El mes pasado, H.B.C., de 36 años de edad y expoliador de profesión, encontró con su detector de metales una singular figura de cobre, o de bronce, o de oro, que más da, que podría haber dado más pistas a los investigadores sobre el pasado prehistórico de Iberia. Pero esta pieza fue vendida inmediatamente a un comprador en Estados Unidos, o Inglaterra, o Alemania, o a saber donde, porque ya, nunca sabremos de su existencia. Pasará a formar parte de alguna colección particular que jamás ningún investigador podrá estudiar, como sucede con el 80 por 100 de las piezas que se encuentran en los yacimientos arqueológicos de la Península Ibérica.

Si a la dejadez de la administración por la conservación del patrimonio arqueológico, unimos el sistemático saqueo de nuestros yacimientos por expoliadores sin escrúpulos, cuando realmente se quieran o puedan investigar estos yacimientos, nada quedará, sino restos dañados, fuera de contexto o sin elementos singulares que puedan definir la personalidad de ese lugar.

No permitas la expoliación.