Autor: Bernardo Macías
martes, 02 de octubre de 2007
Sección: Leyendas
Información publicada por: Gausón
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El Final del Cuento
"Que ningún humano más sepa mi historia."
"Que ningún humano más sepa mi historia." Fue lo que que me djo Aria al volver de su viaje a Inglaterra. Sus poderes siguen ahí, sus sueños siguen ahí, sigue creyendo en ellos y viviendo de acuerdo a sus mensajes, pero no quiere que los humanos conozcan su historia, por miedo a que no la comprendan.
Así como hace meses me dió permiso de colgar este artículo, y ahora me lo retira, ahora me ha dado permiso de contar su historia solamente a los brujos y tempestiarios indios que conozco y con los que he trabajado desde hace años, y probablemente, después me retirará también este permiso. El cuento, a fin de cuentas, no es mío, sino suyo.
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Añadí en "Imágenes" una foto donde aparece el triskel tan apreciado por Aria. Hasta ahora son tres las imágenes que publicado relacionadas con éste artículo, una titulada Aria, otra titulada Cabo Finisterre y ésta última del triskel, pero francamente no he encontrado la forma de insertarlas en el mismo. ¿Alguien podría ayudarme diciéndome como? Os lo habría de agradecer.
andante, el hecho de que la historia te haya parecido corta me parece que indica que te gustó, y me alegra saberlo. Lo cierto es que la historia de la niña daba para mucho más, pero por varias razones decidí dejarla de ese tamaño. En primer lugar, porque abordar el tema fue muy dificil, ya que aunque intenté en todo momento hacerlo desde una perspectiva antropológica en algunos momentos llega a parecer demasiado fantasioso, literario, en algunas partes podría confundirse con esoterismo barato tipo la Bruja Lola y en otros parece ser solo una confesión culposa de mi amor hacia una adolescente... de manera que tuve tratar el tema con pinzas y no sabía el recibimiento que tendría por parte de la comunidad celtíbera, en la que conviven opiniones tan encontradas y diversas. Por otro lado está lo que dice arizábalo, muchas veces me costó trabajo el ponerme a pensar si sería prudente y respetuoso para con mi amiga el que yo publicase sus historias, o si sería mejor que me callase algunas cosas. Al final publiqué casi todo, pero sn ahondar mucho en el significado personal e íntimo que cada uno de estos echos tiene para ella, y omití la narración de varios sueños que estoy seguro hubieen parecido difíciles de entender o de interpretar para cualquiera, salvo para ella misma.
Otra cosa que pnesé hacer fue el elaborar un estudio comparativo entre su caso y los de varios tempestiarios de las comunidades indígenas de México, donde todavía tienen bastante actividad, basándome en los libros de Julio Glockner y en la información proporcionada por los tempestiarios que yo mismo conozco, todos ellos varones y de la tercera edad, tres de la etnia zapoteca y un nahua, don Aurelio Ramírez Cázares, que goza de cierta fama a nivel nacional e incluso es reconocido en algunas reservaciones indias de Estados Unidos y Canadá donde ha laborado. Al final, sin embargó, decidí que a falta de un vpinculo cultural claro y comprobable entre los tempestiarios de aquí y los de allá, dicho estudio comparativo resultaba ocioso.
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