Autor: Irluachair
domingo, 29 de mayo de 2005
Sección: De los pueblos de Celtiberia
Información publicada por: Irluachair
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La persistencia de la población andalusí después de la conquista
Se trata de ver qué parte de la población andalusí ( término usado por los propios habitantes del al-Andalus para referirse a ellos mismos ) quedó asentada en el territorio andaluz después de la conquista
Contra los tópicos y mentiras sobre la sustitución por castellanos de la población de Andalucía
9.3.-La difícil pervivencia demográfica
Gran Enciclopedia Andaluza del Siglo XXI
Tomo II páginas 283-300
( Gabriel Cano García. y Francisco García Duarte )
Se trata de ver qué parte de la población andalusí ( término usado por los propios habitantes del al-Andalus para referirse a ellos mismos ) quedó asentada en el territorio andaluz después de la conquista; englobando a musulmanes, judíos y cristianos, porque muchas veces se olvida que todos los andalusíes no eran de religión islámica. Desde la entrada de las tropas castellanas en la cabecera del Valle del Guadalquivir a principios del siglo XIII hasta la expulsión, oficialmente definitiva de 1614, transcurren cuatrocientos años, durante los que, como veremos, hay muertes, expulsiones, mantenimientos, regresos, asimilaciones…en un balance difícil. Y eso, por la amplitud temporal del proceso, la extensión del territorio andaluz, los problemas de las fuentes ( casi siempre de tipo fiscal y, en consecuencia, no registra a la población pobre y marginada ), los errores y manipulaciones, etc.
Hay dos etapas claras, que coinciden también con dos espacios, aunque conectados por intercambios fronterizos y de exilios/repoblaciones: la problemática sobre la pervivencia andalusí después de la conquista del Valle del Guadalquivir en el siglo XIII, y la población de origen morisco que quedó en el antiguo Reino de Granada después de las expulsiones. Sin embargo, veremos con algún detalle las fechas principales. Primero desde la conquista de parte de Valle hasta la revuelta mudéjar de 1264, en que arranca otro momento hasta la caída del Reino granadino, aproximadamente las provincias actuales de Almería, Granada y Málaga. Una tercera etapa transcurre desde finales del XV a la rebelión de las Alpujarras en 1568-70. A continuación hay una expulsión parcial de granadinos, parte de los cuales pasan a los Reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla ( más o menos las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla ) y una repoblación, que en gran medida venía a su vez de la parte occidental andaluza, estableciéndose una reubicación de moriscos y descendientes de mudéjares en toda Andalucía, junto con los procedentes y descendientes de otros lugares. Un quinto período va hasta 1614, fecha de la última expulsión, y después veremos que quedó tras ese largo proceso.
9.3.1.-Los mudéjares del Valle del Guadalquivir
Uno de los tópicos que se ha hecho correr sobre la historia de Andalucía es que después de la conquista castellano-leonesa se produjo la expulsión de sus habitantes y la repoblación con nuevas gentes venidas de los reinos cristianos. Haciendo una gran simplificación, se suele establecer que con la conquista de Castilla desaparece en Andalucía todo el sustrato cultural anterior, naciendo una nueva Andalucía como apéndice de Castilla; “la novísima Castilla” la han llegado a calificar algunos.
Se olvida que la conquista del valle del Guadalquivir se hace contra el resto del imperio almohade, ayudados los reyes cristianos por andalusíes hartos del dominio norteafricano. Esta particularidad hace que muchas de las poblaciones andaluzas lleguen a un pacto o pleitesía en virtud del cual reconocían la autoridad del rey castellano; y, en otros casos, como en las principales ciudades donde existían fuertes guarniciones del ejército almohade, se llega a una capitulación después de una resistencia más o menos prolongada. Las guarniciones son expulsadas del país y los recintos fortificados son tomados por los conquistadores, que desplazan a los musulmanes a los arrabales.
La conquista del siglo XIII supone, a nivel demográfico, la expulsión de la población militar almohade y sus más acérrimos aliados musulmanes de estirpe andalusí, pero se mantuvo en sus pueblos y ciudades la mayoría de la población, que en parte era musulmana, pero también había cristianos y judíos. No hay cifras de la población cristiana de al-Andalus pero sí algunos datos que nos indican lo numerosos que eran en el siglo XII. Por ejemplo, la incursión de Alfonso I de Aragón por tierras granadinas, que en su retirada se lleva consigo a más de 10.000. Los almorávides destierran al norte de Africa a muchos de los que quedan (5.000 de éstos vuelven años más tarde a repoblar Toledo) y después de todo eso se mantienen en Granada suficientes cristianos como para enfrentarse al poder almohade de la ciudad años después. Cabe pensar que la población cristiana del valle del Guadalquivir sería también numerosa en el momento de la conquista castellana.
En cualquier caso, hubo un descenso de la población andalusí de la zona conquistada a raíz de la revuelta mudéjar de 1264, que solo llegan a fraguar en algunas ciudades del bajo Guadalquivir; y la muerte o expulsión de la población mudéjar de las que hablan las crónicas hay que circunscribirlas principalmente a esas poblaciones y no a toda la baja Andalucía y una parte de ella fue precisamente al Reino de Granada. La expulsión completa de la población de una zona tan densamente poblada como Andalucía no podía pasar tan desapercibida para la sociedad de la época; hubiese supuesto una conmoción histórica como tiempo después pasó con la expulsión de los moriscos en el siglo XVII. Tampoco la densidad demográfica de Castilla y León estaba tan holgada como para una empresa de tan gran envergadura como la repoblación del valle del Guadalquivir, que, por otra parte tenía ya extensas tierras cultivadas y se precisaba mano de obra, por lo que, como veremos, esas campiñas siguieron pobladas de mudéjares o convertidos. Y está documentado que existían morerías a finales de siglo XIV mucho tiempo después de 1264. Así se sabe de Sevilla, Córdoba, Écija, Priego, Palma del Río, La Algaba o Archidona ( la zona de Antequera pertenecía entonces al Reino de Sevilla y no a Málaga ).
Los mismos que defienden que con la conquista y repoblación de Andalucía nace una “Andalucía nueva, distinta de la hasta entonces existente y radicalmente transformada en sus estructuras básicas -demográficas... ”(Manuel González Jiménez/ En torno a los orígenes de Andalucía: la repoblación del siglo XIII, Universidad de Sevilla, colección de bolsillo 1980. pág-13 ) reconocen que “no obstante, la población mudéjar existente en Andalucía debía ser más numerosa de lo que indican los textos que, por lo general, solo aluden a aljamas legalmente constituidas. A esto moros habría que añadir los pequeños grupos o individuos aislados que vivían en la región y, en especial, los que servían en las casas y propiedades de los poderosos como criados, esclavos o libertos ( Gónzález, 1988, p. 75 ).
Y. así mismo aceptan la escasa fiabilidad de las fuentes: “en algunos casos, del repartimiento sólo han llegado a nosotros simples nóminas o listas de pobladores, casi todas ellas de escasa fiabilidad”.... ”.(pág-24) “Nunca llegaremos a conocer, ni siquiera de forma aproximada, el número de las personas que acudieron a establecerse en Andalucía a raíz de su conquista en el siglo XIII”. ”.(pág-45) Incluso se reconoce el fracaso de la repoblación oficial a la que aluden las crónicas tendenciosas de la época: “Es evidente que puede hablarse de un cierto fracaso, todo lo relativo que se quiera, pero fracaso al fin, de la repoblación “oficial” realizada en tiempos de Fernando III y de Alfonso X”. (pág-156)
Hay que insistir que la documentación o era de repartos de tierras y, por lo tanto, no se refiere a los vencidos, o son censos fiscales que no registran a esa población. Como dice Collantes de Terán ( ) , refiriéndose a un Padrón de Sevilla del siglo XIV, en el que aparecen 2.613 vecinos, que superaría los 4.000, si se suMaran los sectores más pobres, eclesiásticos, los mudéjares, los judíos y una población más o menos flotante, imposible de evaluar. Esto es, que, aplicando el índice cinco, Sevilla tendría unos 20.000 habitantes, de los que unos 7.000 no estaban censados; casi la tercera parte.
Puede decirse que a finales del siglo XV la mayor parte de la población de la baja Andalucía provenía de la que había en las postrimerías del siglo XIII: una minoría mudéjar y otra judía y una mayoría de cristianos: unos descendientes de los propios cristianos andalusíes o de musulmanes conversos, otros de cristianos repobladores descendientes de andalusíes que habían huido al norte durante la dominación musulmana, y otros descendientes de cristianos repobladores castellano-leoneses.
Es lógico pensar, como hacen Domínguez Ortiz y Bernard Vicent en Historia de los moriscos, 1978, que después de varios siglos desde la conquista del valle del Guadalquivir, muchos de estos musulmanes terminaran integrándose en la sociedad cristiana " Gracias a la acción del tiempo, que difuminaría la traza de los orígenes, un cierto número, quizás elevado, de individuos de ascendencia musulmana, quedarían plenamente integrados a los cristianos." Antonio Domínguez Ortiz. Bernard Vincent. Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993 (pág-90)
De hecho, todos los musulmanes convertidos al cristianismo antes de la conquista de Granada pasaban a ser considerados jurídicamente como cristianos viejos, así lo recogía una disposición del año 1526. Esta consideración de "cristiano viejo " la extiende otra disposición de 1585 a todos aquellos "por haberse convertido sus passados a nuestra sancta fee Catholica, antes de la conversión general o venido de Africa a receuirla..." (citada por J. Caro Baroja en Los moriscos del Reino de Granada, 1957). Aclarar estos aspectos sobre el origen de la población de la baja Andalucía en el siglo XVI es importante, porque la mayoría de los repobladores del reino de Granada son andaluces, pero antes de hablar de la repoblación principal, luego de la guerra de las Alpujarras, veamos la situación del Reino nazarí
9.3.2.- Los moriscos del Reino de Granada
9.3.2.1.-La situación antes de 1568
Tras la conquista de Granada hay un breve período en que se permite la religión musulmana y, aunque hubo conversos ( en 1499, 50.000 personas en Granada según Lapeyre 1986 ), la mayoría de los autóctonos se mantienen como mudéjares. Pero las pragmáticas de cristianización forzosa a principios del XV ( sobre todo la de 11 de febrero del 1502 en que se plantea conversión o exilio ), a pesar de las capitulaciones habidas en 1492, hacen que la mayoría adquieran la condición de morisco tras el bautismo.
Sin embargo, algunos prefirieron huir, lo que ocurrió principalmente entre 1504 y 1507, si bien las cifras sobrepasan apenas la centena ( Galán, 1997, p. 81 ), y pronto surge algo que está presente en todo el proceso, la cuestión económica. La repoblación tras la conquista fue escasa y hacía falta mano de obra, por lo que aparecen autorizaciones para que se permitieran trabajadores moriscos en zona litoral ( por el contacto con berberiscos ), como los casos que cita Galán, 1997. Uno es la orden por cédula real de 5 de abril de 1505 para que el corregidor de Granada autorice “ a los moriscos a labrar las tierras que el licenciado Zapata había comprado en Albuñol, prohibiéndole que los prendiera, siempre, eso sí, que dejaran sus mujeres o hijos en los lugares que ahora viven o en otros que estén apartados del mar” ( p. 107 ).
Cuando hablamos de población granadina en estas fechas sólo podemos referirnos a estimaciones que según se basen en unas u otras fuentes pueden dar cifras muy dispares. Como dice Julio Caro Baroja ( 1957 ) "Los cálculos acerca de la población morisca del reino de Granada y sobre la población total del mismo reino en tiempos de Felipe II no pueden ser más que aproximaciones". Caro Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición. (pág-81)
Ladero Quesada, en su libro Granada después de la conquista, repobladores y mudéjares, 1993, cifra la población del reino de Granada antes de la conquista en unas 300.000 personas. Laredo Quesada, Miguel Angel “ Granada después de la conquista, repobladores y mudéjares”, Diputación de Granada-1988 (pág-242)
Después hay una fluctuación de la población; por un lado existe una "emigración" al norte de África, que aunque no muy numerosa, sí es significativa porque afecta a una parte de la nobleza nazarí con la familia real al frente. Por otro lado existe un flujo de emigrantes cristianos "andaluces en su mayoría" como reconoce el propio Ladero Quesada (pág-7) , hacia los nuevos territorios conquistados. Esta primera repoblación "se centra sobre los núcleos fortificados y abandona a la antigua población musulmana buena parte de la tierra y de los lugares abiertos". (pág-6)Por lo que debemos pensar que la proporción de nuevos pobladores cristianos con respecto a la antigua población nazarí no sería muy importante antes de la sublevación morisca de 1569.
Si aceptamos la cifra de 50.000 vecinos moriscos (unas 250.000 personas) que nos da en su "memorial", Nuñez Muley ( "un hombre prudente y conocedor de la realidad" como dice Caro Baroja “Los moriscos del reino de Granada, Ediciones Istmo, 2ª edición, Madrid-1976, pág-82
los que había en el reino de Granada antes de la sublevación, hemos de pensar que la población morisca era superior a la cristiana. Estudios posteriores rebajan esos datos, pero hay bastante coincidencia en que estarían en torno a los 160.000, cifra publicada por Domínguez Ortiz y Bernard Vincent en 1978 ( 162.000 moriscos y 155.000 cristianos viejos antes de 1568 ); Vincent, 1985, evalúa para 1561 la población andalusí en 164. 376 y la cristiana en 127.606; Galán, 1997, obtiene la cifra la población morisca del antiguo Reino nazarí en 31.000 vecinos, esto es, 155.000 habitantes, de los que más de 20.000 en la capital. y otros cálculos demuestran, así mismo, números y proporciones entre ambos grupos muy similares a éstas.
Cuando se desciende al detalle de estudios comarcales y locales según libros de Apeo tras la guerra de las Alpujarras, aparecen cifras más altas, a veces sorprendentes. Así en la Comarca de Baza había pueblos con más del 90 % de autóctonos ( Zújar 503 vecinos, más de 2.500 habitantes, y sólo 39 familias repobladoras, Cano, 1974 ); algo parecido ocurre en el Valle del Almanzora, donde Cantoria tenía 250 vecinos moriscos y 10 cristianos viejos ( Ferre, 1979 ); Guadix contaba casi el 80 % de moriscos ( Fernández Segura, 1990 ); entre el Valle de Lecrín y las Alpujarras había más de 30.000 musulmanes en 1504 y, según Domínguez Ortiz y Bernard, 1978, “en las Alpujarras sólo había dos o tres cristianos en cada aldea “ ( p. 43 ). Noticias de viajeros ratifican esos datos, como la del alemán Jerónimo Munzer en 1494, que en el pueblo almeriense de Sorbas dice: “ no hay más que moros” ( citado por García Mercadal, 1952, p. 347 ); en Tabernas, “ no vive más que un solo cristiano, en cuya casa nos hospedamos “ ( p. 348 ); y en Guadix “…expulsados los sarracenos, está hoy poblada por cristianos solamente…En las aldeas del término todos, o la mayor parte son moros…gente muy diligente…que da al año más tributo a su señor que tres cristianos juntos y son verídicos, justos y fieles “ ( p. 351-52 ). Esta cita es importante porque ratifica las razones económicas de la presencia y posterior transigencia hacia esta población. Y, también porque, comparando con los datos anteriores de Fernández Segura, viene a confirmar que una cosa es la población urbana y otra la rural. En 1524 Juan Dantisco, embajador polaco en la corte de Carlos V, escribía sobre Granada que les había costado trabajo encontrar hospedaje “ pues la mayor parte de las casas son todavía de moros, cristianos solo de nombre, que temen mucho a los forasteros, pero especialmente a los españoles” ( García Mercadal, 1952, p. 805 )
9.3.2.2.-Expulsiones y regresos tras la guerra de las Alpujarras de 1568-70
Aunque la población autóctona fuese mayoría, los incumplimientos de los pactos reales, la presión de los poderosos más intransigentes y las dificultades de la convivencia llevan a la rebelión de una parte de los granadinos que se hacen fuertes en las Alpujarras liderados por Aben Humeya, verdadero nombre de D. Hernando de Córdoba y Válor. Derrotados tras una dura guerra, se decreta la expulsión de los moriscos del Reino de Granada ( las tres provincias orientales del litoral andaluz ), calculando Domínguez Ortiz y Vincent ( 1978 ) la deportación de 50.000 en noviembre de 1570 hacia Andalucía y Castilla, pero antes habían salido unos 20.000 y después unos 10.000 ( Vincent, 1971 ); 80.000 en total, aunque algunos autores calculan otras cifras; la más alta próxima a los 150.000 ( según Tomás González teniendo en cuenta la disminución de ingresos en la Corona ), cálculos que a Lapeyre, 1986, que cita al autor anterior, no le parece “ nada seguros” ( p. 149 ).
Al comparar estas cifras con las anteriores a 1568, obtenemos distintos balances: si escogemos las más altas de ambas fechas ( Núñez Muley y González ), habrían quedado unos 100.000 moriscos y, si comparamos las más aceptadas de 160.000 y 80.000, respectivamente, se reducirían a 80.000. El criterio de restar a las más bajas de 1568, las más altas de 1571, no parece científicamente adecuado, y aún darían saldos positivos.
Pero queremos que en estos cálculos se olvida algo importante: el crecimiento de población, de manera que entre las cifras de finales del XV o principios del XVI y 1570 transcurren unos 70 años, en que existe un incremento vegetativo. No es fácil saber en qué medida, aunque caben aproximaciones: la natalidad era cercana a la biológica sin restricciones, en torno a 40 por mil habitantes ( hoy en Andalucía sobre el 10-11 ) y la mortalidad, bastante más alta que la de ahora ( 8 por mil más o menos ) se situaba en los alrededores del índice 20, lo que arroja un incremento natural del 20 por mil o 2% anual. Las cifras anteriores a la guerra de las Alpujarras no siempre se sitúan en una fecha concreta; los 164.376 moriscos de 1561, según Vincent, nos da ( aplicando la tasa citada en fórmula cumulada ) una población de 196.444 en 1570 y de 200.373 en 1571, por lo que si admitimos los 80.000 expulsado, el balance es de unos 120.000.
En cualquier caso, más allá de las estadísticas, que siempre son difíciles de comparar, la mayor parte de los autores coinciden en que fueron muchos los que quedaron. Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, dicen que en el interior del Reino de Granada “ la comunidad morisca se incrementaba regularmente “ y una encuesta de 1580 censaba a 8.698 “ sin contar a todos aquellos que escaparían al censo “ ( p. 68 ) y hubo pequeñas expulsiones después de la expulsión principal; la última en 1585 en que salieron 404 granadinos hacia Extremadura, pero “ las autoridades no podían o querían, a pesar de la persistente movilidad de los moriscos, organizar nuevas deportaciones “ ( p. 69 )
Lapeyre, 1986, menciona las preguntas hechas a corregidores después de 1571 acerca de cuantos se marcharon y quedaron, pero aquéllos no respondían siempre a todas las preguntas. “Particularmente pocos se arriesgaban a decir cuantos moriscos habían partido…” ( p. 150 ). En cambio sí consignaban altas cifras de muertos, que arroja una mortandad media del 20 % en total en 3 o 4 meses, lo que resulta más que sorprendente, por lo que que algunos “ pudieron fácilmente pasar por muertos y a los corregidores no les interesaba declarar un gran número de infracciones…” ( p. 151 ).
Los regresos están documentados, unos a sus mismos lugares de origen, muchos a otros próximos, con apellidos cambiados, unos en castellano otros topónimos o nombres de lugares, contando con el consentimiento de las autoridades y las necesidades del trabajo en el campo. Señalan Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, que al poco tiempo de asentar moriscos muchos se había marchado, como el caso de 166 granadinos deportados a Extremadura en 1584, de los que sólo quedaban 40 al año siguiente ( p. 88 ) Los grandes crecimiento vegetativos de algunos pueblos ( según tasas anuales acumuladas calculadas por Cano, 1974, para la Comarca de Baza, que alcanzan hasta casi el 40 por mil ) revelan importantes regresos ( p. 28 ). Y el mismo autor incluye en la página 487 una lista de los apellidos de moriscos de Zújar, según el Libro de Apeo de 1572 , algunos tan irreconocibles como Ballestero, Caballero, García, Jiménez, Martínez, Navarro o Santiago, además de topónimos de lugares del mismo reino granadino o de Jaén, como Cazorla, Freila, Huéscar o Tabernas.
Abundando en los testimonios citados acerca de la tolerancia de autoridades, véase lo que escribe Lapeyre en 1986, página 155, en relación al mismo rey Felipe II, tras conocerse que “ gran número de moriscos granadinos había regresado a su país de origen, infringiendo así las órdenes reales “. Hay una reacción en 1582 para aplicar medidas ( hasta penas de galera ) que fueron decayendo paulatinamente por la intervención de la Junta de Población de Granada y “el rigor de las prescripciones reales se atenuó poco a poco: el 13 de febrero de 1583 se trataba únicamente de ordenar a los moriscos vagabundos que volviesen al lugar de su residencia que les había sido atribuido “ ( p. 155 ). Es decir, ninguna medida para los regresados que estuviesen asentados y trabajando. Porque no olvidemos la necesidad de campesinos y los beneficios fiscales que reportaban, ni que antes de 1570 , como ocurría en Baza, según Castillo, 1995, “ como un 30 a un 40 % de la población por aquellas fechas era de origen musulmán, la mayoría de ellos obtuvieron su sustento sirviendo de mano de obra barata en las fincas de los cristianos como jornaleros, arrendatarios y censatarios “ ( p. 211 ).
Ese mismo autor, al igual que otros, recoge la adquisición de propiedades por parte de los moriscos, lo que no es más que el complemento necesario de los atestiguados abandonos por parte de repobladores cristianos, que recibían el lote, lo vendían y volvían a su tierra. Entre 1587 y 1590 aparecen en Baza “ varias haciendas completas de moriscos de la jurisdicción entre los bienes alquilados…La explicación es que la mayoría de estas haciendas fueron reconocidas a sus dueños moriscos que pudieron quedar tras la expulsión, pero en la mayoría de los casos sólo pudieron gozarlas de por vida o murieron sin sucesión. Al producirse esta contingencia no se repartieron entre las suertes de los vecinos…, sino que pasaron a engrosar el Ramo de Censos Sueltos, más concretamente los arrendamientos, que permitían mayor rentabilidad para la Hacienda Real. Llama la atención que muchas de estas haciendas eran pujadas y obtenidas por parientes de los antiguos propietarios o incluso por el propietario mismo ( si no se le había respetado su propiedad ) “, como la familia Alférez o Jorge Martínez Chillón ( p. 194 ). Los detalles que proporciona Castillo para Baza son sumamente ilustrativos, pues “parte de los morisco que permanecieron con ‘orden’ en la ciudad acudieron a las almonedas de las haciendas de sus antiguos correligionarios…mientras sus anteriores fincas eran subastadas” ( p. 217 ). Y cita a compradores moriscos, como Luis Enríquez, Juan Adán, Diego el Purchení ( Purchena es un pueblo de Almería ), “ seise de su Majestad”, Juan de Carmona Almorox, Diego Pérez Zaheli o Juan de Ronda Alhaquín. Más aún, algunos moriscos ejercían de intermediarios y “ trapicheaban y controlaban los arrendamientos, subarrendándolos a terceros “, como Francisco Ramón o Andrés de Zaraín ( p. 218 ).
Aparte de comprobarse que los apellidos no eran delatores de moriscos ( y de que cuando así aparecía solía ser el segundo, que se pierde a la siguiente generación ), se nota que en aquellos lugares, como Baza, en que se ha desarrollado una investigación, se derrumban los tópicos de las expulsiones totales y surge con fuerza los motivos económicos de las permanencias y regresos. “ Últimamente se está revisando por los investigadores la visión tradicional de la minoría, en algunas zonas mayoría, morisca. Parece llegada la hora de dejar de planteare el problema desde el punto de vista exclusivo del enfrentamiento de culturas y de considerar a los moriscos como una clase social, uniforme y homogénea en sus interior…A nuestro entender habría que enmarcar el proceso dialéctico entre ambas comunidades más en el plano económico que en el religioso “ ( Castillo, 1995, pp. 197-198 ).
Ya en 1974 Cano aludía a algunas de esas cuestiones, dado que las propiedades de los moriscos del Reino de Granada fueron confiscadas en febrero de 1571y pasaron a pleno dominio del Rey, que las reparte mediante el pago de un censo enfitéutico, que independientemente de que los arrendatarios fuesen morisco o cristianos, estuvo gravando el antiguo reino nazarí hasta nada menos que 1868, estableciendo una discriminación fiscal que tiene mucho que ver con el subdesarrollo secular de la zona.
Y además de todo eso, hemos dejado para el final de este epígrafe que antes de los regresos, hubo una parte de la población morisca, que no fue expulsada. Por un lado porque en 1572 se autorizaba a que entrasen en el reparto la quinta parte de los antiguos musulmanes y en algunos Libros de Apeo así consta ( Cano, p. 29 ). Por otro lado, quedaban por lo general de forma legal los menores de catorce años y los mayores de sesenta y algunos matrimonios mixtos. El abandono de muchos repobladores cristianos preocupa por efectos fiscales y de cosechas, por lo que una Provisión de 30 de septiembre de 1595 permite a los “ naturales del reino” tener propiedades. Cuando se investiga con detalle en un pueblo o comarca aparecen discrepancias fuertes en las cifras. Así por ejemplo Ferre ( 1979 ) calcula un total de unos 11.000 moriscos antes de 1570, cuando Vincent, 1970, afirma que el número de concentrados en Vera procedentes de la comarca para su deportación era de 3.000. Así, que aun admitiendo distintas delimitaciones de la comarca, parece demostrarse que no todos se fueron. Y, como hasta ahora hemos rozado solamente un aspecto importante de esta historia, cual es la repoblación, la abordamos ahora.
9.3.3.-Intercambios de población en el conjunto andaluz a fines del XVI
Con el título del epígrafe queremos decir que después de 1570 se producen traslados desde el Reino de Granada a los de Jaén, Córdoba y Sevilla ( esto es una parte de los moriscos expulsados ) y, después, desde éstos a Granada como repobladores cristianos, aunque algunos no lo fueran o descendiesen de antiguos mudéjares asimilados. Vayamos por partes.
En primer lugar, en la parte occidental de Andalucía ( abreviaremos así lo que hoy son las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz ) se había producido, luego de trescientos años, una asimilación de la población autóctona que quedó o regresó. A ello hay que sumar los intercambios fronterizos y antes de la guerra de las Alpujarras estaban dispersos y agrupados en las llamadas morerías, de las que “casi no había ciudad castellana o andaluza de alguna importancia que no tuviera la suya “. Y estos núcleos de “moriscos antiguos” quedaron muy reforzados con la llegada de granadinos (Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 80 ). Y tanto estos autores ( p 81 ) como Lapeyre, 1986 ( p. 154 ) proporcionan cifras de algunas morerías andaluzas hacia 1580: en Sevilla y sus arrabales más de 6.000, Córdoba, 4.628, Jaén 2.100, Baeza 1.116, Úbeda 1072, Cabra 662 . Y entre las diócesis de Córdoba y Jaén su,aban más de 15.000 moriscos granadinos ( Lapeyre, p. 154 ). Incluso Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, incorporan listas de la procedencia de moriscos en diversos lugares ( pp. 53-54 ), con lo que a las morerías más numerosas citadas antes, hay que añadir las de Carmona , Ecija, Estepa, Osuna, Guadalcanal y Martos. Lapeyre, 1986, adjunta en sus libro mapas en los que se localizan la presencia de moriscos en censos desde 1581 a 1610, resultando, nada menos que 137 lugares.
En segundo lugar nos referimos a los repobladores que van al Reino de Granada. La teoría tradicional -que no se basaba en conocimientos documentados- de que la mayoría de los repobladores venían de Galicia, Asturias y Castilla-León ( porque, eso sí, es donde se hicieron las principales llamadas, que tuvieron poco eco ) está siendo desecha por las nuevas investigaciones. Con respecto a los primeros repobladores que llegan al Reino de Granada, Ladero Quesada, 1993, afirma que "la mayoría de los inmigrantes eran andaluces". Los repobladores que llegan después de la rebelión y expulsión de 1570, también lo eran; Bernard Vincent, tras analizar el origen de 10.000 repobladores comprueba que la mayoría son andaluces, seguidos de lejos por castellano-manchegos y murcianos y algunos casos aislados de otras partes.
Tan sólo en las zonas limítrofes con Murcia, destaca esta procedencia; es el caso del Valle del Almanzora, a dónde sólo llegan el 13.5 % de andaluces ( la mayoría de Jaén ) y el 45.5 del reino de Murcia. Sin embargo ya en la Comarca Baza, cerca también de tierras murcianas, los repobladores de ese origen tras 1570 de Cúllar y Zújar suman el 26.6 % y los andaluces el 37.4 ( casi todos de Jaén ) más el 8.1 % de originarios, lo que da casi la mitad de andaluces, mientras los castellanos suponen el 13.8 % ( Cano, 1974, p. 26 ). Los repobladores del Condado de Casares (Málaga) provienen en un 82% del resto de Andalucía, especialmente de la provincia de Cádiz (Rafael Benítez Sánchez-Blanco; "Moriscos y cristianos en el Condado de Casares" colección de estudios cordobeses. Diputación de Córdoba-1982. pág-237-239). Los repobladores de la pequeña población de Dólar, en el marquesado del Cenete, provienen en su gran mayoría (62%) de la provincia de Jaén. (Ricardo y Rafael Ruiz Pérez, "La repoblación de Dólar después de la expulsión de los moriscos" 2ª edición, Editado por Diputación de Granada y Ayuntamiento de Dólar. pág-50
De los repobladores del pueblo granadino de Alfacar, alrededor del 80% son de Andalucía. (Manuel Barrios Aguilera, "Alfacar morisco” coedición de la Universidad y Diputación de Granada,, 1984, pág- 108).
Seguramente nuevas investigaciones incidirán en la cuestión, pero, de momento, queda comprobado ese trasvase de población entre las dos partes de Andalucía, lo que vendría a justificar la importancia del legado andalusí, por un lado, y que las diferencias históricas entre el oriente y occidente andaluz hay que matizarlas mucho.
9.3.4.-La expulsión de 1610 y los embarques hasta 1614
A finales del silo XVI el Reino de Granada estaba “limpio” de moriscos oficialmente, auque ya hemos visto que no era así que, sin contar los numerosos regresos, Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, cifran en unos 10.000 ( p.81 ) y Lapeyre, 1986 ( recordamos otra vez que la edición francesa es de 1959 ) en 8 o 9.000 personas, según el impuesto especial de la “farda”, creado en 1603, si bien los datos derivados de fiscalidad siempre están por debajo de la realidad.
En cuanto a la parte occidental ( Jaén, Córdoba, Sevilla Cádiz y Huelva ) ya hemos visto el número de morerías y la importancia de algunas; las cifras de principios del XVII proporcionadas por Lapeyre ( pp. 181-204) demuestra el crecimiento de las más: destaca Córdoba con 4 o 5 .000, Jaén, 2.225, Baeza 1986, Priego, 1768, Écija, 1.100, Úbeda 1.001, Andujar 800, Cabra 749, Alcaudete 401, Lucena 381, Beas de Segura 350, Quesada 335, Cazorla 322, Santisteban del Puerto 305, Baena 274, El Carpio 264, Constantina 252, Utrera 231. Pasaban de la centena las morerías de Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Alcalá de Guadaira, Carmona, Alcalá del Río, Adamuz, Aguilar, Puente Genil, Bailén, Bédmar, Cambil, La Iruela, Martos, Porcuna y Villacarrillo. Y se acercaban a los cien en Alcalá de los Gazules, Aracena y Castilblanco de los Arroyos. Nótese, a propósito de este caso y de otros que se trata de pueblos muy pequqños donde una centena de moriscos “ oficialmente censados “ suponían una importante parte de la población ( la g4ran mayoría en pequños núcleos jienenses ), incluso en Sevilla, la más importante por cierto, casi eran el 10 % de la población total.
“ Con sus 7.503 moriscos, una buena parte de los cuales en Triana, Sevilla era pues la ciudad de España que contaba con mayor número de ellos…El hecho, aunque poco conocido, no tiene nada de extraño, pues Sevilla, con más de 80.000 habitantes, era la primera ciudad de España. Diego Ortiz de Zúñiga…pretende que había pocos…La explicación, nos dice el marqués de San Germán, es que estos moriscos sevillanos estaban muy mezclados con los ‘cristianos viejos’… y ‘los moriscos de la Andaluzía les tengo por muy ricos y que en el traje y lengua se nos parecen mucho mas que los del Reyno de Valencia “ ( carta de San Germán en octubre de 1609, citada por Lapeyre, 1986, p. 182 ). Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen la publicación de Gestoso, 1904, según el cual “ moriscos eran los alfareros que bajo el disfraz de nombres cristianos poblaban los barrios de Sevilla, siéndolos también los que en pobres viviendas producían riquísimas telas, labrados cueros, artísticas obras de metal de cobre o de plata, armas, jaeces de caballos y demás objetos de arte suntuario..Los libros bautismales de la parroquia de Santa Ana nos muestran cada paso pruebas de la clase de pobladores del extenso arrabal de Triana en el siglo XVI “ ( p. 117 )
El 22 de septiembre del 1609 se hizo público el bando de expulsión, en el que se incluían una serie de excepciones, que ahora sólo enumeramos, siguiendo a Domínguez Ortiz y Vincent, 1978: los señores tenían derecho a nombrar al 6 % de las familias para que se quedasen, se exceptuaba a los que desde hiciera dos años viviera entre cristianos “ sin acudir a las juntas de las aljamas”, y a los que comulgaran con licencia de sus párrocos, se permitía quedar a los menores de cuatro años con el consentimiento de sus padres y se obligaba a dejar a los niños de menos de siete años si los padres marchaban a tierras mahometanas ( “ sólo en Sevilla quedaron unos 300 menores, de cuyo sustento y educación se hizo cargo el opulento cabildo hispalense “Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 187 ). También permanecían los matrimonios mixtos si el marido era cristiano viejo, pero si lo era la mujer ésta podía elegir en irse con la familia o quedarse. Así mismo los descendientes de turcos y berberiscos que hubiesen venido a a convertirse y aquellos moriscos, que, “ según certificado de sus prelados, hubieran vivido como cristianos. A los que tenían ejecutorias, privilegios o pleitos pendientes sobre su calidad de cristianos viejos o exención de la farda , se estaría a lo que resultara de los pleitos “ ( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 187 ).
Como se ve, de entrada la expulsión no era general y se dejaban puertas abiertas a numerosas exenciones, que debieron ser muchas a juzgar por las presiones que para evitar la deportación o disminuir sus efectos hicieron sobre todo los señores y algunas autoridades, más por razones económicas, de mano de obra barata, arrendamientos, impuestos, etc.. No podemos hacer una enumeración de casos, pero citamos el de Úbeda, donde el Consejo y el Cabildo defienden a “ los doscientos veçinos del reino de Granada, poco mas o menos y en xeneral an sido jente pobre y de poco trato y caudal sustentandose con su trabajo en la labor de los campos y algunas tiendas de fustas y simillas de poco valor, an vivido con demostración de fieles cristianos…” ( Lapeyre, 1986, p. 182 ).
Además muchos autores coinciden en que en Andalucía hubo más exenciones y, para empezar, el bando de expulsión fue posterior ( publicado el 10 de enero de 1910 ) y con mejores condiciones en cuanto a la venta de bienes. Lapeyre, 1986, contabiliza 1.121 embarque por Málaga en 1610 y 825 por ese mismo puerto y Almuñécar en 1611, procedentes del Reino de Granada, cifras que extraña al autor y a Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, y aseguran que no están incluidos los moriscos de Archidona. Pero por muchos que fueran éstos ( un lugar cercano como Lucena con 381 aparece como una morería importante ) sumados a los 1.946 embarcados no tiene nada que ver con las cifras calculadas antes sobre los moriscos que quedaron en las tres provincias después de la expulsión de 1570. Eran las siguientes:
a) 80.000, según cifras aceptadas de residentes antes de 1568 ( unos 160.000 ) y los 80.000 expulsados que se calculan. Pero, aplicando las tasas acumuladas de crecimiento vegetativo ya mencionadas antes entre 1570 y 1610 ( 40 años ) resultaría una población de 176.000
b) Haciendo lo mismo, pero aplicando esas tasas desde 1561, datos de Vincent, en 1610 habría 264.964 moriscos
c) Aplicando las cifras más altas de salidas en 1570 ( Tomás González casi 250.000 ) con el mismo crecimiento vegetativo, en 1610 habría 110.000
Es decir, que los dos mil embarcados, más los de Archidona, más los resultados de la segunda orden de expulsión , leída en Granada el 30 de marzo de 1611 ( de la que no hemos visto cifras, pero que “ concernía a varias categorías de moriscos que habían conseguido eludir las anteriores “Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 188 ) dejan más de 100.000 moriscos con los cálculos más restrictivos. Las opiniones y noticias, como veremos, avalan esas tesis. Pues, “ a pesar de todo, muchos de ellos quedaron en el reino granadino, ya ateniéndose a excepciones legales, ya confundidos y mezclados con la población cristiana vieja, y con la complicidad e ésta , que no sentía hacia ellos el odio que se manifiesta en otras regiones “ ( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 188 ) porque habría que añadir que muchos de los repobladores de 1570 eran andaluces, moriscos de otros lugares y descendientes de mudéjares, como vimos. Hay documentación de que oficialmente quedaron en Granada “ cañeros”, conocedores de tierras, tintoreros…
CUADRO
NÚMERO DE MORISCOS EN 1609, SEGÚN LAPEYRE, 1986
Provincia Cádiz Córdoba Huelva Jaén Sevilla Total Oeste andaluz
Lugares 11 20 15 31 23 100
Personas 428 4.209 305 9.181 9.950 24.073
En cuanto a la parte occidental de Andalucía, Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen la cifra de 29.939 salidas, proporcionada por Lapeyre, 1986, p. 253, sumando todos los lugares ( Sevilla, 18.471 y Málaga, además de unos pocos en Gibraltar y Almuñécar para los de Granada ), fechas ( desde enero de 1610 a principios de 1612 ) y destinos ( de los 17.569 salidos desde Sevilla en 1610, más de 8.000 iban a Ceuta y Tánger ), a los que hemos de añadir los 133 expulsados por Málaga en 1614, última deportación. O sea, unos 30.000, que, si aplicamos, el crecimiento acumulado vegetativo que venimos utilizando para la época ( 20 por mil ) da una población base en 1570 de 13.636, lo que parece muy inferior a la parte de los 80.000 granadinos expulsados, si bien ratificaría los regresos.
Recordemos que, Lapeyre 1986, cartografía 137 lugares con moriscos antes de 1609 y en la relación que aparece en las páginas 202-204, junto con el número de personas, sólo constan 100, como puede verse en el cuadro anterior, de forma que la cifra de 24.073 no es completa. De todas maneras da la impresión que embarcaron a la gran mayoría de los registrados como moriscos, lo que por otra parte es coherente con el decreto de expulsión. Sin embargo, sabemos que parte de los andalusíes de la zona occidental ya se habían asimilado desde mediados del XIII. Y, si aplicamos las tasas acumuladas de crecimiento vegetativo del 2 % anual entre 1570 y 1610, resulta que los 30.000 de la última fecha serían 13.636 en la primera, cifra muy baja, ni aunque todo los embarcados fuesen descendientes de granadinos, como apuntan la mayoría de tratadistas. Más aún cuando ellos mismos afirman que de los 80.000 ( y no digamos si eran 250.000, como sugiere Tomás González ) expulsados en 1570, la mayoría fueron a la parte occidental de Andalucía. Además después de las últimas expulsiones hubo muchos regresos, cuestión de la que nos ocupamos ahora.
9.3.5.-Los avatares tras la expulsión
Muchos andalusíes iban dirigidos a Ceuta y Tánger, plazas portuguesas, pero “ la unión dinástica realizada por Felipe II y la proximidad geográfica nos autorizan a considerar los enclaves de Marruecos como un anejo de Andalucía…y, si bien facilitaron el desembarco de exiliados en tierra africana, sirvieron también de parada a los regresos clandestinos” Por eso había noticias de múltiples retornos a Andalucía, donde “las autoridades eran probablemente más indulgentes “ ( Lapeyre, 1986, pp. 219 y 224-225 ). En la primavera de 1611 se enviaron nada menos que tres comisionados para investigar los grupos más importantes de sustraídos a la expulsión y retornados.
Uno estaba en la Algaba, cerca de Sevilla, con unos 400, que supuestamente fueron embarcados en septiembre de 1611, pero un año después aun se preguntaban a los patrones de los barcos si habían cumplido sus compromisos; con ellos y con los de Archidona, que tenían ejecutorias a su favor y no consta su salida. Cerca de allí se averiguó que 250 moriscos de Osuna y dos localidades vecinas habían obtenido permiso para volver desde Málaga en 1610. El comisionado enviado a Córdoba y Jaén, zonas con bastantes moriscos, como vimos, “ y donde habían conseguido quedarse algunos, especialmente en Jaén, Quesada y Adelantamiento de Cazorla, no parece haber sido muy fructífera…Finalmente D. Tadeo recibió de Madrid la orden de acabar de una vez por todas y de llevar a Málaga a los moriscos que había descubierto. Pero éste no llevó más que 270 personas…” “ En Granada D. Francisco de Yrarrazábal…chocó con las autoridades locales, corregidores y regidores “ ( Lapeyre, 1986, p 221 ).
Tras la partida de los tres comisionados, todavía se encargó en 1612 a Lópe de Zerón de expulsar a los que volvían, pero tuvo también muchos problemas con las autoridades. Y por entonces existía la impresión de grandes cantidades de ocultaciones y regresos, como la que recoge Lapeyre ( p. 234 ) de un Memorial de 1612, según el cual, y de forma sin duda exagerada, “ Andalucía estaría llena de moriscos”. Pero también noticias concretas como las de Almería o Sevilla, citadas por Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 253. En noviembre de 1612 se retiró al conde de Salazar su omnímodo poder “por estar ya hecho lo más esencial de la expulsión “ y todos los pleitos y diligencias se pasan al Consejo de Castilla con el descontento de los más intolerantes que veían facilidades para la permanencia de los moriscos. En el último embarque conocido, principios de 1614 en Málaga, sólo constan 133 personas y en febrero “ se circuló a las justicias orden de S.M. determinando que se dé por acabada la expulsión …y que no se admitieran más delaciones, salvo si se les probare que había vuelto del destierro…” ( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 224 ).
Pero la tenacidad de los deportados no parece tener límite y se suceden las opiniones y denuncias, como la del mismo conde de Salazar en 1615. No obstante, como señalan Domínguez Ortiz y Vincent, con el reinado de Felipe IV, la nueva administración mantiene una postura muy distinta a la de sus predecesores con respecto a los moriscos que quedaron y los que vuelven. En este sentido podemos entender una petición de las Cortes de 1623 al Rey: " que S.M. mande que no se trate más desto ahora ni adelante, y cese cualquier averiguación que en estas causas estuvieren pendientes y no se admitan denunciaciones, ni de los que están hoy en estos Reinos ni de los que se dijere han vuelto". La respuesta del Rey a ésta y otras peticiones por el estilo era el de que no convenía hacer pragmática, pero que se mandaría a las justicias que no admitiesen denuncias, y que “ contra los sospechosos procediesen no como moriscos, sino como vagabundos".
Aunque las noticias menudean, según estos dos mismos autores. En Granada, referidas a importantes familias de la seda o la supuesta conspiración de 1650 desde el Albayzín; en Sevilla acerca de un Informe emitido por la ciudad en 1625, sobre “ la existencia de grandísimo número de moros y moras, que se habían retirado tierra adentro por habérseles prohibido la estancia en los lugares marítimos. Se reunían viviendo en grupos numerosos en corrales de vecindad…”. “ Es seguro que en este subproletariado había, junto con esclavos moriscos en régimen de ‘cortados’, moriscos libres que consiguieron burlar las órdenes de expulsión disimulándose entre la masa anónima de la gran urbe “ ( p. 266 ). Y hay noticias de informes similares en otros lugares ( Utrera, Villamartín , Delgado, 1986, p. 19 )
Estos moros ‘cortados’ “suministraban gran parte del peonaje de Andalucía; eran un proletariado miserable, inquieto y mal vigilado, de los que más de una vez protestaron las Cortes; en las de 1626 don Francisco Maldonado, procurador de Granada, dijo que eran muy grandes los inconvenientes de permitirse en Andalucía tanto número de moros y moras, y de ellos bautizados, que todos ellos eran cortados y pagan jornales ( a sus dueños, se entiende )…y esto le es de gran ganancia que en dos años queda horro ( libre ) el que ha costado 200 ducados y dejan un resto a fin de no ser expelidos como manda la ley “( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 265 ). Cuestión ésta, tan importante, citada también por Caro Baroja, 1957, que añade “ que, sin duda, fueron absorbidos, poco a poco, por la plebe “ ( p.263 ).
Siguiendo el relato, hay una noticia interesante sobre el viaje de un embajador marroquí en 1690-91, según un manuscrito de la Biblioteca Nacional, que aparece en el libro de García Mercadal, 1952, sobre “ Viajes de extranjeros por España y Portugal” , donde se menciona que la mayor parte de las poblaciones que visita ( Jerez, Lebrija, Utrera, Andujar ) “trae su origen de los Andalus”, lo que no deja de ser una apreciación, sin duda exagerada, pero en algunos casos proporciona detalles; como en Lebrija, donde “algunos habitantes nos confirmaron en la idea de que descendían de los Andalus, por cierta señal que no pueden enunciar más que con la ayuda de un lenguaje embozado “ ( p. 1.223 ). O, refiriéndose a Andujar, “ Toda la nobleza de que gozan hoy consiste para los abencerrajes convertidos en cristianos en transmitirse por herencia el privilegio de llevar sobre el hombro una cruz dibujada sobre el vestido...Tal es la señal con que se distinguen entre ellos…Su número es incalculable, los unos reivindican esa genealogía y otros no. Hay incluso algunos a quienes horroriza el oír hablar de ella “ ( p. 1.229 ).
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen este viaje a través de una traducción del árabe por el francés Sauvaire, y dicen que esos embajadores marroquíes “ al salir de Andalucía cesan tales referencias, como si en la Mancha no hubieran encontrado rastros de sus antiguos correligionarios…La valoración de este relato es difícil, por cuanto en él se mezclan algunas noticias que parecen ciertas con otras exageradas o totalmente falsas. Sin embargo, una cosa parece desprenderse con certeza: a fines del sigo XVII había bastantes familias andaluzas que recordaban, sin ningún complejo de inferioridad, su origen muslím, aunque practicaran sinceramente la fe cristiana “ ( p. 263 ).
Todavía en el siglo XVIII hay noticias de viajeros, citadas por García Mercadal, 1952. El mayor W. Dalrymple había notado en Ronda, 1774, “ que en el interior de las casas las mujeres conservan una costumbre que viene de los moros: es estar sentadas en el suelo sobre una artesa, con las piernas cruzadas” ( p. 648, tomo tercero ). Y existen también documentos sobre Autos de Fe inquisitoriales desde el principio ( véase Domínguez Ortiz y Vincent, 1978). Así entre 1727 y 1731, 226 personas fueron perseguidas por la justicia en Granada por profesar el Islam y en 1728 todavía existían en Granada descendientes de moriscos que continuaban con prácticas musulmanas como se deduce del proceso inquisitorial que se celebró ese año en Granada contra 46 personas de posición holgada. Y, como dice Bernard Vicent en Minorías y marginados en la España del siglo XVI Diputación de Granada. 1987. pág-142 "Hoy día podemos admitir que hubo una presencia constante de cristianos nuevos en la ciudad del Darro”
Es decir, como apunta Caro Baroja Caro Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición.
"entre las personas dedicadas a la industria de la seda y los empleados y letrados de regular posición existían (en las generaciones nacidas en Granada de 1680 a 1700) mahometanos que conservaban su fe y que encubrían su origen bajo nombres cristianos y apellidos de los que más habían sonado en el país al tiempo de la Reconquista o algo después_ Mendoza, Guevara,. Enríquez.." (pág-247) y añade Caro Baroja "Durante el siglo XVIII Granada ... en la vida privada las viejas tensiones y problemas surgen de vez en vez. Dentro de la aristocracia e hidalguía de la ciudad eran conocidas las familias de ascendencia islámica. Sobre esto no hay que insistir. Pero de lo que no se habla apenas es del elemento morisco permanente, acallado, incorporado a la sociedad cristiana, de su proporción, sus hábitos, etc" (pág-245). Incluso en uno de los sitios que más sufrió oficialmente la expulsión de los moriscos como la Alpujarra existían familias de reconocido linaje morisco como recoge a comienzos del siglo XIX en su diccionario el abate Miñano: "se dice que, a pesar del rigor con que se ejecutó la expulsión de los moriscos, no se pudo evitar que no quedasen diferentes familias" (pág-248) (Los moriscos del reino de Granada, J. Caro Baroja). Aun podríamos añadir que en el siglo XIX algunos viajeros anotan la presencia de mujeres tapadas en alguna localidades andaluzas, lo que sería anecdótico, si no forMara parte de un conjunto.
9.3.6.-Los andalusíes que quedaron en Andalucía
Hemos visto cifras que indican permanencias, multitud de casos que así lo afirman y otros tantos de regresos y, si hubiese más investigación local, resultaría un panorama bien distinto al que suele admitirse. Si bien algunos estudiosos del tema, como los ya tantas veces mencionados Domínguez Ortiz y Bernad Vicent, se plantean el tener que revisar todo lo concerniente a las cifras de moriscos en general: "si esta hipótesis se confirmase habría que admitir que la asimilación había continuado actuando y que el grupo no afectado por la expulsión fue más importante de lo que aquí se ha creído". Antonio Domínguez Ortiz. Bernard Vincent. “Historia de los moriscos” Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993 Pág-90 Y ellos que conocen el asunto opinan, como hemos visto, que, sobre todo en Andalucía fueron muchos los que al final quedaron o volvieron, debido a la proximidad, otra vez la situación, con Berbería ( de los que incluso algunos que se fueron con indiferencia o de buen grado retornaban ante un trato poco favorable ). Las autoridades locales actúan generalmente de defensores, sobre todo por razones económicas, y, aunque hubo excepciones, la actitud fue de escaso compromiso hacia Madrid, que acabó por desistir.
Vamos a intentar una clasificación, que sirva también de resumen de los que quedaron. Una parte, son moriscos que quedan legalmente por diversas razones: servicios prestados a la corona, vida de buenos cristianos convencidos (incluso hay moriscos que se hacen sacerdotes o monjas), por intereses diversos para la administración ( conocedores de los terrenos y las lindes, seises, determinados oficios, etc): moriscos esclavizados por derecho de guerra (incluso algunos se ofrecen de esclavos para salvarse de la expulsión); niños que quedan en "encomiendas"; moriscos que vuelven del destierro y se hacen pasar por cristianos viejos; moriscos que se integran entre los gitanos trashumantes; y otros casos que iremos viendo.
9.3.6.1.-Los excluidos deliberadamente
Entre los que se quedaron excluidos de las listas de moriscos estaban los descendientes de bautizados antes de la conversión general de 1500 que quedaban equiparados jurídicamente a los "cristianos viejos". Entre estos están las 32 familias descendientes de los grandes linajes que habían colaborado en la conquista del Reino. Son familias tan conocidas como los Zegríes o los Venegas y Bernard Vincent también habla de otras familias que han prestado grandes servicios al Estado en el plano religioso o diplomático, como los Albotodo, Alonso Castillo o la familia Marín. A ellos habría que añadir los fieles miembros de la administración como los magistrados o los notarios. Otros muchos son avalados por los obispos, nobles, sacerdotes u otras personas influyentes aduciendo su sincera conversión cristiana y su asimilación "castellana". Incluso se les da "certificado" de cristianos viejos y en esa época existen muchos contenciosos de personas que pretenden demostrar esa condición.
9.3.6.2.-Moriscos que quedaron legalmente
Pocos años después de la expulsión de 1570 se hacen censos por parroquias de moriscos que quedaron "legalmente" en el Reino de Granada. El censo de 1580 hace mención de 8.698 personas, pero lógicamente en esos censos no estaban los que habían quedado clandestinamente o los que habían sido excluidos deliberadamente de la lista de moriscos. Porque, podríamos preguntarnos, como hace Vincent en 1985 ¿Qué criterios utilizaron los curas para definir a los moriscos? ¿No hubo falsas declaraciones facilitadas por una inmensa red de complicidad? Bernard Vicent en Minorías y marginados en la España del siglo XVI Diputación de Granada. 1987. pág-269. Lo mismo opina Lapeyre ( 1986, primera edición 1959 ) que se pregunta “si entre las personas denunciadas no había víctimas de calumnias, como sucede con frecuencia en épocas turbulentas” ( p. 235 ). Eso incluiría en las listas a cristianos viejos, dejando en sus sitio a moriscos.
Los propios bandos de expulsión de 1609 y 1610 establecían multitud de excepciones como el que "en cada lugar de cien casas quedaran seis cabezas de familia, labradores de profesión, con sus mujeres e hijos...., los niños menores de cuatro años, cuyos padres o tutores estuvieran conformes en dejarlos, los hijos de cristiano viejo y morisca, las moriscas mujeres de cristiano viejo, las cristianas viejas casadas con moriscos y los hijos de tales matrimonios menores de seis años.. Por último, también los moriscos que "de tiempo atrás considerable, como sería de dos años, vinieran entre Christianos, sin acudir a las juntas de las Haljamas" (Marcos de Guadalajara, citado por Caro Baroja, 1957 Caro Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición, pág-226). Según el mismo autor, en el segundo bando también estaban exceptuados de la expulsión los que volvían del norte de África con la firme voluntad de convertirse al cristianismo; así como los clérigos, frailes y monjas de ascendencia morisca, o los esclavos que quedaban del tiempo de la rebelión del Reino de Granada.(pág-231) Es decir, que había muchos resquicios para que una gran masa de antiguos musulmanes quedara "legalmente" en su tierra.
El número de ejecutorias pronunciadas a favor de sospechosos es muy alta y “ sea lo que fuere, lo cierto es que algunos millares de personas ocultas en la fronda burocrática, resultaron más difíciles de expulsar que las masas enormes puestas en movimiento en 1609 y 1610 “ ( Lapeyre, 1986, p. 235 ). El conde de Salazar en 1611 se refería a 716 ejecutorias favorables a los solicitantes y 416 apelaciones denegadas (Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 249 ).
Niños moriscos en "encomienda".
La Encomienda era una figura jurídica por la que los menores de edad podían quedar al amparo de otra persona bajo una serie de condiciones recogidas en contrato. Los "encomendados" quedaban en "libertad", normalmente al cumplir la mayoría de edad. Como dice Nicolás Cabrillana, Cabrillana, Nicolás “Almería morisca” Universidad de Granada-1989, 2ª edición pág-319 1982, "este fenómeno fue muy general, si no se ha conocido hasta el presente ha sido por lo poco que se ha investigado en nuestros archivos de Protocolos". Y añade: "Cabe preguntarse si la encomienda de moriscos tuvo consecuencias en la etnografía de la comarca almeriense; el número de niños que quedaron debió ser grande, aquí no he podido documentar más que los 156 niños registrados ante el escribano Cosme de Quevedo, pero se ha perdido la totalidad de los registros de otros escribanos, y además las ocultaciones debieron ser muchísimas, pues el control era muy difícil en épocas de tanto desbarajuste."
Y en la expulsión de 1610 habían pasado 40 años de la guerra alpujarreña, por lo que “muchos encomendados acabaron fundiéndose con la población cristiana… contraen matrimonio con familias cristianas viejas pues dada la crisis demográfica y económica…nadie renunciaría a casarse con un morisco o morisca poseedor de un mínimo de 18 o 20 ducados..” Texto de Cabrillana, citado por Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, (También en el libro de cabrillana pág- 320) que añaden: Lo más importante en orden a la fusión de razas fue que hay documentos en los que se tacha el origen cristiano nuevo, con lo que legalmente quedaban asimilados a los viejos. ¡ Y esto, en la época en que la preocupación por la limpieza de sangre alcanzaba en Castilla el paroxismo ¡ ( p. 251 ) . Hechos como ,los narrados por Cabrillana para Almería aparecen en otras investigaciones, como la de Benítez , 1982, para Málaga.
Los moriscos esclavos
Otra de las figuras bajo la que quedaron también bastantes moriscos era la de esclavo. Después de la rebelión de 1569, la reducción a esclavos de poblaciones enteras no fue infrecuente, aunque muchos de ellos recobraron su libertad -previo pago de un rescate-, otros que no tenían medios económicos mantuvieron su estatus de esclavo, sirviendo de mano de obra gratis de sus "dueños". Estos esclavos no fueron incluidos en las listas de deportados porque lesionaba los intereses de los propietarios, dándose el caso de algunos moriscos se ofrecieron como esclavos para escapar de la expulsión. Ya nos referimos a los moros “ cortados” y su abundancia en Andalucía, 1.852, nada menos, en Málaga en 1613 ( Lapeyre, p. 223 )
9.3.6.3.- Los moriscos que quedaron clandestinamente
Los camuflados como "cristianos viejos"
No vamos a repetir las innumerables noticias y documentos, pero, para comprender, el por qué muchos moriscos pudieron quedar clandestinamente entre los cristianos viejos ( presentándose incluso como repobladores en otras zonas distintas de las que son originarios ) tenemos que hablar de la semejanza física con los cristianos viejos, cuestión sobre la que existe mucha información.
Caro Baroja apuntaba en 1957 Caro Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición. pág-90
que “contra lo que pudiera imaginarse, hacia 1550 o 1560 no cabía establecer gran diferencia racial entre la población morisca y la cristiana vieja de muchos de los pueblos de Granada, Almería y Murcia. La distinción entre unos y otros era de tipo social, no biológico." Aranda Doncel, Juan en "Los Moriscos en tierras de Córdoba", Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1984. (pág- 103 ", basado en los censos municipales de 1579 y 1583, que dan datos sobre el aspecto físico de los moriscos desterrados del Reino granadino, sobre una amplia muestra de 1.509 personas, dice que una amplia mayoría de los moriscos son de talla alta, tez blanca, (siendo más acentuada en las mujeres), seguida de la morena y tienen los ojos negros, seguidos de los azules. El que hubiera una importante población morisca de tez morena no es de extrañar por la abundancia de esclavos negros en al-Andalus que lógicamente siguieron la misma suerte que sus señores. Vincent, 1985, afirma en Andalucía en la Edad Moderna: economía y sociedad ( pág- 313) que "la diferencia entre las dos comunidades no se basa en el plano físico".
Todo eso se explica porque la gran mayoría de sus antepasados provenían de la población autóctona bético-romana. En este sentido es muy significativa la referencia que hacen los enviados de Jaime II al concilio de Vienne (1311) ante el papa Clemente V sobre la población granadina del siglo XIV después de haber pasado por Granada Ziríes, Almorávides y Almohades: "Que en aquella sazón vivían en la ciudad de Granada doscientas mil personas, y no se hallaban quinientas que fuesen moros de naturaleza, porque todos eran hijos o nietos de cristianos". citado en: Rafael Gerardo Peinado Santaella y José Enrique López de Coca Castañer/ Hª de Granada, Tomo II, La época Medieval, siglos VIII-XV. Editorial D. Quijote. Granada 1987. pág-96 El gran pensador andalusí Averroes dice de los habitantes de al- Andaluz que “el color de tez que comprende a estos biotipos más equilibrados es el blanco y esclarecido y el cabello... se aproxima más al sedoso que al lacio". Y añade:" Este color y esta clase de cabellos son raros en Arabia." Ibn al Jatib, natural de Loja, describe a mediados del XIV a los granadinos de mediana estatura, tez clara y cabellos negros.
La idea simplista de que los habitantes de al-Andalus eran de ascendencia árabe no tiene base científica ya que ellos mismo no se consideran así, salvo para justificar su "nobleza" religiosa. Todo buen musulmán que se precie, y más si es de posición social elevada, aspira a estar entroncado con la familia del profeta o con alguien de su entorno. Es entonces cuando aparecen las genealogías y los más ilustres personajes andaluces recién convertidos al Islam o descendientes de musulmanes conversos buscan sus antecedentes en las cercanías del profeta y cuanto más alto se está en la cúspide social y política, más alto se apunta en la genealogía . Maestros en esto de buscar genealogías a los ilustres andaluces eran los poetas aduladores de las cortes; entre ellos han destacado, el hijo de converso, Ibn Hazm de Córdoba, e Ibn Galib, genealogista y biógrafo andaluz del siglo XII. Este último nos dice: "Los andaluces son "árabes" por su ascendencia genealógica, por su orgullo y altiva independencia....Pero a continuación añade: "son indúes por la importancia que conceden a las ciencias.....bagdadíes por su cortesía.....griegos por su talento para descubrir el agua...(." Henri Pérez, “Esplendor de al-Andalus”, Libros Hiperión,
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Más informacióen en: http://www.alyamiah.com/cema/modules.php?name=News&file=article&sid=167
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http://www.mezquitadegranada.com/islamenalandalus/capitulaciones_intro.html
La Capitulaciones, otorgaron generosas garantías de protección, seguridad, autonomía y respeto a los musulmanes españoles que a cambio hacían la dolorosa concesión de aceptar vivir bajo una autoridad que no habia surgido de ellos mismos.
La vigencia y validez de estos acuerdos que hoy llamaríamos internacionales, como hemos dicho antes, no han sido anuladas. El hecho de que la parte cristiana traicionara de forma tan brutal y prolongada su cumplimiento, no anuló su vigencia como compromiso solemne jurado ante Dios y refrendado por el mismo Papa de Roma, como podemos también leer en el libro de Leopoldo de Eguilaz (pag. 53):
"Que el señor de Roma garantizaría con su firma la capitulación"
Y en una nota al pie:
"Que este artículo de la capitulación, de que se hace caso omiso en el original castellano, que se conserva en Simancas, fue realmente acordado y concertado es evidente, pues en una minuta que se conserva en dicho archivo, entre las peticiones que hizo a los Reyes Católicos el alcaide Bexir en el nombre de Boabdil, se lee:
'Primeramente suplica a Sus Altezas quel previllejo que se dió al Rey é á los moros, é las capitulaciones, supliquen Sus Altezas á nuestro Santo Padre que los confirme como en ello se asentó. Sigue un decreto al margen, que dice: Que les place."
Examinemos ahora el contenido: Veamos sólo algunas de las garantías y concesiones que se otorgaron a los musulmanes.
Entresacamos algunos párrafos del documento de las capitulaciones que contienen promesas de los soberanos católicos:
Que sus altezas y sus sucesores para siempre jamás dejarán vivir al rey Abí Abdilehi y á sus alcaides, cadís, meftís, alguaciles, caudillos y hombres buenos y á todo el comun, chicos y grandes, en su ley, y no les consentirán quitar sus mezquitas ni sus torres ni los almuedanes, ni les tocarán en los habices y rentas que tienen para ellas, ni les perturbarán los usos y costumbres en que están.
Que los moros sean juzgados en sus leyes y causas por el derecho del xara que tienen costumbre de guardar, con parecer de sus cadís y jueces.
Que no les tomarán ni consentirán tomar agora m en ningun tiempo para siempre jamás, las armas ni los caballos, excepto los tiros de pólvora chicos y grandes, los cuales han de entregar brevemente á quien sus altezas mandaren.
Que no permitirán sus altezas que los judíos tengan facultad ni mando sobre los moros ni sean recaudadores de ninguna renta.
Que el rey Abdilehi y sus alcaides, cadís, alfaquís, meftís, alguaciles, sabios, caudillos y escuderos, y todo el comun de la ciudad de Granada y del Albaicin y arrabales, y de la Alpujarra y otros lugares, serán respetados y bien tratados por sus altezas y ministros, y que su razón será oida y se les guardarán sus costumbres y ritos, y que á todos los alcaides y alfaquís les dejarán cobrar sus rentas y gozar de sus preeminencias y libertades, como lo tienen de costumbre y es justo que se les guarde.
Que los pleitos que ocurrieren entre los moros serán juzgados por su ley y xara, que dicen de la Zuna, y por sus cadís y jueces, como lo tienen de costumbre, y que si el pleito fuere entre cristiano y moro, el juicio dél sea por alcalde cristiano y cadí moro, porque las partes no se puedan quejar de la sentencia.
Que los moros no darán ni pagarán á sus altezas mas tributo que aquello que acostumbran á dar á los reyes moros.
Que si los moros que entraren debajo destas capitulaciones y conciertos quisieren ir con sus mercaderías A tratar y contratar en Berbería, se les dará licencia para poderlo hacer libremente, y lo mesmo en todos los lugares de Castilla y de la Andalucía, sin pagar portazgos ni los otros derechos que los cristianos acostumbran pagar.
Que los jueces, alcaldes y gobernadores que sus altezas hubieren de poner en la ciudad de Granada y su tierra, serán personas tales que honrarán á los moros y los tratarán amorosamente, y les guardarán estas capitulaciones; y que si alguno hiciere cosa indebida, sus altezas lo mandarán mudar y castigar.
Que sus altezas mandarán guardar las costumbres que tienen los moros en lo de las herencias, y que en lo tocante á ellas serán jueces sus cadís. ∑ Que los habices y rentas de las mezquitas, y las limosnas y otras cosas que se acostumbran dar á las mudarazas y estudios y escuelas donde enseñan á los niños, quedarán á cargo de los alfaquís para que los destribuyan y repartan como les pareciere, y que sus altezas ni sus ministros no se entremeterán en ello ni en parte dello, ni mandarán tomarlas ni depositarías en ningun tiempo para siempre jamás.
Cuando hablamos hoy de estatuto jurídico de las comunidades musulmanes en el estado laico occidental, este documento representa una referencia muy útil.
Los musulmanes han acogido y amparado en el seno de sus sociedades a las comunidades judías y cristianas durante largos siglos con un régimen equivalente: la dhimma.
El cumplimiento de estos acuerdos quedó exento. Es decir: la parte cristiana vencedora quedó exenta del cumplimiento de estos acuerdos gracias al simple y despiadado procedimiento de eliminar la existencia de la otra parte.
Traición, persecución religiosa, exterminio, expulsión y conversión forzosa fueron los mecanismos que hicieron que las Capitulaciones quedaran reducidas a un texto de estudio histórico sin ninguna vigencia jurídica, gracias a la efectiva "desaparición" de una de las partes. Un fenómeno nuevo está sin embargo teniendo lugar, la reaparición del objeto jurídico eliminado: los musulmanes españoles.
Quien quiera ilustrarse sobre la crueldad de que fueron victimas los musulmanes en Al Andalus, que lea "Castigo y represión de los moriscos de Granada" de Luis de Mármol y Carvajal. Cronista que acompaña a las huestes de Felipe II y que describe con todo lujo de detalles la política de exterminio de los reyes de españa.
¿El artículo de arriba es una moda?..
Este artículo representa la complejidad, respecto a la simplicidad...hace unos dias decías, como Acanto, que todo poco más o menos se lo debíamos a los castellanos, ahora vas reculando...porque no se sostiene...
Al final tu y ACanto sencillamente afirmarás lo que yo planteo.
Porque no hay nadie de plantee lo que tu...estás desfasado.
Y me asignas nacionalismos, ramanticismos, llamadas de la sagre que no sostengo...yo sólo expongo la complejidad de los hechos. Si digo que lo de los moriscos fue un genocidio, como de hecho lo fue, es para conocer la historia...las cosas sólo se quieren ocultar cuando molestan ¿y porqué molestan?....
Cuando alguine quiere llama "Guerra civil" a un simple genocidio, entonces ya vemos la tendenciosidad..
Yo lo dije, hace tiempo, me da igual la historia, la cultura, etc..para plantarse la independencia, lo que importa es la actualidad...y hay motivos suficientes...
la que me vale es la realidad de hoy, suficientemente opresora, como para no quedarme en decir...¡EL DAÑO A ESTá HECHO! que dices tu...
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