Autor: Javier Torres
lunes, 24 de diciembre de 2007
						Sección: De los pueblos de Celtiberia
						Información publicada por: Javier Torres
						
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Los Saefes del sur de Galiza
Los Saefes fueron un pueblo de la edad del hierro que habitó el sur de Galiza y Portugal
La primera
referencia acerca de la presencia de los Saefes en Galiza la hallamos en el
poema de Rufo Festo Avieno, ora maritima, en concreto cuando
hablando de los Oestrymnios (loca et arva Oestrymnios habitantibus), narra como éstos fueron expulsados de sus
tierras por una invasión de serpientes.
Las tribus que en la edad de bronce aparecen en la
región del Rhin y Suiza, cuya cultura se conoce como la de los campos de urnas,
debido a la incineración de los cadáveres y 
la colación de las cenizas  en
urnas que eran enterradas en fosas sin túmulo, comienzan a invadir el valle del
Ródano y ocupan el centro y sur de Francia. Estos pueblos de  la cultura del Hallstadt llegan
a España alrededor del 900 a. de. J.C. a través de los Pirineos, lo que se atestigua
por la presencia de restos de necrópolis de 
urnas en Catalunya, que se han atribuido 
a los Belendi y Beribraces. 
El profesor Bosch Gimpera mantiene que existió una
oleada que, en siglo VII a. de. J.C., trae a la península un tipo de cerámica
decorativa cuyos restos se hallaron en el valle del Ebro. Terminada  la primera edad del hierro, surge la segunda en
el período de La Téne. Las tribus célticas del sur de Alemania, con sus armas
de hierro, vencen  a sus vecinos y
comienzan a expandirse hacia el sur llegando hasta la Galia, Britania y la
Península Ibérica. 
Hacia el 600 a. de. J.C , los Saefes llegan al
convento bracarense, a ambas márgenes de la cuenca del río Miño en Galiza y
Portugal, zona con una población de unos doscientos setenta y cinco mil
habitantes. A partir de ese momento, Oestrymnia 
pasó a ser denominada Ophiusa y la cultura del bronce de los pueblos que
habitaban Galiza, dió paso al desarrollo de la metalurgia del hierro. Por otra
parte, comienza un proceso de mezcla con la población indígena surgiendo así
diversas tribus y clanes diferenciados, que según Plinio mantenían frecuentes
luchas  entre ellos, produciéndose un
gran número de bajas debido a la elevada densidad de población. 
Los Saefes deben su nombre a los romanos por tener a
la serpiente como animal totémico, la cual representa su poder guerrero y dios
nacional. En Portugal vivían los Lubaeni (Monçao), Turodi y  Nemetati (Chaves y Braga), Luanci (Tras os
Montes) y los Caelerini (Beira Alta). 
Entre las tribus saefes gallegas destacan los Grovios,  que habitaba desde Tui hasta la costa sur de
la ría de Arousa, los Narbasios, que vivían en Ourense, los Bibali de Viana do
Bolo, los Limici de A Limia y los Quacerni de Baños de Bande.
La existencia de cultos ofiolátricos en los castros
galáico-portugueses viene atestiguada por las representaciones de serpientes
en  varios castros saefes, como el de
Baldoeiro en Tras os Montes (Portugal), las del castro de Penalba, en Campo
Lameiro  (Pontevedra), o la serpiente en
posición heráldica del castro de A Troña, en Ponteareas (Pontevedra), habitado
este último  desde el siglo IV al II a.
de J.C (existen dataciones con carbono 14).
Cuenta  Estrabón que los celtas galáico-portugueses
adoraban a un dios sin nombre al que veneraban en noches de luna llena cantando
delante de sus casas. Según este autor, los lusitanos eran grandes adivinos y
decía Estrabón que había leído a los autores antiguos que los celtas que
poblaban Galiza eran ateos y que adoraban a las fuerzas de la naturaleza. 
Sin embaro, autores romanos hablan de más de un panteón galáico de más de sesenta dioses, destacando  dos 
deidades supremas:  Candiedo y Decertios,
ambas de carácter solar. Otro dioses eran Cariociecus o Bodus (Dios de la
guerra), Cosus, Aernus, Edovius (dios de las aguas termales de Caldas de Reis),
Tameobrigus, Banduaetobrigus, Poemana (diosa adorada en Lugo), y Bandua, nombre
casi idéntico a Bandia, la Dama Blanca de las mitologías indoeuropeas.
Este carácter indoeuropeo de la cultura castreña
gallega se aprecia también  en los
motivos solares como trískeles, tetraskeles y esvásticas, destacando entre las
representaciones de esvásticas y tetraskeles los del castro portugués de
Briteiro, los de Santa Tegra y A Troña, y el grupo de petroglifos de Portela da
Laxe, en Cotobade (ver fotografías relacionadas).
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