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ARABA Tres Puentes
29 de mayo de 2018
Clasificación: Iglesia/Monasterio
Información mantenida por: Itaida
Mostrada 7.661 veces.
MONASTERIO DE SANTA CATALINA
SANTA CATALINA, un convento reconvertido en jardín botánico
A escasos 15 kilómetros de Vitoria, en el pueblo de Trespuentes (municipio de Iruña de Oca), nos topamos con un paraíso natural, el jardín botánico de Santa Catalina. Afincado en las ruinas de un antiguo convento del siglo XIII éste jardín acoge más de 600 especies botánicas procedentes de los cinco continentes. Su extensión abarca alrededor de 40.000 metros cuadrados donde encontraremos árboles australianos, plantas autóctonas y orientales, especies acuáticas, etc.
Un pedacito de historia donde escaparnos del ruido y el ajetreo de la ciudad, y poder descubrir todos sus secretos.
Historia del convento de Santa Catalina
Los orígenes de Santa Catalina se remontan al siglo XIII cuando descendientes de la familia más poderosa de Iruña de Oca deciden construir aquí su casa torre. Siglo y medio más tarde se trasladan a su nueva residencia situada en Vitoria, la torre de doña Otxanda. Es entonces cuando ceden su antiguo hogar a los Jerónimos (orden religiosa católica de clausura monástica).
Pocos años después pasó a manos de los monjes agustinos, quienes construyeron el monasterio de Santa Catalina. Se conservó la torre adosando una iglesia con su claustro.
Con la Desamortización de Mendizábal, en 1835, el monasterio fue abandonado por los monjes dejándolo a la merced de la naturaleza. Durante la primera guerra carlista fue reconvertido en cuartel de las tropas y tras su caída, los carlistas lo incendiaron dejándolo convertido en ruinas.
Nacimiento del jardín botánico de Santa Catalina
En 1999 el ayuntamiento de Iruña de Oca se hace cargo del convento de Santa Catalina y crea el actual jardín botánico. Fue inaugurado públicamente en 2003.
Casi diez años después, en 2012, se decide recuperar las ruinas del convento liberándolas de la naturaleza. Un trabajo difícil para intentar mantener en pie los muros que hasta ahora eran soportados por las enredaderas.
En 2015 es nombrado primer parque estelar Starlight del mundo por ser un lugar fantástico para realizar observaciones astronómicas. A día de hoy se siguen haciendo eventos para tal fin.
Cómo llegar y horarios
Visitas guiadas
Para reservar una visita guiada se puede hacer a través del teléfono 680470146 (Blanca) o del email jardincatalina@gmail.com
La duración de la visita es de 1h30’ y el coste son 3€ por persona. En ésta visita podemos comprobar por qué se ha elegido éste lugar como jardín botánico. La especial orografía del entorno hace que haya tres tipos de condiciones climatológicas dónde poder cultivas diferentes tipos de flora: mediterránea, atlántica y mixta. Todo ello acompañado del hermoso convento de Santa Catalina y su historia.
Existe la opción de realizar una visita conjunta con el Valle Salado de Añana. El precio por adulto son 8€ y podéis disfrutar de éste valle tan característico y aprender un poco más sobre la obtención de la sal.
Además de las visitas guiadas, en los jardines del convento se realizan diversos eventos como talleres de plantas, visitas ornitológicas, teatro, observaciones astronómicas, taichi, charlas, ect… En la página web de Santa Catalina podéis consultar todos los eventos.
El poblamiento fue geoposicionado por Itaida.
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Comentarios
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Hace 20 años este edificio no era más que una venerable ruina. En todos los sentidos de las que se deberían dejar morir con dignidad. Donde ahora hay ridículas palmeras antes gigantescas hiedras centenarias abrazaban y sostenían los muros. Todo era soledad,un lugar perfecto para perderte . Lo primero que hicieron fue cargarse un largo muro de piedra centenario que guiaba al caminante que seguía la pintoresca senda de acceso, e hicieron una carretera, más tarde se gastaron millones en poner una atracción circense "con plantas de los cinco continentes" y ahí sigue, con gran éxito de público, aunque hay que decir que la naturaleza brava de la sierra de Badaya se lo puso tan difícil a las forasteras que después de sensibles pérdidas han reorientado el plan con las autóctonas ¡oh!.
Entiendo que los parajes dotados de una belleza singular se cuiden y en cierta manera se facilite su acceso, pero no que los conviertan en un decorado hortera para aquelarres varios aptos para todos los públicos. No he vuelto.
“Las siete lámparas de la arquitectura” John Ruskin: “Velad con vigilancia sobre un viejo edificio; guardadle como mejor podáis y por todos los medios de todo motivo de descalabro. No os preocupéis de la fealdad del recurso de que os valgáis; más vale una muleta que la pérdida de un miembro. Y haced todo esto con ternura, con respeto y una vigilancia incesante y todavía más de una generación nacerá y desaparecerá a la sombra de sus muros. Su última hora sonará finalmente; pero que suene abierta y francamente y que ninguna intervención deshonrosa y falsa venga a privarla de los honores fúnebres del recuerdo”.
Las siete lámparas debieran iluminar nuestras vidas en todo orden de cosas.
Se escamotea la realidad violentando una ruina que descansaba en paz en su ataúd de encina y yedra, vigilada siempre por los animales que tenían allí su casa y sustento. Una realidad serrana y hostil que se altera para ofrecerla a un mundo infantilizado que no es capaz de reconocer la belleza intrínseca de un lugar sin la sal y pimienta de un juguete, de un exótico atractivo . A los muñidores de estos despropósitos no les ilumina más lámpara que la de los despachos en que se tramita el engaño.
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