Autor: Airdargh
viernes, 05 de mayo de 2006
Sección: Leyendas
Información publicada por: Airdargh
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Creencias religiosas y mitos de ultratumba helenos y celtas en Vigo.
Este análisis comparado extrae la esencia de un tipo de creencia que se practicaría paradógica y paradigmáticamente en el finisterrae occidental vigués sito en la mítica zona ultraterrenal y alterdimensional que el Leteo del Olvido comprende al norte.
"...en la isla de los Bienaventurados, donde soplan las brisas del Océano, donde brillan flores de oro, unas sobre los bellos árboles que crecen en la tierra, otras sobre el agua donde nacen; y los habitantes trenzan guirnaldas con esas flores para adornar sus manos y cabeza,..."
Conceptos mitológicos de ultratumba célticos, helenos y vigueses.
"...en la isla de los Bienaventurados, donde soplan las brisas del Océano, donde brillan flores de oro, unas sobre los bellos árboles que crecen en la tierra, otras sobre el agua donde nacen; y los habitantes trenzan guirnaldas con esas flores para adornar sus manos y cabeza,..."
PRIMITIVAS MÍTICAS RAZAS HUMANAS Y DIVINAS
Una de las más importantes partes de la mitología irlandesa relata el sucesivo establecimiento de las diversas razas divinas y humanas en Irlanda. Paralelamente, esta serie de hechos míticos relacionados con el origen del hombre y los dioses irlandeses presentan una gran analogía con otros de la mitología helénica.
Creían los griegos que antes de la época en la que vivieron sus ancestros, participantes en las épicas guerras de Tebas y Troya, el suelo patrio habría albergado sucesivamente a tres razas de las que ellos no eran descendientes.
Estas míticas razas reciben distintos nombres en Grecia e Irlanda, Hesíodo en "Los trabajos y los días" las denomina razas de oro, de plata y de bronce; los irlandeses hablan de la familia de Partolón, equivalente a la raza de plata helena; de la de Nemed, que se equipara a la de bronce; y de los Tuatha de Danannn, análoga a la de raza de oro griega, con la diferencia de que la raza de oro aparece en Grecia la primera, mientras su equivalente irlandés, la de los Tuatha de Danann, se presenta la última. En lo que respecta a los semidioses griegos integrantes de la cuarta raza, que combatieron en Troya y Tebas y son los ancestros de la actual raza, encuentran su correspondencia en los Firbolg, los hijos de Milé, y los cruithnech o pictos de la mitología irlandesa, que nos ofrece el modelo de una doctrina cuyos elementos fundamentales se encuentran en Grecia ya en la obra de Hesíodo "Los trabajos y los días", de manera que junto a las diferencias de evolución entre ambos relatos míticos perduran sorprendentes similitudes, por ejemplo la raza de oro griega se transforma en demonios bienhechores guardianes de los mortales que invisibles se pasean por la tierra distribuyendo las riquezas, investidos de una especial realeza, paralelamente, la de los Tuatha de Danann, también adopta formas invisibles para compartir con los hombres el dominio del mundo, ayudándolos o disputándoles los placeres y alegrías.
Las batallas entre dioses, semidioses y mortales ocupan un destacado lugar en la mitología indoeuropea. En Irlanda las míticas batallas de Mag Tured y Mag Itha, los combates de Nemed contra los Fomoré, las matanzas de la torre de Conann, de Ailech, etc. constituyen episodios de una lucha entre dos grupos que, a pesar de hallarse unidos por los más estrechos lazos de parentesco, son enemigos en la representación céltica de la guerra del Zeus helénico contra su padre Cronos y los Titanes, o la de Ahuramazda u Ormazd, dios del bien, contra Añgra Mainyu o Ahriman, personificación irania del mal; o de los combates que los deva, dioses de la luz y el día, sostienen contra los Asura, dioses de la tormenta, las tinieblas y la noche en la literatura de la India. En Irlanada los Tuatha de Danann, con desdoblamientos en Partolón y Nemed, tienen por rivales a los Fomoré.
Dagdé o "Buen Dios", rey de los Tuatha de Danann, es el Zeus o el Ormazd irlandés. Los Tuatha de Danann o "Gentes del dios (devi) (hijo) de Dana" equivalen a los deva de la India, dioses del día, la luz y la vida. Los Fomoré, adversarios de los Tuatha de Danann, muestran similitud a los Asura indios y los Titanes griegos. Bress, Balar o Tethra, jefe de los Fomoré, surge de una concepción mítica con origen idéntico a la de el Cronos griego, el Ahriman iranio, el Yama védico como Rey de los Muertos y Padre de los Dioses, Tvashtri, dios padre en los Vedas, o el Varuna védico, primitivo dios suplantado por Indra.
EL REY de LA MORADA de LOS MUERTOS.
Tethra, jefe de los Fomoré en la mitología irlandesa, vencido en la batalla de Mag-Tured, se convierte en rey de los muertos en la misteriosa región que habitan más allá del Océano. También el Cronos griego, vencido en la batalla de Zeus contra los Titanes, reina en las lejanas islas de los Bienaventurados o Todopoderosos, sobre los difuntos héroes que combatieran en Tebas y Troya. En Los trabajos y los días de Hesíodo aparece por primera vez Cronos reinando sobre los héroes muertos, lo que parece entrar en contradicción con el paisaje de la Teogonía del mismo Hesíodo, donde se designa al Tártaro como residencia del mismo Cronos.
La descripción que Hesíodo en su Teogonía da del lúgubre Tártaro, oscura región subterránea, no concuerda con la de las seductoras islas de los Bienaventurados o Todopoderosos en las que según Los trabajos y los días reinó Cronos derrotado. La explicación a esta contradicción reside en la evolución experimentada por la mitología griega que modifica sensiblemente la concepción del destino del hombre tras la muerte, entre la época en que Hesíodo compone la Teogonía, y en la que ve la luz Los trabajos y los días.
El oscuro y subterráneo Hades, llamado también Erebo, se menciona tanto en la Iliada como la parte más antigua de la Odisea, si bien la Ilíada diferencia el Hades (o dominio del dios Hades) del Tártaro situando éste último en el inframundo de las profundidades de la tierra, al doble de distancia de la superficie terrestre que aquél. En el Tártaro descrito en la Ilíada moran los Titanes (míticos gigantes), y Cronos, privados de la luz del sol.
En la Teogonía de Hesíodo reaparece la misma doctrina pareciendo confundir el Hades y el Tártaro que la Ilíada diferencia. El Tártaro ya no sólo alberga a los Titanes y a Cronos, vencido por Zeus, sino también al dios que personifica el Hades homérico que, en las entrañas de la tierra, reina sobre los muertos, en la lúgubre mansión de los muertos y dioses caídos que posee una entrada al noroeste, más allá del río Océano.
El concepto sobre la morada de los muertos y su rey varían con el tiempo, lo mismo que lo hace su ubicación, al igual que sucede con otros mitos, como el del río Leteo, la Antártida, la isla de los Bienaventurados o el Océano. El mito del Leteo, río del Infierno, cuyas aguas bebían las almas de los muertos para olvidar la vida pasada, y que guarda relación con el de Caronte, hijo de Erebo y la Noche, que transporta en una barca a través de la laguna Estigia las almas de los muertos previo pago por éstos de una moneda, se identifica posteriormente, como frontera mítica que separa otro mundo, con el galaico río Limia, que circunda las desconocidas y misteriosas tierras del noroeste hispano protegidas por un halo de creencias y velo de supersticiones ancestralmente arraigadas en las creencias de los indígenas desde una remota prehistoria, como le corresponde en su categorización, de no solo de mágicas o meigas sino también sagradas tierras, al noroeste hispano.
A finales del s. VII a. C. el Océano, antes mítica concepción de curso imaginario de agua se convierte, como sucede con el Leteo, en noción geográfica real cuando se descubre el Atlántico. desde entonces los griegos ya no imaginan el Océano como un río que rodea al mundo (al principio rodeaba sólo Grecia), sino como inmensa masa acuífera de ignotos límites, principalmente situada al oeste de Europa y Africa. Entonces surge una nueva concepción de la morada de los muertos y Cronos, así como la idea de la llanura denominada Elusión, barrida desde el noroeste por el viento del Océano, que habita el rubio Radamantis y en la que Menelao hallará la inmortalidad según expresa la parte más moderna de la Odisea, en la Telemaquia, a la vez que surge con idéntico origen la creencia de las islas de los Todopoderosos o Bienaventurados donde el poema Los trabajos y los días sitúa el reino de Cronos. Posteriormente, en la segunda olímpica de Píndaro, la llanura Elusión se confunde con la isla de los Todopoderosos o Bienaventurados para crear una única isla donde se encuentra la fortaleza de Cronos, asociado con Radamantis. Esta nueva doctrina, idéntica a la céltica, representa históricamente una época muy distinta a aquella a la que pertenecen la doctrina del Tártaro y el Hades, tal como aparecen en la Ilíada y en la parte más antigua de la Odisea. La concepción platónica que convierte el Tártaro en lugar de castigo para los malvados, y la isla de los Bienaventurados donde los justos encuentran su recompensa, es más reciente, posterior a la primitiva mitología popular. El Hades homérico comprende todo tipo de difuntos sin hacer distinción entre buenos y malos, o virtuosos y culpables. En la mitología céltica aparece un dios idéntico al Cronos helénico, llamado en Irlanda Tethra, que es vencido al igual que aquél y expulsado por un dios más poderoso para, lo mismo que su paralelo griego, reinar sobre los muertos, allende el Océano en una nueva y seductora región donde gozan de otra existencia más feliz tras la muerte. Las creencias celtas sitúan la morada de los muertos hacia el horizonte donde se oculta el sol, en una región maravillosa y misteriosa de la que además proceden los hombres, llamada en irlandés TIRE BEO "tierra de los vivos", TIR N-AILL "la otra tierra", MAG MAR "gran llanura" o MAG MELD "llanura agradable".
LOS CORNUDOS SEÑORES de LA NOCHE, LA TORMENTA Y LA MUERTE
Se clasifican así entre otros, a los Fomoré irlandeses, si bien el evemerismo cristiano los convierte en piratas que saquean Irlanda. El Leabhar na h-Uidhre, transcrito hacia el año 1.100, comprende la historia de los monstruos, o sea los Fomoré y los enanos, en la que se describe como de Cham, primer hombre al que alcanzó una maldición tras el Diluvio Universal, nacieron los enanos, los Fomoré, los de cabeza de cabra y todos los seres deformes que existen entre los hombres, posteriormente exterminados a causa de dicha maldición. Podemos concluír a partir de esta cita que los Fomoré eran gigantes, pues se diferencian de los enanos; además Girauld de Cambrie, en su Topographia Hibernica, traduce por gigantibus el nombre de los Fomoré. Los sabios irlandeses se inspiran para colocar a los Fomoré entre la descendencia de Chan o Caín, en los pasajes de la Biblia que hablan de los gigantes antidiluvianos y de los de Palestina, originalmente poblada por descendientes de Chanaan, hijo de Cham. Los espías judíos regresados de Palestina advertían al pueblo de Dios por aquel entonces errante por el desierto: "Hemos visto monstruos de la raza de los gigantes...". Los Fomoré son gigantes entonces además de monstruos de una sóla mano y un único pie, pero no sólo eso, son además como nos informa por ejemplo un cronista irlandés del s.XII, verdaderos demonios con forma humana. Vimos además en la cita arriba reseñada como se asocia al nombre de los Fomoré, el de las gentes con cabeza de cabra, gobor-chind, como subdivisión o desdoblamiento de aquellos mismos.
destaca de los Fomoré su guerra contra los dioses de la luz solar y la vida, es decir, los Tuatha de Danann. Monstruos por su tamaño y forma entre los que algunos poseen cabeza de cabra y otros un único pie y sola mano, constituyen una expresión céltica de idénticas concepciones a las que, en la mitología griega, proporcionan los monstruos que combaten con los dioses solares. En la mitología griega Zeus combate a los gigantes, a los que derrota y encadena. También son gigantes, y ancestro de los ogros, los lestrigones a cuyas riberas arriba Ulises tras siete días de navegación con sus compañeros, siendo algunos devorados por aquéllos. Otros monstruos mitológicos griegos, adversarios de los héroes que personifican al sol, son la Quimera (Ilíada, conocida también por Hesíodo) con el tercio central del cuerpo y una cabeza central de tres, de cabra, monstruo que causó muchas muertes con el fuego que exhalaba hasta que Belerofonte la mató. de este monstruo se considera desdoblamiento Tifón, nacido sin mediar padre de la celosa Hera, cuyas cien cabezas de serpiente emiten tres voces entre las que está el mugido del toro, Zeus le ensartó un rayo y lo precipitó en el Tártaro. Otro monstruo vencido por los héroes solares es el Minotauro, hombre con cabeza de toro que devora cada año siete mozos y siete muchachas atenienses, muerto por Teseo.
Esta serie de monstruos asesinos de hombres pero impotentes ante semidioses y dioses como Ulises, Zeus, Belerofonte, Apolo, Teseo o Heracles, son la versión helena de una concepción indoeuropea que muestra análogos monstruos como Ahi y Vritra en la India o, de Irlanda los Fomoré, que como aquellos muestran cuernos de cabra. Estos monstruos cornudos son además objeto de honores y culto en la Galia y otros ámbitos de tradición céltica. Son un azote para los hombres, y las diversas razas que arriban a Irlanda precisan combatirlos, como en la batalla de Partolón. También Nemed guerreó contra los Fomoré.
Privados de su jefe, los descendientes de Nemed caen bajo el yugo, para ser víctimas de su espantosa tiranía, de los Fomoré que dominaban Irlanda exigiendo un impuesto anual de dos tercios de la leche y el trigo producidos durante el año, además de dos tercios de los niños que nacieran el mismo, recaudados el uno de Noviembre en el Samain que marca el fin del verano y comienzo del invierno, en Mag cetne o "la misma llanura", donde los dioses de la muerte ejercen su poderío, pues ésta es también misteriosa comarca habitada por los hombres tras morir.
Esta leyenda es claramente análoga a la ática de Teseo y el Minotauro, al igual que algunos Fomoré, cornudo y habitante de una isla como lo es Tor-inis, la de Creta. El tributo anual exigido por el Minotauro consiste en siete mozos y siete muchachas.
Los Fomoré, dioses de la muerte, la noche y la tormenta, pertenecen al más antiguo grupo divino de raza céltica. El otro grupo lo constituyen los Tuatha de Danann, dioses de la vida, el día y el sol, como el más reciente de los dos dado que, en las creencias célticas, la noche precede al día. La concepción de los Fomoré nos remite a la idea de la muerte asociada a la noche que a su vez observa J. César entre los galos que pretenden ser descendientes de Dis Pater, es decir el dios de la muerte. Dicen que se lo han dicho los druidas. debido a ello, cuando cuentan un espacio de tiempo utilizan como unidad la noche y no el día, y cuando calculan las fechas de nacimiento, el comienzo de los meses y de los años, siempre tienen cuidado de colocar a la noche por delante del día.
En la doctrina druidica, y los conceptos célticos en los que se basa, la muerte precede y engendra a la vida, ya que la muerte y la noche son, como la vida y el día, lo mismo y la noche antecede al día. de la misma manera que en el ciclo mitológico irlandés los Fomoré, dioses de la noche y la muerte, son cronológicamente anteriores a los Tuatha de Danann, de la vida y el día. La reina de la noche es la Luna, que se distingue para ser identificada por la forma de fase creciente que la ocupa el mayor tiempo. Por tanto el dios de la noche, y la muerte por consiguiente, se distingue de los demás por el creciente lunar colocado sobre la frente que se transforma en cuernos de cabra, toro o vaca. La virgen Io tiene los cuernos del Promoteo de Esquilo, más tarde se convierte en ternera. El Minotauro cornamentada cabeza de toro. Cuernos de cabra ciertos Fomoré. de ciervo Cerunnos y otros tantas cornudas deidades de la Galia y otros ámbitos célticos. Ya con la cristianización, de cabra o cabrón el diablo, etc. Son deidades a las que se rinde culto incluso sacrificando vidas humanas.
Las vidas de S. Patricio nos habla de la estatua de un dios adornada con oro y plata, rodeada de otras doce ornamentadas en bronce, situadas en Mag slechta o "Campo de la adoración": la Cabeza sangrienta, Cen cruach, Curva sangrienta o Creciente ensangrentado, en cuyo honor se inmolaban vidas humanas. Según el Dinn-senchus la estatua ídolo estaba adornada sólo de oro siendo las restantes de piedra, alineadas en orden, tres ídolos de piedra sobre cuatro; después para engañar amargamente a las muchedumbres, estaba la imagen de oro de Cromm. Identificada como dios de la muerte en su desdoblamiento Tigernmas, por Tigern Bais "Señor de la Muerte", rey de la raza de Eremon e hijo de Milé, equiparable a Balar, dios del rayo y de la muerte que manda a los Fomoré, y muere dirigiéndolos al frente, en la segunda batalla de Mag Tured contra los Tuatha de Danann. En menos de un año Tigernmas se enfrentara en veintisiete batallas contra los descendientes de Eber, hijos de Milé, en las que perdieron la vida un considerable número de enemigos estando a punto la raza de Eber de ser exterminada . Tras un reinado de setenta y siete años, Tigernmas muere, por otra parte, en Mag Slechta o "Campo de la Adoración" junto con las tres cuartas partes de la población de Irlanda, que acudieran con él a adorar en el ídolo de Cromm cruach, el "Creciente ensagrentado”, a su dios mediante prosternaciones, oficiando tan devotamente la ceremonia que terminan rompiéndose las narices, los codos y rodillas, abriéndose las frentes y pereciendo al fin tres cuartas partes de ellos.
Los versos latinos de Lucano nos informan del cruel culto rendido por los druidas a tres de sus divinidades galas: También vosotros, que creéis calmar al despiadado Teutates mediante un cruel derramamiento de sangre, al horrible Aesus el de los salvajes altares, y a Taranus, cuyo culto no es más suave que el de la Diana escita. Esta Diana escita es la que exigiera a Agamenón la vida de su hija Ifigenia en sacrificio para calmar su cólera. Las exigencias de Taranus son similares, César nos habla de inmensos cuévanos donde los druidas galos quemaban a sus víctimas que preferían bandidos, ladrones y otros criminales, aunque a falta de estos quemaban igualmente víctimas inocentes que, siguiendo a Lucano, serían niños. Doctrina acorde a la céltica que otorga derecho sobre la vida y muerte de los propios hijos, derecho enunciado por César y que se ejerce más tarde así mismo en el País de Gales en el s. VI, cuando S. Telavius salva a siete niños a los que un padre arrojara al río por ser demasiado pobre para alimentarlos. El dios Taranus, comparado en la Farsalia por Lucano con la Diana de Escitia, es un dios del rayo, de la tormenta, la noche y la muerte.
Habiendo definitivamente sucumbido los Fomoré ante los Tuatha de Danann, abandonan Irlanda y regresan a su patria, una misteriosa comarca situada allende el Océano, donde las almas de los muertos, con un nuevo cuerpo, encuentran su segunda patria, donde reina el dios Tethra vencido por los Tuatha de Danann en la batalla de Mag Tured. Uno de los más arcaicos pasajes del segundo ciclo de la epopeya heroica irlandesa nos describe a la bella mujer que en el mito céltico desempeña el papel de mensajera de la Muerte y psicopompa conductora de las almas de los jovenes, seducidos por su belleza irresistible, a una maravillosa morada de los difuntos, cual moura, banshee, o lavandera del vao y lavandeira de ciertas leyendas. Ella se dirigió a Connlé, hijo de Conn, supremo rey de Irlanda para decirle: ”Los inmortales te invitan. Serás uno de los héroes del pueblo de Tethra. Día tras día se te verá en las asambleas de tus abuelos, en medio de aquellos que te conocen y te aman.". Conn ve llorando como su hijo se lanza a la barca de vidrio que usa la hechicera, el padre la ve alejarse hasta desaparecer con el hijo que no regresó jamás, pues fue a habitar en el Imperio de Tethra, rey Fomoré, amo de la lejana comarca a pesar de haber abandonado su espada en manos del victorioso Ogmé. El dios de las tinieblas aparece también en la respuesta a una de las preguntas que Fercertné lanza a Nedé en su disputa por el puesto de ollam o "jefe de los file del Ulster":
¿Qué es , ¡oh joven sabio!, lo que recorres presuroso?, a la que Nedé responde:
La respuesta es fácil: es el campo de la edad, la montaña de la juventud, la caza de las edades en persecución del rey en la casa de tierra y piedras (el mundo terrestre), entre la vela y su extremo, entre el combate y el odio del combate (las luchas de la vida y la paz hallada en la muerte) entre los bravos guerreros de Tethra."
Tethra es uno de los más antiguos nombres irlandeses dado al dios de la muerte, que la mitología pretende dotar en ocasiones de atractivos superiores a los de la vida, y hacia la que su bella mensajera atrae, como en la leyenda de Connlé y otras, mediante la seducción. Otra forma de manifestación divina, parece recobrar uno de los más vivos sentimientos naturales, cuando los dioses se tornan visibles siendo aves o pájaros, como los de los Tuatha de Danann, dioses de vida y luz, que se muestran con bello plumaje por ejemplo cuando Lug, vencedor en Mag Tured, para engendrar al célebre héroe Cuchulain, anuncia su llegada mediante una bandada de aves nueve veces veinte, en nueve grupos de veinte cada uno, unidos dos a dos con yugos y cadenas de plata.
Los pájaros que anuncian la presencia de los Fomoré son distintos, se tratan de cuervos o cornejas cuya hembra es mujer de Tethra como tétrico pájaro de lúgubre plumaje que se cierne sobre los campos de batalla para desgarrar con su pico ensangrentado, tras el combate, el desnudo y lívido pecho de los decapitados muertos insepultos.
LA DOCTRINA deL ORIGEN HUMANO ENTRE LOS MUERTOS Y LA VICTORIA de LA VIDA SOBRE LA MUERTE, EN VIGO.
H. d´A. de JUBAINVILLE deduce como a partir del s.X, el evemerismo irlandés transforma el carácter de la mitología céltica, según la cual el primer ancestro de los hombres es el Dios de la Muerte, que habita ciertas islas extremas de una regíón allende un Océano. Esta noción de tierra mítica donde el ancestro de los hombres reina sobre los muertos es patrimonio común de las mitologías helena y celta. Hesíodo en Los trabajos y los días, relata como los héroes que perecieron en las guerras de Troya y Tebas hallan posterior existencia en los confines de la Tierra, lejos de los inmortales. Sobre ella reina Cronos. Viven libres de preocupaciones en las islas de los Todopoderosos y Bienaventurados, cerca del Océano de simas profundas.
Cronos reina sobre estos guerreros en una vida mejor, como primitivo ancestro, tanto de los ilustres guerreros como todos los griegos, que hacen remontar al dios su origen. Cronos es el padre de Zeus, a su vez denominado "el padre" amo de todos los dioses, que unido amorosamente a Pandora, engendró al belicoso Graicos (Hesíodo, Catálogos), del que desciende la raza griega. Las grandes analogías entre mitologías griega y céltica son evidentes pues ambas poseen rasgos comunes adquiridos del viejo fondo que comparten, antes de ir los celtas a habitar el valle del Danubio y las brumosas regiones de la Europa occidental, mientras los helenos o griegos fueron a habitar las cálidas llanuras y espléndidas riberas del sur de la península Balcánica, desde donde extenderían por el Mediterráneo los mismos conceptos y preceptos que sus viejos hermanos celtas expanden en el Atlántico.
Sobre griegos que tras participar en la guerra de Troya se retiran luego a Occidente también nos informa Strabón que descenderían aquellos Helleni de la comarca viguesa, relacionados y confundidos con los grovios que también son designados por Mela para referirse de forma genérica a las tribus que ocupan las costas desde la comarca viguesa de los Helleni hasta el Miño, con los Leuni, Seurbi, Coelerni y Quarquerni a la otra orilla. Al norte de los Helleni: los Cileni, Celeni o Celenos (Celeni recuerda a CEL(ticos)+ HELENI), al sur de los Célticos Praestamarci y Supertamarci desde cuya Costa de la Muerte parten los difuntos hacia el Reino de los Muertos, desde la Tierra de los Vivos. También sobre pueblos llegados al occidente atlántico desde el Mediterráneo oriental nos habla la mitología irlandesa, en el Leabhar Gabala (éstos pasarían por Galicia antes de llegar a Irlanda, procedentes del Mediterráneo oriental), o la tradición gallega en la leyenda fundacional de Pontevedra por el héroe de Troya Teucro, fundador además de Salamina y Cartagena, que fuera desterrado por su padre al regresar de Troya sin vengar la muerte de su tío Aiax y no saber proteger mejor a un sobrino. En Pontevedra permaneció toda la noche en el agua Teucro acompañando a la sirena Leucoíña que lo enamora con su canto para, en un descuido del héroe, huír en el mar. Adolecido Teucro halla la muerte junto a la isla de Ons, a donde también se dirige la Santa Compaña desde la mágica playa de A Lanzada deslizándose sobre el mar para desaparecer en el cementerio de la isla, bajo tierra.
Vimos como algunos conceptos de la geografía mítica helena hallan ubicación terrenal y real en torno a un mágico-sagrado noroeste hispano, con la nueva situación de la legendaria frontera que constituye el sagrado río Leteo del Olvido en el Limia, cuyo norte guardaban también los helleni llegados desde Troya, Escitia, Egipto...el Mediterráneo oriental, río Leteo que mitológicamente separaba así mundos y dimensiones distintas en la Antigüedad, constituyéndose en umbral de otro mundo donde rige otra dimensión. Ríos además a los que la mitología céltica asocia deidades y seres fantásticos continuamente, al igual que a otras aguas como las del mar, lagos o manantiales que se constituyen en umbral de paso a la otra dimensión, el otro lado, otro mundo u otra parte, mientras peñas, cuevas o túmulos lo hacen como puerta de acceso a un inframundo secreto, mágico y misterioso. deidades ancestrales como Reve o Navia que, en el noroeste hispano, moran en estos ríos o se manifiestan a través de ellos, donde la mítica lavandeira se sitúa a sus orillas, entre dos dimensiones, lo mismo que las mouras o "mujeres de la piedra" y las beanshides o" mújeres del túmulo" cuando aparecen en peñas, túmulos o cuevas, en el intercisio que media entre ésta y otras dimensiones que para traspasar tampoco es necesario morir siempre, si bien este privilegio se reserva a pocos. También el Océano, a medida que la cultura helena amplía su conocimiento geográfico y real del mundo que la rodea, varía su ubicación desde su original posición rodeando Grecia, para ser situado finalmente frente a las costas occidentales europeas y africanas, y por tanto del noroeste hispano. Otro concepto geográfico mítico tratado aquí: la Isla de los Todopoderosos o de los Bienaventurados que podríamos traducir por "Isla de los Dioses o de los Afortunados", nos dejaría constancia también de su ubicación en el finisterrae vigués.
I. Millán González-Pardo planteó el problema de la localización de las VI insulae deorum, quas aliqui Fortunatas apellavare Plinio, IV. que el clásico sitúa próximas a la desembocadura del Miño. I. Millán González-Pardo recuerda que el nombre de Islas Afortunadas se aplica generalmente en la Antigüedad a las Islas Canarias. La razón para esta denominación de Afortunadas a distintas islas ahora, aclara Millán, puede estar en que detrás del nombre debe encontrarse una creencia de ultratumba similar a la que había hecho de las Islas Canarias una sede del Páis de los Muertos, mítica región situada hacia Occidente, en los confines de la tierra. de aquí que las denominaciones entre islas situadas en los confines occidentales del mundo conocido, merced a míticas creencias ancestrales, fueran tan similares. Estas VI insulae deorum que menciona Plinio, "islas de los Dioses (Todopoderosos)", también denominadas "Afortunadas (Bienaventuradas)" serían, según piensa Monteagudo, además de las Cíes (Siccae, Cicae antiguamente), las de Ons, Onceta, Sálvora y Arousa, situadas frente al finisterrae gallego que mira hacia el Poniente, donde se sitúa la mítica morada de los dioses, héroes caidos y difuntos en general, que rige un rey de los muertos, como Cronos o Tethra, dioses de la muerte, la noche y las tinieblas.
Otra variación de coordenadas para un mismo concepto geográfico, situado por tanto en diversos lugares antiguamente, y que también afecta a islas entre las que hallamos las Cíes, además de con "la cuestión de los Herminios", se sucede con el problema de la ubicación de las Cassitérides, que debieron también variar su posición merced a una ampliación del conocimiento geográfico en la Antigüedad que relaciona e identifica la toponimia con lugares mitológicos, lo mismo que el Leteo, el Océano, la Atlántida o las islas de los Todopoderosos.
Numerosos investigadores, basándose en las fuentes antiguas, han tratado de identificar las islas Cassitérides en un lugar determinado. Las primeras referencias al respecto proceden de Heredoto (s. V a. de C.), el cual dice que son diez islas de las que procedía el estaño que reciben los griegos. Strabón las describe como diez islas situadas al norte del puerto de los Ártabros. Diodoro habla del mucho estaño que había al norte de la Lusitania en unas islas situadas enfrente de Iberia, en el Océano, llamadas Cassitérides. Plinio y Mela, al igual que Ptolomeo, también las mencionan.
Unos autores situan estas islas en un lugar concreto, mientras otros les dan una localización intinerante. Dion las sitúa en las islas Scilly (S.O. de Inglaterra) y J. Ramin en la Armórica, mientras que investigadores gallegos como el padre Sarmiento, Cornide, Carcía de la Riega o Murguía las sitúan entre las islas sitas a la entrada de las rías de Arousa, Pontevedra y Vigo. Monteagudo por su parte las localiza en la costa nor-occidental de la provincia de A Coruña, identificándolas con las Oestrimnides de Avieno. Otras teorías las ubican en primera instancia en las costas gallegas, para más tarde dar éstas nombre a la Armórica y pasar finalmente a Inglaterra. Es difícil inclinarse por una de las divergentes teorías haciéndose complicada y puede que imposible la precisa localización que pueda confirmar o desmentir rotundamente una identificación Cíes= Cassitérides.
Consideraciones minerales aparte, ya desde la Antigüedad las Cíes se constituyen en lugar apropiado para el retiro místico y los cultos religiosos, chamánicos o druídicos que se perpetúan incluso cristianizados como nos muestran los restos, entre otros como los del castro, etc., de eremitorios, precursores de los monasterios que contribuyen a desarraigar el tipo de ancestrales cultos deidificadores de las fuerzas de la Naturaleza del tipo de las que aquí se tratan. Las ruínas de eremitorios, capillas y monasterios se dispersan por las Cíes de los Dioses. Refieren además las fuentes históricas como Alfonso VII dona la llamada isla de S. Esteban con su monasterio dependiente de Coruxo a Celanova; la existencia del monasterio de S. Esteban, de frailes descalzos levantado en la isla de Faro; o el retiro del maestro Pedro junto a otros ermitaños para hacer vida de penitencia en la isla Sur.
Este análisis comparado extrae la esencia de un tipo de creencia que se practicaría paradógica y paradigmáticamente en el finisterrae occidental vigués sito en la mítica zona ultraterrenal y alterdimensional que el Leteo del Olvido comprende al norte. El tipo de creencias que enuncia el título de este apartado queda registrado en la evidencia epigráfica que nos muestran las estelas funerarias romanas datadas en el s.III y IV. halladas en el vigués barrio del Areal, de las que se pueden deducir ciertos aspectos de la religiosidad de sus contemporáneos, donde muestran mayoritariamente el grabado que representa la Luna, Señora de la Noche, en fase creciente, y que es emblema del Dios de la Muerte, la Noche y las Tinieblas como muestran sus cuernos, dios que reina en el país de los muertos de donde procede el hombre; como símbología lunar que suele aparecer junto a la del sol, la luz del día y la vida, al que engendra ya que, de la misma manera que la noche precede al día en el calendario céltico antiguo, la muerte antecede a la vida, a la vez que el culto lunar a las oscuras deidades nocturnas asociadas a la caza es anterior al solar masculino que proporciona su fuerza vital a la agricultura, y a la par que los Fomoré son derrotados por los Tuatha de Danann.
Entre los símbolos astrales de las estelas viguesas del Areal, figura precediendo la luna al sol simbolizado en la rosácea o el disco, situándose éste sobre aquélla para simbolizar la victoria del astro rey, la luz del día y la vida, sobre la luna, la oscuridad de la noche y la muerte. La muerte engendra y sostiene a la vida como la noche precede al día y queda tras él en la simbología astral de la luna representada bajo el sol al que antecede en los tiempos, con el símbolo solar que asemeja rueda de progreso céltica, además de símbolo naturista floral de fertilización, regeneración y renovación, favorecedoras del mismo progreso de la tierra propiciado por el propio sol; situado en la parte superior, encima del lunar creciente que ocupa en la parte inferior la posición primigenia en la escala temporal que distingue la noche del día y la muerte de la vida, situando las últimas por encima de las otras al haber dejado entonces éstas paso a aquéllas.
Varios son los aspectos religiosos deducibles de la simbología y decoración registradas en los fúnebres monumentos aparecidos en el Areal vigués de los que aproximadamente treinta, unos trece comprenden la simbología astral que representa a la luna creciente. Estos motivos de creciente lunar, rosáceas, discos, antropomorfos, arquerías, "escuadras de albañil", triskeles, idem circunscritos en círculos, etc. se supone debieron tener en algún momento un simbolismo representativo de las creencias de la población, lo que en el caso de la simbología astral nos remitiría a un culto a la luna y los astros y lo que estos simbolizan y representan por tanto. Aun así se debe tener en cuenta como en la evolución de tales representaciones llega el momento en el que el símbolo distorsiona o pierde totalmente su original significado y se transforma en mero y simple elemento decorativo y ornamental.
Con todo se deduce que la interpretación religiosa para las estelas funerarias del Areal vigués habría que remontarla más a los propios indígenas que a los romanos.
El creciente lunar, motivo más extendido, apareció en trece de los treinta casos que vieron la luz el pasado siglo siempre, excepto un caso, con los cuernos hacia arriba. Éste es uno de los motivos más extendidos y frecuentes en todo el ámbito romano habiéndose amplia y extensamente discutido su origen, oriental para unos e indígena los otros, reforzando quizá la última posibilidad el pasaje de Strabón que pretende una exclusividad religiosa galaica frente a las creencias de los pueblos a los que el clásico por otro lado asocia o relaciona y compara, adoradores de la Luna, en un N.O, que a pesar de recibir, propiciar y participar de los más mágicos sagrados y místicos preceptos y conceptos solares, éstos por sus principios astrales son asociados a los de la primordialidad lunar que los habitantes del n.o. galaico, que tampoco eran ateos como el clásico cuenta y la investigación da en demostrar, debieron asimilar en sincretismo igualmente.
Lo más probable es que en el significado de la simbología astral del creciente de las estelas, ya asociado al disco situado encima o a la rosácea como representaciones solares, confluyan ideas de creencia indígenas con otras de simbología oriental. La rosácea casi siempre aparece acompaña de otros motivos, sobre todo el creciente lunar o el disco y, en ocasiones, inscrita en un círculo. Lo mismo ocurre con el disco, ambos representando seguramente un astro como el rey, el sol. Entre las interpretaciones de la simbología de las estelas viguesas, propias del ámbito funerario, hallamos también con profusión arquerías, interpretadas entre otras posibilidades como puertas del Hades o del reino de Hades, dios heleno de la noche y la muerte, uno de tantos otros dioses que surgen del concepto que sitúa una morada para los muertos de la que descienden los vivos, cuyo emblema simbolizado en sus cuernos, es el astral de la luna creciente que preside la noche y su análoga muerte, en contraposición al del símbolo solar, asociado a deidades vinculadas a los Tuatha de Danann como Lug.
Bibliografía:
El ciclo mitológico irlandés y la mitología céltica.- H. d´Arbois de Jubainville.
Vigo en la Antigüedad.- F. Acuña Castroviejo.
Mención de honor:
Por su dedicación y gran labor en el estudio de la Prehistoria e Historia gallegas: Andrés Pena Graña.
Otro artículo mío:
Análisis comparado entre ritos y mitos de S. Juan en Galicia con otros irlandeses.
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Comentarios
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Excelente trabajo que hay que leer con detenimiento.
L caldero de Gundestrup no es celta sino iranio. Hay un artículo al respecto en un Sc. American.
Hay 1 comentarios.
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