Autor: Hannon
miércoles, 04 de octubre de 2006
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: Hannon
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Bueno, tomad café que os voy a meter un pedazo rollo de alucinar:
Obeid:
El artículillo del que hablo no está en esta página. Era un trabajo sobre la marcha de Aníbal y, en él, la batalla del Tesino sólo se mencionaba de pasada (por cierto, gran parte del texto que he colgado pertenecía al mismo trabajo)
Esto era lo que yo decía:
“Los autores no se ponen de acuerdo respecto a la ubicación exacta de la batalla. Si seguimos el relato de Polibio, el autor griego nos informa de que transcurrieron dos jornadas desde el cruce del Tesino, durante las cuales ambos ejércitos fueron avanzando por la orilla norte del Po, hasta que los forrajeadores de uno y otro bando tuvieron referencia visual. Cuando esto ocurrió, tanto romanos como cartagineses acamparon (Pol. III, 65, 1-2). Por tanto, sabiendo que habían transcurrido dos jornadas de camino, y teniendo en cuenta los cálculos sobre la velocidad de un ejército en marcha que anteriormente hicimos, imaginamos que, en ese momento, los romanos se encontraban a más de 20 kilómetros del río Tesino –manejando las estimaciones más pesimistas-, lo cual no deja de ser una simple especulación, ya que, por desgracia y como regla general, las batallas no dejan restos que soporten el paso de más de 2.000 años. Así, mientras que Walbank (1957:399) y Caven (1980:117) sitúan la batalla cerca de la actual localidad de Lomello, entre el Tesino y el río Sesia, Lancel (1997:111) piensa que se desarrolló en un punto equidistante entre los dos ríos, situándola además bastante al norte del Po.
Prescindiendo de los detalles que tanto Polibio como Livio nos ofrecen, lo cierto es que la infantería romana fue masacrada y la caballería, totalmente envuelta por los púnicos y con su cónsul herido, se dispersó. En esta situación, a los romanos, conscientes de su inferioridad en campo abierto, sólo les preocupaba alcanzar de inmediato la otra orilla del Po.
En efecto, pese a lo confuso de los relatos tanto de Polibio como de Tito Livio, es de suponer que los romanos cruzaron el Tesino rápidamente, destruyendo a su paso el puente que supuestamente habían construido en dicho río según Livio. Acto seguido, se dirigieron al puente sobre barcas que habían construido sobre el Po, destruyéndolo también tras haberlo cruzado. Es aquí donde nos enfrentamos al problema del supuesto puente sobre el Tesino del que Livio habla; el hecho de que los romanos construyeran un puente sobre barcas en el Po no debería extrañarnos, puesto que era ésta una práctica habitual en la Antigüedad. De hecho, tenemos el ejemplo del puente que Mandrocles de Samos construyó, por orden del rey persa Darío, sobre el Bósforo. El problema es que Polibio (III; 66, 3) habla de un único puente, al parecer ubicado sobre el Po. No obstante, la aparición de la palabra “primer” –que no consta en todas las fuentes manuscritas- ha hecho pensar a algunos autores que se refiere a un primer puente sobre el Tesino. Livio (XXI, 47, 2) parece confundir ambos puentes. Es de suponer que, o bien la traducción es errónea, o que quizás el puente sobre el Tesino jamás existiera y la confusión se deba a un error de Livio. Lo cierto es que el río Po es mucho más caudaloso que el Tesino que, por otra parte, en el mes de noviembre –en el que suceden los hechos- no debía de llevar demasiado caudal, puediendo ser atravesado sin necesidad de puente alguno. Como posibilidad última, pudiera ser que la batalla se hubiera desarrollado en la margen derecha del río, lo cual, por otra parte, no parece probable.
Volviendo al puente de barcas sobre el Po, Aníbal llegó a él justo cuando los últimos romanos lo estaban deshaciendo, apresando a unos 600 hombres, si bien no pudo impedir que las barcas fueran arrastradas por la corriente (Pol. III, 66, 4; Liv. XXI, 47,3; App. Hann. 5). Tanto Brian Caven (1980:107), como Serge Lancel (1997:112) dicen que estos romanos fueron apresados en el Tesino, admitiendo, por tanto, que tal puente existió. En nuestra opinión, y siguiendo a Polibio, los romanos fueron capturados sobre el Po”.
Polibio; III, 64, 1:
“Escipión había cruzado en aquellos mismos días el río Po, y pensaba pasar también el río Tesino. Ordenó a los pontoneros que tendieran puentes, y concentrando al resto de las fuerzas arengó”
Tras la batalla...
Polibio; III, 66, 1:
“Escipión, pues, levantó el campo y avanzó, a través de la llanura, hacia el puente tendido sobre el río Po; quería que sus fuerzas se anticiparan a cruzarlo primero: veía que los terrenos eran llanos y que el enemigo era superior en caballería (...). Durante algún tiempo Aníbal supuso que los romanos presentarían batalla con sus fuerzas de infantería, pero al ver que habían levantado el campamento, les persiguió hasta la primera orilla y hasta el puente tendido encima. Encontró que la mayoría de tablas habían sido arrancadas, pero hizo prisioneros a los custodios del puente, que estaban todavía allí; eran unos seiscientos. Sin embargo, cuando se enteró de que el resto de los romanos estaba ya muy lejos, dio la vuelta he hizo la marcha por las márgenes del río, deseoso de encontrar un puente sobre el Po”.
Livio; XXI, 45, 1-3:
“Cuando la fiebre del combate había penetrado en el ánimo de los soldados de uno y otro bando con estas arengas, los romanos tienden un puente sobre el Tesino y para protegerlo construyen además un fuerte (...) Terminado el puente, el ejército romano cruza hasta el territorio de los ínsubres y hace alto a cinco millas de Victúmulas”.
Livio; XXI, 47, 2-6:
“Por tanto, la noche siguiente, dando orden a los soldados de recoger los bagajes en silencio, se levantó el campamento de la zona del Tesino y se avivó la marcha hacia el Po para que cruzaran las tropas por el puente de balsas que unían las orillas del río y que todavía no había sido desarmado, sin tumulto y sin acoso por parte del enemigo. Llegaron a Placencia antes de que Aníbal supiese con certeza que se habían marchado del Tesino; no obstante, apresó a unos seiscientos rezagados en la orilla del Po que tenía más cerca mientras soltaban sin darse mucha prisa las amarras de las balsas. No pudo cruzar el puente, pues una vez sueltas las amarras de los extremos, todo el entramado de balsas se deslizó a favor de la corriente”.
Y, para los que preguntan sobre las formas de cruzar ríos, atención a lo siguiente.
Livio; XXI, 47, 4-6:
“Celio sostiene que Magón con la caballería y los soldados hispanos de a pie cruzó inmediatamente el río a nado, y que el propio Aníbal hizo pasar al ejército al otro lado por puntos vadeables que había Po arriba, colocando en fila los elefantes como barrera para refrenar la fuerza de la corriente. A los que conocen bien este río les costará creer estos extremos, pues no es verosímil que los jinetes venciesen, con armas y caballos a salvo, una corriente tan fuerte –y eso suponiendo que todos los hispanos cruzasen sobre odres inflados-, y por otra parte tendrían que emplear muchos días de rodeo para llegar a los vados del Po por los que pudiese cruzar el ejército cargado con la impedimenta. Para mí están más autorizados los historiadores que dicen que en apenas dos días encontraron un lugar a propósito para comunicar mediante balsas las orillas del río, y que por allí fueron enviados por delante con Magón la caballería y los hispanos ligeros”.
Volviendo al asunto del Tesino, y antes de que me crucifiquéis definitivamente, yo no he estado en el Tesino en mi vida (aunque espero que Giorgio me invite a pasar unos días en su casa ;-)), pero sí conozco el río Tajo, cuyo cauce en la zona de Aranjuez también tiene un caudal respetable. Pues bien, os recuerdo la batalla que libró en sus orillas Aníbal contra carpetanos y olcades, precisamente en esta zona. Al parecer, los cartagineses, en alarmante inferioridad numérica, evitaron una batalla en campo abierto y decidieron vadear el río Tajo para tomarlo como defensa. Los indígenas intentaron también cruzar el río, pero lo hicieron en total desorden, una arriesgada maniobra que pagaron, pues muchos de ellos murieron antes de llegar a la otra orilla. Los jinetes cartagineses, protegidos de la corriente por sus monturas y en una mejor posición sobre el caballo, los vencían sin dificultad. Muchos indígenas murieron ahogados y aquellos que llegaban a la orilla defendida por Aníbal eran arrollados por los elefantes cartagineses, cuarenta según Livio, muriendo aplastados bajo el peso de los paquidermos. Los que consiguieron retroceder y reunirse fueron puestos en fuga por las tropas de Aníbal
Y una reflexión, ¿cuántos romanos sabían nadar?¿Cuántos palmaron ahogados en Trasimeno?¿Cuántos romanos murieron ahogados en los desastres navales de la I Guerra Púnica, algunos cerca de la costa?¿Cuántos persas murieron ahogados en Marathon?¿Cuántos persas murieron ahogados en Salamina?
Los romanos eran campesinos y Cartago estaba volcada al mar, aunque, eso sí, recordemos que la mayor parte de sus tropas, ni siquiera era púnica.
Un saludo y perdón por el tostón...
Me ha gustado tu artículo, Hannon. Acabo de descubrir celtiberia.net y tengo que decir que ha sido una sorpresa muy agradable. Me da la impresión de que muchos de vosotros sois historiadores y/o auténticos expertos en la materia. Yo no paso de simple aficionadillo a las Guerras Púnicas, pero os quiero plantear unas cuestiones.
Siempre le pregunto esto a los historiadores: ¿qué unidad táctica básica había en el Ejército cartaginés? ¿Se tiene alguna referencia? Es algo que no he conseguido averiguar. Enlazando con la cuestión de si Escipión el Africano fue o no un gran táctico, mi opinión es clara: fue el más destacado alumno de Aníbal y es posible que su contribución al perfeccionamiento del Ejército romano fuese crucial (tal vez encontréis esta última afirmación muy atrevida). He oído con frecuencia que Cannas es una genial interpretación defensiva de Maratón. ¿Qué opináis del planteamiento de Escipión en Ilipa (206 a. de C.)? Es también un doble envolvimiento, pero esta vez ofensivo, como en Maratón. Pero hay algo más. El Ejército romano presenta una movilidad insólita y no actúa como un bloque, al menos desde mi punto de vista. Escipión retrasó el centro romano (compuesto por tropas íberas) y cargó en los flancos con una combinación de Caballería y tropas ligeras. No tengo la referencia, pero leí que Polibio hablaba por primera vez de la cohorte en el relato de esa batalla, aunque no entraba en detalles sobre su organización. ¿Creéis que esa idea pudo aprenderla también de su maestro? ¿Creéis que es posible un planteamiento como el de Ilipa partiendo de la táctica manipular tradicional?
He visto algún comentario en el que se considera a Aníbal Barca el mejor estratega de su tiempo. Admiro a Aníbal, pero en mi humilde opinión fue mejor táctico que estratega. Eligió tal vez la única estrategia posible: debilitar el poder romano en la Península Itálica. Pero para acabar con las alianzas de Roma, la verdadera fuente de su hegemonía, necesitaba batallas de aniquilación como Cannas. Sin embargo, después de Cannas los romanos volvieron a emplear la estrategia fabiana y el plan de Aníbal se empezó a venir abajo. Quinto Fabio Máximo fue el mejor estratega de su tiempo a mi modo de ver, y si se le hubiera hecho más caso la figura de Aníbal no sería tan recordada hoy en día. No obstante, como ya he dicho, considero que Aníbal fue un revolucionario en lo que a táctica se refiere.
No sé si convendréis conmigo en que el planteamiento que empleó Aníbal en Cannas es similar al que utilizó dos años antes en Trebia. En Cannas no utilizó elefantes. Tampoco organizó una emboscada. Por otra parte, la Infantería celta e íbera formó en media luna en vez de en línea como en Trebia. No sé si estaréis de acuerdo en que es posible que la idea de formar en media luna, con más profundidad en el centro que en los extremos, le viniera a la cabeza después de ver que las legiones fueron capaces de romper su centro en Trebia (aunque esta vez no les sirviera para ganar la batalla). Pienso que Aníbal comprendió bien el funcionamiento de la táctica manipular romana. Creo recordar que los romanos llevaban desde mediados del siglo IV empleándola y perfeccionándola, pero recurriendo casi siempre a “forzar el centro”. Los romanos habían encontrado una fórmula que casi les garantizaba la victoria antes de librar las batallas, y les permitía poner generales inexpertos al frente de sus Ejércitos. Mi impresión es que Aníbal les enseñó que hacía falta más movilidad para poderse amoldar al problema concreto que planteaba cada enemigo en cada batalla (y para dejar de ser tan previsibles), y que la Caballería podía servir para bastante más que para adornar. En mi opinión, ambas lecciones fueron bien aprendidas por Escipión el Africano. En Zama lo volvió a demostrar.
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