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Formulada el domingo, 14 de enero de 2007
Número de respuestas: 59
Categoría: Temas de Naturaleza y Medio Ambiente

LA DEFORESTACION DE ESPAÑA, ¿CUANDO EMPEZÓ?


Con motivo de un artículo que ha iniciado alevín, sobre la Armada Invencible, me he cuestionado el hecho de si con ella empezó la deforestación de la Península, pues esa ha sido una leyenda "marítima-urbana", que yo siempre había oido. Al parecer, no fue así, al menos de forma tan importante, por tanto: ¿Cuando se inicio la deforestación?, ¿Que zonas estaban fueron las que más sufrieron las talas?, ¿Antes, después de una gran tala, se reforestaba?, ¿Hay especies arbóreas, que en la península ibérica hyan desaparecido por estas talas?, ¿Cual era la madera que más se usaba, para la navegación?. En fin, a ver si iniciamos un foro ameno.Kaerkwes, si estás por ahí seguro que te gusta el tema. Un saludo.

Respuestas

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  1. #51 MARCOVITO martes, 16 de enero de 2007 a las 00:07

    Se están dando muchos datos, que al menos a mí me parece entender que los bosques de España llevan desapareciendo cientos de años, o incluso miles. Por cierto Kaerkwes, lo de España, no es una fijación, como máximo es por centrar la cuestión; bueno sigo, por tanto si llevamos tanto tiempo haciendo desaparecer nuestras masas arbóreas, habrá constancia de esas desapariciones. O sea, ¿dónde ya no hay bosques y hasta hace poco los había?. Por ejemplo, Los Monegros, son un desierto de antaño o reciente, Almería, estuvo forestada hasta escasas fechas o hablemaos de un desiero de hace miles de años, Sigiuiendo con el tema lo del Eucalipto que fue una aberración, ¿Hubo otras anteriores?.


  2. #52 giannini martes, 16 de enero de 2007 a las 00:21

    Para mí que los suelos ácidos favorecen los procesos de oxidación, pero visto lo que escribís, doy el brazo a torcer.

    Os incluyo un artículo de la que fue archivera-bibliotecaria de La Coruña, Isabel Martínez-Barbeito, cuyo título resulta expresivo y desarrolla disposiciones de la Corte encaminadas a favorecer la producción maderera:

    Repoblación forestal en el siglo XVI
    [Publicado en La Voz de Galicia correspondiente al 4-X-1967]

    La disminución del arbolado era ya problema que preocupaba en el siglo XVI. Durante esta etapa histórica se toman medidas y se expiden Cédulas reales y provisiones encaminadas a favorecer la producción maderera con el "reazemiento de las fragas y dehesas".

    En el año 1563, el Regimiento coruñés, basándose en tales disposiciones, configura a su vez unas "hordenanzas y estatutos" que habían de regir en el territorio de su jurisdicción a fin de que "ubiese de aquí adelante mas quantidade de madera" (1).

    Formaba parte de aquel Ayuntamiento, el Corregidor don Hernando Yanes de Lobon; los regidores don Antonio Sarmiento, don Rodrigo de Miranes y don Francisco Montero; y era procurador general don Domingo Loriga.

    Dos grandes enemigos amenazaban la riqueza forestal de Galicia; las talas indebidas y los grandes incendios. Dos males que aún subsisten y procuran remediarse hoy día.

    Se disponía en aquellas ordenanzas municipales que "ninguna persona de qualquiera calidad que se pueda cortar ni talar ningun rroble por el pie sin dexarles forca y pendon", es decir provistos los árboles de dos ramas principales.

    Se prohibía en las referidas disposiciones "escarzar ny sacar casca de los dichos rrobles sin dexarles bibero", bajo penas que oscilaban entre los mil y los dos mil Maravedís, según se fuese o no reincidente. La tercera falta era castigada con mayor severidad: la del destierro por tiempo de un año "de la ciudad e tierra e comarca" donde aquella transgresión hubiese sido cometida, y aún la más afrendosa de que "sea traido a la verguença publicamente".

    El segundo "item" se ocupaba de que para la mejor conservación de las fragas y dehesas, nadie pudiese "hazer hestibada ni poner fuego en las dichas fragas y dehesas ni en los montes donde estuvieren" bajo idénticas sanciones de las ya apuntadas.

    Nuevo otrosí disponía que "por quanto por la mucha deshorden que abido nel astartalar (sic) y quemar de las dichas fragas y dehesas y montes las quales estan despobladas y destruydas de tal manera que no se alla en ellas ninguna madera suficiente para hazer nabios ni otros baxeles", se prohibiesen tales atentados contra el arbolado por sus graves repercusiones en la industria naviera.

    La Coruña estaba particularmente interesada en esta cuestión, ya que disponía de un astillero donde se construían barcos de importancia destinados a ser utilizados en las expediciones a América o en el descubrimiento de las Molucas en busca del tráfico de la especiería. Los historiadores (2) nos dan noticia de que en La Coruña se construyeron naves para la expedición del Almirante de Alcazaba, cuyos nombres nos trasmiten: la San Antonio, San Llorente, Santispiritus y Capitana.

    Había tratado el Ayuntamiento con el Almirante que a cambio de "ciertas sisas" dispondría un "astillero a las puertas de la ciudad, derrocaria el Palacio de la Harina y daría el terreno limpio y desocupado para que hubiese lugar mas capaz y despejado para la construccion" de los barcos, prometiendo que "serviria a S. M. con doscientos mil Maravedis en dos años". (3)

    Faltos de los procedimientos masivos que hoy día realizan organismos específicamente encargados de este cometido, se buscó entonces remedio a la despoblación forestal, ordenando que los vecinos de las respectivas feligresías "en las partes e lugares que sean mas conbenientes y en las dichas fragas y dehesas questan deçepadas sean obligados dentro de seis meses primeros seguientes de plantar cada un dellos quatro albores (sic) por lo menos, ansi rrobles como castaños y nogales y dende en adelante para siempre y hasta que sean pobladas las dichas fragas y dehesas y sotos". Las multas serían de 200 Maravedís caso de incumplimiento de lo ordenado (4).

    Para velar porque se llevasen a efecto las ordenanzas, se dispuso que "los mayordomos de cada feligresía... por los meses de henero y ebrero de cada año tengan espeçial cuydado de noteficar hazer saver estas hordenanças en los cabildos de las yglesias", los cuales una vez "fenescido el tiempo de la planta sepa y se enforme que personas ayan fecho falta y haga rrelación dello al rregimiento de la dicha çiudad para que de alli se probea e mande executar en los rrebeldes". La indebida actuación de este cometido, por parte de los mayordomos, era castigada con mil Maravedís.

    El Ayuntamiento previno al mismo tiempo el control de estos mayordomos, nombrando anualmente "una persona nel regimiento", con la encomienda de vigilar su actuación.

    Leídas las ordenanzas ante los componentes del Regimiento, que aparecen reseñados al principio de estas líneas, y de dos testigos vecinos de la ciudad (Pedro de Mato, "tundidor" y Pero No "carpintero"), se dispuso que fuesen dadas a conocer por pregón en La Coruña y difundidas por un escribano en las diversas feligresías que quedaban sometidas a ellas
    .

    (1 y 4).- Archivo Municipal de La Coruña. Libro Actas 1563.
    (2 y 3).- "Historia comercial de La Coruña". F. Tettamancy.


  3. #53 joanzinho martes, 16 de enero de 2007 a las 10:53

    Prespas, si que se hicieron repoblaciones forestales con anterioridad al ICONA. Concretamente me viene a la cabeza el caso del Pinus Pinaster, que se introdujo en Galicia traido de la sierra de Gredos en tiempos de Carlos III para repoblar las zonas costeras, especialmente deforestadas en esos tiempos. Este árbol, aunque no autoctono de Galicia, llegó a adaptarse tan bien que en la actualidad aquí es conocido (entre otros nombres) como pino gallego. Yo aún diria más, que ese nombre se lo ganó por el aprecio y cariño que le tenían los gallegos por su rusticidad y facilidad de crecimiento en suelos tan pobres , así como su rapidez de crecimiento. Lo cierto es que en la actualidad conforma el paisaje costero gallego como si allí estuviera desde siempre. Algo parecido pasó en su tiempo con los castaños. Quien sabe si algún día le tocará al odiado eucalipto... :-)


  4. #54 Cadwaladr martes, 16 de enero de 2007 a las 11:03

    Dice prespas:

    “…Lo que si es importante es acabar con los viejos mitos, pues la armada invencible fue un grano de arena en este desierto, las desamortizaciones (para cualquiera que haya estudiado economía del medio ambiente o historia de la economía española) es evidente que fueron irrelevantes a este y otros respectos, los bosques comunales no han tenido más utilidad qua la de hacer un "reparto equitetivo" de los recursos, pero nunca existió un afan conservacionista en ellos, si no que al contrario fueron a muy a menudo motivo de deforestación…”

    Pues me resisto a aceptar las realidades como mitología. Y como muestra un botón claro, conciso y concreto:

    Conozco un espacio que fue declarado Monte de Marina para la construcción de la Armada Invencible. De él se extrajeron muchos de los mástiles de los barcos que, para tal magna obra, se construyeron en Vinaroz o se transportaron desde ese puerto a otros astilleros. La denominación de ese monte, al menos desde el siglo XIV es el “Pinar Plano”. Denominación que parece ahora una mofa ya que sólo quedan pequeñas manchas de pinos raquíticos que apenas superan los dos metros de altura en cincuenta años de vida. Eso sí, salvando una excepción fósil que nos indica el porqué de esa denominación. Son los “pinos de los Lores”: un grupo de seis ejemplares con más de dos metros de diámetro y casi treinta de altura. Curiosamente, éstos se han mantenido en el interior de una vía pecuaria y de la masada de la que toman el nombre: los Lores.

    Pues bien, esta masada fue, hasta la desamortización un espacio en el que se recaudaban primero los montazgos y herbajes de la Comunidad de Teruel y, luego, los diezmos y primicias de la Parroquial de Mosqueruela. Al desaparecer como tal, tanto en sus límites como en los enormes boalares o “Bolages” –espacios reservados para el pasto- que la rodeaban fueron roturados –artigados, como bien dice Cogorzota- y la deforestación fue total hasta mitad del siglo XX. Entonces llegó el ICONA bienamado y repobló –o lo intentó- con muy escasa fortuna. Y es que, salvo en los bancales y artigas, en las lomas peladas y casi sin suelo, los retoños de pino no aguantaron ni el primer invierno.

    Esa primera repoblación se realizó con muchos jornales y tracción animal: labrando con caballerías y bueyes. De modo que, en los lugares en los que no tomaron los pinos, se inició una regeneración natural con la colonización, primero, de aliagas y erizos. Al poco aparecieron las chaparras –juniperus sabina- y los enebros, preparando el terreno para los pinos y, en algunos puntos, las sabinas.

    A finales de los 80 hizo su aparición TRAGSA y sus novedosos métodos de subsolado con maquinaria pesada. Ni uno sólo de los pinos plantados entonces ha sobrevivido. Las lomas peladas que tímidamente comenzaban a regenerarse, han visto aflorar enormes bloques de piedra caliza bajo los cuales se ha ido infiltrando el escaso suelo. En algunos puntos es dificultoso incluso transitar a pié entre el pedregal.

    Lamentablemente, esos subsolados han hecho aflorar un recurso ahora más preciado que el pino: las losas ornamentales de piedra caliza que estan siendo intensamente explotadas por decenas de canteras y centenares de inmigrantes. Y, aunque la legislación obliga a restaurar las canteras una vez abandonadas, lo cierto es que no se hace en un gran porcentaje y, ahora mísmo, el rastro de éstas es visible incluso en fotos por satélite como las que cualquiera puede apreciar en Google Earth, apareciendo como enormes manchas blancas.

    Saludos.


  5. #55 Kullervo martes, 16 de enero de 2007 a las 11:42

    Por cierto, ¿qué opinas de la repoblación de la Sierra de Espuña, allá en el siglo XIX? He visto ponerla como ejemplo de trabajo bien hecho y que sirvió para resucitar un montón de cerros pelados del interior de Murcia.

    Y ahora caigo que, si se lo deja solo, el bosque puede comenzar a devorar lo que antes era suyo. Un ejemplo es el pinsapar malagueño, que hace unos años era el asentamiento de viñedos que, tras ser abandonados, fueron ocupados por el bosque. ¡ Y eso que en dicha montaña hay pendientes sobrecogedoras y lluvias nada escasas!


  6. #56 Cadwaladr martes, 16 de enero de 2007 a las 11:53

    Tengo que reconocer que mis conocimientos no abarcan tanto. Pero, siendo en el siglo XIX, seguro que se realizó con tracción animal y jornales. Si se hizo, como en el pinsapar malagueño, sobre viñedos abandonados o bancales en laderas de mucha pendiente, he de decir que se hizo a tiempo, antes de que las paredes de los bancales reventaran y sufrieran los efectos de la erosión, en cuyo caso el daño sería irreversible porque el suelo sería arrastrado y sellado por las piedras de los muros de contención.

    Por supuesto que el bosque puede comenzar a reocupar lo que antes era suyo, pero el bosque autóctono que es el que está aclimatado. Nunca experimentos como los eucaliptos o los pinos que, a la larga, generan más problemas que beneficios si se establecen en lugares inadecuados.

    Saludos


  7. #57 alevin martes, 16 de enero de 2007 a las 12:27

    Rebuscando en mis notas sobre la deforestación he sacado las siguientes conclusiones:

    La roturación de los bosques debió comenzar muy temprano, practicamente con el inicio de la agricultura, que necesitaba tierras que labrar , y el pastoreo. Enseguída se añadirian las explotaciones mineras, que necesitaban de esa madera para entibamientos y herramientas, sin olvida a las construcciones urbanas.
    Durante la edad media recordemos la táctica de la "tierra quemada", que asolaba los campos y bosques enemigos, dejando yermos grandes territorios. Praticularmente en la Meseta hizo mucho daño la mesta, que con la protección de los Reyes Católicos, permitía asus pastores camppar por sus repetos con normas como el derecho a cortar una rama de cada arbol hasta conseguir las necesarias para hacerse una cabaña, o cuantas ramas necesitase para el ramoneo del ganado, el cual, ya de por sí, arrasaba con el sotobosque impidiendo la reproducción cíclica de lass especies.
    Tambien habría que mencionar el "carboneo", que desforó muchos bosques y cuyo terreno era tambien aprovechado por los campesinos para roturarlo.
    A partir del s.XVI es la Marina, quizás, la mayor depredadora de madera. Hay que tener en cuenta que para hacer un barco de linea se necesitaban más de 2.000 arboles grandes, deforestando unas 25 Ha.aunque para ser justos hay que indicar tambien que muchos de los navíos se construian en las colonias americanas, utilizando maderas locales de mucha mayor calidad y que a partir del XVIII se solian importar las maderas de la zona del Mar Báltico, sobre todo aquella que iban dedicadas a los mástiles.
    Del daño de las Desamortizaciones ya se ha hablado en este foro.
    A finales del XIX y principios de XX se empieza a desarrollar el ferrocarril, lo que implicó un nuevo saqueo en nuestros bosques hasta que, ya en nuestros días se han impuesto las traviesas de hormigon.
    Actualmente el problema, lo fué siempre pro quizás ahora está más patente, el daño lo hacen las papeleras, hasta el punto de que las grandes compañías de servicios ya empiezan a obligarnos a consultar nuestras factras en internet, en lugar de mandarno el recibo a casa.......no quiero ni pensar donde podemos llegar.

    Paz y bien


  8. #58 Cadwaladr martes, 16 de enero de 2007 a las 12:37

    Sigue diciendo prespas:

    “…nunca existió un afan conservacionista en ellos –los bosques comunales-, si no que al contrario fueron a muy a menudo motivo de deforestación, no surgiendo esa visión "ecologista" hasta fechas muy recientes y no en todos los casos, por más que muchos pretendan colocar esa bandera romántica a todo lo que lleve el apelativo de comunal. De hecho los grandes propietarios, aportaron durante la mayor parte de la historia un mayor afan conservacionista, excluyendo al pueblo del derecho a comer para preservarse el privilegio de la caza, y del de calenterse para mantener sus masas forestales…”

    Como dicen en mi pueblo “esa mentira no es verdad”. Y ahora voy a aportar otro ejemplo claro, conciso y concreto: la evolución de “el Patio del Rey Don Jaime”.

    Corría el año 1308 y el rey aragonés Jaime II tuvo a bien crear una estructura de uso comunal compartido entre las Comunidades de Teruel y Albarracín. Quienes se iban a beneficiar de ello eran los habitantes de las localidades limítrofes de Teruel con Albarracín, ya que, éste enorme espacio de unos cien kilómetros cuadrados está enclavado dentro de los límites de esta última. El rey considera que dado que todos son sus vasallos, es bueno que unos compartan lo que les sobra con los otros que carecen de ello.

    Lo interesante de esta estructura comunal desconocida es que se conserva documentación desde inicios del siglo XIV hasta la actualidad porque, cómo no, resultó ser fuente inagotable de conflictos. Así, en la amojonación primigenia los topónimos dibujan un completo mapa de la flora del espacio. Aparecen robledales, carrascales, endrinales, castañedos, sabinares… y curiosamente, ninguna referencia a pinares aunque, sin duda, existían. Bien es cierto que además, se reserva el derecho de caza de ciervos y jabalíes para él y sus invitados. Para la gestión de este espacio se crean guardianes con caballo que reciben el nombre en Albarracín de “caballeros de la Sierra” y en Teruel “montaraces”. Estos eran quienes vigilaban y aplicaban penas a los infractores. Desde el inicio se controló la tala e incluso el ramoneo para el ganado que no trashumaba. A mediados del siglo XVI los de Albarracín intentan hacerse con el control de la estructura y, tras un largo pleito, ambas Comunidades deciden partir el Patio para los usos forestales, no así para los ganaderos. La Comunidad de Albarracín intenta, a partir de entonces, excluir a los ganados turolenses de su parte por medio de el adehesamiento. Ello conlleva la roturación de parte de esta parte. La reacción turolense es inmediata y se consigue restringir prohibiendo taxativamente el corte de sabinas incluso si éstas quedan dentro de las roturaciones.
    Pero todo ello va indicando la presión creciente de la deforestación. El paisaje ha cambiado y, a finales del XIX no quedan sino residuos de sabinares y pinares resineros que serán intensamente explotados durante gran parte del siglo XX.

    Llegaron luego las reforestaciones de pino y la gestión del ICONA con lo que, ahora sí, se arrió esa supuesta exhibición de la “bandera romántica a todo lo que lleve el apelativo de comunal”. Desde luego, cualquier parecido actual con el de siete siglos atrás es mera coincidencia.

    Saludos.


  9. #59 prespas lunes, 22 de enero de 2007 a las 23:11

    Bien Cadwaladr y exactamente ¿en que momento tus dos disquisiciones contradicen algo de lo que yo he dicho? lo unico que haces es afirmar,como yo, que la armada invencible supuso un motivo de deforestación en algunas comarcas y qeu los repartos comunales de bosques acabaron en muchos casos en usos abusivos o negligentes que provocaron o no evitaron la deforestación (argumentando mas a mi favor que los escasos exitos de los casos que citas se debieron, a acciones de los terratenientes y los aristócratas y no a la gestión diaria de las propiedades comunales)


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