en relación con Julio César, no con Augusto. De hecho, en el orden de batalla para Munda (Bell. Hisp. 30) César tuvo a su izquierda a la legión V (que él mismo reclutó a sus expensas en la Galia Transalpina, hacia 55 a.C.) y a su derecha a la X (posiblemente formada, según J.M. Roldán, con efectivos traídos por César a Hispania). Además, las monedas donde ambas aparecen recordadas (según A. Beltrán), en todo caso poco representativas dentro del conjunto monetal emeritense, tampoco son del año 25, sino del 2 a.C. Otro retraso bien extraño si eran sus veteranos la causa y los protagonistas de la supuesta “fundación ex novo”. Por otro lado, se dice que estas legiones participaron en las guerras cántabras; pero es un argumento circular, puesto que la afirmación descansa a su vez en las monedas militares de Carisio (vid. supra nº 4), que no las mencionan.

7) UNA TRIBU ELECTORAL ANÓMALA EN AUGUSTO: LA “PAPIRIA”. Como se sabe, las ciudades romanas se atribuían a una ‘tribus’ o “distrito electoral”, a la cual pertenecían sus ciudadanos y en la que votaban. Sabemos que en las fundaciones hispanas de Augusto éste siempre usó la tribu “Galeria”. Sin embargo, Mérida estuvo adscrita a la “Papiria”, que es una tribu muy rara en Hispania (sólo ella y Astigi, en la Bética). Hay que recordar entonces que al menos la colonia romana de Narbo Martius (Narbona), y Casandra en Macedonia, obra ambas de César, pertenecieron también a la Papiria (y véase su relación con el argumento que sigue). El mismo argumento vale para Caesarea Augusta (Zaragoza), que tampoco fue inscrita en la tribu Galeria, sino en la también inusual ‘Aniensis’.

8) EPITAFIOS DE VETERANOS EMERITENSES ANTERIORES AL 25 A.C., Y DE OTRAS LEGIONES. Resulta curioso, y nadie sabe explicar (excepto el viejo Ritterling), por qué tenemos inscripciones funerarias de tres legionarios radicados en Mérida, e inscritos en su tribu Papiria... años antes del 25 a.C.; ya que son veteranos de legiones que salieron de Hispania antes del 31 a.C., exactamente de la XX y la XXX, únicas de guarnición fija en la Ulterior antes de Actium. Así ocurre, por ejemplo, con el epitafio del italiano C. Axonius (CIL II 22*), enterrado en Elvas (a unos 65 km de Mérida), legionario de la legión XX y perteneciente a la tribu “Papiria” cuando su ciudad natal en Italia (Firmum Picenum) era de la “Velina”, lo que demuestra claramente que el cambio de tribu se debe a su cambio de domicilio, y que una “Emerita” ya inscrita en tal tribu existía antes de su supuesta “fundación” (véanse las monedas de Carisio con ese único letrero, nº 4 y fig. 2).

9) EL CURIOSO TESTIMONIO DE SAN ISIDORO DE SEVILLA. Este famoso obispo hispalense del siglo VI-VII d.C., autor de una completa y prolija obra sobre “Etimologías”, basada en Plinio el Viejo y en otros diversos autores antiguos, cuando habla de la fundación de ciudades cita continuamente las palabras ‘conditor, condidit para referirse a los “fundadores” de las mismas. Sin embargo, cuando lo hace con Mérida y Augusto utiliza ‘aedificare’, así: “Emeritam Caesar Augustus AEDIFICAVIT... dans ei nomen ab eo quod ibi milites veteranos constituisset” (César Augusto edificó Mérida, dándole su propio nombre, por haber asentado allí soldados veteranos”) (Etym. XV, 1, 69). Según san Isidoro, pues, Augusto no habría fundado Mérida, sino que la habría “edificado”, esto es “dado forma de gran ciudad”, en el momento de asentar allí colonos militares. Y esto encaja bastante bien con el sentido del verbo ‘ktítsai’ de Dión Casio, al que antes me referí (vid. el argumento nº 3).

10) LOS “VETERANI PATERNI” DE LOS AGRIMENSORES. Es aplicable también según creo al caso de Mérida esta frase de Sículo Flaco, uno de los autores gromáticos más importantes (ed. Thulin, 126), al definir el ‘aes miscellum’: «Praeterea dicitur et ‘aes miscellum’. Ita evenit ut qui a divo Iulio deducti erant, temporibus Augusti militiam repetissent, consumptisque bellis victores terras suas repetierunt; in locum tamen defunctorum alii agros acceperunt» («Existe también otro tipo de asignación (de tierras): la mixta. Así ocurrió con veteranos que habían sido deducidos en época de César y que en época de Augusto fueron nuevamente reenganchados; al regresar vencedores a sus tierras, las centurias de los difuntos se repartieron a otros”). Éstos son los que Rudorff llama ‘veterani paterni’ (epíteto que, por cierto, puede servir para explicar el de otras ciudades que lo llevan , como Barcino). Se recordará que, para luchar en el 19 a.C. contra los residuos de rebeldía cántabra, Agripa tuvo que recurrir a soldados “ya viejos y extenuados por las continuas guerras”, y parece raro que se hable así de soldados que habían sido licenciados y asentados sólo 6 años atrás. Pudo usar, pues, veteranos que habían peleado ya bajo César.

11) EL SINOICISMO INDÍGENA EN MÉRIDA. Aunque no se ha solido destacar, sabemos por un interesante párrafo de Estrabón (III, 2, 15, véase abajo texto y traducción) que Mérida fue en realidad una ciudad de tipo sinoicístico, esto es, en la que convivían ciudadanos romanos e indígenas, y ése no es el tipo de hábitat propio para una fundación de soldados veteranos de tipo estrictamente militar. Pero es que, además, los vocablos griegos utilizados por Estrabón para definir a Mérida, como he tenido ocasión de señalar detalladamente (en Gerión 2001), son ‘pólis’, el equivalente de ‘municipium’, y katoikía>, asentamiento de veteranos, pero no ‘apoikía’, que es el que significaría "una colonia ex-novo’. Y recordemos que Estrabón escribe en Roma en época de Augusto-Tiberio.

[El texto de Estrabón III, 2, 15: Aí te nun sunoikisménai póleis, h te én tois Keltikois Paxaugoústa kaì h én tois Tourdoúlois Augoústa ‘Emérita kaì h perí toùs Keltíbhras Kaisaraugoústa kaì ‘állai éniai katoikíai thn metabolhn ton lejzeison politeion ‘emfanítsousi. Kaì dh ton ‘Ibhron òsoi taútes eisì ths idéas, stolatoi légontai. (No he encontrado una letra griega que trasponer aquí, de forma que debo dejarlo así, y con la acentuación incompleta, h por eta, etc., aunque espero que se entienda).

Mi traducción (en Gerión 2001): “Por otro lado, las ciudades (preexistentes) que acaban de ser repobladas de forma mixta, como Paxaugusta entre los Célticos, Augusta Emerita entre los Túrdulos, Caesaraugusta en la vecindad de los Celtíberos y otros asentamientos de veteranos, demuestran claramente el progreso de los (indígenas) elegidos para vivir como ciudadanos. Los hispanos que proceden de este origen son llamados estolados” (stolátoi)...”]

12) EL TEXTO DE HIGINO EL AGRIMENSOR: UNA DEDUCTIO MILITAR SOBRE UN VETUS OPPIDUM
Este agrimensor es bien conocido en la bibliografía emeritense a causa de su referencia a la extensión de las parcelas de Mérida (cap. 135), contenida en su obra Constitutio [limitum] ("Sobre el establecimiento de límites"). Pues bien: en su cap. 142 se refiere a la actividad colonizadora del emperador Augusto en estos términos: Aeque divus Augustus, adsignata orbis terrarum pace, exercitus qui aut sub Antonio aut Lepido militaverant pariter et suarum legionum milites colonos fecit, alios in Italia, ALIOS IN PROVINCIIS. Quibusdam deletis hostium civitatibus novas urbes constituit, QUOSDAM IN VETERIBUS OPPIDIS DEDUXIT ET COLONOS NOMINAVIT, esto es: "El propio Divino Augusto, después de haber 'distribuído' la paz a todo el orbe, estableció como colonos a los ejércitos que habían combatido bajo Antonio o bajo Lépido, tratándolos igual que a sus propias legiones, a unos en Italia, A OTROS EN LAS PROVINCIAS. Para unos [los de Italia], habiendo sido destruídas las ciudades enemigas, hizo nuevas urbes; a los otros [en provincias] LOS ASENTÓ EN CIUDADES ANTIGUAS (ya existentes) Y LOS LLAMÓ COLONOS (es decir, que elevó esos vetera oppida al rango de colonia)".

Higino tiene delante sin duda el “dossier” de las colonias augusteas provinciales. Sabemos además que conoce también el de Mérida, por otras referencias que hace. Y aquí nos está describiendo para los asentamientos provinciales de Augusto el mecanismo que aquí justamente defendemos para Mérida: una ciudad ya existente (vetus oppidum), que recibe contingentes de población veterana y es ascendida entonces al estatuto colonial.

Como puede verse, Higino no contempla en provincias el caso de la creación de "nuevas colonias", por lo que este texto puede aplicarse a otras ciudades hispanas cuya fundación se viene considerando también 'ex novo', como es el de Caesarea Augusta (Zaragoza).

B) ARGUMENTOS DESDE LA PERSPECTIVA ARQUEOLÓGICA.

13) ELEMENTOS PRE-AUGUSTEOS EN LA ARQUITECTURA Y LA ESCULTURA EMERITENSES. Fue ésta una aguda observación debida a Henner von Hessberg (por entonces en Heidelberg y ahora catedrático de Arqueología en la Universidad de Colonia), cuando participamos en octubre de 1987 en el luego célebre coloquio del DAI-Madrid “Stadtbild und Ideologie”, en torno a dos conceptos que lanzó Paul Zanker y que a partir de entonces tuvieron en España una inusitada aceptación y uso, que aún perduran: los de la “monumentalización” y la “marmorización” de Hispania. Pues bien: Hessberg recalcó (para sorpresa de algunos), a partir del estudio de elementos arquitectónicos y de capiteles emeritenses de caliza, que en Mérida «se apreciaban formas y técnicas pre-augusteas o al menos previas a la “marmorización” de Mérida», y que «los capiteles del llamado ‘templo de Diana’ tenían un cierto sabor tardorrepublicano».

Paralelamente, W. Trillmich, experto en escultura y hasta hace poco director del Instituto Arqueológico Alemán en Berlín, creó la definición de «primera generación del retrato emeritense» para aquellos retratos (bien conocidos de muchos, me imagino) realizados en caliza y estucados, los llamados por él “arrabiati”, esto es, muy serios y realistas, llenos de arrugas y ceños y nada idealizados, que no encajan bien en la iconografía augustea pero sí en la tardorrepublicana (figs. 12, 13 y 14). En el mismo Coloquio (que se publicó en 1990), el arquitecto Michael Pfanner añadió que podía observarse en la Península Ibérica una «gran ola de monumentalización entre los años 50 y 25 a.C.». Todas ellas, como puede verse, afirmaciones por entonces muy nuevas y que, desde distintos campos, encajaban con la “Mérida cesariana” que en la misma ocasión (octubre de 1987) yo estaba sugiriendo.

14) UN ANFITEATRO APOYADO EN UNA MURALLA. Esta observación formaría parte de otro curioso tema, antiguo en la bibliografía: el de la “Mérida pequeña” y la “Mérida grande desde siempre”, suscitado desde que el gran arqueólogo I.A. Richmond, en 1930, observó dos fases claras en la construcción de la Mérida romana. Lo que ahora nos interesa son otros dos hechos: que en plena arena del anfiteatro (8 a.C.) se encontró hace años un enterramiento romano, y que parte del muro oriental del edificio lo constituye la propia muralla de la ciudad, ambos hechos por completo inusuales en una ciudad planificada al detalle (véanse los argumentos núms. 14 y 15).

15) LA ASIMETRÍA DE LOS FOROS. Si se pretende que Augusta Emerita fue concebida y planificada por Augusto de una vez, como colonia y como capital provincial de la Lusitania, resulta extraño que los llamados “foro colonial” y “foro provincial” mantengan entre sí una cierta desviación o asimetría, como si su planeamiento no fuera coetáneo. Lo mismo cabe decir de la excentricidad del teatro con respecto al foro (hecho que observó el prestigioso experto francés Pierre Gros, también en el coloquio de Madrid ya citado).

16) LA DESVIACIÓN DEL PUENTE. Se repite que Mérida se fundó en función de su justamente famoso puente, y que él fue “el eje vertebrador de su urbanismo”. En este caso fue Pedro Mateos (hoy director del Consorcio de Mérida) el que observó en 1994 y 1995 que el puente en realidad no se alinea con el decumano máximo de la ciudad, como hubiera debido esperarse si todo el planeamiento fuera coetáneo.

17) EXCAVACIONES RECIENTES EN EL FORO DE LA CALLE HOLGUÍN. Hace tres o cuatro años tuve noticia fidedigna de que en las excavaciones que se practicaban en el impresionante conjunto de la calle Holguín, en el conocido desde el siglo XVIII como “foro provincial” (así le llamaba ya Manuel de Villena Moziño, autor de excavaciones y dibujos de Mérida por orden de Carlos IV, entre 1792 y 1794), habían aparecido niveles inferiores con estructuras domésticas. Aunque no conozco los datos de la excavación, si el foro provincial se planificó, como sería lógico, en la supuesta época fundacional augustea, pues a ella acompañaría la capitalidad, este enorme edificio, sea pórtico o templo, se hubiera levantado los niveles estériles que se defienden; sin embargo, la existencia de casas anteriores, que serían amortizadas para la nueva ordenación forense, indica que éstas tendrían que ser pre-augusteas.

18) MÉRIDA, UNA CAPITAL PROVINCIAL EN UN EXTREMO DE LA PROVINCIA. Resulta también raro que, creada al menos sobre el papel la provincia de Lusitania en el 27 a.C. (según el mismo Dión Casio), desgajada de la Ulterior, sólo dos años después el propio Augusto decida fundar su capital en una posición excéntrica de la misma. Esto sugiere más bien que la ciudad ya estaba fundada, pues parecería más lógico, si se va a crear una nueva capital para una nueva provincia, ponerla en un lugar más céntrico con respecto a ésta, lo que no es aquí el caso (2).

C) EL TESTIMONIO ÁRABE Y LA DATACIÓN DEL PROPIO AUGUSTO

19) LAS DECISIVAS FUENTES ÁRABES. Desde 1987 vengo trabajando y defendiendo la extraordinaria utilidad de las fuentes árabes para la España romana. En ese año, en el repetidamente citado Coloquio “Stadtbild und Ideologie...” (1987, publ. 1990), luego en Gerión 1989 y finalmente de forma completa para Mérida, en un coloquio del Museo a comienzos de 1999 (2001b), apelé a un autor tan importante como Ahmad al-Razí (cordobés, 889-995 d.C.), cuya obra histórica fue traducida al castellano y al portugués como “Crónica del moro Rasís”. Entre otras referencias, en su cap. LXVI aporta un párrafo que considero fundamental: «E Atavia (esto es, Octavio) mando adobar (terminar) todas las cosas que Julio Çesar auia començado en España, e acabo a Çaragoça, que es muy noble çibdat, e a Merida, semejante de Seuilla, e a Cordoua de Beja...». Aunque en aquel momento ya algún conocido investigador alemán trató esta fuente con desprecio, ello es un craso error. Es una fuente histórica fiable, más próxima en el tiempo que nosotros a la Antigüedad y que, sin decir lo mismo, viene a coincidir más o menos con san Isidoro (supra nº 9).

Por otro lado, en 1999, como dije, y a modo de ejemplo de la futura monografía, reuní los textos de 21 autores medievales árabes sobre Mérida, con novedades muy interesantes, históricas y arqueológicas, para la ‘Emerita’ romana (como un desconocido arco en el centro de la ciudad (fig. 17). Pero entre estas novedades destacaré ahora sólo un texto fundamental (que reproducen 6 de dichos autores) que describe una tabla de bronce “en escuro latín”, y una hermosa inscripción de mármol que el gobernador Abd Allah ben Ta’laba, el constructor de la celebérrima Alcazaba emeritense (835 d.C.), mandó arrancar de donde estaba, “sobre la mejor puerta de la çibdat”, esto es, la del río (detalle que explica bien sus propias tres inscripciones fundacionales, que insertó igualmente en las puertas de la Alcazaba).

El texto que las dos inscripciones romanas contenían permite confirmar, y así lo hice, que en efecto Mérida tuvo el epíteto de “Iulia”, y que su muralla fue construída por tramos de 8,35 m “a cargo de los ciudadanos”, lo que sugiere sin duda un estatuto municipal (‘municipium’ = de ’moenia capere’) y no colonial, ya que lo que diferencia a una colonia de un municipio, entre otras cosas, es “la común participación en las cargas públicas, empezando por la construcción de las murallas” (A. d’Ors, EJER, 1953, 140).

Es decir, que las fuentes árabes vienen a redondear y explicar las otras 18 “anomalías” anteriormente detalladas. Y todo ello , estimado en conjunto, permite sugerir, al menos como hipótesis verosímil, que Mérida no sólo existió antes de Augusto, probablemente como como un ‘praesidium’ militar (incluso anterior a César), sino que bajo César Mérida pudo ser en efecto una verdadera ciudad, posiblemente un ‘municipium civium Romanorum’ con el nombre de ‘Municipium Iulium Emerita’. Nada tan extraño, en fin de cuentas, si pensamos que fundó otra Praesidium en la Ulterior (Scallabis), y que la otra gran ciudad de Lusitania, la actual Lisboa, se llamaba igualmente ‘Municipium Iulium Olisipo’...

Es conocida la ‘pietas’ filial de Augusto, por la cual procuró terminar todo lo que César, debido a su temprano asesinato, había dejado comenzado. Así que, al decidir entre Olisipo y Emerita que ésta sería la capital de la nueva Lusitania, asumió los gastos de su elevación a colonia, siendo él el deductor de dos asignaciones de veteranos de las guerras cántabras, una posiblemente hacia 25-21 a.C. y otra segunda en el 16-15 a.C. (pero véase ahora el argumento nº 20), representado en este caso por su yerno Agripa como ‘adsignator’ y evergeta (Agripa regala al menos el teatro, en ese año: es el mismo papel que para Caesarea Augusta debió de jugar Germánico, y para Corduba Marcelo, el sobrino y llorado heredero de Augusto). Pero el estatuto colonial de Mérida no pudo llegar antes del 2 a.C., si nos fiamos de las monedas. Pudo haber otras asignaciones de veteranos (incluso anteriores, del 30 a.C., véase infra el nº 20), y la historia arquitectónica es otro problema sin dilucidar. Pero no se trata aquí de ello, sino de demostrar cuántas razones existen, y de bastante peso si se toman como conjunto, para pensar que, en realidad, Augusto no fue el primer “fundador” de Emerita.

Pero, en cuanto a la cronología, conviene tener en cuenta aún un último testimonio: el de Augusto:

20) LO QUE AUGUSTO DEJÓ ESCRITO SOBRE SUS COLONIAS... Y MUNICIPIOS. Vamos a terminar esta serie en progreso de argumentos con uno de cierta contundencia intrínseca: las fechas de la actividad asentadora de veteranos de Augusto de la pluma de su propio protagonista.

En efecto, Augusto, en su testamento político o Res Gestae (un documento fundamental pero que, curiosamente, rara vez se suele tener en cuenta cuando se debate el tema de la fundación de sus colonias), "discrepa" de Dión Casio (fuente preferida sobre él, también curiosamente) al fechar en los años 30 y 14 a.C. aquéllos en los que fundó colonias o libró fuertes cantidades para adquirir lotes de tierra a los municipios, con destino a los veteranos (cap. 16.1: ...Pecuniam pro agris quos in consulatu meo quarto (30 a.C.) et postea consulibus M. Crasso et Cn. Lentulo Augure (14 a.C.) adsignavi militibus solvi municipis... pro praedis Italicis... et pro agris provincialibus...); mientras que para los años 7, 6, 4, 3 y 2 a.C. recuerda el cambio a la recompensa en dinero, y sólo en relación a los municipia (cap. 16.2: ...militibus quos emeriteis stipendis in sua municipia deduxi, praemia numerato persolvi...).

Si unimos estos datos a su frase posterior colonias militum in... utraque Hispania (o sea: en las dos Hispanias)... deduxi (cap. 28), todo tomado al pie de la letra me parece que indica que las colonias augusteas hispanas fueron deducidas principalmente en la fase del año 30 a.C., tras la campaña de Actium, y cuando en Hispania sólo había dos provincias. Punto en el que se debe recordar también la afirmación de Higino (De limit., p. 177 Lachmann): exercitus qui aut sub Antonio aut sub Lepido militaverant, pariter et suarum legionum milites colonos fecit alios in Italia alios in provinciis (véase supra el argumento nº 12).

Esta actividad colonizadora de Augusto, que para Hispania se conoce muy mal, coincide asimismo con el reparto inmediato de un congiarium en el año siguiente, 29 a.C., según las mismas Res Gestae 15.3: et colonis militum meorum consul quintum... triumphale congiarium.

Por tanto, habría que tener muy en cuenta lo que el propio Augusto afirma, y valorar casos hispanos en los que aparecen soldados que pudieron haber militado sub Antonio aut sub Lepido, como los conocidos (pero generalmente rechazados como falsos o anómalos) epígrafes de tres soldados de la legión XX y tribu Papiria (CIL II, 22*, 662 y 719) asentados en el entorno de Mérida en una fecha evidentemente anterior a la «oficial» del 25 a.C. (3)

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CONCLUSIÓN Como conclusión necesaria, parece que quienes quieran seguir defendiendo que Mérida se fundó sobre un lugar vacío, y que Augusto fue su primer y único “fundador” en el año 25 a.C., como en esta exposición, y en prácticamente todos los manuales, artículos y, consecuentemente, textos en red, leemos, aun conociendo esta larga serie de argumentos contrarios (por estar casi todos ellos publicados, y varios expuestos in situ) puede hacerlo, pero no saltando sobre todos estos obstáculos como si no existieran; se debería, desde el punto de vista metodológico, aludir a ellos, darles la debida explicación, uno a uno, o bien demostrar claramente su invalidez. Comenzando, obviamente, por la traducción de Dión Casio, ahora demostrada como errónea, y que es el texto principal.


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(*) El artículo se subió el 2-11-2005. El argumento nº 12 fue añadido el 4-11-2005, y el nº 20, también nuevo, lo ha sido hoy 12-11-2005. Como puede observarse, da lugar a algunas pequeñas matizaciones cronológicas que perfilaré mejor en breve. - Con fecha 2-12-2005 se añaden todas las imágenes restantes y sus llamadas en el texto, con el problema de ordenación avisado al principio. - Con fecha 2-1-2006 se complementa el argumento nº 11.

(1) En este sentido, es muy significativo el ejemplo de Caesarea Augusta, la actual Zaragoza, de la que también (con la solitaria excepción de don Antonio Beltrán) se negaron siempre sus niveles anteriores a Augusto, hasta que éstos han acabado apareciendo, en parte fuera del recinto romano definido por las murallas, y más hacia la confluencia del Ebro y el Huerva, remontándose al menos a los finales del siglo II y comienzos del I a.C.

(2) El caso de Tarraco no es asimilable, pues la ciudad existía desde mucho tiempo atrás, en su versión romana al menos desde 218 a.C., bajo los dos hermanos Escipiones, durante la SGP, y fue desde siempre la capital de la misma provincia, la Hispania Citerior.

(3) Párrafos tomados literalmente del artículo citado infra, en Gerión 2001.

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BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA PARA ESTAS HIPÓTESIS:

- Canto, Alicia Mª (1987/1990): «Las tres fundaciones de Augusta Emerita», Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischen Städten zwischen Republik und Kaiserzeit (Coloquio del DAI-Madrid, octubre de 1987), Bayerische Akademie der Wiss. Phil.-Historische Klasse, Abhandlung 103, Munich, 1990, 289-297.

- Ead. (1989): «Colonia Iulia Augusta Emerita: Consideraciones en torno a su fundación y territorio», Gerión 7, 1989, 149-205. Novedad: ahora consultable y descargable en Red, en: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02130181/articulos/GERI8989120149A.PDF, aunque salió con muchas erratas y los mapas sin pasar a limpio, pero se pueden ver aquí en Celtiberia.

- Ead. (1997): «El mausoleo del Dintel de los Ríos de Mérida, Revve Anabaraecus y el culto de la confluencia» (en colaboración con F. Palma y A. Bejarano), Madrider Mitteilungen 38, 1997, 247-294.

- Ead. (2001a): «Sinoicismo y stolati en Emerita, Caesaraugusta y Pax: Una relectura de Estrabón III, 2, 15», Gerión 19, 2001, 423-474. (Cf. http://www.ucm.es/info/antigua/g2001.htm).
Novedad: ahora es consultable y descargable en Red, en: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02130181/articulos/GERI0101110425A.PDF

- Ead. (2001b): «Fuentes árabes para la Mérida romana», La islamización de la Extremadura romana (Jornadas del Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, 30-31 de enero de 1999), Cuadernos Emeritenses nº 17, edd. F. Valdés y A. Jiménez, Mérida, 2001, 11-86.

© Alicia M. Canto, Universidad Autónoma de Madrid

Fuente original del texto, modificado y ampliado:
http://sagitta.ci.uc.pt/mhonarchive/archport/msg01022.html
Anuncio de la citada exposición en el MNAR: http://www.hoy.es/pg040327/prensa/noticias/Merida/200403/27/HOY-LOC-004.html
Desde el punto de vista tradicional: http://www.simulacraromae.org/emerita/index.htm
http://www.simulacraromae.org/emerita/historia.htm



Comentarios

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  1. #1 Piñolo 13 de nov. 2005

    a mi no me cabe duda de la validez de los argumentos expuestos por la doctora Canto.Siempre me pareció evidente que la ciudad de Mérida se edificó sobre un asentamiento anterior.Lo que no sé es si las construcciones de dicho lugar estarían construidas en piedra,puede que lo hiciesen en madera.Quizá los primeros habitantes se dedicaban a cruzar comerciantes de uno al otro lado del río.Serían un puente humano.Estando Mérida en el eje comercial Norte Sur Sevilla-Gijón (la campa Torres),conocido como ruta o vía de la Plata,y teniendo en cuenta que hay constancia del uso continuado del camino siglos antes de la invasión romana,con el comercio establecido entre el Guadalquivir y el Norte Cantábrico,es más que probable que la ciudad ya fuera bien conocida de los fenicios.Aunque quizá como una simple aldea.
    Debemos desterrar la idea de que en La península Ibérica no había nada antes de los romanos.Tenemos vestigios suficientes de actividad industrial,comercial,agrónoma,artística,etc.,de los íberos,y tenemos su grafía,pero no tenemos su vocalización,no sabemos qué significan esos signos.Lástima de piedra Rosetta que hiciera hablar a Iberia.

  2. #2 jugimo 25 de feb. 2006

    Arqueología Extremeña: Piezas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
    (Noticias dadas por José Ramón Mélida de las adquisiciones y donaciones hechas al Museo entre 1916 y 1920)

    Ídolo ibérico de hueso:
    Procede de Mérida, donde se han encontrado varios iguales, que se conservan en aquel Museo. El nuestro poseía ya unos pocos menos importantes que este ejemplar, que de allí traje para que tenga representación cabal esta clase de imágenes, a las que recientemente dedicó especial atención don Luis Siret en su libro Questions de Chronologie et d'Ethnographie ibériques (París, 1913; pág. 249).

    Es una figura plana y geométrica, con la cabeza recortada por cuadrado, con un festón que indica el pelo; los ojos representados por círculos concéntricos; bajo el cuello, indicaciones del arranque de los brazos, y en medio del alargado cuerpo, el triángulo sexual, como indicación femenina. Su altura es 0,123 (Lam I).

    Esta clase de ídolos de hueso, que se encuentran en Mérida, sueltos, no en sepulturas, hasta ahora, y que juntamente con otras antigüedades allí descubiertas dan testimonio de la existencia de población ibérica anterromana, contra la creencia antes seguida, debe corresponder a la Edad del Bronce.


    Figura de Bronce:
    Procede también de la región emeritense, de donde la traje y di al Museo. Es una placa de aplicación, como lo indica la espiga que ofrece en su reverso, al decorado de un mueble u otro objeto. Representa una figura varonil vestida con una especie de jubón, cuyos adornos son círculos concéntricos. Parece ibérica.

  3. Hay 2 comentarios.
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