Autor: Vitalic
domingo, 08 de junio de 2008
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Vitalic
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POBLAMIENTO FRONTERIZO EN LA PROVINCIA DE HUESCA (siglos X-XI)
Síntesis
de la situación política y territorial de la frontera en los siglos X-XI
Frontera: Línea divisoria del
territorio de los estados. Su fijación exacta tiene gran importancia, por que señala
la extensión de la soberanía y hasta donde llega la acción de las leyes. Las
fronteras se clasifican en Naturales y artificiales o convencionales. Las
primeras resultan de los accidentes geográficos naturales, y las segundas, de
la convención de los estados vecinos.
Para los andalusíes, según Andrée
Bazzana , no existió la palabra frontera hasta el siglo XIII. Esto es así por
que para ellos la frontera no era una línea divisoria clara, sino más bien un
territorio amplio, que podría abarcar todo el territorio en poder musulmán al
norte de la ciudad de Zaragoza. Así pues las poblaciones importantes como
Huesca o Barbastro disponían de su propia red de defensas creando una especie
de collar alrededor de la ciudad. La imagen seria la de una ciudad principal
con un numero indeterminado de pequeñas guarniciones dispersas a varios
kilómetros de la urbe. Fuera de este espacio es posible que no se estuviera
seguro. La frontera es un territorio más o menos amplio, no una línea
divisoria, los habitantes de este territorio son conscientes de que están en
contacto directo con una cultura no islámica. Todo lo contrario que para los
cristianos, los cuales son totalmente conscientes de donde acaba su territorio.
La frontera cristiana en Aragón esta jalonada de castillos y torres vigías, que
guardan las entradas de los valles, los cauces de los ríos, y hasta mediados
del siglo XI, separa el Pirineo de la tierra llana. La frontera esta
básicamente en las sierras del prepirineo, como veremos en el mapa.
Gran parte de la acción
conquistadora del siglo XI, se basa en la obtención de una gran ciudad, hecho
que se plasmará a finales de 1096 con la toma de Madina Wasqa (Huesca).
Pero antes de llegar a ella, hubo una especie de proceso de conquista y avance
mediante repoblación y construcción de fortalezas, que hizo más difícil para
los andalusíes el contraataque. Muchos son los historiadores y arqueólogos que
han tratado este tema, desde las investigaciones de Carlos Laliena, pasando por
Durán Gudiol, Esteban Sarasa, Antonio Ubieto, etc... todos han intentado
establecer la génesis del reino de Aragón, la reconquista, la repoblación, etc,
pero en este trabajo no pretendo exponer tesis historiográficas ya muy
estudiadas y continuamente cambiantes sobre la documentación, la política, la
economía. Lo que yo pretendo es darle un enfoque arqueológico a los datos
conocidos, acción que tampoco es nueva, ya que también son muchos los
historiadores y arqueólogos que han dedicado o dedican su trabajo a la
confección de hipótesis, desde muchos puntos de vista como la toponimia, la
castellología, la historia del arte y por supuesto la arqueología. Nombres como
Adolfo Castán, nuevamente Antonio Ubieto, Cristóbal Guitard, Manuel Benito
Moliner, José Miguel Pesqué, etc.
Así pues, en el periodo de tiempo
que nos ocupa (siglos X-XI), Aragón pasó de condado dependiente del Imperio
carolingia y pagador de parias al poder de la marca superior, a reino
independiente, sujeto solo al vasallaje de la Santa Sede y cobrador de parias a
los musulmanes, además de jugar un papel importante en la política de sus
vecinos (Condados
catalanes, Navarra, Midi Pyrene, taifa de Zaragoza). Los hechos históricos que
dieron pie a este avance son de sobra conocidos y estudiados. A modo de
resumen: La consolidación del poder en el siglo IX, es doble, ya que por una
parte los condados aragoneses (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza), se consolidan y
más o menos se estabilizan, gracias a la influencia carolingia y al control que
empieza a ejercer la iglesia, por otro lado es la época cenit de la cultura
andalusí, rica y fuerte comparada con los cristianos del norte. Es el momento
de los califas, de las expediciones militares contra los condados, del terror
del año mil... de Al-Mansur.
Hacía 1003, el Rey de Pamplona,
Sancho Garcés III hereda de sus antepasados los dominios de Navarra, condados
aragoneses, etc. Las crónicas hablan de este rey como de un autentico Imperator
Hispaniae. Consolida fronteras, y comienza un ambicioso proyecto de
construcción de fortalezas, que sus herederos terminaran. A su amparo se ponen
las primeras piedras de castillos como el de Loarre o Uncastillo (en las Cinco
Villas). Su heredero en el condado de Aragón será Ramiro I, de hecho, con él
empieza el reino de Aragón, poco más tarde se anexiona los condados de Sobrarbe
y Ribagorza a costa de su hermano. Desde este momento la intención de los
sucesivos monarcas es como he dicho la de conquistar una gran ciudad, para
poder establecer una corte estable.
Sucesivas iniciativas harán que
la capital vaya cambiando. Desde mediados del siglo XI será Jaca, pero las
vistas están puestas continuamente en Wasqa. De allí las siguientes
campañas: Graus, Alquezar, Barbastro (considerada por muchos como la primera
cruzada en 1065), Bolea, etc.
Dos fases sobresalen en la
expansión: en primer lugar esta la campaña, la guerra en sí, la razzia, en
definitiva la acción bélica. Esta se realiza básicamente en primavera verano. A
cargo de la iniciativa real o de nobles sobresalientes se propone una campaña,
con tiempo para reclutar efectivos, pero no para que los andalusíes se
refuercen. Hay que destacar que no hay nada parecido a un estudio sobre
“espionaje” en esta época y este lugar, pero el intercambio de información, por
lógica, debió ser constante. La segunda fase, una vez conquistado un lugar
determinado, se produce la consolidación en manos cristianas de este lugar.
Durante el invierno y el otoño la acción bélica deja paso a la diplomacia, a la
construcción de defensas, a largas esperas en las torres vigías.
Los avances territoriales
normalmente en Aragón siguen los cauces de los ríos como el Flumen, el Gállego,
el Cinca, el Aragón, etc. Son los pasos naturales desde la montaña hacía el
llano. Los musulmanes lo saben, y durante el periodo de control andalusí estos
cauces están bien vigilados y defendidos, por lo menos hasta el inicio de la
sierras del prepirinieo, incluso más allá en determinados lugares como
Abizanda. Una vez llegado
al llano (a la Hoya de Huesca)
entre 1050 y 1100 , los avances son mucho más rápidos y extensos. No hay tantas
fortalezas como en el Norte, y la mayoría de los musulmanes como ha destacado
Senác, simplemente abandonan sus casas cuando llegan las noticias. No es una
huida rápida, al contrario, tienen tiempo para llevarse casi todas sus
pertenencias. En el yacimiento de Las Sillas (Marcén) en los Monegros,
yacimiento que tiene una cronología
desde principios del Siglo X hasta más o menos los años finales del siglo XI.
El periodo de abandono y consecuente derrumbe comprende unos doscientos años,
hasta el XIV. Se ve este abandono en la
estratigrafía. Como he podido constatar personalmente, por encima del nivel de
ocupación (con carbones, pequeñas cerámicas, y tierra machacada para hacer de
suelo), está el nivel de abandono de entre 40 y 80 cm, rico en cerámicas (sobre
todo en los fondos donde el terreno natural está en pendiente y se acumulan por
la acción erosiva), que comprende el derrumbe de las casas, eso es de las
partes no talladas en la roca de las paredes y su techo, y de todo lo que
intencionadamente habían querido dejar allí por no tener medio de
transportarlo (tinajas, ataifores,
ollas, lucernas, etc...). No hay ninguna señal de huida precipitada ni de
acción bélica, a pesar de estar situado en una zona que se sabe que hubo
confrontamientos (esta rodeado de fortalezas: Piraces, Gabarda, Alberuela, La
Iglesiaeta, Usón, etc).
Este trabajo, daría pie para
hablar de infinidad de asuntos relacionados con la frontera, desde la economia,
presente en la arqueología en la numismática, las vias de comunicación, la
interacción con el medio natural en estas tierras, la alimentación, la
sociedad, la artesania, y por tanto la cerámica, la orfebrería, la metalurgia,
etc... así como estudios monográficos sobre mozárabes, agricultura y pastoreo,
cultos religiosos, relaciones interculturales: tecnologías, ideas, matrimonios
mixtos. Las posibilidades a simple vista parecen muy amplias. Pero voy a
centrarme como primer paso de futuros
trabajos más amplios en los sistemas defensivos de ambos lados.
Edificios
militares andalusíes
Radicalmente distinta a la
cristiana, la arquitectura militar andalusí posee una serie de características
que la hacen única. En el territorio que nos ocupa, la base de esta
arquitectura en mi opinión, es la capacidad de adaptación a cualquier
orografía, consiguiendo estructuras singulares talladas directamente sobre
bases areniscas, como veremos en Piraces o Alberuela. La técnica de talla de
sillares y su colocación también es única, por ejemplo en aparejo atizonado,
con los elementos colocados de modo que su lado largo sea perpendicular a la
pared, o el sistema de almohadillado, novedoso para la época, con las juntas
biseladas o rehundidas.
En la provincia de Huesca, los
primeros que se fortificaron solidamente fueron los musulmanes, en mayor medida
entre el s. IX (muralla de Wasqa) y el s. X. El número de construcciones
musulmanas conservado es mínimo; además en mal estado y poco valoradas por los
medievalistas hasta el último cuarto de s. XX. Todas están situadas al sur de
las sierras exteriores. La mano andalusí también se detecta en estructuras como
silos, escaleras talladas en codo, hoyos para plantar pies derechos,
entalladuras para asentar sillares...
Como he dicho, en general
buscaron asiento sólido en potentes bancos de arenisca que elevan los castros
ligeramente sobre su entorno inmediato. Como harán los cristianos del Norte,
los musulmanes articulan sus fortificaciones con recinto y torres
rectangulares. En el caso de torres exentas defienden pequeñas poblaciones o
son un obstáculos para avances cristianos.
Material exclusivo de la zona
oscense es la piedra, a diferencia de otras zonas aragonesas donde parece
predominar el tapial. Los muros se componen con sillares atizonados, aunque a
veces el ritmo es el de soga-tizón (alternando sillares en perpendicular y en
paralelo a la pared). Las piezas suelen estar bien escuadradas para facilitar
el encaje y ostentan almohadillado en algún caso aparente. La potencia del muro
en todos los elementos conservados supera el metro.
Madinas
La historia de la ciudad de Huesca es noble y antigua. Sin entrar
de lleno en su milenaria existencia, daremos un par de fechas para comprender
la importancia que ha tenido la ciudad durante los siglos. Ya desde época
ibérica, la ciudad de Oska, según las fuentes numismáticas, jugó un
papel preponderante en el territorio conocido como Ilergete. Su posición
privilegiada con respecto al control de los Pirineos y su fértil Hoya, no
pasaron desapercibidas para Sertorio, que en el S. I a.C. decide establecer
allí la capital del territorio que controlaba en Hispania, creando
además la primera “escuela o universidad” penínsular. Después de época romana,
volvía Huesca a tener un importante papel en la organización territorial visigoda,
e incluso durante la conquista árabe, aguantó un asedio musulmán de siete años,
antes de que el noble godo pidiera el amán para él, sus gentes y sus tierras.
En este momento comienza la
historia de la Wasqa islámica. El hecho de ser frontera con los
emergentes reinos cristianos, impregnó en sus habitantes un sentimiento de
peligro constante. No es de extrañar, ya que las razzias fueron continuas por
parte de los cristianos, aunque pocas veces llegaron a la ciudad. El verdadero
peligro venia del sur. Al estar en un territorio muy alejado del poder central
andalusí, sus gobernadores o walis, siempre fueron proclives a cierta
independencia, y los emires y califas tuvieron que llamar al orden varias veces
al poder local, como nos cuenta al-Udri en el siglo XI, refiriéndose a
las rebeliones de finales del S. VIII y la del año 873. También, soporto Huesca
varios asedios de nada menos que Ludovico Pío, Hijo de Carlomagno, entre los
años 797 y 812. Este Hecho nos viene bien para comenzar a introducirnos en el
tema arqueológico.
La gran baza de la ciudad, fueron
siempre sus murallas, alabadas durante siglos por musulmanes y cristianos.
Desde época romana contaba con unas impresionantes murallas, como lo demuestran
los asedios que soportó Huesca. La crónica de al-Udri nos explica que
una parte de los invasores árabes : “se detuvo en Huesca y acamparon frente
a sus muros. Desde allí pasaron a un lugar que hoy se conoce como Alcoraz (campamento). Pusieron cerco a
Huesca cuyos habitantes eran cristianos, y edificaron viviendas en torno a la
ciudad, plantaron huertas y sembraron para asegurarse la subsistencia”.
Los oscenses estaban dispuestos a
defenderse : “ Persistieron en su actitud durante siete años, mientras los
habitantes de Huesca permanecían sitiados en la Alcazaba vieja. Cuando la
situación de estos se hizo insostenible, bajaron al encuentro de los árabes,
pidiendo el amán para ellos, sus hijos y sus bienes”.
Conquistada la ciudad, como
explica el arqueólogo Philippe Senác, se comenzó a trabajar en fortalecer la
muralla, y a plantear un nuevo recinto amurallado. La muralla formaría una
poderosa construcción defensiva, con una longitud de casi dos kilómetros y una
superficie interior de una 22 hectáreas. Toda ella hecha con sillares de piedra
arenisca, típica de la zona, y esta jalonada por torres rectangulares, de las
cuales se han estudiado arqueológicamente varias de ellas como las ubicadas en
la calle trasmuro. Aunque las fuentes nos hablan de entre 90 y 99 torres
(código calixtino o la historia caroli magni et rotholandi), la
arqueología solo ha podido demostrar la posible existencia de 82 torres cada
22-23 m de intervalo, además de poseer otras defensas como fosos, barbacanas y
albarranas.
Hisn
El debate historiográfico acerca de la función de los Husum
sigue en plena vigencia. La definición básica seria la de pequeñas y medianas
fortalezas andalusíes, construidas en el altoaragón (y en todo Al-andalus
hasta el siglo XV) entre los siglos VIII y X, y cuya función no esta todavía
clara, ya que se desconoce si se construyeron para que los aldeanos del
territorio próximo tuvieran un lugar seguro o para albergar pequeñas
guarniciones militares que controlarían el territorio adyacente y servirían
como primera defensa o como aviso de ataques cristianos. Otro debate, muy vivo
ultimamente, es el de quién ordena construir estos husun, sí es el propio estado
o las comunidades aldeanas...
Más de sesenta pequeñas aldeas
musulmanas y mozárabes se difuminaban en los alrededores de Wasqa. Se
observa también que el asentamiento musulmán en estas tierras es mucho más
denso en la zona situada entre los ríos Alcanadre (Nahar al-qanatir) y
Flumen (Nahar fluluman), e incluso más concretamente entre el
Guatizalema (Wadi Salama) y el Flumen lo cual provocará que en ese
territorio que baja hacia Sariñena se ubiquen algunas de las torres encargadas
de proteger el entorno agrícola. Esta marcha hacía el Sur responde al concepto
de que los musulmanes rompieron con el poblamiento de época romana ordenado de
Oeste a Este y se inauguraba un nuevo plan de ocupación del suelo que iba de
Norte a Sur, siguiendo un eje que respondía a los cauces marcados por los ríos
que acabamos de citar.
No es difícil de entender que en
previsión de ataques que podían venir desde cualquiera de los puntos cardinales
(sean cristianos o musulmanes los atacantes), las gentes aprendieran que habían
que vivir preferentemente en estos lugares elevados y protegidos que
constituían núcleos de gran valor estratégico, desde los cuales se controla
además una redolada o entorno de cerca de cien kilómetros cuadrados. En su cima
o cerro estaba el espacio militar, al que se accedía por caminos fácilmente
anulables y alrededor de ellos (en un nivel inferior) se asentaban pequeños
poblados cuyas casas estaban básicamente construidas con guijarros y arcillas y
que en la mayoría de los casos no nos han llegado restos.
En ese amplio entorno controlado
desde el recinto militar se van ubicando los asentamientos rurales que pueden
ser aldeas fortificadas que asocian con frecuencia, como indica Philippe Senác,
algunas torres ubicadas sobre un cerro o bancal de arenisca, como vemos en Usón
y sin aparente foso.
El caso es que las comunidades
rurales siempre quisieron tener refugio seguro en caso de peligro, un espacio
para resguardar sus bienes y sus vidas. También existieron en este territorio
importantes fortalezas que son
auténticos núcleos militares encargados de la defensa del territorio oscense.
Los cronistas musulmanes nos
hablan de las fortalezas que protegen esta zona y entre las cuales podemos ver
como existe una organización en arco que va del noroeste al suroeste. Una
ubicación estudiada para poder servir como torres ópticas desde las que hacer
correr noticias clave para la defensa y salvaguarda del territorio.
En el pie de las sierras norteñas
estarían los castillos de Ayerbe (ayras), Bolea (Yuluyu), en el
salto de Roldán los lugares de Sen y Men (Fan wa Man), Santa Eulalia la
mayor (Labiba) y el de Labata (Lubaba) al Sur de Guara. En el
sureste, en los caminos del Alcanadre y los Monegros estaban los husum de
Antillón (Qasamtiyun), Gabarda (‘Abarrada) y Piracés (Baytara
Silg). Y más al Sur se ubicó la fortaleza de Alberuela de Tubo, excavada
por Carlos Escó y para el cual cumplía “una función de vigía-defensa de la
parte sur del distrito de Huesca junto con el hisn de Gabarda, muy proximo a él” y con el cual la comunicación visual estaba
asegurada a través de las torres del asentamiento musulmán de La iglesieta en
Usón.
De todos ellos nos hablan los
cronistas árabes con pinceladas sueltas como la de anotar que la fortaleza de
Piracés “es un castillo con su población que tiene una mezquita aljama”
o que “el castillo de al-Tan wa-Man son dos peñas entre las cuales corre el
río Flumen”. Estos datos son de suma importancia para los arqueólogos a la
hora de situar lugares de ubicación poco concreta.
Entrando en el análisis
arqueológico, voy a centrarme en dos Hisn de la misma zona: Alberuela de
Tubo y Piracés, ya estudiados por los autores antes citados. En cuanto a
Alberuela de Tubo se aprecia en el castillo una primera fase constructiva
posiblemente de finales del s. IX hasta el s. XI en los 40 m de lienzo de
muralla que quedan en la cara Este , con una torre ligeramente denotada del
muro, de planta rectangular y excelente
factura. En la segunda fase constructiva, también islámica, se produce una
reparación de gran envergadura en algunos lugares de la fortaleza.
Según los estos investigadores,
hay tres momentos constructivos que se corresponden con otros tantos aparejos,
además de retoques puntuales, como en la puerta, acaecidos en fechas avanzadas.
La primera etapa sería de fines del IX o principios del X, como concluyen las
excavaciones. La segunda pudo concretarse en momentos previos a la conquista
cristiana, el tercer momento seria ya en el siglo XII. El informe de excavación
describe dos muros diferentes. La primera etapa constructiva coincide con la
llevada a cabo en la muralla de Huesca, durante el S. IX. Los sillares parecen
hechos por la misma persona o taller, aunque por desgracia no tenemos marcas de
cantero.
En cuanto al Hisn de
Piracés, del cual he tratado su ubicación unos párrafos más arriba, las
fracturas de arenisca crean un paisaje peculiar, en el que destaca la Peña del
mediodía, castillo estandarte entre los musulmanes de tierra llana que resistió
la presión cristiana hasta 1103, siete años después de la conquista de Huesca.
Dicha peña, esta compuesta por una estrecha barra arenosa de unos 80 m de
longitud y 25 m de altura, a la que se sube por una estrecha escalera labrada.
La singularidad radica en que las estructuras de este castillo eran en su
mayoría de madera, esta teoría se respalda en la cantidad de agujeros
realizados en la roca, cuyo fin seria el de sujetar las estructuras cástrales.
La torre de Tartafaya es la tabla de arenisca situada a mayor altura. En este
lugar estratégico hubo una torre. Según las dataciones de los arqueólogos, el
conjunto habría que trasladarlo a los últimos momentos de época emiral, fines
del IX, ocupando un puesto destacado en el sistema defensivo de la medina de
Huesca.
Edificios militares Cristianos
La arquitectura militar medieval
cristiana en Aragón ha sido tratada en diferentes estudios para diversas áreas,
así por ejemplo contamos con los trabajos de Philippe Araguas para el castillo
de Loarre y otros castillos cercanos de la frontera aragonesa del siglo XI. O
los trabajos de Aragües para otras zonas del Norte de Aragón como Luesia (en
Cinco Villas), etc.
La castellología altoaragonesa
tiene su indiscutible origen en los trabajos de Cristóbal Guitard. Por otro
lado, los estudios llevados a cabo hasta la fecha cuentan con escasas
referencias para los primeros siglos (IX-X), muchas veces limitándose a
comparar con zonas vecinas como Cataluña.
De los dos únicos castillos
excavados que documentan fases de los primeros siglos, me centraré en el
castillo de Sos del Rey Católico (también en cinco Villas). Por otro lado
hablaré del castillo de Loarre, magnifica construcción del siglo XI, perfecto
para ubicarlo en este trabajo, por su cronología, su importancia en la época y
su estética.
De los primeros castillos
cristianos, de los siglos VIII-IX, haré una pequeña síntesis, debido a la
carencia de investigaciones (esta falta ha recibido duras críticas de muchos
castillólogos aragoneses) y también por que están fuera del marco cronológico
de este trabajo. Los primeros castillos cristianos son prácticamente
desconocidos, y poco se ha escrito de los de tipo “muro”. Faltan excavaciones.
Muchas torres derruidas no aportan otra información que el tipo de planta, a
menudo rectangular. Adolfo Castán propone una serie de ideas para que en el futuro
se inicie la investigación sobre ellos. Él habla de más catas, excavaciones y
prospecciones, además de dataciones con carbono 14, análisis toponímicos,
etc... Sus características son las siguientes: Se ubican en alturas destacadas
y solitarias con amplísimo campo visual, de cimas cónicas y a veces
aterrazadas. Fáciles de defender. A veces poseen cercos perimetrales de
mampostería, careciendo de torres. Muros irregulares. Están alejados de la
primera línea de castillos de obra sólida.
En cuanto a los castillos ya
propios del s. XI, época dorada de los castillos altoaragoneses, pasaremos a
descubrir algunas de sus características: Hacen asiento sobre atalayas
naturales encadenadas ópticamente que poseen todo o parte de su perímetro
protegido por un escarpe. En general constan de recinto y torre. Estos recintos
amurallados se adaptan a la tortuosa orografía. Su tamaño es relativamente
pequeño, sin embargo otros encierran superficies de entidad como el castillo de
Loarre. Visualmente la torre suele ser lo más llamativo del conjunto, también
militarmente la última defensa. A veces forma parte del recinto la iglesia como
importante elemento defensivo (Abizanda). Los lienzos juegan con el perímetro
de la tabla rocosa. Reforzando la defensa amurallada se han encontrado
escasísimos fosos excavados, naturales o mixtos.
Las torres suelen estar exentas
dentro de los muros, y en segundo lugar se abrazan a la muralla. Son más
numerosas las rectangulares, luego están las de planta circular, pentagonal,
hexagonal, etc, con ejemplos todas en el altoaragón.
Por lo demás, destacan elementos
del sistema defensivo como vanos y aspilleras, frecuentes en torres y castillos
del s. XI, además de cadalsos de madera, etc. Otros elementos indispensables
serían el aljibe, el hogar, el retrete y el oratorio.
Castillos
Entrando ya en materia, El antiguo castillo de Sos del
Rey Católico esta levantado sobre la peña llamada Feliciana en el pueblo de Sos
en las Cinco Villas aragonesas. Se conservan aun algunos de los elementos de
una de las primeras construcciones levantadas en piedra y sucesoras de la
arquitectura lignea, y datados en el siglo X. Aunque con interrogantes, por que
el resultado de las excavaciones esta sin publicar, parece evidenciarse a
partir de los restos localizados y de las prospecciones realizadas por georadar
que la planta original remite a un castillo de planta cuadrada con torres en
sus esquinas y una torre a modo de la del homenaje adosada a su muro Norte.
En cuanto a Loarre, la villa se
explaya a 773 metros de altitud en el pie de monte meridional del pico
Pusilibro, en la comarca de la Sotonera en Huesca. El espacio natural que acoge
a su castillo contribuye decisivamente a su altiva prestancia, pues
fortificaciones y pitones de roca se abrazan en simbiosis, causando una
sensación de inexpugnabilidad.
Loarre es un castillo estratégico
destinado por un lado a controlar los tres caminos que desde la Soltonera
subían al Norte, presentes estos caminos ya en época romana, como atestiguan
los estudios de Mª Angeles Magallón sobre las vías romanas en Aragón. Como
segunda misión, serviría de base militar para amenazar las posiciones
musulmanas de Ayerbe, Bolea y Puibolea.
Sobre el momento de fundación, la
documentación medieval nos traslada a la juventud del S. XI, nominado entre los
castillos fronterizos fortificados por Sancho III, rey que conquista esta faja
solana entre 1016 y 1033, año este en el que figura como tenente Lope Sánchez
Ramiro I (1035- 1064) desde este
castillo buscará entre 1057 y 1058 conquistar las plazas de Bolea y Puibolea
con la complicidad de descontentos internos, fracasando en el intento. Su hijo,
Sancho Ramírez revitalizó la fortaleza, uniendo a su función militar un
componente religioso mediante la fundación del monasterio de canónigos
regulares de San Agustín. Su reinado supuso una importante ampliación del
perímetro encastrado que se convirtió en uno de los más valiosos del arte
románico en Europa.
Los estudios más representativos
del castillo de Loarre distinguen tres etapas constructivas: la primera entre
1016-1025 (Sancho III), limitada al recinto superior y torres altas ; la
segunda entre 1072-1080 con Sancho Ramírez, que construye la capilla real y su
entorno; la tercera sería del siglo XIII, concretada en la gran muralla
exterior. Con respecto a la primera fase, el medievalista Philippe Aragüas
retrasa su inicio, fijándose a partir de 1040. los últimos estudios revelan una
torre inicial, recrecida con el aparejo de la segunda fase de construcción , y
que al parecer revela que tenía un cadalso de madera, como así lo indican los
mechinales del coronamiento. Otra observación son las aspilleras del muro norte
de la muralla, que como ha visto
Adolfo Castán son exactamente iguales a las de Abizanda y están planeadas para la defensa con líquidos
inflamables. Algo tan extraño, gemelo en el ordenamiento y técnica, ¿pueden
unas datarse en 1023 (Abizanda) y otras en el XIII (Loarre)?. Sin duda, puede
que muchos historiadores se equivoquen , y la muralla no sea ni homogénea ni
tan tardía
Torres defensivas
todo el espacio territorial
altoaragonés, desde Navarra hasta Lleida, a la altura del prepirineo, está
surcado por decenas de pequeñas torres , redondas, cuadradas y poligonales, de
más altura que anchura y con una función aparentemente clara, de vigilancia y
primera defensa, que luego analizaremos con mayor detenimiento.
La mayoría, para mayor suerte,
pertenece a la cronología de este trabajo: S. X-XI. Ya hemos explicado antes
que circunstancias se dieron para que estas torres aparecieran. Ahora, a través
de un ejemplo puntual, como es Abizanda, generalizaremos al resto de las
torres, y enumeraremos sus características más importantes.
De la que fuera la fortaleza
cristiana mas meridional frente a los musulmanes, la torre de Abizanda, posible
construcción de maestros lombardos al comienzo del S. XI, contamos con los
datos proporcionados por la excavación efectuada por M. N. Juste. Situada en
territorio sobrarbense a 636 m de altitud, en las proximidades de la orilla
derecha del Cinca (como tantas torres situadas cerca de un cauce fluvial).
Sobre un potente muñón rocoso brota el castillo de Abizanda, protegido en su
costado meridional por un impresionante acantilado. El Castillo fue citado ya
por Ricardo del Arco y Cristóbal Guitard realiza el primer plano aproximativo.
Manuel García lo estudia en el libro homenaje a José María Lacarra;
posteriormente, con Francisco Esteban, en el primer coloquio de arte aragonés,
y junto a Fernando Galtier y Francisco Esteban, en la interesante publicación
“Nacimiento del arte románico en Aragón”. Varias fases de consolidación en la
torre del castillo y abadía contigua y como he dicho, un par de intervenciones
arqueológicas a cargo de Juste han deparado hallazgos destacados como la
iglesuela románica del recinto y la constatación de muralla independiente
alrededor del colosal torreón.
Es conjunto de torre y recinto,
adaptado este al perímetro rectangular de la piedra calcárea. Enlazó
visualmente con los castros de Puicinca, Clamosa y Pano, en la orilla izquierda
del Cinca, y con Samitier y Escanilla, en el camino de Ainsa.
No parece haber duda con respecto
a la cronología de la torre y muralla, aunque seguro que seguirá dando que
hablar, ya que aún considerando Abizanda de la misma cronología que las torres
cercanas, su sistema constructivo es radicalmente opuesto. La tesis vigente es
que torre y muralla fueron construidas entre 1017 y 1030. Pero otra cosa es el
basamento, la parte inferior, aparejada con elementos que parecen más antiguos,
lo que ha dado pie a otras dataciones.
El territorio de Abizanda fue
fronterizo durante largo tiempo. Guitard aventura que pudo haber en este lugar
un castillo musulmán como defensa adelantada de Naval-Barbastro, yo también
estoy de acuerdo a juzgar por la toponimia como analizaremos más adelante,
conquistádolo Sancho III hacía 1017. Esteban sin embargo ve un basamento
prerrománico que destruyó Al-Mansur. En este supuesto, Abizanda ya sería
a fines del X plaza cristiana frente a las poblaciones musulmanas de Naval,
Alquezar, Barbastro, Graus, etc. Una datación parecida nos ofrece también
Bernabé Cabañero para el basamento de la torre (990-1000). La incógnita está en
saber quién destruyo la torre inicial de Abizanda: Al-Mansur (en cuyo caso se
sobrentiende que ya pertenecía a los cristianos) o Sancho III ( hipótesis con
pocas pruebas, ya que a Sancho el mayor le interesaba que la torre permaneciera
lo más intacta posible para su reutilización posterior, y como han demostrado
las excavaciones, la torre fue arrasada hasta los cimientos...). Hacen falta
más investigaciones, y yo no quiero posicionarme hasta no tener más datos de
las excavaciones.
La hipótesis, según los datos
arqueológicos, de Adolfo Castán es que tanto el recinto como la base de la
torre (construida con sillares mucho más grandes pero más blandos y toscamente
tallados, que el resto de la torre) se trabajan en un mismo momento comprendido
entre los años 1017-1030. Esgrime razones como que la iglesia de aspecto
románico integrada en el cubo del este es contemporánea de la muralla y
difícilmente su cabecera semicircular cubierta con bóveda de horno podía estar
edificada en el año 1006, pues su planteamiento iría al siglo X; la segunda es
que todos los castillos atribuibles al s. X erigidos en el Serrablo y Sobrarbe
son observatorios o bien de tipo
“muro”, aprovechan cotas altas o muy altas, son endebles, su defensa se basaba
en la gran pendiente de sus laderas, en su inaccesibilidad y aislamiento...
evidentemente no es el caso de Abizanda. La tercera es trascendental a mi modo
de ver; en este complejo castral, más de cien aspilleras, cosa inusual en los
castillos medievales, rasgan los robustos paños de la muralla. Y solamente
encontramos paralelo temporal en Loarre, con una disposición, densidad y tamaña
similares, fortaleza impulsada por el mismo rey y en la misma cronología.
Insistiendo en las características del templo, los
pobladores de Abizanda o los técnicos constructores desearon expresamente
fabricar la cabecera redonda en el espacio dispuesto para el culto religioso,
amoldando el ábside a la torre cuadrada del este. Unos años antes en la ribera
del Ara regía la cabecera rectangular tRIPartita y en 1019 se fecha el ábside
ultra semicircular de la ermita en honor de los santos Juan y Pablo de Tella.
Es factible que se copiara este modelo en Abizanda, en este supuesto la
cronología del templo rondaría los años 1020/1030 y arrastraría en su datación
a la muralla.
Es imprescindible continuar con
la limpieza del interior de la torre, prospectar la periferia de esta, exhumar
los muros de la nave del templo, vaciar el cubo Oeste para conocer su planta y
la cara interior de las aspilleras, buscar el aljibe, etc. Aportarán nuevos
enfoques, nuevas pistas encaminadas a definir qué pasó en Abizanda en el primer
cuarto del S. XI.
Mientras tanto, las ultimas
excavaciones, en marzo de 1999, modifican los planteamientos sobre la
vertebración de baluarte, pues el recinto que aparecía cortado frente a la
robusta torre, continua más allá abrazándola.
Ciudades amuralladas
Los primeros trabajos sobre la
evolución urbanas de las ciudades cristianas aragonesas y navarras fueron los
realizados por Lacarra y seguidos años más tarde por los de Guitard, con una
visión más global de la imagen urbana, habiendo sido hasta muy recientemente los
trabajos más completos con los que contaban los historiadores.
La evolución y creación de
diferentes núcleos en torno al camino de Santiago ha sido tratado por Passini,
habiendo dedicado un trabajo monográfico a la ciudad de Jaca, precisamente la
que quiero tratar en este trabajo, en el contexto de frontera con el mundo
andalusí.
En un principio, Jaca queda casi
al margen de la ocupación musulmana, lo que facilita que ya en el siglo X esté
bajo el dominio del Galindo II. En el siglo XI Sancho Ramírez le da el titulo
de ciudad fijándose ya la capitalidad , la primera capital del ya pujante reino
de Aragón, instaurando sede episcopal, que sobrevive, y dotando a la ciudad de
fuero propio, el famoso fuero de Jaca, arranque de su prospera economía.
El medievalista Lacarra refiere
que el núcleo antiguo de la ciudad se acercaba al monasterio de las monjas
Benedictinas, antes iglesia de San Ginés, cercano al borde sureste
del plano amesetado que acoge el caserío actual. Los escasos restos de su
pantalla pétrea se centran al Sur del convento de las Benitas, un lienzo de
unos 7 m de altura por 1 m de grosor, uniforme , aunque recrecido y con aspecto
de muro medieval, tejido con sillar pequeño y sillarejo, tal vez del s XII.
Estudio Toponímico de las poblaciones citadas
ABIZANDA: Abizanda, fundo de los Sallam que hasta el
XVI se llamó Abinçala. Es curioso que el apellido Abizanda no aparezca hasta
épocas bastante tardías, incluso en los pueblos próximos no aparecen casas con
este nombre. Sí aparece tempranamente el apellido Salamero que debe ser originario de Abizanda. Posiblemente descendientes de la familia
Sallam. Según he investigado en otra zona, la palabra Abizanda viene del árabe
y significa peaje.
ALBERUELA:ALBERUELA, ABARGÜELA. (de Tubo).
De una forma
ALDEHUELA o ALVILLUELA, en el sentido de pequeña población.
ALQUEZAR:
Arabización de la voz latina castro: castillo.
ANTILLÓN:
Antrotopónimo latino, del primer poseedor Antilio.
AYERBE:
Del latín EREMUS: yermo.
BARBASTRO:
Antrotopónimo latino (BARBATIUS) o de un cognomen (BARBOTANUM). La ciudad fue
fundada en el siglo IX por el musulmán Jalaf y los suyos. Barbastro entonces
se llamaba Midyar y era una simple granja con un peñón fortificado. Allí
se enfrentó con Bahlul al que derrotó haciéndose con el control de la
Barbitaniay la comarca de Huesca.
Los musulmanes
al fundar el actual Barbastro debieron tener la sensación de que refundaban esa
gran ciudad que la comarca había perdido al final del Bajo Imperio Romano, por
ello le dieron el nombre antiguo de Barbastur/Barbastro que a su vez, con la
desinencia TANIA, sirvió para denominar ese territorio. Los restos de la antigua
Barbastro parecen corresponderse con los hallazgos en el Monte Cillas de
Coscojuela de Barbastro.
BOLEA: De
la raíz indoeuropea BOL: colina. En germano BUHIL con igual significado.
CLAMOSA:
Del árabe QALA: castillo, y el antropónimo musulmán muza. Castillo
perteneciente a este personaje. (Muzás es un apellido extendido en la zona).
GRAUS:
Del latín GRADUS: escalón.
GABARDA:
Del vascón GABARRO: aliaga.
HUESCA:
De una raíz prelatina ASKA/OSCA: población. Dauzat
y Rostaing ven en esta civitas Auscii
el mismo radical que en el vasco Eusk-ara. Es muy posible que este
radical eusk se originara en el concepto de pueblo o colectivo de gentes
unidos por una geografía, historia, mitología, idioma... Eusk oVasco
sería igual a pueblo en una concepción ancestral. Por extensión, este
radical sería utilizado para denominar poblaciones, en el sentido de agrupación
de hábitats. Estamos ante un fenómeno igual al planteado por el castellano
actual; por poner un ejemplo: se habla del Pueblo Vasco o del Pueblo Aragonés
y, también de Barluenga o de Loarre como pueblos.
Así surgen los
OSCA, uno a este lado del Pirineo como ciudad y posible capital jacetana, antes
de la expansión ilergete por esta zona, y la OSCA (Auch) capital de Aquitania.
Ambas ciudades ligadas onfálicamente, por la presencia legendaria de dos
hermanos gemelos que nacieron en un Loreto, nombre con el que también se
conoce la casa natal de la Virgen María, trasladada a Italia milagrosamente. En
el plano histórico también siguieron los lazos, cuando en 1063 se restituye la
sede episcopal aragonesa mediante un concilio, asisten a él ocho obispos de las
dos vertientes pirenaicas, presidiendo el arzobispo de Auch quien seguía
manteniendo el cargo de metropolitano de Aragón.
En ambas
vertientes pirenaicas se habló un idioma vascón o vasco-ibérico con una amplia
presencia en la toponimia altoaragonesa, a pesar de que hubo una fuerte
latinización que, como hemos visto en la introducción, llevó a la traducción de
topónimos. Osca es pueblo y tiene variantes evolutivas en nuestra provincia
como los cuatro Biescas o los Biascas, Bescasa, Asque... También se une a
elementos descRIPtivos prelatinos, compatibles con la lenguas celtas, como OTO
(alto) en Otobesken o Adahuesca y MEN (montaña) en Benasque. La extensión
geográfica de OSCA, en nuestra provincia, es muy similar a la de ETXABERRI. Se
dan tanto al Norte como al Sur. El OSCA más meridional que se ha encontrado,
hasta la fecha, es un Biescas en Huerto (partida de la Valseca) donde se dice
que hubo pueblo, un yacimiento arqueológico pendiente de estudio parece
corroborarlo.
JACA: Sobre Jaca, Julio Caro Baroja nos aporta los
siguientes datos: En la onomástica que dan las inscRIPciones latinas de
Hispania hay un nombre propio "Iaccus", que se repite en Castro del
Río y Sagunto. El nombre así mismo se da en la Galicia Cisalpina (sic) y es el
propio de un gramático que también enseñó en tierra gálica, del que habla
Suetonio. Según María Lourdes Albertas, que recogió estos datos, son nombres en
que el radical es el mismo de "Iacca", relacionable con el celta
"iaccos" y una raíz indoeuropea, con significado de curar o en
relación con la salud. Entre las inscRIPciones se registra también la voz
"iaccotanus".
El nombre de
Jaca dio lugar a una comarca: Jacetania o Iacetania. Iacetania o Iaquetania,
como se pronunciaría en latín, es muy similar a Aquitania. Los Iacetani
fueron un pueblo vasco-íbero con un claro sustrato celta.
Fueron
habituales por estos pagos lo que se podría llamar comarcas duplex. Aragón fue
un territorio a ambas vertientes de Guara (Ara). Barbitanialo mismo con
respecto a la Sierra de Arbe/Uarbe/Barbe. Los iaquetanos y
aquitanos, bien pudieron ser lo mismo en tiempos anteriores a los romanos. La Iaquetania
se extendería entonces, por el lado ibérico, hasta la ribera del Ebro e
incluiría lo que luego serían comarcas de Sobrarbe, Alta Zaragoza y, quizá,
parte de Navarra y Ribagorza. El idioma utilizado sería el vascón con una
presencia celta y algunas raíces antiguas que son difíciles de discernir, en
cuanto a su pertenencia a una u otra lengua.
LOARRE: Antrotopónimo con sufijo vascón. Lo siento,
pero es lo único que he encontrado. Es increíble que no haya más referencias
hacia un lugar tan importante como es el pueblo y castillo de Loarre. Eso sí, Muchos
historiadores proponen que aquí se encontraba la antigua sede episcopal de la Calagurris
Fibularia, que desaparecería presumiblemente tras la conquista árabe. ¿es
posible que el topónimo calagurris haya derivado hasta Loarre? , tal vez. Pero
tengo mis dudas ya que he leído que a la famosa Calagurris Fibularia se
la ubica en otros lugares como por ejemplo en el pueblo de Biscarrues, ya que
tiene próximo un despoblado que se llama Calaborra.
LUESIA:
del vascón: ilu-hetsi "ciudad cerrada" (amurallada o
vallada). Con la ocupación árabe pasó a llamarse Lawasa.
LABATA: Quizá de LABAZA: trozo de roca escarpada.
MARCÉN:
Antrotopónimo latino de un primer propietario: Marcio.
NAVAL:
Antrotopónimo latino (NAVUS/NAVIUS/NAVILIUS) o de un prelatino NAVA: llano.
PIRACÉS:
Asentamiento en la piedra. La raíz SELT, significa sitio, lugar donde el hombre
para y a veces permanece, unas veces de forma intermitente como majada pastoril
y otras de forma definitiva: sede, silla...
PUIBOLEA:
de Pueyo, que a su vez viene del latín PODIUM: lugar elevado, colina con la
cima más o menos redondeada. Con frecuencia se trata de un lugar dominante
fortificado en las guerras cristiano-musulmanas, con el fin de conquistar una
plaza que existía previamente. Como decía, de Pueyo más Bolea (ver toponímia de
bolea más arriba). En este caso la toponimia vasca permanece y se le une la
romana o tal vez medieval.
PUICINCA:
Colina o podium sobre el rio Cinca.
SOS DEL REY
CATÓLICO: La hipótesis para Sos es que está relacionado con la población
Suessa, posible capital de los suessetanos prerromanos. “Del Rey Católico” es por que Fernando II de Aragón nació
en Sos del Rey Católico el 10 de mayo
de 1452.
SAMITIER:
De San Emeterio.
SEN Y MEN:
Sen de una raíz preindoeuropea SIN: montaña. Men En celta es peña/piedra.
UNCASTILLO:
del latín medieval un castellum .
USÓN: Se han hallado restos de un castillo árabe, similar
al cercano Gabarda, en la cabecera recta de la vieja iglesia románica. Al lado
un petroglifo musulmán de unos 20 metros cuadrados. Los vestigios de castillos
musulmanes se extienden por la zona: Piracés, Grañén, Gabarda, Alberuela, Tubo,
Santo Domingo de Huerto...
Del árabe HISN
(en plural HUSUM): fortaleza rupestre que controla un pequeño territorio.
BIBLIOGRAFÍA
-Arqueología aragonesa
campañas de 1988 y 1989. Gobierno de Aragón. Colección arqueología y
paleontología. Serie arqueología aragonesa. Memorias.
-Arqueología aragonesa
campañas de 1990. Gobierno de Aragón. Colección arqueología y
paleontología. Serie arqueología aragonesa. Memorias.
-La marche supèrieure
d’Al-Andalus et l’occident chrétien. Volumen de la Casa Velázquez y La
Universidad de Zaragoza. Madrid 1991. Recopilación y presentación de Philippe
Sénac.
- El Castillo de Loarre.
Durán Gudiol. Editorial Guara. Huesca 1982.
-Torres y castillos del
altoaragón. Diputación provincial de Huesca y Diario del altoaragón. Adolfo
Castán.
-Caesaraugusta, Nº 72, crónica
del Aragón antiguo, de la prehistoria a la Alta Edad Media (1987-1993).
Institución Fernando el Catolico. Zaragoza, 1994.
-Arqueología medieval en las
afueras del “medievalismo”. Miquel Barceló. Editorial Crítica. Barcelona
1988.
-La conquista de Huesca.
Domingo J. Buesa Conde. Diario del Altoaragón. Huesca 1999.
- Rapport d’activités: les
fouilles de las sillas ( Marcén, Aragón). Philippe Sénac y José Miguel
Pesqué Lecina. 2004-2005.
-Les châteaux ruraux
d’Al-Andalus. Historie et archeologie des husún du sud-est de la l’Espagne.
Casa Velásquez: A.Bazzana, P. Cressier y P. Guichard.
- Diccionario de términos de
arte y elementos de Arqueología, heráldica y numismática. Guillermo Fatás y
Gonzalo M. Borrás. Alianza Editorial. Madrid, 2005.
-Introducción a la numismática
universal. Antonio Beltrán. Ediciones Istmo. Madrid 1987.
- http://www. aragob.es/edycul/patrimo/etno/pueblos/portada.htm
,Estudio toponímico del altoaragón realizado por Manuel Benito Moliner.
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