Autor: ludovico
lunes, 12 de septiembre de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: ludovico
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El acueducto romano de Sevilla
Los Caños de Carmona
Tres son los restos que aún pueden verse de esta obra milenaria, quizá la de mayor antigüedad por su origen que ha llegado hasta nosotros y que en opinión de don Antonio Ponz, era "La antigualla verdaderamente provechosa, y dignísima de conservarse de quantas tiene Sevilla" (Viaje de España. Madrid, 1786, tomo IX, página 207, párrafo 89. Edición facsimilar de Ediciones Atlas. Madrid, 1972).
El más distante al centro de la ciudad está delante de los bloques de pisos de la calle Cigüeña en la Barriada de los Pajaritos, llamada así por que todas sus calles están rotuladas con nombres de aves y que fue construida en 1960 detrás de la Venta de Ranilla y de la Cárcel Provincial, a la que abreviadamente se conocía por Ranillas, hoy vacía y en expectativa de destino. (Foto nº 1)
El segundo se encuentra casi al comienzo de la calle de Luis Montoto, antes llamada Oriente y en los años posteriores a la reconquista de la ciudad (1248), nombrada Calzada de los Caños de Carmona, pues siguiendo el mismo trazado, desde la Puerta de Carmona y por un trecho de casi media legua, corrían la antigua calzada romana que unía esta ciudad con Córdoba para seguir luego atravesando España y la arcada del referido acueducto, por el que llegaba a Sevilla el más importante suministro de agua potable, (5.000 m3/día) de la mejor calidad. Este trozo es el que está en peores condiciones por lo que tuvo que ser zunchado y profusamente apuntalado para evitar su desplome. (Foto nº 2)
El tercero y último estuvo durante años cubierto bajo el puente que, levantado a comienzos del XX, permitía el paso de los trenes procedentes de Madrid y con destino Cádiz, sin interrumpir el tráfico humano y rodado por la citada calle de Luis Montoto, desde siempre la vía de acceso a Sevilla de mayor afluencia. Las sucesivas ampliaciones de la ciudad por este, su costado oriental y los nuevos trazados ferroviarios conllevaron la demolición del puente, permitiendo que tales restos quedasen de nuevo al descubierto. Restos que formaban parte de la llamada Alcantarilla de las Madejas, donde adosado al mismo acueducto, desde no se sabe cuando, había un puentecito que permitía salvar el cauce del arroyo Tagarete que entonces discurría por ahí. (Foto nº 4)
En su origen romano parece haber bastante concordancia entre los autores, pero su datación o no se ha hecho por falta de medios documentales que la confirmen, o no está en la bibliografía de que dispongo, causándome cierta extrañeza que, en obras recientes como "La ciudad antigua" de Antonio Blanco Freijeiro. Historia de Sevilla, Universidad de Sevilla, 3ª ed. 1989 o en "Las edades de Sevilla", -La Sevilla romana- salvador Ordóñez Agulla. Ayuntamiento de Sevilla, 2002, ni siquiera se lo mencione.
En contraposición, el sevillano Luis de Peraza, primero en acometer la elaboración de una Historia de Sevilla, que escribe según el mismo dice en la década de 1530, le dedica el capítulo X de su Década III, (Historia de Sevilla. Luis de Peraza. Transcripción, estudio y notas por Francisco Morales Padrón. Asociación Amigos del Libro Antiguo, Sevilla, 1996, páginas 61-64).
Con anterioridad consta la referencia que hace el viajero alemán Jerónimo Münzer en el relato de de su viaje a España, (1495) en donde se puede leer: "Hay en Sevilla mucha agua potable y un acueducto de trescientos noventa arcos, algunos duplicados por un cuerpo superior, para vencer el desnivel del terreno, va por este artificio gran cantidad de agua y presta muy buen servicio para el riego de jardines, limpieza de calles y viviendas, etc.." Con posterioridad fueron otros varios los que en el contexto de sus obras hicieron referencia al acueducto, aunque no todos las hicieran con igual detalle o extensión.
Así, citados cronológicamente está el presbítero extremeño don Alonso de Morgado, (1587), durante muchos años párroco de Santa Ana, la llamada catedral de Triana; el escritor y poeta utrerano Rodrigo Caro, (1634); el Secretario de la Real Academia de San Fernando, don Antonio Ponz, (1786); el franciscano fray Fernando de Valderrama, que firma su obra sobre la historia de la ciudad con el anagrama de Fermín Arana de Valflora, (1789): el noble sevillano caballero de la Orden de Santiago don Diego Ortiz de Zúñiga, (1795); el también analista sevillano don Justino Matute y Gaviria, (1887); el erudito y también hijo de esta ciudad don José Gestoso y Pérez o el gran medievalista palentino don Julio González, (1951). Mucho más extensa podría resultar la lista pues otros muchos lo citan o mencionan pero basta con los nombrados para no resultar prolijo.
De entre todo lo dicho por ellos y de la manera más breve posible podemos decir:
1º Que casi todos convienen en ser obra romana, levantada posiblemente en los mismos tiempos en que se doto a la ciudad de un sólido recinto murado de PIEDRA que le sirviera de defensa, lo que tuvo lugar entre los años 68 y 65 a.C. cuando Julio César estuvo aquí en Hispalis como cuestor.
2º Que las fuentes de agua que alimentaban el acueducto estaban en un lugar que actualmente se conoce como los Cercadillos de la Huerta de Santa Lucía, en los pagos de Gandul, como a tres tiro de ballesta más adelante de la villa de Alcalá de Guadaira, como escribe Peraza.
3º Que de los casi 17,5 km. de longitud que tenía la canalización desde los veneros alcalareños hasta el depósito distribuidor que había al otro lado de la muralla junto a la Puerta de Carmona, la mayor parte discurría soterrado o a cielo abierto sirviendo su corriente, de sinuoso curso para mover varios molinos harineros, cuyo número varía según los autores.
4º Que al llegar la canalización a la altura de Torreblanca, a unos 4 km. de la Puerta de Carmona, era donde se elevaba sobre los arcos del acueducto, que tenía aquí su inicio, motivo por el cual el lugar pronto fue conocido como Torreblanca de los Caños, topónimo que conserva.
5º Que la arquería contaba con un número de arcos que oscilaban desde los 390 que cita Münzer hasta los 410 que refiere Ponz, lo que más que un error pensamos puede deberse a reformas o adiciones como la citada por Julio González se llevó a cabo en el último cuarto del siglo XIV y en la que se levantaron 103 arcos nuevos.
6º Que en tiempos del califa almohade Abu Yacub Yusuf, el mismo que mandó construir la nueva mezquita aljama de Isbiliya y su alminar (la Giralda), construir el puente de barcas sobre el Wad al-Kebir y el palacete de la Buhaira, entre los años 1171-1172, se realizaron importantes obras de reparación en el acueducto y en el desvío o sangría que desde donde actualmente está la Cruz del Campo llevaba “un gran golpe del agua que traía” (Peraza), para regar la zona de huertas y jardines existentes en la Huerta del Rey, el convento dominico de Portaceli y las nueve huertas llamadas las Nueve Suertes, (Peraza), obra que algunos autores piensan se hizo entonces y otros con anterioridad pues si se sabe que Al-Mutamid, el último de los abadíes que gobernó Isbiliya, (1068-1091), tuvo en la mencionada zona fincas experimentales donde sabios agrónomos estudiaban sistemas, probaban cultivos y hacían todo lo necesario a fin de mejorar las técnicas agrícolas que posteriormente se aplicaban en los feraces y extensos campos de su taifa.
7º Que en las postrimerías del XIII, coincidiendo con el inicio de la Guerra de Granada, siendo Asistente de la ciudad don Diego de Merlo, época en la que por repetidos y amplios periodos de tiempo fue residencia de los reyes y más aún de doña Isabel, que no olvidemos fue en el Alcázar sevillano donde parió a su único hijo varón, el príncipe Juan, se llevaron a cabo nuevas reparos en la canalización y la arcada que la sustentaba, con cuyo motivo fue erigido en 1482 el templete llamado de la Cruz del Campo que dio nombre al lugar, en el que encajonado entre bloques de pisos y un tanto deteriorado por la desidia de las instituciones municipales, arqueológicas y artísticas que debían impedirlo aún puede verse.
8º Que el acueducto llegaba hasta la misma muralla de la ciudad, al lado de la Puerta de Carmona vertiendo el agua que transportaba en un gran deposito que había al otro lado del muro desde donde partían diversas canalizaciones que la distribuían entre veinte fuentes públicas, el Alcázar de los reyes, algunos conventos y palacios de nobles e importantes familias sevillanas.
9º Para concluir diremos que estuvo en uso hasta el XIX y que definitivamente en 1912 fue demolido, salvo los restos a los que nos hemos referido al comienzo.
Es posible que una docta participante en este celtibérico lugar internetiano en que compartimos nuestra afición-vocación por la Historia, me refiero a la Dra. Canto, que realizó hace años un excelente trabajo sobre el Acueducto de Itálica, que he tenido la fortuna de conocer, pudiera enriquecer esta modesta exposición sobre los Caños de Carmona, el acueducto romano de Sevilla.
(remito 4 imagenes para completar el artículo)
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