Fecha: 17 de sep. 2006
Sección: Yacimientos Romanos
Información publicada por: ventero
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Alcala de los Gazules 1: Torre Lascutana
Alcala de los Gazules: Torre Lascutana
El lugar
En Alcalá de los Gazules (Cádiz), junto a la carretera Alcalá de los Gazules-San José del Valle y al Arroyo de los Álamos, a diez kms del pueblo, hay un cerro amesetado, llamado la Mesa del Esparragal, que forma parte de las estribaciones de la Sierra del Aljibe.
Se trata de un lugar apto para el asentamiento de un núcleo de población y, como tal, ocupado desde el calcolítico, aunque de esta época no hay evidencias arqueológicas salvo la propia situación del terreno y sus condiciones naturales que ofrecen defensa, reforzada con estructuras de fábrica hoy desmoronadas.
En el punto más alto, a 230 ms sobre el nivel del mar, hay un vértice geodésico, a partir del cual se extiende una gran explanada rectangular (con una inclinación, como un plano basculante), suficiente para asentarse una ciudad de dimensiones respetables. En el lado contrario al vértice, el menos elevado del rectángulo, hay una torre. En la siguiente foto se cómo la torre está más baja que el vértice geodésico; el desnivel se percibe por la sombra (este detalle es importante para resolver una cuestión que planteremos más adelante).
Entre torre y vértice hay una distancia de cuatrocientos cincuenta metros.
Toda la explanada está cubierta de piedras amontonadas y fragmentos cerámicos, clarísimos restos de construcciones en abundancia y disposición tales que indican la existencia de un núcleo urbano. Se trata, en opinión generalizada, de un asentamiento de origen feniciopúnico y romano, que se conoce por las monedas libiofenices encontradas, acuñadas en fecha indeterminada, con iconografía púnica (palmas, elefantes, espigas, Melkart...) y leyendas bilingües (lskw't);
También se conoce por ser citada en textos más tardíos como ciudad estipendiaria perteneciente al "Conventus Gaditanus", como ya quedó dicho, en otra ocasión, aquí mismo en Celtiberia.net, hablando de un texto de Plinio en http://www. celtiberia.net/articulo.asp?id=478 .
La explanada está dividida en dos mitades por el residuo de una estructura lineal de 630 ms, que sugiere una muralla de una época anterior a la torre, cuando la población ocuparía sólo la mitad suoperior.
La ciudad debió crecer, superando tal mediana, y necesitaría levantar otra cerca, ahora con el complemento de la torre, situada en el punto de menos defensa natural, es decir, la parte más baja de la explanada. La torre debió estar reforzada con algún antemuro u otro complemento defensivo, del que se conservan vestigios en la parte delantera, que es además donde esta situada la entrada a la ciudad.
En un cortado que hay debajo de la torre existe un manantial de agua continuo (incluso en verano), aprovechado con dos pilones de piedra. Debió servir para el suministro de la población desde los primeros tiempos de la ocupación del cerro. Pudo ser determinante para que este cerro estuviera habitado durante mucho tiempo habida cuenta de la necesidad de que el aprovisionamiento de agua estuviera cercano, cosa no frecuente en sitios elevados.
En este lugar que estamos describiendo se encontró en 1840 el Bronce de Lascuta.
La Torre
La Torre Lascutana, que data al menos del siglo II a.C., pudo ser con altísima probabilidad la fortaleza situada en la Mesa del Esparragal (no está en la Mesa de Ortega, como dicen algunos, ni en el Cerro de la Coracha, como dicen otros). Hasta allí llegaban los dominios de Asta Regia. Algunos la enmarcan en el grupo de "Turres Hannibalis", construidas entre el 400 y el 200 a.C. por los cartagineses (no todas por Aníbal, claro). Si la torre fue construída por los cartagineses, la fase de la mitad superior de la explanada debió ser ocupada en tiempos anteriores, por los fenicios o por indígenas, tartesios o turdetanos (lo que, lejos de ser raro, coincidiría con Ocuri, donde se conserva un lienzo de muralla ciclópea de factura turdetana).
No debe extrañar que pensemos en ocupación fenicia. Va siendo hora de dejar de pensar que las colonias fenicias se limitaron a la línea de costa. Debieron asentarse también tierra adentro, si lo necesitaban, por ejemplo, para explotar las salinas de tierra adentro, de las que en la provincia de Cádiz hay varios ejemplos, como la de Hortales (junto a Iptuci, donde también apareció un bronce), la de Arroyomolinos (hoy bajo las aguas del embalse de Zahara), o las generadas por los diversos río llamados Salado. Junto a Lascuta había una salina y en Alcalá está aún Fuente Salada.
Me voy a atrever a elaborar un gráfico (sobre soporte del google earth) referido a las tres fases de ocupación histórica de la Mesa del Esparragal. La línea roja señala el perímetro que le atribuyo al castro prehistórico situado en el punto más elevado de la mesa; la línea azul marca el trazado de la cerca prepúnica (fenicia o indígena) y la línea verde indica el muro correpondiente a la fecha de construcción de la "Hannibalis Turris", de manera que la interrupción, al norte de la explanada, señala el punto donde se debió situar la única puerta, aneja a la torre.
Ahora bien, alguien ha planteado que hay "Turris Lascutana" y "oppidumm Lascut" o Lascuta. Entonces, la torre pudo estar en la ciudad (como defiende García Moreno) o pudo estar separada de ella (posibilidad por la que se inclina A. Tovar). Yo creo que torre y ciudad estaban juntas; no puede decir otra cosa el que haya visitado el sitio. Esto es así no sólo por la extensión de la mesa, capaz de una ciudad, o por los restos materiales, que son suficiente indicio, sino por el dato cuasimatemático de que la torre está en el extremo más bajo de la explanada; de haberse construído sólo una torre, se habría situado en el punto más alto, al lado contrario, donde hoy está el vértice geodésico.
De todas formas, Lascuta estaba dominando el paso de la via romana que unía Carteia con Corduba; de ahí el interés de los conquistadores en desligar este núcleo estratégico del dominio sobre él ejercido hasta ahora por una ciudad poco amiga de Roma como Hasta. La carretera Alcalá de los Gazules-San José del Valle se superpone a lo largo de cuatrocientos cincuenta metros al trazado de la calzada romana; ésta proviene del este y su último paso es un caserío actual llamado "Puerto de la Parada", nombre que informa de una posible "mansio", donde hay se elabora un rico pan campero de horno de leña en forma de teleras. El trazado de la calzada abandona la carretera hacia el oeste y, ascendiendo, busca directamente la Mesa, por la que pasa en el punto donde está la fuente que, dijimos, mana todo el año. El camino que sale de la torre busca la vía romana en diagonal (para salvar el precipicio de la fuente) y la encuentra al cabo de unos doscientos metros.
Después la vía marchaba hacia Iptuci (Prado del Rey), Ocuri (Ubrique) y Acinipo (Ronda).
Por su parte, Hasta Regia se asentaba donde ahora está Mesas de Asta, barriada rural de Jerez de la Frontera. Entre Hasta y la Turris había una distancia de 50 km en línea recta. Es curioso que el perfil topográfico de la Mesa del Esparragal (Lascuta) recuerda muchísimo al de Mesas de Asta (Hasta Regia); es posible que tal semejanza impulsara a los astenses a mantener una ciudad alejada pero en un lugar dotado con el mismo tipo de urbanismo con el que estaban familiarizados.
¿Y hoy? Lo que hoy queda sobre el terreno es una torre reconstruida o restaurada con restos romanos similares a los que abundan por toda la explanada; presenta una altura de doce metros.
La factura actual es medieval, no exactamente visigoda como se afirma en algún sitio. Tal afirmación puede haber estado motivada por la proximidad de Medina-Sidonia, cuya vista se tiene casi a tiro de piedra desde lo alto de la Mesa; es posible que ambos núcleos estuvieran muy relaccionados cuando Asidonia era, en época visigoda, la población más pujante del "Conventus Gaditanus". Consideramos (salvo mejor parecer) que la factura es más bien almohade, aunque no hay muestra de encintado en el paramento; nos basamos en que era habitual en este pueblo invasor la restauración y la reutilización de sillares romanos, junto con la bóveda de ladrillo, como las dos que existen precisamente en el interior. Una bóveda, "en rosca", en perfecto estado aún, delimita la primera planta, que está siendo utilizada como pajar, y la otra, hoy residual en los arranques, separaba la segunda planta de la terraza o atalaya.
Ciertamente, los sillares están colocados en hiladas a soga, cuando los almohades solían colocarlos a soga y tizón, pero resulta que esta alternancia era manejada por los romanos y conocida asimismo por los visigodos, con lo que es un detalle que no aporta claridad sobre la datación.
Sobresale como elemento reutilizado una posible estela situada como piedra angular, casi a nivel del suelo; presenta un campo rebajado al que se le ha eliminado la leyenda.
Pero lo que más atrae es la reutilización, como jambas y dintel en la puerta de acceso actual, de tres magníficos sillares de factura romana que debieron pertenecer en otro tiempo a alguna construcción noble. Esta puerta está en la cara que da al exterior de la explanada; por ello, debió abrirse cuando habían pasado los tiempos de guerra (antes el acceso se haría con escala y por la ventana que hay en una cara). Dicho de otro modo, la reutilización es posterior al siglo XV; antes debieron abundar por aquí los restos pero después el saqueo continuo se ha llevado casi todo.
Hoy se observan en las cuatro caras tres fases constructivas (o reconstructivas) representadas por tres fajas del paramento, siendo la central la más ancha; pueden referirse cada una a la época púnico-romana, a la almohade (¿o visigoda?) y a la cristiana. Esta última fase debió tener lugar a la par que la reconstrucción de otras fortalezas próximas, que pasaron, a fines del siglo XIII y principios del XIV, de manos musulmanas a cristianas sin cambiar de uso, cual era constituir una línea fronteriza, como por ejemplo el castillo de Torrestrella, inmediato a la vista.
La misma secuencia es más clara si se observan las sillares de las cuatro aristas. Hasta una altura de tres metros se trata de sillares más grandes y de tipología "romana"; sobre ellos vienen sillares más pequeños y más finamente tallados en piedra de distinta textura y color; los superiores son más pequeños aún y faltan en gran parte.
ventero
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