Realizada por: abilik
Al Druida: A todos los Druidas
Formulada el miércoles, 15 de junio de 2005
Número de respuestas: 104
Categoría: Temas Históricos y Artísticos
Nombres en la Monarquía Española
La Leti está embarazada. Supongamos que fuera un niño, lo llaman Pelayo, y llega a ser rey de esta nuestra España. ¿Sería Pelayo I, o Pelayo II? Y si lo llamasen Teobaldo, ¿sería el III o el I? Y si le ponen Jaime, ¿será V o I? Y si es Sancho, ¿le tocará el V o el VIII?
Supongo que pilláis por dónde voy. Gracias por participar. Besos.
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Yo creo Cierzo que tu, que casi con seguridad tienes más de un año de edad, habras gorroneado al Estado más que ella. Si bien pronto te alcanzará, jejeje-
jajajja, no, yo soy de los que aportan, de los asalariados, y de niño he gorroneado a mis padres no al Estado porque mis padres resulta que son de los asalariados que también pagan al Estado. Por lo tanto no hemos gorroneado al Estado.
Y que más dá como se llame....como si en la vida no hubiera cosas más importantes, joder......
¡Anda que Fernando I, Alfonso VI, Urraca y Alfonso VII "reyes de Castilla"....! ¡En fin!
Transcribo un artículo de un amigo que explica lo de los ordinales de los reyes de España (http://corazonleon.blogspot.com/2005/09/la-numeracin-de-los-reyes-de-espaa.html):
"Tras dar muchas vueltas, por fin he descubierto en qué momento se impusieron a los reyes de León y de Castilla los ordinales que se emplean actualmente. Desde hace tiempo, gracias a mi contacto con la documentación medieval, ya sabía que en época del Reino y de la Corona de León los reyes eran denominados simplemente por su nombre, sin importar el ordinal. Las primeras referencias que encontré relativas a este uso fueron las inscripciones que hay bajo las representaciones de los monarcas en el Salón de los Reyes del Alcázar de Segovia, así como las ilustraciones de H. de Ávila (ambas del siglo XVI, si mal no recuerdo). Por otro lado, la búsqueda en Internet fue infructuosa, ya que sólo hallé una referencia del inefable César Vidal en la que afirmaba que la numeración había comenzado con los Reyes Católicos (!?).
En realidad , esta costumbre comenzó mucho antes, en tiempos de Alfonso X el Sabio o, como muy tarde, con Sancho IV (siglo XIII). La pista me la dio una conversación con Eduardo Urdiales Laredo, un funcionario del Archivo Histórico de León que hacía tiempo que había leído la Crónica General de España, y a quien le sonaba que ya mencionaba el ordinal de cada rey. Me costó mucho trabajo encontrar un ejemplar de esta Crónica (editada por Ramón Menéndez Pidal a mediados del siglo XX), pero en ella pude corroborar la información. Esta Crónica es un batiburrillo en el que se mezclan sin tapujos datos históricos con otros muchos provenientes de la literatura épica, por lo que una importantísima parte de la información que aporta es exagerada, partidista y, en multitud de ocasiones, falsa. En ella se aprecia la dificultad que había en asignar un número a los reyes de Castilla, ya que Alfonso VIII es denominado como Alfonso IX en algunas ediciones, con lo que las confusiones entre este monarca castellano y su homónimo leonés son numerosas. Dificultades de igual tipo se encontraron los autores de las esculturas del Salón de los Reyes, y H. de Ávila, ya que en sus obras la numeración de los Alfonsos es totalmente incorrecta.Está meridianamente claro que la intención de Alfonso X fue crear una Historia propicia a sus designios, puesto que en varias ocasiones vio tambalear su trono, y llegó a temer una separación de la Corona de León a manos de su hermano Enrique. Para ello, reunió los cantares de gesta de la época, y la lAbor de algunos de los cronistas de Alfonso VIII, con el fin de ensalzar a Castilla como núcleo de Hispania, y revisar los hechos y reyes del pasado para dar la impresión de que todos los caminos conducían a la unión de las dos Coronas bajo la égida castellana.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que la denominación de los reyes de Castilla es en todo punto falsa y artificial, y que me reafirmo en lo que ya dije en el artículo "Acerca de los Reyes de León y de Castilla", con la salvedad de que no ha sido "la historiografía decimonónica y afín la que ha exagerado la importancia del reino castellano", sino que hay que puntualizar que ésta tan sólo se hizo eco de la obra propagandística del Rey Sabio, creyéndosela a pies juntillas (sin emplear la crítica historiográfica ni el sentido crítico en absoluto). En definitiva, que los historidores mercenarios al servicio de la Junta son herederos directos de la mentalidad cronístico-literaria medieval."
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