Autor: Varios autores
martes, 15 de noviembre de 2005
Sección: Historia Antigua
Información publicada por: lucusaugusti
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La «domus» del Chao

La «domus» del Chao reafirma el castro como centro del poder romano en la zona noroeste del Convento Lucense, sobre las cuencas mineras del Navia.
La datación de los restos, siglo I d.C. y la calidad del conjunto arqueologico permite plantear alguna pregunta sobre la romanización de esta importante zona.




La «domus» del Chao reafirma el castro como centro del poder romano en la zona

La casa levantada en el siglo I como sede del gobernador fue un edificio señorial con pinturas y materiales ajenos a la arquitectura castreña.


Ángel Villa toma imágenes en la casa romana del Chao Samartín, en la que se aprecia parte de las columnas del patio

Si el castro de Pelou era en época romana un emplazamiento de control militar dependiente de la administración que se ejercía desde el centro de poder establecido en el Chao Samartín, no hay duda alguna de que en ese momento la naturaleza del Chao era la de un poblado rico y abierto que desempeñaba un destacado papel de capitalidad. Desde allí se ejecutaban la administración y control fiscal de la comarca a través del estamento de poder configurado en la persona del gobernador.

La actividad minera y el comercio establecido con otras localidades del entorno daba al yacimiento un protagonismo que queda de manifiesto en la riqueza arqueológica desenterrada en las investigaciones llevadas a cabo en la última década bajo el patrocinio de la Consejería de Cultura y la colaboración del Ayuntamiento de Grandas de Salime.

Dentro de ese proyecto orientado a recuperar y potenciar el patrimonio histórico de la zona, el equipo arqueológico que dirige Ángel Villa consiguió este verano materializar la teoría del Chao Samartín como importante centro de poder a lo largo de la primera centuria al dejar al descubierto, en la ladera norte del yacimiento, las ruinas de una importante casa romana («domus») construida durante el siglo I d. de C., al abrigo de la muralla y el foso que protegen esta parte del asentamiento. Se trata de una construcción de porte señorial cuyas estancias se distribuyen en torno a un patio de columnas con escasos precedentes en Asturias.

La «domus» llama poderosamente la atención en un entorno castreño de cabañas de pizarra y murallas de cuarcita por el aspecto noble, la solidez de sus sillares y el sorprendente repertorio ornamental con pinturas murales y estucos. La imagen que proyecta la presencia de sus columnas romanas no tiene en la actualidad paralelismos en Asturias, si exceptuamos los dibujos que hoy quedan como único testigo de lo que debió de ser la villa de Puelles en Villaviciosa, excavada en la primera mitad del siglo pasado.

En el registro arqueológico asturiano más actual es impensable hallar ninguna construcción de estas características: una villa aún sin excavar en su totalidad pero que apunta una planta de aproximadamente 300 metros cuadrados de superficie y dos alturas, columnas de más de dos metros con basa, fuste y capitel, y sillares sorprendentes, además de pinturas típicas de las más señoriales villas romanas.

Las similitudes más próximas para esta casa romana se encuentran en Las Médulas (León), una zona de explotación aurífera a gran escala, donde Roma dejó numerosos vestigios de su especialización en todo lo referente a la explotación minera. Los paralelismos que se dan con la comarca grandalesa se evidencian además con la presencia de la villa de las Pedreiras, una «domus» más modesta que la del Chao pero que igualmente sirvió de residencia de un administrador romano encargado de controlar el comercio y la actividad minera del oro en esa comarca leonesa.

Especial significado por el relieve que dan a sus moradores tienen las pinturas murales que los arqueólogos han recuperado a lo largo del verano. En el laboratorio del Chao Samartín se encuentran recogidos para su estudio cientos de fragmentos de estuco con pinturas procedentes de las diferentes estancias. Olga Gago, restauradora, destaca su excelente calidad técnica y estilística, así como la utilización de caros pigmentos importados y muy a la moda en ese momento. Son pinturas realizadas al fresco sobre bocetos previamente burilados por artistas venidos del exterior, que utilizan motivos geométricos, vegetales, cenefas caladas, decoración de candelabros y otros elementos figurativos, que se pueden incluir dentro de lo que se conoce como el tercer estilo pompeyano.

Parece que la gran casa romana del Chao fue abandonada a finales del siglo I d. de C. y muchos de sus materiales reutilizados en construcciones posteriores del yacimiento. No es descartable que en época medieval alguno de sus espacios fueran dedicados a lugar de culto, pero sí se ha constatado que sobre las ruinas de sus muros se superpuso una necrópolis medieval.

Ángel Villa, que estos días ultima el cierre de la excavación y toma las últimas notas y fotografías del yacimiento hasta la próxima campaña de verano, sabe que la «domus» es un elemento especialmente importante, por cuanto corrobora las tesis que desde hace tiempo él y su equipo venían defendiendo sobre el castro del Chao Samartín. Dice que quedan años de trabajo y así parece ser, a la vista de los materiales y las sorpresas que cada campaña viene ofreciendo.

Mientras el invierno lleva la investigación a los espacios interiores, en la ladera oeste del poblado sigue subiendo el futuro del castro. Allí se levanta el museo que albergará los materiales y que servirá de aula de recepción de los visitantes.

La Nueva España
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=346786&pIdSeccion=46&pNumEjemplar=1091#


VISTA AEREA

El CASTRO de CHAO SAMARTÍN

Bajo las telas protectoras de las excavaciones se extienden los testimonios de una sociedad que alcanzó hace casi dos mil años un grado de refinamiento urbano como hasta el momento no ha podido documentarse en otros poblados vecinos.
Su historia comenzó, no obstante, mucho antes, pues se sabe que el castro estaba ya fortificado en el siglo IV antes de Jesucristo. Por aquel entonces, un pequeño GRUPO DE CABAÑAS, de planta circular y rectangular con esquinas redondeadas, de sala única y cubierta vegetal, se extendían al abrigo de las potentes murallas.


MUROS DEL CASTRO

Al exterior un PROFUNDO FOSO imposibilitaba el acceso al recinto por otro lado que no fuese el flanco sur, donde se abría la PUERTA DEL POBLADO. Sus habitantes practicaban la agricultura, preparaban sus alimentos en cerámicas elaboradas sin torno y fabricaban utensilios de hierro y cobre como muestran los restos metalúrgicos hallados.
La incorporación de estos territorios al Imperio Romano habría de producir modificaciones radicales en las formas de vida de los habitantes del Chao Samartín.

Su privilegiada posición respecto a las minas de oro de la comarca y sobre la misma vía que comunicaba la capital lucense (Lucus Augusti) con la capital de los astures trasmontanos (Lucus Asturum, Lugo de Llanera) le proporcionó una RICA VIDA COMERCIAL y el acceso a productos de enorme prestigio. En las cocinas del Chao Samartín, a fines del siglo I d.C., los alimentos se servían en juegos de VAJILLAS importadas de Zamora, Logroño o sur de Francia y las paredes de las casas se decoraban con VISTOSAS PINTURAS al estilo romano.


CALLES DEL CASTRO

La preocupación por mejorar las condiciones de salubridad provocaron el completo saneamiento de calles y plazas, bajo cuyos pavimentos de pizarra discurren CANALIZACIONES Y ALCANTARILLAS. Las calles pavimentadas del castro demuestran que, lejos de la idea de primitivismo y barbarie que domina la imagen de estos pueblos del norte, en buena medida, transmitida intencionalmente por los escritores clásicos para justificar la bondad de la empresa conquistadora, estamos frente a pueblos preocupados por alcanzar las condiciones de vida más cómodas e higiénicas. En este ambiente, de innegable prosperidad, las murallas pierden su finalidad defensiva para convertirse en meros contrafuertes de un núcleo urbano en el que las antiguas cabañas dan lugar a construcciones más complejas, con varias plantas y cubiertas mixtas de entramado vegetal y losas de pizarra.

Una transformación a la que no resultaron ajenas la VIEJA SAUNA, y la GRAN PLAZA abierta frente a la puerta y camino de acceso al poblado. Esta gran plaza enlosada constituye un espacio único, por el momento, en todos los castros conocidos. Probablemente sea una versión rústica de los foros clásicos: centro de reunión, celebración, mercado, discusión, etc. Sin embargo, la vida de esta comunidad, próspera y dinámica, habría de verse súbitamente truncada hacia la mitad del siglo II después de Cristo, cuando un violento terremoto asoló el poblado y arruinó definitivamente la historia centenaria del Chao Samartín, que nunca más volvería a ser habitado.

Procedencia:
www.siemprenorte.com
http://www.siemprenorte.com/Castros/chao%20samart%C3%ADn.htm


El Chao Samartín fue en el siglo I una villa romana llamada Ocela
Mercedes MARQUÉS
La Nueva España


El último descubrimiento del equipo arqueológico que trabaja en el castro del Chao Samartín, en Grandas de Salime, ha sido crucial para identificar el yacimiento. El Chao era en el siglo I una ciudad romana llamada Ocela, según concluyeron los especialistas en epigrafía quehan conseguido descifrar una inscripción grabada en un recipiente de cerámica. El vaso localizado en una de las cabañas lleva un texto de saludo de un pueblo a otro y ambas localidades están en lo que Tolomeo llamaba la tierra de los calaicos lucenses. Una es el Chao.

El último descubrimiento del equipo arqueológico que trabaja en el castro del Chao Samartín, en Grandas de Salime, ha sido crucial para identificar el yacimiento. El Chao era en el siglo I una ciudad romana llamada Ocela, según concluyeron los especialistas en epigrafía quehan conseguido descifrar una inscripción grabada en un recipiente de cerámica. El vaso localizado en una de las cabañas lleva un texto de saludo de un pueblo a otro y ambas localidades están en lo que Tolomeo llamaba la tierra de los calaicos lucenses. Una es el Chao

Ocela fue el nombre de la villa romana que en el siglo I se levantaba en lo que hoy es el yacimiento castreño del Chao Samartín (Grandas de Salime). Entre los cientos de fragmentos de cerámica de la época rescatados por los arqueólogos en los últimos años se encuentran varias piezas pertenecientes a un recipiente que conserva una inscripción grabada. El texto es lo que los arqueólogos conocen como una fórmula de salutación de un poblado a otro, y contiene la clave que permite saber que el actual Chao Samartín era entonces una localidad denominado Ocela, ciudad ya citada por el geógrafo griego Ptolomeo, que la incluye en el territorio de los calaicos lucenses y la sitúa a 30 kilómetros de la tierra de Burón, lo que significaba un día de jornada en la vía romana que unía Lucus Asturum (Lugo de Llanera) y Lucus Augusti (Lugo).

Además de Ocela, la inscripción incluye el nombre de la otra ciudad citada por Ptolomeo: Buro. Los arqueólogos creen que ésta sería la que hace la ofrenda del contenido del recipiente a Ocela. El documento permite conocer que el actual Chao Samartín era el lugar de recepción. La traducción del texto diría algo así como: «Los buroflavienses desean suerte en abundancia a los de Ocela».
Civitas galaicas

El estudio de la inscripción fue presentado en un reciente congreso celebrado en Santiago de Compostela sobre «Nuevos testimonios epigráficos relativos a civitates galaicas en Asturias» en el que participaron Ángel Villa, responsable del equipo que desarrolla las investigaciones en el Chao Samartín, y el profesor de Epigrafía de la Universidad de Oviedo Julián de Francisco.
Aún no se sabe cuál fue el contenido del recipiente que los de Buro enviaron a los de Ocela, pero la reunión de varias de sus piezas aclara que se trataba de una especie de olla o vaso globular de unos 15 centímetros de diámetro en la boca, realizado en cerámica común finamente acabada. La inscripción que contiene es una más del medio centenar que han sido halladas en distintos fragmentos localizados en el castro, pero la diferencia con el resto es que se trata de una frase de saludo, mientras que la mayoría de las inscripciones responden a la firma del artesano o indican el lugar de procedencia.
Muchas de estas marcas aparecen en las vajillas de terra sigilata. Son piezas que llegaban sobre todo del sur de Francia o del valle del Ebro. El Chao Samartín ha ofrecido ingentes cantidades de piezas cerámicas, tanto de sigilata como de cerámica común -la que no estaba realizada con molde-, procedente de localidades como Lugo, Astorga, Zamora o Braga (Portugal).

La riqueza de materiales que el Chao ha ido sacando a la luz ha permitido a los estudiosos concluir que a partir del siglo I el poblado era una ciudad abierta que ejercía cierto papel de capitalidad y relevancia en el control de las actividades mineras de la zona. Mantenía al mismo tiempo intensas redes comerciales con otras ciudades cercanas, lo que posibilitaba al Chao, entonces Ocela, una posición privilegiada favorecida por su ubicación en el trayecto que unía a los astures trasmontanos con Lucus Augusti.

La inscripción de la ofrenda ofrece más datos para el conocimiento de lo que fue entonces una floreciente villa romana. Contiene el epíteto «flaviense», que está acotando una etapa cronológica, la que va entre el año 70 y el final de esa centuria, años en los que se extendió la dinastía Flavia. También la caligrafía utilizada está situándola en esa misma fase, que coincide, además, con el momento de mayor esplendor del castro.

Una de las casas del castro, levantada en el siglo I, fue el lugar donde apareció la cerámica. Todo indica que la cabaña se dedicó a actividades relacionadas con el tratamiento de textiles, tal como indican instrumentos para el lavado y teñido de piezas.

Procedencia:
La Nueva España
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=213862&pIdSeccion=46&pNumEjemplar=683#


CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 1996
www.agentesforestales.net


El Chao Samartín reúne la mayor colección de cerámica romana del norte de España

El conjunto de cerámica romana que el Chao Samartín (Grandas de Salime) está ofreciendo a los investigadores que se ocupan de desentrañar su historia se sale de lo habitual. Durante diez años de excavación se han reunido varios miles de piezas y fragmentos procedentes de distintas épocas, entre las que destaca el conjunto de cerámica de «Terra sigillata». Se denominan así a las cerámicas de época romana bañadas de barniz rojizo, utilizadas como vajillas de mesa. La colección que se ha conseguido exhumar en el Chao Samartín ronda las 1.300 piezas, entre fragmentos y utensilios completos.

Más información en:
La Nueva España
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=297214&pIdSeccion=46&pNumEjemplar=929

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