Autor: Teodoro Fondón Ramos
martes, 09 de febrero de 2016
Sección: Protohistoria
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Características Generales de la Sociedad de la Edad del Bronce: Sociedad patrilineal, matrimonio y posibles relaciones de servidumbre
Como ya dije en las pasadas entregas de estas características de las sociedades del bronce final, dos de las fuentes históricas con las que contamos los investigadores para poder estudiar dichas sociedades en este período histórico son dos obras muy conocidas: la Odisea y la Ilíada, ambas escritas Homero, autor griego que vivió en el siglo VIII a.C., y que nos da muchos detalles de la época, como podréis ver en el presente artículo.
Como
ya dije en las pasadas entregas de estas características de las sociedades del
bronce final, dos de las fuentes históricas con las que contamos los
investigadores para poder estudiar dichas sociedades en este período histórico
son dos obras muy conocidas: la Odisea
y la Ilíada, ambas escritas Homero, autor griego que vivió en el
siglo VIII a.C., y que nos da muchos detalles de la época, como podréis ver en
el presente artículo. Durante el Bronce Final, la sociedad es principalmente
patrilineal y patrilocal, con familia extensa, residiendo los hijos casados con
sus padres. Aunque lo normal era que la mujer pasase a residir en la casa de su
marido y de su suegro, la importancia del padre del padre de la novia podía
modificar este patrón. De este modo, los maridos de las hijas de Príamo (rey de
Troya) residían en casa de su suegro y no con sus respectivos padres: “En la muy bella morada de Príamo […] había
cincuenta habitaciones […] en las que los hijos de Príamo se acostaban con sus
legítimas esposas, y para las hijas […] había doce techadas habitaciones […] en
las que los yernos de Príamo se acostaban con sus respetables esposas” (Homero,
Ilíada, VI, 242-250). Esto sucedía incluso con el marido de una hija
natural, tenida por Príamo con una de sus sirvientas, que era considerada como
otra hija más: “Imbrio […] tenía como
mujer a Medesicasta, hija bastarda de Príamo […] y habitaba junto a Príamo, que
lo apreciaba como a sus hijos” (Homero, Ilíada, XIII, 171-176).
Sin
embargo, es posible que coexistan elementos matrilineales en la legitimidad de
la descendencia. Penélope, la mujer de Ulises, si se casaba de nuevo,
transmitía la legitimidad real a su nuevo marido, y su hijo Telémaco, que
estaba ejerciendo de varón de la casa, pasaría a un segundo plano: “Pólibo […] espera casarse con mi madre y
quedar con el reino de Ulises” (Homero, Odisea, XV, 519-522) y aunque hasta
entonces Telémaco señala que “tengo el
poder de la casa” (Homero, Odisea, XXI, 353). Y en Esqueria, la decisión
última era tomada por la reina Arete, y no por el rey Alcínoo, como le indica
Nausíacaa a Ulises, que intentaba regresar a Ítaca: “en el palacio del prócer Antínoo […] mi padre […] No repares en él,
pasa rápido y echa los brazos a los pies de mi madre, que alegre la luz del
regreso” (Homero, Odisea, VI, 302-311).
En
estas sociedades del Bronce Final, la elección de esposa era realizada por el
padre, como le sucede a Aquiles: “sin
duda el propio Peleo me procurará enseguida mujer”, aunque generalmente con
su consentimiento, “muchachas de
paladines que protegen sus ciudades; de ellas a la que yo quiera haré esposa
mía” (Homero, Ilíada, IX, 394-397), derecho que también tenían las mujeres,
caso de Penélope: “de casar con quien
quiera” (Homero, Odisea, XX, 342), ante la ausencia de su marido, Ulises.
Coexistía
tanto el precio para conseguir una mujer: “cien
bueyes primero había regalado, luego mil había prometido, además de incontables
cabras y ovejas” (Homero, Ilíada, XI, 244-245), como la dote para casar a
una hija, que el rey Alcínoo ofrece a Ulises: “a mi hija tomases de esposa y con nombre de yerno a mi lado quedaras:
daríate una casa y haciendas” (Homero, Odisea, VII, 313-314). Si se
producía una separación unilateral o un repudio, debía devolverse la dote
entregada, caso de Penélope si se volvía con su padre Icario, ante la ausencia
de Ulises, como recuerda su hijo, en ese momento cabeza de familia: “¿cuánto a Icario debería pagar si por mí le
devuelvo a mi madre?” (Homero, Odisea, II, 132-133). Quizás parte de las
dotes eran los torques, brazaletes y pulseras que se encuentran en la orfebrería de Estremoz-Villena y Sagrajas-Berzocana,
también representados en las estelas
diademadas del Suroeste de la Península Ibérica.
En
cuanto a la servidumbre se refiere,
es un aspecto difícil de probar en la Península Ibérica, aunque está muy bien
constatada en la sociedad homérica
del Bronce Final. La guerra era una fuente constante de nuevos esclavos,
principalmente mujeres; así, Aquiles menciona
que “días de combate han
transcurrido batiéndome con guerreros por las esposas de ellos” (Homero,
Ilíada, IX, 326-327). Una de las capturadas en Troya es tasada: “una mujer diestra en muchas labores, a
quien tasaban en cuatro bueyes” (Homero, Ilíada, XXIII, 704-705), mientras
aún muy joven “la fiel Euriclea […]
habíala comprado cuando aún no era núbil, Laertes con propios dineros
entregando por ella el valor de diez pares de bueyes. Al igual de su esposa la
honró en el palacio” (Homero, Odisea, I, 428-432). Las funciones más
habituales que desempeñaban era el transporte de agua de la fuente “quizás vayas por agua a la fuente […]
obligada”, el tejido de lana “quizás
en Argos tejas la teja por encargo de una extraña” (Homero, Ilíada, VI,
456-458), y la molienda del cereal para obtener harina “molían en soleras” (Homero,
Odisea, VII, 103-104), como teme Héctor si su mujer fuese esclavizada en
caso de ser derrotados.
Otro
tanto sucedía con los niños que eran educados bajo la esclavitud, y sobre ellos
había derecho de vida y muerte, y por orden de Ulises, su hijo Telémaco y dos
esclavos mataron a doce de sus esclavas que le habían traicionado: “a las doce mujeres […] las habréis de
matar […] y un nudo constriñó cada cuello hasta darles el fin más penoso” (Homero, Odisea, XXII, 441-443, 471-472).
No obstante, es importante destacar que incluso estos esclavos domésticos
podían disponer de propiedad privada, pues el porquerizo Eumeo compró con sus
propios bienes al esclavo Mesaulio: “Repartíales
los panes Mesaulio, el esclavo que había por sí mismo adquirido el porquerizo
[…] lo compró de los tafios pagando del propio peculio” (Homero, Odisea, XIV,
449-452), al que el hijo de Ulises, Telémaco, se dirige con el diminutivo
cariñoso de “Chache [abuelo], bien está
ya” (Homero, Odisea, XVI, 31).
Bibliografía
GRACIA
ALONSO, F. “De Iberia a Hispania”, Madrid, 2008, pp. 28-31
HOMERO,
Odisea
HOMERO,
Ilíada
Más informacióen en: http://www.historiayarqueologia.com/profiles/blogs/caracter-sticas-generales-de-la-sociedad-de-la-edad-del-bronce
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