Autor: Olarticoechea
viernes, 03 de junio de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Olarticoechea
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La invención de España
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Uno de los vicios más comunes cuando se habla de la Historia en la Península Ibérica, es el de considerar a España como una unidad política o cultural desde tiempos remotos, así es habitual leer en determinados libros comentarios sobre la expulsión de los árabes de “España” en la “Reconquista”, o incluso contemplar programas de televisión como “Memoria de España” donde no tienen reparo en remontar la historia española hasta los tiempos de Roma. En realidad el estudio de España como nación solo puede hacerse desde el periodo del antiguo régimen, para algunos desde los reyes católicos, aunque más probablemente desde la llegada de los borbones al trono castellano (1700), cuando por influencia francesa se dieron una serie de procesos destinados a convertir la unión castellano-aragonesa en un estado centralista.
Observemos la historia peninsular objetivamente desde sus inicios y lo comprobaremos:
Aunque a mucha gente le suene extraño después de tanta intoxicación y manipulación, la Hispania de los romanos no era ninguna entidad cultural sino un accidente geográfico – una península -, de la misma manera nunca existió una provincia romana que se llamase Hispania. La población de este territorio era demasiado diferente entre sí para mostrar el más mínimo sentido de unidad; y para ser visto como tal por un extranjero.
Durante este periodo la única vez que se usó la palabra Hispania como organización administrativa fue con la creación de la diócesis de Hispania (dependiente de la Galia), esto se explica porqué las diócesis eran organizaciones que por razones de eficiencia comprendían extensos territorios, en el caso de la diócesis de Hispania esta se extendía también por el norte de África abarcando la Tingitania, sin que hubiese la más mínima relación entre los pueblos que la formaban.
Las invasiones bárbaras a la caída del imperio romano tampoco van a servir para que Hispania adquiera una identidad propia, tradicionalmente se consideraba a los visigodos como los creadores del sentimiento de unidad y los iniciadores de la monarquía “española”, pero si analizamos detalladamente la estructura del reino godo en la Península no deja de ser una anécdota de unos 90 años sin repercusión ninguna en su historia posterior.
Efectivamente aunque los historiadores españoles hablen de tres siglos de dominio godo, en realidad este reino estuvo centrado en la Galia hasta el 585 con su capital en Tolosa y no podemos decir que fuese un reino hispano aunque tuviese posesiones en la Tarraconense. Una vez que los visigodos vencieron a los galaico-suevos en el 585 la península fue lo suficientemente segura para que se asentasen en ella los godos, y pusieron su capital en Toledo, pero tendrán que esperar hasta el 621 para conquistarla toda, cuando durante el reinado de Suíntila se expulse a los bizantinos de sus extensas posesiones en el sur. O sea desde el 621 hasta la invasión árabe del 711 apenas transcurrieron 90 años de reinado godo en toda hispania, con una estructura tan débil que bastaron unos pocos miles de árabes para borrarlo de la historia en el 711.
Aunque tampoco podemos olvidarnos que los dominios godos más que corresponderse a un reino unitario se correspondían a las diferentes coronas que ceñían en un momento determinado (Galia Narbonense, Gallaecia, Hispania).
Avanzando en el tiempo llegamos a la edad media, donde Hispania después del corto periodo godo sigue sin aparecer como un país diferenciado, para remediarlo la historiografía española recrea una supuesta “reconquista”, esta invención pasa por ser uno de los inventos más fantasiosos que cualquier historiador creara nunca. Observándolo tranquilamente es imposible que un estado medieval guarde durante 800 años una memoria de si mismo y de “reconquistar” su antiguo territorio.
Esta terrible mentira se derrumba cuando comprobamos las fuentes escritas de la edad media, que llamaban al reino cristiano que se desarrollaba en la Península Ibérica como “Gallaecia” y no “Hispania”, veámoslo en este ejemplo:
El rey Alfonso VI según las crónicas anglo-normandas de Guillermo de Malmesbury era denominado como : “Aldefonso Gallicae Regie”.
En realidad toda esta teoría anti-científica de la “Reconquista” se baso en datos mal interpretados como cuando el rey Alfonso III de Galicia afirmaba ser sucesor de los reyes godos, este hecho anecdótico estaba motivado por que durante su reinado los árabes sufrieron grandes derrotas y se pensaba que se iban a retirar de la Península, así al decirse sucesor de los visigodos, Alfonso III estaría legitimado para obtener los antiguos territorios godos, en caso de retirada árabe. Hoy en día se sabe también que algún diploma de los reyes cristianos que habla de ellos como reyes de Hispania son falsificaciones.
Al margen de las interpretaciones interesadas de la historiografía española, la edad media fue un dilatado periodo de 800 años durante el cual convivieron diversos reinos en la Península, no solo hubo guerras entre cristianos y árabes, sino entre cristianos contra cristianos y árabes contra árabes, sin que hubiese el más mínimo deseo de “reconquistar” nada. El deseo de borrar toda esta riqueza y uniformizar todo este periodo bajo el ideal españolista es el objetivo principal de esa invención llamada “reconquista”.
Más adelante al final de la edad medía, dos de los principales reinos de la Península Castilla (después de vencer a Galicia) y Aragón, se unirán bajo la hegemonía castellana, serán estos los tiempos en que empiezan a desarrollarse los estados unitarios y centralistas y toda una historia ex profeso se hará en estos años para justificar el nuevo estado bajo el dominio castellano, haciendo a sus reyes sucesores directos de los reyes godos y buscando una legitimidad histórica con que avalar su dominio sobre la Península.
Toda la historia o seudo-historia escrita en esos años es aceptada sin ningún tipo de critica por los historiadores españoles actuales, y algunos seudo-historiadores como Claudio Sánchez Albornoz o Menéndez Pidal no solo no la corrigieron sino que ahondaron en sus errores aún a costa del rigor intelectual. Sánchez Albornoz por ejemplo cuando veía la palabra Gallaecia en algunas crónicas la traducía por Cantabria , y el propio Menéndez Pidal avisaba al principio de alguna de sus obras que quizá no era verdad todo lo que se podía leer en el libro.
A pesar de todos los intentos de unificar la historia de la Península por parte de los reyes católicos y crear una unidad nacional, ni ellos ni los reyes de la casa de Austria gobernaron sobre una unidad llamada España, sino que gobernaron sobre distintos reinos como Castilla, Aragón, Navarra o Nápoles, debido a que eran muchas y muy profundas las diferencias históricas y sociales que había en sus reinos. Y también es poco conocido que no todos los territorios europeos que gobernaban algunos monarcas como Carlos I pertenecían a “España” y su imperio sino que pertenecían a la propia casa de Austria sin que España pudiese beneficiarse de ellos.
El proceso de crear a España como estado fue más complejo y solo se completo con la llegada de los borbones al trono castellano, después de fracasos como el de Olivares y su política centralista. Fue Felipe V, el primer Borbón, el soberano que empezó a organizar a España como un país y no como un conjunto de territorios muy diferentes entre sí, y fue una empresa tan artificial que hoy en día sólo 300 años después aún esta muy lejos de conseguirse.
Conclusión: En Europa y en el mundo hay países que tienen muchos siglos o varios milenios de existencia como naciones Francia , Inglaterra, Dinamarca , Japón, Galicia (reino fundado por los suevos en el s.IV en base a realidades pre-existentes), San Marino (s. IV), Armenia…Mientras que otros países son bastante más recientes como el caso de EEUU (1776), España (1700), ó México (1813). Estudiar la historia de cada País de una manera objetiva obviando determinadas deformaciones históricas interesadas es la mejor manera de conocer y explicar muchos de los problemas que suceden en esos países.
(C) Olarticoechea
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No, Dingo, creo que aquí hablamos de lo que iba el exordio inicial de Olarticoechea: De si es verdad que "...Uno de los vicios más comunes cuando se habla de la Historia en la Península Ibérica, es el de considerar a España como una unidad política o cultural desde tiempos remotos..." De si esa afirmación es históricamente cierta o no.
Porque tampoco creo razonable que para defender que uno es muy distinto del de al lado, o que quiere serlo de aquí en adelante, haya que recurrir a alegar que "eso fue siempre así", que no hubo iberos ni hispanos como conjunto definible, que no hubo reyes visigodos de todo el territorio, que Carlos V y todos los Habsburgos no fueron reyes únicos de un territorio único, y que hay que esperar al XIX para ver "estados de verdad". Eso es querer tapar el sol con un dedo. Porque, como bien puede verse, a la hora de probarlo resulta bastante difícil, por la cantidad de documentos contrarios que existen, y de todas las épocas menos el "intermedio" árabe, y aún en éste (del que no hemos hablado), todos los reyes peninsulares tenían un objetivo común...
Olarticoechea10 de ene. 2005Esto es demasiado fácil.
alguién escribió:
"la primera vez (después de la Antigüedad) que Hispania, por entonces Spania, se estructura por sí misma de forma centralista, con una única capital en Toledo, una única amonedación común, con el mismo rey, la misma religión y los mismos códigos legales, es bajo el reinado de Chindasvinto (642-653), una vez vencidos y expulsados los reductos bizantinos del Sur y Sureste peninsular. Consiguió aquello en lo que había fallado Recaredo: la unión entre las élites rectoras visigodas, la nobleza hispanorromana y la influyente jerarquía eclesial. Pero, ¿será ese acuerdo de los científicos. y esa serie de hechos probados, suficiente para Ud.? No sé por qué, sospecho que no."
Falso de toda falsedad, observemos las fuentes de la época:
En los concilios visigodos eran para :
"Per omnes ecclesia Spaniae galliae vel Gallaeciae"
y aún más tarde de Chindasvinto, en tiempos de Ervigio:
"In Provinciam Galliae vel Galliciae atque in omnes provinciam Hispaniae"
En resumen ni siquiera en esos 80-90 años de unidad goda lograron hacer de Hispania un pais.
A ver si vamos dejando las cosas claras.
Aquí nadie ha discutido el concepto de NACIÓN. El debate no es si España es una nación de naciones o una nación.
El debate es si se puede hablar de una cosa llamada España con propiedad antes del siglo XVIII. Y mi argumento es que sí. Sin pretender remontarme a la Antigüedad ni a los visigodos, ni mucho menos, intento explicar por qué sí creo que antes de 1700 la gente tenía claro que vivía en algo llamado España. Y que esa España era concebida como algo distinto de Portugal.
1) ESPAÑA-HISPANIA: Hispania es la denominación antigua de la Península Ibérica. De ahí deriva la voz España. Por lo tanto, en un deteminado momento, Hispania pasa a tener dos significaciones: la Península y la denominación de España (sin Portugal) en latín
Exactamente igual que en el caso de GALLAECIA-GALICIA. El primer término designa un territorio administrativo romano o la traducción al latín de la Galicia actual.
En la Alta Edad media, el nombre de Gallaecia seguía apareciendo en algunos textos para designar al reino leonés (por su correspondencia territorial). Sin embargo, cuando en textos del siglo XVI o XVII, leemos textos jurídicos o literarios que hablan de Gallaecia, es evidente que estamos hablando sencillamente de la Galicia en sentido estricto con su nombre traducido al latín.
Pues con Hispania/España idem. Es normal que los reyes, españoles o portugueses que aspiraban a extender su dominio por toda o casi toda la Península Ibérica se titularan reyes de "Hispania". Eso venía sucediendo así desde la Edad Media. En ese sentido, que el rey Manuel de Portugal contrajera matrimonio con una hija de los reyes de Castilla y Aragón era tener un buen antecedente.
2) Pero... insisto en que para el siglo XVI, ya estaba clara la división entre ambos países.
Por enésima vez hago hincapié en que muchos años antes de ser rey de Portugal, Felipe II ya mandaba cartas titulándose rey de España, y manteniendo la diferencia (véase su contenido) entre lo que era España y los Españoles y Portugal y los Portugueses.
Recordemos al portugués Manuel da Costa y sus poemas: "De nuptiis Eduardi Infantis Portugalliae atque Isabellae Illustrissimi Theodosii Brigantiae Ducis Germanae' e "In nuptiis Ioannis et Ionnae
Lusitaniae Principum"
Cojamos una crónica de la época:
"ut malae fidei possessoribus iniuriosum, ab Hispanis et Lusitanis quoddammodo erat explosum. Unde illa commotior, et crescentem Hispani potentiam Lusitaniae, Indiae orientalis,..."
Por la parte española, los literatos nos muestran nuevamente una visión de España como algo totalmente distinto de Portugal. Al margen de las peculiaridades y diferencias de cada territorio, Cervantes, Quevedo, etc... tienen claro que hablan de España sin Portugal (recuerdo una referencia de Quevedo en sus "Sueños" en la que se habla, dentro de la retahíla de naciones extranjeras, de unos "portugueses derretidos". Mi referencia a Gracián consistía en mencionar a un autor del Siglo de Oro que no fuera nacido en la Corona de Castilla.
Que los reyes sigan hablando de Hispania para exaltar sus deseos de unión peninsular es una cosa. Pero la idea de una realidad que agrupa a los territorios de las viejas coronas de Castilla y Aragón ya está ahí. Y las gentes de la época así lo perciben.
Bueno, lamento la extensión, pero ya venía siendo hora:
Llevaba leyendo disparates en esta y otras páginas desde hace algún tiempo, y me decía, “ni te esfuerces, no merece la pena”. Pero Olarticoechea ha superado a todos los que hasta ahora he leído, no porque únicamente diga disparates, sino porque encima se cree en posesión de una verdad absoluta, cree que nadie puede discutir sus argumentos, y encima se autoproclama vencedor del debate y se da cera a sí mismo con un narcisismo que resultaría más familiar en una historieta de Mortadelo y Filemón que a un foro de Historia.
Pero es lo que hay. Aunque en realidad, si su artículo fuese un barco y lo botásemos, pobres de los que fuesen dentro, pues se iría al fondo como una piedra. Y esto se debe a que desconoce por completo la metodología del historiador a la hora de plantear un problema histórico. No sé si será historiador, puede serlo; no sería yo el que lo dudase, pues he visto dar títulos a toda clase de iluminados profetillas de pueblo, de los que se pasan el día ensalzando la patria chica y el qué buenos somos, y qué malos los españoles que nos oprimen y se inventan patrias que no existen, no como Galicia, que no es un invento, sino que estaba ahí cuando todavía Dios planificaba el Universo.
Cuando abrí la página y leí, lo primero que me saltó a la vista es que llamaba pseudohistoriadores a Claudio Sánchez Albornoz y a Ramón Menéndez Pidal. Posiblemente, el más importante medievalista (don Claudio) y el más importante filólogo (don Ramón), del siglo XX en esta nuestra triste España. Para Olarticoechea es muy fácil llamar pseudohistoriadores a hombres que pasaron sus longevas vidas entre los documentos que él desconoce forzosamente para hacer tantas afirmaciones gratuitas, y desconoce además el método a seguir para interpretar esos documentos: porque no se decían las cosas igual en el año 1000, ni las palabras significaban lo mismo. Ya sé que va a decir que defiendo a la historiografía del sistema, que si historiadores españolistas, que si centralismo, etc… Esa es una interpretación muy discutible; lo que es cierto y palpable es que tanto Sánchez Albornoz como Menéndez Pidal cuentan con la admiración y el respeto de todos los grandes historiadores y estudiosos de la actualidad, no sólo españoles (que es lo que Olarticoechea está pensando) sino de todo el mundo; y sus obras se siguen editando y vendiendo. No porque sus teorías fuesen irrefutables, muchas han sido refutadas ya, sino porque han hecho camino donde no lo había, han formulado problemas, y después de su paso por el mundo, sabemos más de lo que sabíamos antes.
Olarticoechea considera su argumentación acorazada, intraspasable, imposible de abordar. Está tan bien hecha, que nadie puede refutarla. Y todavía dice que “lamenta ser prepotente”. Demostraré cómo su argumentación hace aguas en mi campo de especialidad, que es la Alta Edad Media (más que aguas hace mares), aunque estoy seguro, echando un vistazo superficial, que en las demás épocas que trata ocurre tres cuartos de lo mismo. Pero no entraré en ellas, porque suficiente tiempo estoy perdiendo ya en responder a tales falacias, que no merecen sino risas.
En primer lugar el reino visigodo de Tolosa se extingue en el 507, no en el 585. Tras la batalla de Vouille frente a los francos de Clodoveo, la masa mayoritaria del pueblo visigodo se traslada a la vecina Hispania. Los reyes godos consiguen salvar parte de sus territorios en la Galia gracias a la intervención de Teodorico el Grande, rey ostrogodo, que tutelará desde entonces hasta su muerte al reino hispano de los visigodos. El 585 es la fecha en que Leovigildo se anexiona el reino suevo, completando así su labor de pacificación de la península bajo su cetro (a excepción del Saltus Vasconum). Este reino godo, para Olarticoechea, no crea una idea de España, aunque el franco en la Galia sí funda lo que será Francia (y eran tres reinos, Austrasia, Neustria y Borgoña, y a veces más). O Inglaterra, como dice él, aunque se olvida de la Heptarquía, la era de los siete reinos (Sussex, Essex, Wessex, Kent, Anglia del Este, Nortumbría y Mercia). Sin embargo los visigodos siempre tuvieron una única corona, un único rey, y una Iglesia (verdadera articulación del Estado visigodo) capaz de formular una idea embrionaria de España como nación: leed a San Isidoro y su Laudes Hispaniae, y una vez desaparecido el reino, la Crónica Mozárabe del 754, en la que llora literalmente la “pérdida de España” con frases como “mientras devastaban España los mencionados expedicionarios” o “sobre esta España desdichada establecen un reino bárbaro”. Las montañas y los bosques no pueden ser desdichados, no al menos por una invasión de un grupo humano. Se está refiriendo a la población al decir España, lo que además no debería extrañarnos, pues como decía Vidal de la Blanche “la idea de país es inseparable a la de sus habitantes.” Pero como sé que algunos no se lo van a creer, y van a decir que invento o tergiverso, me remito a un prestigioso historiador (supongo que lo llamarán españolista, a pesar de ser catalán), J. A. Maravall, “El concepto de España en la Edad Media”.
Una vez los visigodos derrotaron a suevos y bizantinos, su poder en la península fue incontestable, y todo peligro para el reino se manifestaba en rencillas internas, verdadera debilidad del Estado Visigodo. Los todopoderosos francos, como algunos tratan de presentárnoslos, mantuvieron varias guerras con el reino visigodo intentando recuperar la Narbonense, y fueron siempre derrotados. Y esto nos ofrece otra pista sobre los nacientes conceptos de nación: los francos intentaban recuperar la Narbonense porque identificaban unas fronteras naturales con lo que debía ser su patrimonio, en este caso la Galia ¿por qué nos extrañamos que en España ocurra algo similar? ¿Por qué la Reconquista nunca aspiró a recuperar la Narbonense, y se ciñó a las fronteras de la antigua Hispania romana?
Olarticoechea nos dice en su artículo que el reino godo estaba débilmente estructurado, y en una respuesta posterior dice que los suevos en Galicia formaron un país estructurado. Esto es un nuevo disparate, pues los visigodos eran el pueblo más romanizado, el más numeroso y el único que fue capaz de poner en jaque al Imperio Romano (lo que es una señal de fortaleza), mientras que los suevos fueron una cuadrilla de no más de diez mil almas que se asentó en Galicia porque les tocó así en un sorteo. Luego viene la Reconquista fantasiosa, inventada por historiadores posteriores para justificar la existencia de una cosa que no existía y que se llamaba España. Hay que distinguir la conciencia de pertenencia a una nación, España en este caso, y la existencia de un Estado que se ajuste a esa nación, el Estado Español en sus múltiples sistemas. La existencia de un Estado Español podemos remontarla en relación a lo que entendamos por Estado. España como un Estado Liberal, que es la única forma de Estado que algunos toleran, no se remonta más allá del siglo XIX. Como un Estado Centralizado, en un Régimen Absolutista, hasta el 1700. Anteriormente, la historiografía (esa tan españolista y tan tergiversadora) llama “Monarquía Hispánica” a ese conjunto de reinos y señoríos que engloban las posesiones de los reyes españoles (que también pueden ser duques de Borgoña o Emperadores de Alemania). Pero aparte de esa monarquía hispánica, de ese Estado, se sabe perfectamente lo que es España, la nación, como se comprueba con la lectura del Quijote y las múltiples referencias a este nombre, tabú en esta nuestra Edad del Hierro; o cuando Quevedo con tristeza nos cuenta lo de “Miré los muros de la patria mía”, y no en referencia a Madrid precisamente. Pero por lo visto, Quevedo era un españolista casposo. Pero antes también había referencias a España: la del navarro Jiménez de Rada en el siglo XIII, o esa mítica de Jaime el Conquistador, dirigiéndose a su nobleza y proclamando “Hoy hemos dejado muy alto el honor de España”. Olarticoechea dirá que eso se lo han inventado historiadores franquistas (como Sánchez Albornos, que por cierto, fue presidente de la República en el exilio), pero basta con mirar las crónicas para ver que es cierto (crónicas sin sospecha de falsificación).
La Reconquista tiene mucho que ver con la idea de la nación española. Y la prueba de que existió realmente una Reconquista la tenemos en el presente: España forma parte de lo que se conoce como Occidente y Europa (aunque algunos identifiquen esos nombres con la causa de todos los males del mundo). Para bien o para mal es así, no digo que sea bueno o malo (me inclino a pensar que es bueno, pero allá cada uno con sus ideas). El caso es que la evolución de este territorio llamado Hispania por los romanos, dentro del mundo de los reinos germánicos nacidos con la desaparición del Imperio de Occidente, se truncó con la conquista musulmana en el 711, motivada por las diferencias en el seno de la nobleza visigoda. De estar integrada en la cultura occidental, de formar parte de la Cristiandad Latina, pasó a un campo distinto, el del mundo islámico, que miraba a Oriente. Repito, no sé si para bien o para mal. Pero desde el punto de vista de nuestra cultura, y de la cultura de los reinos que surgieron en el norte de la península, herederos del legado visigodo, lo que estaban haciendo, aunque ellos no fuesen ni descendientes de Rodrigo ni de Recaredo, era recuperar un territorio perdido por sus antepasados para el mundo social, político, económico y cultural cristiano y europeo, y esto no lo digo yo, lo dice la Historia. Esto no le quita ningún valor a los logros de la cultura andalusí, que son muchos, y son también logros de España, pero omitir el término Reconquista al hablar de la Edad Media española, consigue que explicarla sea imposible. Más cuando los que la hicieron estaban convencidos de que estaban recuperando lo que sus antepasados habían perdido, como demuestran, en tan temprana época (finales del siglo IX), las crónicas ovetenses. Pero Olarticoechea está pensando que claro, lo hacían para justificar su avance sobre el sur. Era propaganda política, está diciendo. Pero es que las crónicas musulmanas también recogen esta idea, y nos dicen que día y noche los cristianos se afanan por recuperar el reino de sus antepasados (consultar MAÍLLO SALGADO, Felipe: El reino de Asturias desde la perspectiva de las fuentes árabes en La época de la monarquía asturiana. Actas del Simposio celebrado en Covadonga (8-10 de octubre de 2001), Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 2002, y también los coloquios en los que interviene). Justifica la existencia del término Reconquista porque, dice él, en época de Alfonso III se creía que los musulmanes se iban a retirar del territorio y necesitaba llamarse descendiente de los godos para poder reclamarlo. Esta fábula que nos cuenta está intoxicada de campanas oídas pero sin saber en dónde, y me temo que tiene que ver con la Crónica Profética conservada (en el siglo IX debió haber muchas) en la que se auguraba la victoria sobre los musulmanes en el reinado de Alfonso III. Estas crónicas circulaban tanto por territorio andalusí como en la Corte ovetense, y no creo que nadie las diese mucho crédito, pero nos dan cuenta de cómo se pensaba en la época. Lo que sí es cierto es que la reclamación del legado visigodo es anterior al reinado de Alfonso III, así que el razonamiento de Olarticoechea es, nuevamente, erróneo, y la noción de Reconquista es anterior, porque la restauración del ritual visigodo se dio en el reinado de Alfonso II, entre el 791 y el 842. Y que la crónica Albeldense diga algo así como que “todo el ceremonial de los godos, tal como había sido en Toledo, lo restauró por entero en Oviedo”, creo que no es una afirmación inocente, sino que está mostrando una mentalidad en la realeza del reino asturiano, según la cual se tiende un nexo entre el reino de Oviedo y el pasado visigodo. Y repito, no es algo inocente.
Y luego lo de que no es reino asturiano sino gallego. Eso ya roza lo esperpéntico (utilizando un término de un ilustre gallego). Para él no queda duda, y las crónicas le dan la razón. Al menos las que nos facilita en su artículo, que claro, son las que llaman a los reyes, reyes gallegos. Todas las demás, en las que se titulan de otros mil modos distintos, esas no nos las muestra. Esta es una de las mejores nociones para saber quién hace historia interesada: el que únicamente enseña lo que respalda su tesis y oculta lo demás. Se ve con frecuencia y es muy peligroso, porque al que lee convencido de la buena fe del autor se la mete doblada. El señor Olarticoechea no ha debido leer las crónicas ovetenses, en las que las referencias que se hacen a Galicia se reducen a lo que es Galicia, y a nada más. En las campañas musulmanas, por ejemplo, las crónicas cristianas tienen perfectamente encuadrado el territorio, así nos dicen que los musulmanes enviaron dos ejércitos en 821 contra Galicia, el uno batido en Narón y el otro en Anceo. Perfecto, territorio gallego. Pero los cronistas musulmanes no tienen ni la más remota idea del territorio norteño, y en base a la antigua demarcación romana bajoimperial, en la que Galicia engloba Asturias, León y el norte de Portugal, lo llaman a todo Galicia. A los enemigos contra los que se baten, gallegos; pero también infieles, francos (con más frecuencia incluso que gallegos), cristianos, politeístas, etc… por lo que no hacen falta más pruebas de la imprecisión de los conocimientos que los musulmanes tienen de esas áreas. Y si los musulmanes, que tienen frontera con ellos, tienen conocimientos imprecisos, qué no tendrá el Papa en Roma (o los normandos de Guillermo). El experto arabista Maíllo Salgado también trata de este tema en el artículo que he citado anteriormente, así que el que no me crea, que lo lea. No quiero decir que no se llamara a los reyes asturianos (porque tenían la mala costumbre de nacer y gobernar desde Asturias) a veces reyes de Galicia, pero responde a la misma confusión. En una época en la que está tomando forma el sistema de poder, el ceremonial, en estados embrionarios como son estos, es natural que exista confusión en el título que recibe el rey, sobre todo en los que le titulan desde el exterior, pero también en el interior, porque no hay una fórmula escrita, no hay una ley que establezca el método, el título, el protocolo, nada. Hubo un reino de Galicia, de eso no hay duda, cuya corona recaía en los reyes leoneses, y que tuvo períodos breves de independencia, pues sus reyes siempre aspiraban a lograr la corona leonesa, que era la preponderante.
Pero tanto decir reino de Galicia como reino de Asturias es impreciso. Los cronistas de la época a veces dicen un nombre u otro, pero estando el foco de rebelión y la Corte en territorio asturiano, es normal que la historiografía optase definitivamente por llamarlo reino asturiano (qué es además como lo llaman las crónicas ovetenses). Aunque el reino sea de una expansión mucho más amplia que el mero territorio asturiano, pues desde un principio Cantabria también formó parte de él, y sus reyes fueron todos de linaje cántabro (cuando no vasco, como Alfonso II). Querer reducir la gloria del reino de Asturias al territorio que le da nombre (o reino de Galicia, en el caso de que así se llamase) es digno de asnos. Pues el reino de Asturias estuvo conformado por Asturias, por Galicia, por buena parte de Portugal, por parte de Castilla, por Álava y puede incluso que por parte de Vizcaya. Todas esas regiones conformaban el reino, y no exclusivamente Asturias o Galicia. Igual que España lo conforman muchas regiones, y no exclusivamente Castilla o Madrid, como algunos piensan.
Podría pasarme días refutando las alucinaciones de gente que, a la vista de lo que dice, sólo ha leído a aquellos que dicen lo que quiere leer, y han apartado de un manotazo una montaña de libros de grandes maestros, por haberlos tachado previamente de historiadores del sistema., españolistas o franquistas. Por cierto, que de ser correcta la argumentación de Olarticoechea (me refiero a si viviésemos en el País de las Maravillas), el Estado Opresor Español estuvo acaudillado durante cuarenta años por un extranjero, sí, un gallego, que es directamente el causante de todo el barro y toda la ponzoña que ensucia hoy en día la historia de esta país, España. Una España que después de cuarenta años de patriotismo forzado, se desprecia a sí misma. Esa es una derrota de todos los que vivimos aquí, señores, que no hemos demostrado la suficiente madurez para enfrentarnos a la sombra de nuestro pasado.
Invictus
PD: y la Historia, señor Olarticoechea, no puede ser objetiva de ningún modo, porque toda historia es creación de un hombre, es un hecho subjetivo, de mayor fiabilidad o menor, pero subjetivo, porque está tocado por una interpretación humana.
Estoy completamente de acuerdo con Lucio Marcio, sobre todo con lo de meterse con Sánchez Albornoz. Yo, como muchos supongo, no comparto muchas ideas de Sánchez-Albornoz, pero me parece uno de los grandes historiadores españoles del siglo XX y merece un gran respeto, no sólo por su inmensa erudición, sino por su influencia y enorme prestigio fuera y dentro de España. Si para defender una ¿teoría? el único argumento es atacar a un historiador por ser historiador, pues apaga y vamonos. Este artículo, y que me perdonen los autodidactas que no va por ellos, demuestra la manía que alguno le tiene a los hstoriadores salidos de la universidad.
Sobre el resto del artículo, pues sin comentarios. Aparte que de historia, ni idea, me empieza a parecer ya aburrido (y eso que acabo de llegar) la idea de un "reino gallego prerromano, antirromano o yo que sé". Galicia fue una provincia romana como las demás, romanizada, con sus administradores romanos, sus ciudades romanas y sus carreteras romanas. Si en vez de sabe Dios qué, esta gente leyera algún libro de historia igual avanzábamos algo. Yo recomiendo La Galicie romaine de A. Tranoy (es de 1981, pero sigue siendo imprescindible), un franés que no parece ser muy "imperialista español". Pero claro, seguro que será un pseudo-historiador tradicionalista unido a la amplia conspiración mundial para ocultar los restos del gran imperio gallego.
Por cierto, y hablando de Historia: los visigodos se fueron estableciendo progresivamente en Hispania a partir de finales del siglo V, aunque el mayor impulso se prodyjo tras su derrota ante los francos de Clodoveo en Vouillé (507). Desde entonces, Hispania pasó a ser el centro del reino godo.
Más cosas: los romanos llamaban Hispania a Hispania (eran así) y crearon dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Posteriormente, Diocleciano y sus continuadores crearon la diócesis de las Hispanias (en plural, sí), como también crearon la diócesis de las Galias (en plural, sí).
Y finalmente, decir que Francia tiene no sé cuantos cientos o miles de años (o Inglaterra) o es coña o es ignorancia, y no sé lo que es peor.
Ciertamente, el reino de los visigodos tuvo poca trascendencia en la historia posterior de España (se me ha escapado), pero un poquito más que la que tuvieron los suevos, posiblemente el reino germánico más insignificante y poco importante creado a raíz d elas invasiones germánicas (y esto no es un juicio de valor, sino un dato objetivo).
En fin, me imagino que el próximo artículo versará sobre que Colón, cuando llegó a América encontró...lo habéis adivinado.
Saludos
P. D.: ¿Alguien se ha fijado a lo que le ha pasado a otro autodidacta célebre dedicado a inventar historias y "revisar" la historia llamado David Irving? Pue eso.
Refiriéndose a los Suevos, decía ayer F. (a las 22:12): “Ciertamente, el reino de los visigodos tuvo poca trascendencia en la historia posterior de España (se me ha escapado), pero un poquito más que la que tuvieron los suevos, posiblemente el reino germánico más insignificante y poco importante creado a raíz de las invasiones germánicas (y esto no es un juicio de valor, sino un dato objetivo)”.
Lo que nos dice F. no sólo NO es objetivo, sino que está visiblemente escorado hacia un lado, porque, de la manera más arbitraria, parte de España como medida de la importancia y trascendencia histórica de los diferentes reinos germánicos. Lo que parece implícito es el principio de que “burro grande ande o no ande”. Se nos podría objetar que cada cual utiliza las magnitudes que le placen, y sin duda tendría razón, pero siempre a riesgo de que se cuestione su conveniencia metodológica e historiográfica. Son gajes del oficio.
En mi opinión, sentenciar “es un hecho objetivo” a partir de tales premisas, no sólo es doctrinal sino que se zambulle de cabeza en las profundidades de la Moral: en otros términos, si no es la madre de todos los juicios de valor es, como poco, una tía carnal.
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