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SALAMANCA Béjar
17 de ago. 2006
Clasificación: Museos y Exposiciones
Información mantenida por: Brandan
Mostrada 17.496 veces.
Béjar - Pasado Industrial
Publicado por:
María Luisa Savirón Cuartango
Fotos: Brandan
Hilando fino
Cuando uno cruza el puente de Béjar, por la carretera que le trae desde El Barco de Ávila para acceder a su núcleo urbano, no deja nunca de echar un vistazo sobre el pretil del puente que salva el desnivel del río y enlaza con la carretera de Candelario. Poco se ve, puesto que lo profundo de la cortadura y el espesor de la fronda colocan ante la vista del viajero una barrera prácticamente insondable. No es fácil imaginar, y es por eso que proponemos conocerlo, que en el estrecho cauce que discurre bajo el citado puente se asienta ya vetusto uno de los más impresionantes complejos industriales de las últimas centurias en España.
Hay pues que desviarse a la derecha y situarse sobre el mismo río para acceder a la ruta que a continuación presentamos. Dejaremos allí el vehículo que nos haya transportado y emprenderemos a pie un camino que recorreremos en su mayor parte por una pasarela que se ha instalado, no hace mucho, para facilitar el acceso al turismo a una zona hasta hoy casi abandonada. Hay que advertir que no es una visita cómoda: la pasarela no es absolutamente rígida y la superficie por la que se circula es un enrejado metálico que deja ver el fondo, con la consiguiente sensación de cierto vértigo al principio, que enseguida desaparece, esperamos. Tampoco aconsejamos el paseo a personas con marcada claustrofobia, o muy sensibles al fuerte ruido, sobre todo si la visita se efectúa en época de crecida. Estos son los principales inconvenientes.
Atractivos sin embargo no le faltan. No solo disfrutaremos de la original visión que de una parte de Béjar se obtiene desde el fondo del valle, sino que podremos también apreciar como la obra del hombre, asentada sobre las más antiguas bases, se ha creado, funcionado y detenido, cumpliendo un ciclo inexorable. No hay lugar en este pequeño artículo para un esbozo de la historia de la industrialización en esta región, ni siquiera de la propia ciudad de Béjar, pero no podemos dejar de tratar de imaginar, cuando contemplamos los esqueletos de lo que fueron gigantescos organismos fabriles, como pudo ser el lugar en épocas de mayor actividad.
Desde el punto de vista del turista, que apreciará inevitablemente la tranquilidad del paisaje actual y la belleza de la naturaleza recuperando su terreno, no será fácil imaginar la actividad febril, el bullicio ensordecedor, el olor de los vertidos, las sirenas, el humo, las máquinas, y el rugido del agua que, tras recorrer las arterias que el humano afán creó para ella y cumplido el objetivo de proporcionarle fuerza, vuelve a su cauce a través de numerosos desagües tronando como un enorme bombo, ininterrumpidamente. El hombre, en su imitación de la naturaleza, supo emular la actividad del gusano de seda y la araña, e incluso superarla con creces si tenemos en cuenta el resultado. Sin embargo, forzando los procesos naturales, no consiguió hacerlo sin todos los inconvenientes descritos, y aún algunos más.
Habrá quien piense en cuanto mejor hubiera sido, quizás, que el hombre hubiese conservado el pelo del primate, con sus correspondientes mudas. La naturaleza puede que sea, como se dice, sabia, pero hay que reconocer que posee una rara sabiduría.
Cierto es, sin embargo, que toda esta actividad tuvo como consecuencia un desarrollo social y económico extraordinario que será difícil de revivir, como muy bien apuntaba Ardwen en otro foro, con todas las ventajas e inconvenientes que ese proceso conlleva. Valga decir, como anécdota ilustrativa, que tanto en Salamanca como en Ávila, e incluso en algunos lugares de Cáceres, hemos oído decir con frecuencia, refiriéndose a una comodidad ideal, “como los más ricos de Béjar”, reflejando no solo una acentuada situación de riqueza que estas actividades proporcionaron a ciertas personas de la localidad, sino al buen empleo que hacían de este capital en disfrute propio.
Se necesitará ya una mirada más experta para apreciar vestigios de lo que fueron otras actividades que, también aprovechando el entorno pero de forma menos violenta, se llevaron a cabo en los mismos lugares en tiempos pretéritos.
Nadie podrá dejar de notar sin embargo el puente de San Albín, del que ya ofrecimos información en otro foro, la línea de la muralla y la presencia constante, visual y sonora, de Santa María la Mayor, así como vestigios de las primeras aceñas y pesqueras.
La siguiente información es en buena parte la que figura en los carteles que se encuentran a lo largo de esta ruta y que dan idea de lo que el viajero hallará en ella. La complementamos con imágenes obtenidas recientemente.
Esperamos y deseamos que disfruten del paseo.
Historia de la industria textil en Béjar:
Béjar, ciudad textil lanera por excelencia, posee entre sus méritos el haber sido uno de los casos más importantes de especialización productiva de Castilla que, con todos sus avatares, ha sobrevivido al paso de los siglos.
Esta supervivencia es aún más loable si se tiene en cuenta que se trata sólo de una pequeña ciudad, casi aislada en lo que al textil se refiere, y muy lejana de las grandes áreas textiles españolas de referencia, la catalana y la valenciana.
Si miramos hacia atrás, podemos asegurar que Béjar se incorporó a tiempo a la llamada “revolución industrial”, pues, lo hizo en el primer cuarto del siglo XIX, aunque ya cuenta con tradición textil desde siglos anteriores. Con ella, la producción de las fábricas aumentó de forma notable, por lo que la industria textil pasó de abastecer únicamente al mercado local y las poblaciones cercanas a entrar en competencia clara con otras industrias foráneas para tratar de aprovisionar mercados cada vez más lejanos.
Uno de los más grandes problemas que tuvo que superar fue el de las comunicaciones, ya que el ferrocarril no llegaría a la ciudad hasta finales del siglo XIX, concretamente en 1894. Este déficit de comunicaciones hizo que Béjar acumulase un retraso con respecto a otros centros textiles españoles de la época (Cataluña y Valencia), poniendo incluso en peligro la supervivencia de esta industria, y del que no se recuperaría hasta los años treinta del siglo XX.
Pero a pesar de todos sus problemas, la industria textil bejarana ha subsistido y continúa en la actualidad. Lo que aún es más meritorio si se tiene en cuenta que ha sobrevivido a la desaparición de los grandes centros textiles que hubo antiguamente en Castilla, muchos de los cuales disponían de “Reales Fábricas” (Guadalajara, Segovia, Palencia...)
Descrpción de la ruta
El valor de esta ruta reside en el importante patrimonio histórico industrial de Béjar, que constituye una importante identidad cultural de su floreciente pasado textil. La mayor parte de las fábricas se encuentran abandonadas en la actualidad, pero sus imponentes figuras a lo largo del río son testigos de la historia y de formas de producción ligadas al contexto sociocultural reciente de los bejaranos.
La situación de las fábricas a lo largo del río no es casual, sino que cumple la función básica de aprovechar la corriente de agua para dar servicio a las fábricas y poner en movimiento sus máquinas o alimentar turbinas hidráulicas. Para aprovechar mejor esta agua, parte de corriente se represa en las distintas “pesqueras” que permiten distribuir el agua por los canales. Durante la ruta se pueden observar la pesquera de los Caballos, la pesquera de los Capitanes, la pesquera Tapia y la pesquera de los Ladrones.
Esta ruta es un camino sencillo y agradable que discurre en su totalidad por un paseo fluvial. El paseo bordea el río en el tramo que atraviesa Béjar por su extremo norte a la altura del casco urbano y va pasando por algunas de las fábricas ribereñas, algunas muy significativas en el desarrollo industrial de la ciudad.
El recorrido total de ida y vuelta es de aproximadamente 4 Km. y a un paso normal se recorre aproximadamente en hora y media. En lugares estratégicos del recorrido se encuentran paneles que permiten al caminante interpretar lo que se está viendo.
Recomendaciones
En algunos tramos se debe extremar la precaución en el caso de llevar niños o animales.
La existencia de escaleras estrechas en algunos tramos impide la realización de la ruta en bicicleta o el acceso de carritos o sillas de ruedas.
No se recomienda la realización de la ruta en caso de lluvia. (Esto está contraindicado especialmente, añadimos nosotros)
Sea respetuoso con el medio ambiente.
Primer tramo
La primera fábrica es la de D. Luis Izard Muñoz. Esta fábrica textil se estableció sobre un viejo molino. En 1830 Esteban Martín Asensio disponía en este lugar de una importante fábrica textil que producía 1.600 piezas de 20 varas cada una para el ejército. En 1850 disponía de modernas tundosas transversales. En 1942 estaba aquí la empresa de D. Luis Izard Muñoz que disponía de secciones de hilados, tejidos, tintes y acabados. Finalmente, los señores Cascón tuvieron en este edificio una fábrica de géneros de punto, desparecida a principio de los noventa.
En este paraje se sitúa la pesquera de los Caballos que aportaba agua a la fábrica Téllez.
Segundo tramo
En este tramo aparecerá a la izquierda la antigua fábrica de Téllez, ya mencionada, que disponía de hilados, tejidos y acabados a principios del siglo XX, aunque su fundación se presume muy anterior.
A la derecha se extiende entre las dos márgenes un puente de servicio que une la fábrica Téllez con la Pablo Farrás Faus, S.A., establecida en 1987 en un edificio propiedad de la fábrica Téllez.
Hay en este lugar, también a la derecha, una antigua caldera de carbón que proporcionaba fuerza a las fábricas cuando el río, en estiaje, no podía hacerlo. Junto a la caldera asoma una chimenea textil que pertenece a la fábrica de Farrás.
Desde aquí, la pesquera de los Capitanes reconduce el agua hasta el antiguo tinte situado en la margen izquierda.
Tercer tramo
Aquí cruza el río Cuerpo de Hombre el puente del ferrocarril de la línea férrea de la Ruta de la Plata, que unía Gijón con Sevilla. Al lado de este puente está la boca del túnel que atravesaba toda la ciudad hasta el extremo sureste. El tren llegó a Béjar a finales del siglo XIX.
En este tramo se encuentra también el Museo Textil, edificio rehabilitado que albergó la fábrica de D. Serafín Gilart Fité, dedicada a la tintura de materias textiles. Existía ya, al parecer, en este lugar, un batán del Duque de Béjar a mediados del siglo XVIII, que arrendaba a terceros. A fecha de hoy no está abierto al publico por causas que ignoramos.
Se centran es este tramo los elementos medievales ya mencionados.
Cuarto tramo
Habrá llegado, quien hasta aquí lo haya hecho, a la moderna fábrica de Hilaturas Béjar, s.a. (HIBESA), que dispone de hilaturas de estambre y carda, establecida en este lugar desde 1973. Previamente hubo aquí otras empresas del ramo, como la de Tapia, que dio nombre a la pesquera, asentada sobre una antigua fábrica textil que databa del siglo XIX, la de D. Jerónimo Gómez Rodulfo, que ya en 1850 contaba con unos 200 obreros y producía 1200-1400 piezas de tejido al año.
Junto a esta se encuentra la antigua fábrica de la Industrial Bejarana, conocida también como la Estambrera, que ya producía a principios del siglo XX. A partir de 1918 acogería un apartadero y lavadero de lana y más tarde un peinaje de esta materia, así como otras operaciones textiles. A finales de la década de los treinta se hizo cargo de ella D. Santiago Rocamora, y después pasaría por otros propietarios y arrendatarios hasta que en 1974 se trasladara a este lugar el tinte de Gilart. Por último, estuvo allí Manufacturas Tintóreas, S.A., empresa dedicada al tinte de fleca, peinado e hilo y que cerraría a principios de la década de los noventa.
Funciona actualmente una minicentral eléctrica que pertenece a HIBESA.
Quinto tramo
A este paraje se le denomina de la Llana y se asienta en él la antigua fábrica de García y Gascón sobre una importante fábrica anterior, del siglo XIX. Durante el siglo XX ejercieron su actividad aquí las empresas García y Gascón, S.A., que se dedicaba al lavado y peinaje de lanas, y la empresa Transformadoras de Lanas, S.A. (TRANSA), con instalaciones de hilatura y tejeduría. Esta fábrica fue una de las más grandes de la ciudad y sus impresionantes edificios fueron construidos en sucesivas fases. Obsérvense sus paredes de piedra de cantería. En 1968 entre García y Gascón y TRANSA tenían 725 trabajadores.
Sobre el visitante se ciernen en este tramo dos monumentales chimeneas que son las salidas de humo de las calderas, motor de las máquinas textiles. La más alta, de ladrillo rojo, mide desde su base 52 metros y la de la margen contraria 24 metros, también desde su base.
El agua se recoge en la pesquera de los Ladrones, que está situada en el tramo más abrupto del río, y tiene un gran salto. Se usaba antiguamente para canalizar el agua hacia la fábrica de García y Gascón, S.A. y hoy día a unas modernas turbinas.
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