Realizada por: Panoramix599
Al Druida: A todos los Druidas
Formulada el domingo, 04 de diciembre de 2005
Número de respuestas: 3
Categoría: Temas Históricos y Artísticos
Organizacion en los combates celtas e iberos
¿ Los celtas e iberos eran como los romanos que cada guerrero tenía un nombre ( princep,tribuno...) o reclutaban a un campesino le daban una armadura y a luchar ?
Gracias por anticipado aunque creo que no me he explicado muy bien...
Panoramix599.
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Panoramix, tú lo que quieres saber es si había mandos, o si incluso el ejercito tenía distintas graduaciones. A mi, que me conste no, pero en todo caso y como no soy especialista en el tema, saco la pregunta por si alguien puede decir algo al respecto. En todo caso, y aventurándome, supongo que como mínimo, tendrían jefes de destacamentos o de tropa, o algo parecido. Además, supongo que habría uan caballería y una infantería, pero en tdo caso por la forma de luchar de estos pueblos dudo que tuvieran un ejercito bien estructurado.
A ver si se atreve nuestro navegante favorito
Panoramix:
Hay que hacer, de vez en cuando los deberes. Hace escasos días –y creo que fue también en contestación a una pregunta tuya, aunque no lo digo con seguridad-, recomendé el artículo que Bea, druida de probada solvencia, había colgado: http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=1640&cadena=Bea
Recomendé además la bibliografía que ella citaba, y destaco ahora la obra de Francisco Gracia Alonso. Así mismo, añadí una obra a las recomendas; Pilar Ciprés, Guerra y Sociedad en el mundo Indoeuropeo, cuyo precio, si no recuerdo mal, no alcanza los 10 euros.
Dicho esto, y advirtiendo que no soy un experto en mundo indígena (bueno, ni en eso, ni en nada...), aunque algo he leído por estar estrechamente vinculados con los romanos a través de la guerra, intentaré aportar algo a la cuestión.
Para comenzar, nada tiene que ver la organización militar de los pueblos celtiberos peninsulares con la de los galos. Éstos últimos, muy al contrario, demostraron tener un mínimo de cohesión de cara a un enemigo común.
Por desgracia, casi todo lo que sabemos de estos pueblos en el combate nos ha llegado a través de los textos de autores griegos y romanos, para quienes el modo de combatir de los “bárbaros” resultaba muy poco “ortodoxo”. Así, muchas veces encontramos reflejadas sus acciones como obra de bandidos. Parece claro, sin embargo, que para los indígenas de la península la guerra era un modo de vida. La gloria de morir en combate, la vergüenza de ser desposeído de sus armas, el ritual de cortar la mano derecha a los enemigos muertos, la exposición del cadáver de los muertos en combate a las aves carroñeras, etc, etc., pone de manifiesto el carácter especialmente bélico de estos pueblos. En efecto, en la Península, entre los pueblos más pobres, no parece fácil tarea mantener un caballo o una panoplia de cierta entidad. Así, es claro que algunos individuos sobresalían entre su pueblo, y era en torno a ellos donde se agrupaban los demás jóvenes, creando lazos de clientela –la conocida devotio-, que los romanos tan bien supieron aprovechar. Tenemos varios ejemplos claros de ello; Indíbil, Mandonio, Alucio, etc, etc. Todos ellos respaldados por grupos de guerreros dispuestos a morir con su caudillo.
Citando la recomendable obra de Pilar Ciprés: “Floro y Estrabón señalan la división existente entre los iberos frente a la coherencia que muestran los galos al combatir en la guerra contra Roma. Esta falta de unidad puede deberse a la forma de organización sociopolítica del mundo indígena peninsular en la que no existía un pueblo hegemónico capaz de cohesionar bajo un solo mando a todo el contingente militar, bien a través del sometimiento por la fuerza o mediante el establecimiento de relaciones de clientela similares a las que describe César entre los galos”. Cuando los lusitanos derrotan a Mummio, se dedican a pasear las insignias en son de burla por toda la meseta, lo que, en opinión de Ciprés, se puede entender como ejemplo de la rivalidad existente entre los pueblos de nuestra península. Todos conocemos el ejemplo de Alesia, con Vercigentorix unificando a los galos en una misma fuerza. Sin embargo, en la Península, salvo el caso lusitano y, tal vez, el ejemplo de Numancia nada de nada (hay cosas puntuales como la derrota de los Astures tras la traición de los Brigaecinos). Aunque, parece claro que cuanto más unificados estuvieron los pueblos, menos les costó a las legiones romanas someterlos –y esto lo podemos observar también en los ejemplos azteca e inca-.
En definitiva, no encontrarás distinciones de rango, al modo romano, entre los celtiberos. Tan sólo las marcadas por la edad (diferencia entre “iuuenes” y “seniores”), el poder económico y por supuesto el valor como guerrero, ya sea propio o heredado. Parece que, incluso cuando se integran como mercenarios, siguen respetando esta organización. Es decir, si el caudillo se ponía a las órdenes de determinado ejército –a veces también a través de una pacto de fidelidad, como en el caso de Alucio-, los devotii estaban obligados a seguirle a riesgo de perder su honor si no lo hacían. Como contraprestación, el caudillo tenía la obligación de velar por aquellos con los que había contraído lazos de clientela. Pero generalmente, y en contra de lo que suelen decir las fuentes, los indígenas no contraían obligaciones con un estado, ya fuera Roma, Cartago o Siracusa, sino con un particular, con lo que, “muerto el perro, se acabó la rabia”.
Bueno, lo dejo aquí, que no quiero aburrir. Ya seguiremos con el asunto en función de las respuestas.
Ah, ¡que no se me olvide!... en Roma, sí había legiones.
Hay 3 comentarios.
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