Autor: crougintoudadigo
martes, 10 de enero de 2006
Sección: Lenguas
Información publicada por: crougintoudadigo
Mostrado 33.846 veces.
Si el llamado Lusitano fuera vulgar Latín provinciano bajoimperial (Pena Graña) ¿Qué lengua se hablaba en el Noroeste?
“Toda lengua se caracteriza respecto de sus ‘orígenes’ y de sus semejantes o emparentadas, por un conjunto diacrónico y sincrónico, jerarquizable, de innovaciones, elecciones y conservaciones en su sistema fónico y gramatical, en su léxico patrimonial, de tal forma que nos es posible reconocer o negar esa lengua en un texto, o reconocer que éste da entrada a formas ajenas o adquiridas.” (Juan José MORALEJO ÁLVAREZ).
¿SON UN CONCEPTO LINGÜÍSTICO LOS CELTAS?
Del mismo modo que seguirán sin duda defendiéndose, como si funcionasen con la regularidad de la mecánica cósmica, algunos cambios fonéticos hoy invalidados por Hugo SCHUHARDT [ in Theo VENNEMANN and Terence H. WILBUR, Schurchard, the Neogranmarians, and the Transformational Theory of Phonological Change, Linguistische Forschungen, 27 (Frankfurt a. M., 1972)],cambios fonéticos, leyes o dogmas establecidos en el siglo XIX por los Neogramáticos, también siguen comprometiéndose aún hoy en extraños maridajes lingüísticoarqueológicos, desde hace largo tiempo, los apelativos celta y céltico.
Contra nuestra visión sobre los hechos y en contraste con el aporte proporcionado por determinadas evidencias arqueológicas (EVANS 1999: 2 ss.), los lingüistas continúan con cierta inmoderada “fijación” recurriendo al empleo de tesis invasionistas, postulando para justificar los cambios y evoluciones en las lenguas permanentes desplazamientos de pueblos o naciones [Lo penúltimo es la propuesta –o paralogismo sobre un tema indoeuropeo fundacional tipo o “melusino”- de Untermann (Conferencia en la USC, filología, la víspera de ser merecidamente nombrado ‘Doctor Honoris Causa’), del viaje hasta su llegada a la ribera de la ría de Ferrol de los Turduli “tordos” desde la Celtiberia, pasando por la Betica, subiendo por la Lusitania]. Los arqueólogos por su parte, de modo independiente, suelen hacer lo propio. A la imposibilidad de emparejar “les mots et les choses”, la lingüística y la arqueología, imposibilidad destacada por Colin RENFREW [Archaelogy and Language. The Puzzle of Indoeuropean Origins. Cambridge 1988], se añade que lo Celta ahonda sus raíces en el Neolítico y en la Edad del Bronce, dado lo cual el concepto de Celticidad Acumulativa pudiera excluir, pensamos, pese a no ser ello perceptible a simple vista, el aplicar a la Hispania Prerromana ciertos criterios lingüísticos o en exceso dogmáticos.
Hace unos ocho años nos quejábamos (PENA 1995: 33-34) de esta fatal inveterada tradición, sacando a relucir que ya en 1926 John FRAZER [“Linguistic Evidence and Archeaeological and Ethnogical Facts”, in Proceedings of the British Academy, 12 (1926), 257, 272], al señalar cómo de modo pasablemente acrítico los arqueólogos, basándose tan sólo para ello en el mero hallazgo de cascos y otros diversos materiales cuya antigüedad según las dataciones realizadas se remontaría a varios siglos, habían elaborado para el valle del Sena un discurso narrativo invasionista imaginando la llegada a dicho punto hacia el año 1000 a. C. de gentes celtoparlantes, cuando a decir verdad, explica FRAZER, no se podía probar que en aquel punto se hablase entonces una auténtica lengua celta [Aunque añadimos nosotros bien pudiera resultar al revés el proceso “gentes (consideradas luego) de habla celta viviendo desde tiempos inmemoriales en el lugar elaboraron en el tráfico tecnológico del World Economic Systems cascos y materiales muchos cientos de años antes de que se pudiera demostrar que en ese lugar se hablaba una lengua realmente celta]..
Restringido a un aspecto sólo lingüístico, al margen del campo institucional dentro del cual lo definiremos nosotros en este estudio, el término celta se aplica –ya aburre decirlo- a una serie de lenguas emparentadas entre sí que dentro del ámbito indoeuropeo ofrecen características particulares, hablándose por ejemplo de un Celta arcaico, al que pertenecerían el Celtibérico y el Goidélico, caracterizado entre otras cosas por la conservación de una *Kw (véase por ejemplo el celtibérico ekue = “caballo”), mientras que otro Celta en principio más desarrollado, englobando al Galo, al Lepóntico y al Britónico, transformaría (SCHMIDT 1992: 45-47) esa *Kw en P.
Repitámoslo, el carecer de fuentes históricas escritas no impide descubrir instituciones del pasado. Aun sin saber de quién, todo se hereda - salvo acaso en ocasiones el dinero -, pues no sólo heredamos los biológicos designios que las empresas aseguradoras apetecen, sino también la forma de expresar sensaciones.
“No se puede decir [- sostiene Max MÜLLER -] que no sabemos absolutamente nada de la época durante la cual los arios, no divididos aún en pueblos diversos, formaron sus mitos. Aunque no conociésemos más que las tradiciones de Grecia, tan obscuras cuando se las mira aisladamente, podríamos sacar de ellas muchas inducciones sobre la época que precedió a la primera aparición de la literatura nacional en Grecia. Otfried MÜLLER, aunque no pudo aprovechar la nueva luz que la filología comparada ha proyectado sobre esa época aria primitiva, ha dicho: ‘La forma mítica de la expresión que trueca todos los seres en individuos, todos los relatos en acciones, es cosa tan particular, que su presencia nos indica siempre “una época distinta” en la civilización de un pueblo’. Desde el tiempo en que escribía Otfried MÜLLER, la filología comparada ha traído todo ese período a la esfera de la historia positiva. Ha puesto en nuestras manos un telescopio de tal poder, que, allí donde antes no percibíamos más que nebulosidades confusas, descubrimos ahora formas y contornos precisos. Más aún, nos ha permitido oír, si así puede decirse, testimonios contemporáneos de esas lejanas épocas; nos ha representado el estado del pensamiento, del lenguaje, de la religión y de la civilización en una época en la que no existían aún el sánscrito y el griego, sino en que ambos, así como el latín, el alemán y los demás dialectos arios, se contenían en una lengua común, de igual modo que el francés, el italiano y el español estuvieron primero encerrados virtualmente en el latín [...]. Aunque se hubiesen perdido todos los documentos históricos, anteriores al siglo XV, y aunque la tradición no nos hubiese enseñado la existencia de un imperio romano, una simple comparación de los seis dialectos romances (Italiano, Válaco, Rético, Español, Portugués y Francés) nos permitirá decir que en cierta época debió haber una lengua de donde nacieron todos esos dialectos modernos”, como también el comparar en dichas lenguas romances el presente de indicativo del verbo auxiliar latino sum comprobamos que “cada uno de los seis paradigmas no es sino una metamorfosis nacional del modo latino”, así como igualmente comparando el presente de indicativo del verbo auxiliar latino sum con las formas correspondientes en Sánscrito, Lituano, Zen, Dórico, Antiguo Eslavo, Latín y Armenio “debemos sacar las mismas conclusiones que de las precedentes” [F. Max MÜLLER: Mitología Comparada, ed. española Edicomunicación s. a., 1988, pp. 19-20].
ELECCIONES, CONSERVACIONES, INNOVACIONES
Hoy como ayer, ajenas al álbum familiar, a la paleontología lingüística, deambulando por lujosas y plásticas ‘Barbienizaciones’ blanqueadas con eurodólares de “LaCoste” Azul, las palabras del globalizado tráfico lingüístico se vienen y se van como termitas en pleno proceso deconstructivo. Así, tomando por ejemplo un pasaje que D. ELLIS EVANS nos brinda [1999: 8], vemos que hoy en el siguiente texto todo es a priori inglés:
“I still insist that there are heuristic and hermeneutic limitations implicit in the quest for a proto-language. How can a proto-Celta language be effectively defined or abstracted on the basis of national transformations or archaisms as perceived in one or more - ideally all - extant Celtic languages.”
Pero suprimiendo lo alógeno sólo nos quedaría genéticamente como inglés un sólido esqueleto:
“I still [...] that there are [...] and [...] in the [...] for a [...]. How can a [...] be [...] or [...] on the [...] of [...] or [...] as [...] in one or more [...] all [...].”
A nadie sorprenden ya estos osados clásicos sabios injertos grecolatinos en la germánica trama inglesa, siendo al fin y al cabo los hablantes de estos tres grupos lingüísticos primos “germanos” entre sí, mas prefiriendo acaso Juan José MORALEJO ÁLVAREZ la eufónica y sonora opacidad galaicolocal empieza él diciéndonos: “Los rasgos fónicos, gramaticales y léxicos se acumulan en un texto como [por ejemplo en] onte cheguéi cedo á miña casoupa para que no haya ni asomo de castellano, y no lo hay [por el contrario] de gallego, salvo [en] en, si digo que tengo dos ovejas en una cabaña [...]”. “Pero [- sigue MORALEJO -] en un texto intencionadamente híbrido como Schneider, testigo de Jehová, hizo ayer stop ante el parking de Oleiros no tenemos duda de que es castellano, aunque tenga los anglicismos stop y parking, de los que hay explicación extralingüística fácil e inmediata, y ni siquiera tenemos que preguntarnos quién es ese sujeto Schneider, además de que sea fácil dar cuenta extralingüística de la presencia de otros dos elementos no castellanos, el teónimo Jehová y el topónimo Oleiros. Documentación y criterios nos alcanzarían también para detectar lo que no es patrimonial aunque escribiésemos Esnáider hizo estó ante el parquin”. “Con estos ejemplos elementales [-concluye MORALEJO-] quiero significar que toda lengua se caracteriza respecto de sus ‘orígenes’ y de sus semejantes o emparentadas por un conjunto diacrónico y sincrónico, jerarquizable, de innovaciones, elecciones y conservaciones en su sistema fónico y gramatical, en su léxico patrimonial, de tal forma que nos es posible reconocer o negar esa lengua en un texto, o reconocer que éste da entrada a formas ajenas o adquiridas. Además, en condiciones normales o favorables podremos saber cuándo, cómo y por qué [...] la lengua y los hablantes han dado entrada a esas formas.”[Juan José MORALEJO ÁLVAREZ: “Lenguas Paleohispánicas”, in Os Celtas da Europa Atlántica - Actas do 1º Congreso Galego sobre a Cultura Celta, Ferrol, agosto, 1997, p. 32].
Esta hibridación del texto la expone también Robert OMNÈS:
“Lorsque l’on procède à un classement des langues, on tient compte [...] du vocabulaire. C’est un aspect important, mais il y en a beaucoup d’autres que l’on néglige. L’énorme pourcentage des termes d’origine romane en anglais ne fait pas de cette langue un parler ‘néolatin’ [Robert OMNÉS ‘Le substrat celtique en galicien et en castillan’ 1999: 240 ss. ]”.
Casi dos siglos separan el aserto del egregio indoeuropeísta alemán F. Max MÜLLER de la monografía Le Substrat Celtique en Galicien et en Castillan elaborada por el hispanista de Brest Robert OMNÈS, donde su autor recalca que la presencia residual en castellano o en gallego de viejas célticas raíces lexicales prerromanas, como berce, bico, bidueiro, camba, cabalo, camiño, cama, castiñeiro, cabana, caldeiro, braga, saia, broa, etc., no es más importante o más significativo que la presencia de otros aspectos “como lo son la semántica [Así gall. ‘erguer una casa’/ bret. ‘sevel eun ti’; gall. ‘son dela estas vacas’/ bret. ‘hi he-deus saout’.], la fonética o la fonología y de una forma destacada la evolución del acento latino por la conservación del acento de la lengua de origen.
“Lorsque des populations colonisées ont été amenées –de gré ou de force- à tenter d`imiter la langue des colonisateurs, elles ont transformé profondément celle-ci en conservant l`accent de leur langue d`origine, fondé sur des contrastes de hauteur musicale et sourtout d´intensité. C`est la forte tension de l`accent celtique qui a provoqué, par une réaction compensatoire, l`affaiblissement des consonnes intervocaliques, avant et sourtout après la voyelle accentuée” (1999: 252). Este debilitamiento se traduciria en
1º-la sonorización, ej.: lat. lupu (m) > cast. y gall. “lobo”; lat. totum (m) > cast. y gall. “todo”; lat. lacu (m) > cast. “lago”, gall. “lagoa” (aprés une phase “lacuna”); la reducción de la geminadas, ej. lat. mittere > cast. y gall. “meter” y la simplificación de los grupos consonánticos internos, p.e. lat. sanctu(m) > cast. y gall. “santo”.
2º- la ‘glidisación’ del sonido /k/ implosivo que, siguiendo la misma evolución que el irlandés, se convertiría en una yod ante una /t/ explosiva, e. lat. nocte(m) > gall. “noite” [nójte] y lat. octo gall. “oito” […] le castillan a poursuivi l`evolution (cf. “noche” et “ocho”) mais le gall. en es resté a la phase “celtique” (1999: 252).
3º- los diptongos “l`abondance de la diphtongaison est un phénoméne typique d`un grand Nord-Ouest Iberique ( Castille, Asturies et Léon, Galice)” este fenómeno se explicaría dice R. Omnès por la ‘forte tension de l`accent’ señalando que en las lenguas celtas encontramos gran cantidad de diptongos tanto ascendentes (/wa/, /we/, /ja/, /je/) como descendentes (/ej/, /oj/, /aw/ […]) señalando que mientras en castellano los diptongos ascendentes ocupan un 92 % de los casos “ce qui s`explique par l`influence du principe d`ascendance, par contre, en galicien, les diphtongues descendantes sont de loin les plus nombreuses, ce qui s`explique par le modèle syllabique celtique” (1999: 253)
4º el comportamiento de /w/ inicial
5º la evolución de los grupos /pl-/, /fl-/, /kl-/ iniciales
6º metáfonías “Rafael Lapesa souligne dans son Historia de la Lengua Española l`importance de la métaphonie dans le Nord-Ouest ibérique, de la Castille au Portugal. Ce phénomène, que l`on retrouve parfois en français, est, selon lui, d`origine celtique. -Il faudrait, dit-il, (p. 44) préciser les conditions dans lesquelles se produit cette inflexion dans les langues celtiques et dans les différents parlers romans-. Y tras señalar R. Omnès entre otros paradigmas: lat. tenebat > cast. “tenía”, gall. “tiña”; cast. “molino”, “molinero”, gall. “muiño”, “muiñeiro” añade a continuación “dans les langues brittoniques, la métaphonie joue un grand rôle, notamment dans les pluriels en –i. Le –i final ferme souvent la voyelle précédente. Ainsi, ‘mestr’ (maître) a comme pluriel ‘mistri’ en bret.; de même: bret. ‘karr’ (voiture) pl. ‘kirri’, ‘bran’ (corbeau), pl. ‘brini’[…]
7º Modelos silábicos CVC (consonante/vocal/consonante): “voici quelques exemples bret. : ‘den’, ‘tud’, ‘mor’, ‘tad’[…] homme, gens, mer, père)./Ce n`est pas par hasard que l`on trouve en galicien de nombreux mots de structure CVC, comme s`il y avait dans ce domaine une lutte entre deux tendances, l`une due au substrat celtique, l`autre à un phénomène roman péninsulaire./Dans un poème de Rosalía de Castro de 48 vers, on ne trouve pas moins de 28 fois des mots de structure CVC! /Ces formes s`expliquent parfois par une usure de la voyelle finale, sourtout dans le cas d`un /e/ (voyelle diffuse, moins résistante qu`un /o/ en position atone finale). C`es le cas, comme en cast. pour ‘pan’, ‘mar’, ‘sol’, ‘dar’, ‘voz’ […] mais souvent l`usure s`est produite à l`intérieur du mot, tout en préservant la consonne finale:/ex. ‘por’, ‘ter’, ‘vir’, ‘cor’, ‘dor’ (cf. cast. poner, tener, venir, color, dolor). /Nous savons que certains se contenteront d`expliquer ce phénomène par la faiblesse trés luso-galicienne de /l/ et de /n/ internes (cf. “minas generales” > “minas xerais”). Mais il ne s`agit pas de dire commen cete évolution s`est produite, mais pourquoi elle a eu lieu. A notre Avis, la cause de ce phénomène, c`est la volonté inconsciente de réaliser le modèle CVC: lorsqu`une chaîne subit une forte pression, ce sont les maillons les plus faibles qui cèdent: l`essentiel, c`est que cette pression ait eu lieu (1999: 255)/ C`est cette même tendance qui explique –en grande partie- l´abondance des diphtogues descendants en galicien. [nous regrupons sous le nom de ‘glides’ ce que la phonologie traditionnelle appelle ‘semi-voyelles’ et ‘semi. Consonnes’] Pour nous, les glides /j/ et /w/ sont des consonnes (ces phonèmes ne pouvant être prononcés sans l`appui d`une voyelle). Ainsi des structures aussi fréquentes que ‘vai’, ‘foi’, ‘pai’, ‘nai’ ( va, il fut, père, mère) correspondent au modéle CVC. (1999: 256).
8º la forma de el artículo definido “Est-ce un hasard si l´article défini galicien ne comporte pas (sauf dans des enclises) de consonne initiale? C´est un cas singulier parmi les langues romanes (o, os, a, as) / Les langues brittoniques ont une structure VC (en bret. ar, an, al- en gallois yr). L´article défini gaëlique comporte plusieurs formes, mais ne commence par une consonne (n) qu´au pluriel et au génitif féminin/ Cette interrogation sur les formes de l´article peut se prolonguer par d´autres réflexions sur ce sujet, qui concernent cette fois la morpho-syntaxe. in Robert OMNÉS ‘LE SUBSTRAT CELTIQUE EN GALICIEN ET EN CASTILLAN 1999: 240-56’]
Por su parte respecto a la lingüística genéticamente manipulada, Juan José MORALEJO ÁLVAREZ señala en una “nota sobre latinización y substrato” (1997: 39) que:
“la complejidad de los procesos lingüísticos, siempre imbricados con los étnicos y culturales, puede ejemplificarse en el caso gallego y como vacuna contra simplismos ideológicos con [las siguientes] [...] consideraciones: [...] la innegable y abundante presencia de un substrato céltico está lejos de agotar y acaparar la cuestión del substrato prerromano, que empieza por ser indoeuropeo. Sigo a BALDINGER - dice MORALEJO - en recordar lo que expertos indoeuropeístas y romanistas han ido concluyendo, a saber, que nada o poco tiene que ver con lo céltico e incluso con lo indoeuropeo el substrato al que la lengua gallego-portuguesa y otras del área septentrional hispánica deben rasgos tan esenciales como la pérdida de *-n- y *-l- intervocálicas (lúa [latín luna(m)], ceo [latín caelu(m)]), la geada y el seseo, la llamada nasalización progresiva, la palatalización de nasales, en, por ejemplo, miña [cf. castellano mía] o muiño [cf. castellano molino], el betacismo o fusión de *v con *b, e incluso la palatalización de los grupos *cl-, *fl-, *pl- (chamar [latino clamare, cf. castellano llamar], Chamoso [nombre gallego de lugar], chegar [cf. castellano llegar]). Por el contrario, el área galaico-lusitana parece documentar mejor que la celtibérica la sonorización de oclusivas sordas intervocálicas o entre sonante y vocal, proceso que, unido a la pérdida de las oclusivas sonoras, está presente en buena parte del territorio románico occidental y es de relación polémica con la llamada lenición, característica del céltico insular, pero que parece que remontable en parte a CC [celta común] y tiene presencia ya en celtibérico” [Juan José MORALEJO ÁLVAREZ: “Lenguas Paleohispánicas”, in Os Celtas da Europa Atlántica. Actas do 1º Congreso Galego sobre a Cultura Celta, Ferrol, agosto 1997, p. 39].
Lo cierto es que observar el fenómeno de la lenta fusión, transformación o deconstrucción del importado latín con la matricial lengua celta del substrato, tesis propugnada por nosotros - fenómeno a nuestro parecer reflejado en el supuesto idioma lusitano que parecerían ofrecer las inscripciones de Lamas de Moledo y de Cabeço das Fraguas -, no supone contemplar con absoluta nueva visión los hechos, pues ya en 1939, en un póstumo trabajo, el Príncipe Nicolás S. TRUBESTKOY [“Gedanken über das Indogermanenproblem”, in Acta Linguistica 1, reproducido en Die Urheimat des Indogermanen, ed. por V . A. SCHERER (Darmstadt 1968), pp. 214-223], justificaba los efectos de las convergencias lingüísticas observables por el prolongado contacto entre lenguas, cuestionando en particular así su autor la existencia de una ancestral lengua Indoeuropea e impugnando audazmente, in articulo mortis, toda estructura arbórea de parentesco familiar o genético entre idiomas, incitando acaso con dicho escrito a J. P. DEMOULE [“Les Indo-Européens ont-ils existé?”, in L’Histoire, 28 (1980), pp. 109-120], según ELLIS EVANS [1999: “Linguistic and Celtic Etnogenesis”, in Celtic Connections, proceedings of the tenth international Congress of celtic studies. Volume One. Language, Literature, History, Culture; ed. par Ronald Black, William Gillies, Roibeard Ó Maolaigh. Tuckwell Press, Scoland, p. 3], a poner en entredicho, tras la lengua, la existencia de los propios Indoeuropeos.
Mas pese a que en esta angosta vía poco transitada, según lo ha puesto recientemente de relieve el mencionado EVANS[Ibid.], nuestro reto propugnando un Área Cultural Atlántica, fruto de nuestras autopsias o visiones, pudiera tangencialmente colisionar contra el todavía mayoritario rumbo de renombrados lingüistas propensos a rechazar de plano las tesis autoctonistas no arborescentes, permanecerán no obstante abiertas - para unos y otros pues todos en realidad buscamos el Santo Grial - ciertas peligrosas estrechas sendas de Rojas Caperucitas en pos de la Urheimat, de la común perdida patria, de la remota cuna donde latió la lengua indoeuropea, donde prendió raíz el amplio árbol etnolingüístico cuyo ramaje cobijó, junto con sus hermanas (germanas, itálicas, eslavas, etc.), a las llamadas lenguas célticas. Seguirán perennemente en pie asimismo, tras Lanzarote de Lago, tras Percivaldo, wagnerianos modelos corriendo en pos del perdido celta hogar, buscándolo por un rincón occidental o noroccidental del tracio espacio [Heinrich WAGNER (1969) “The Origin of the Celts in the Light of Linguistic Geography” TPS 1969, p. 227], si acaso este rojo lar no se halló antaño, aunque sin alejarse del viejo centro donde palpita el hálito de nuestra clara Madre Europa, por un ignoto punto yendo hacia el Este [Véase a este propósito Stuart PIGGOT: Ancient Europe, Edinbourg University Press, Paperback Editions, 1980].
Dos siglos tras Max MÜLLER, viéndose erróneamente ello como insólita novedad histórica, los world comunication systhems intercambian las palabras con las cosas. Mientras con pompa anual la Real Academia Española sanciona el matrimonio del padrone con la certissima mater, en los dominios de la Web los usuarios de las lenguas buscan palabras tomándolas por breve tiempo en préstamo hasta que ya aburridos recomienzan de nuevo. Al encuentro o choque del culpable consumo con los nuevos ricos, de los instrumentos y usos institucionales con la patente de corso se le llama ahora deconstrucción. Aunque haya variado en Londres el cuento de los Tres Cerditos, no debe importunarnos ni importarnos la posición sociolingüística del actual discurso historiográfico si ésta permanece ajena a la factografía. “Illusion, limites et perspectives du comparatisme indo-européen: pour en finir avec le mythe scientifique des proto-langues / peuples” es precisamente el título de una publicación de Guy JUCQUOIS y Christophe VIELLE que, ilustrando lo que acabamos de decir, reseña ELLIS EVANS (1999: 9). Hace ya mucho tiempo que, con brillo comparable al resplandor del siglo XIX, la Lingüística se ha hecho entre las ramas su camino seguro.
Como la lupa permitiría en diminutas cosas a primera vista irrelevantes observar detalles claves, nuestro sencillo método aproximativo acumulativo no invasionista podría resultar un eficacísimo instrumento de acercamiento al pasado entre los hasta ahora conocidos cuando dicho método se complementa con fundamentales estudios sobre Mitología Comparada y sobre Lingüística Comparada arborescente, como las de Jakob GRIMM, Max MÜLLER, BOPP, etc.
No hay por qué desanimarse cuando se busca el origen de los Celtas y de lo Celta, pese a la quizá sincera desazón con la cual, en 1995, Alison HADFEL, citada por EVANS (1999: 14), terminaba su extenso ensayo en Oxford:
“Si la ‘Celtización’ se puede construir como un proceso [...] en cuyo transcurso cristalizó la identidad Céltica, entonces, teóricamente, sería posible reducirla capa por capa a sus orígenes [...]. Pero - repara HADFEL a continuación - existe una buena razón que nos hace dudar a la hora de hacerlo; se trata del temor subyacente a que, después de todo, podría no quedar nada, es decir, nuestros elusivos Celtas podrían desaparecer por el camino, llevándose el problema de sus orígenes [Miss HARDFIELD wrote on the subject ‘Rethinking the Problem of the Spread of Celtic Culture to Great Britain and Ireland: The Archaeological and Linguistic Perspective” in D. ELLIS EVANS: “Linguistics and Ethnogenesis in Celtic Connections”, Procedings in the Tenth International Congress of Celtic Studies, volume one, p. 14]”.
Analizando en larga exposición acumulativa complejísimos fenómenos como la Salvaje Caza, el Horizontal Tránsito, el Ciclo de Valverde, etc., para lograr interpretar en la Prehistoria y en la Protohistoria, dentro de contextos evolutivos culturales inmovilistas, la función de lo arqueológico, demostraremos que Los Celtas no son ni mucho menos evanescentes. Supliremos la falta de una llave maestra o de un prisma con la doble refracción del carbunclo aplicando con prudencia a las arborescentes Lingüística y Mitología comparadas una idea de HAWKES [Christopher HAWKES 1973: “Cumulative Celticity in Pre-Roman Britain”, in Actes du quatrième congrès international d’études celtiques (Rennes - juillet 1971), 623 (= Études Celtiques 13, 607-628], a la que denominaremos sin grandes cambios “multipolar celticidad acumulativa mutua”. Igual que para medir lo grande se le restituyó al Hubble su inmensa potencia mediante una sencilla lente correctora, así también, tomando sobre una común base indoeuropea el multifocal concepto de acumulación, de inmovilismo y de convergencia transformaremos a ambas disciplinas, la Lingüística y la Arqueología, en un poderoso instrumento interpretativo. ¿Lo haremos?
LATINO, CÉLTICO, LUSITANO
Son (Pena 1995; 1999) probablemente latino provinciales e incluso sin duda provincianas, pese a lo que algún lingüista dice pensar a este respecto, las tres grandes inscripciones de Lamas de Moledo, de Cabeço das Fraguas y de Arroyo de la Luz[Esta última encontrándose originariamente en un outeiro o “altar” nos fue transmitida por CONTADOR DE ARGOTE en el siglo XIX antes de que este outeiro, utilizado luego como cantera, fuera demolido, utilizándose diversos fragmentos en distintas construcciones, que ahora van siendo encontrados] - las dos primeras localizadas en Portugal -, escritas al parecer, según se viene repitiendo, en Lusitano, “nueva” lengua indoeuropea e incluso céltica [Fuera del marco institucional al que según nuestra tesis se debería circunscribir, recordamos de nuevo que el termino Celta se aplica de forma exclusiva como concepto lingüístico, restringido a una serie de lenguas emparentadas a las que, hablando por ejemplo de un celta arcaico al que pertenecería el goidélico y el celtibérico, caracterizado entre otras cosas por la conservación de una *Kw (ci Nekue “caballo” -y nada tendriade particular que existiera una 'Ekuona') mientras que otro celta más desarrollado (lepóntico, galo y britónico) transformaría esa *Kw en una P (SCHMIDT 1992, 45-57), tras identificar y valorar los lingüístas fijan determinadas características], para quienes más fino hilan en la discusión sobre su filiación [Pero, aunque este ultimo argumento es muy caro hoy a los arqueólogos de la meseta, no tiene objeto esta discusión: son celtas y prerromanos los topónimos (Caeliobrigo), etnónimos y teónimos mencionados, no es celta sin embargo, ni lo pueden ser, un Iuppiter, y no fueron los nombres latinos de los celtas romano-lusitanos Rufinus et Tiro qui piacula ommia scripserunt, ni el porcom ni el posible aumentativo de petra en ds ‘petranioi” aunque lo sea el ‘croio’ o piedra ds ‘crougeai’– no hace falta darse con el canto en los dientes en ‘Canta-la-piedra’, ni hace falta ir a Benidorm Ben i ‘peña’/Tormo ‘peña’, pues entran por los ojos del Río Guadi/Ana, a borbotones estos dobletes cuando se juega con dos lenguas - ni la latina y provinciana lengua registrada por el lapicida]. La historia de esta hipotética lengua comenzó cuando en Lamas de Moledo, a fines del siglo II d. C. - según creemos, pese a lo que hasta hoy suele decirse, ha de aceptarse esta fecha a partir de ahora dados los datos aportados por nosotros en el presente estudio -, Rufino y Tirón scripserunt o registraron epigráficamente en vulgar latín cómo unos piadosos lamáticos bajo imperiales, tras haber ofrendado en el Croio ( pétreo altar o ‘outeiro’) de A Maga – y así se llama hoy todavía- un añal [ancon psb. ie “que se dobla” es sin problemas valle, o monte con forma de acordeón como el Monte de Ancos en Neda (A Coruña), pero la metátesis acnom/agnom por acnom/agnom “cordero añal” es aquí algo más que una probabilidad], habían asimismo dado al latino lusitano Júpiter Caeilobrigo un craso o redañoso porcom (PENA 1994).
Precisamente por los redaños de ese puerco, SCHMIDT [ZCP 1992, pp. 51-52] había concluido que, incluyendo en la res celtica al Lusitano, entonces considerado por todos como lengua prerromana [Hasta que en 1995 establecimos nosotros ya el posible carácter latino provinciano de algunos de los vocablos de la mencionada inscripción, entonces considerados pertenecientes a una nueva lengua de estirpe indoeuropea (PENA 1995: 33-78)], UNTERMANN se había equivocado [“UNTERMANN (1987: 69 ss.) failed in his attempt at providing the archaic Celtic character of IE *p in anlaut because the word porcom pig in the lusitanian inscription of Cabeço das Fraguas is not attested in a definite Celtic context […] on the other hand, Celtic names in Lusitanian inscriptions are not sufficient proof for genetic relationship, as they can result from language contacts (Karl HORST SHMIDT 1985 325)] “en su intentona de probar (cf. UNTERMANN 1897: 69) el carácter céltico arcaico de la indoeuropea *P en posición inicial, porque la palabra porcom ‘cerdo’ en la inscripción lusitana de Cabeço das Fraguas no estaba atestiguada en un definido contexto céltico”, al tiempo que, sostenía SCHMIDT por otra parte que los nombres celtas de las inscripciones lusitanas, principalmente topónimos, etnónimos y teónimos, “no eran prueba suficiente para establecer una relación genética, porque podían ser resultado de contactos entre lenguajes(SCHMIDT 1985: 325)”.
Por su parte Jurgen UNTERMANN, defendiéndose o quejándose innecesaria y amargamente, expuso su famosa “herética convicción” (1992: 372) de que:
“[…] nombres con una letra P inicial o intervocálica acusen una capa lingüística pre celta cuando aún no hay la mínima evidencia en contra de la hipótesis de que la desaparición de la P en las posiciones mencionadas tuviera lugar dentro de la historia propia de las lenguas celtas; es decir, que haya que contar con dialectos celtas marginales a los que llegó tarde o nunca este cambio fonético [ Jurgen UNTERMANN “Galicia da Romanidade á Xermanización”. in Actas en Homenaxe a Fermín Bouza Brey. Santiago 1992, p 372]”.
Recordemos respecto a lo precedente lo que, señalando la carencia en el alfabeto llamado ibérico de un grafema para transcribir la p, expone Eulogio LOSADA BADÍA:
“Sabido es que el céltico posee una característica que lo distingue particularmente de las demás lenguas indoeuropeas, y es que la *p indoeuropea se pierde en situación inicial e intervocálica, y en los grupos consonánticos interiores se modifica, con lo que las lenguas célticas carecen de dicha p. Así, en antiguo irlandés arcaico, la palabra correspondiente al latín pater, procedente de una forma indoeuropea común, es athir, con pérdida de p inicial. Cierto es que las lenguas célticas clásicamente llamadas britónicas o del grupo celta de p, como lo son el galo, el lepóntico y el bretón, transforman en p tanto el sonido *k del grupo indoeuropeo *kw (véase *ekw-os > galo epo-na) como el elemento *k de la labiovelar indoeuropea *kw (véase la forma enclítica *kwe > lepóntico -pe, con lo que estas lenguas célticas, aun perdiendo la antigua *p indoeuropea, poseerán con todo dicha oclusiva sorda por innovación; pero las lenguas célticas tradicionalmente llamadas del grupo celta de q, como lo son el irlandés y el celtibérico, conservan tal cual la labiovelar *kw, o la transforman, por pérdida del componente labial, en k, con lo cual dichas lenguas célticas carecerán ene absoluto del sonido p [Eulogio LOSADA BADÍA: “Las Escrituras Celtohispánicas”, in Les Celtes et la Péninsule Ibérique - Actes du I Colloque International, p. 219. “Para una clara y breve exposición en español de este fenómeno, dice LOSADA BADÍA, véase por ejemplo Francisco VILLAR LIÉBANA: Los Indoeuropeos y los Orígenes de Europa, pp. 334-349, edit. Gredos, Madrid 1991.” “En general sobre las lenguas célticas [-añade LOSADA BADÍA -] puede consultarse la obra de H. LEWIS y H. PEDERSEN que lleva por título Concise Comparative Celtic Grammar, Göttingen 1937]”.
Numerosos peninsulares, exceptuando a los habitantes de las factorías griegas y púnicas sudorientales u orientales, utilizaron un alfabeto propio, nacido probablemente como a continuación veremos en el área sudoccidental, sin duda indoeuropea y verosímilmente celta; se trata de una escritura lineal con elevado alcance, pues la llegaron a adoptar en la Península incluso pueblos que, aunque al parecer absolutamente indoeuropeizados e incluso celtizados, hablaban lenguas según hoy por hoy se cree no indoeuropeas - sobre todo por el Mediterráneo oriental -, llegando a utilizarse esta escritura llamada ibérica hasta por gran parte del actual sudeste francés. Cierto que en el Noroeste hispano no aparecieron hasta ahora inscripciones con dicha escritura, pero sí se han hallado en esa zona insculturas con signos que bien pudieran reflejar una variante ibérica.
En todo caso, dentro de otro orden, añadiremos que abundan por el Noroeste peninsular los topónimos indoeuropeos, particularmente célticos, así como han aparecido registrados sobre piedra con caracteres latinos algunos teónimos sin discusión celtas, como en Cabeço das Fraguas, pese a no ser la lengua de estas inscripciones a nuestro parecer sino un latín adulterado por los autóctonos celtoparlantes.
Contrapunto de la bulliciosa arqueología Institucional del Lejano Viejo Oriente, donde el conocimiento que el hombre moderno ha llegado a adquirir sobre las antiguas civilizaciones representa una de las más admirables conquistas de la Humanidad - como ya en 1960, reconociendo en la primera síntesis sobre el tema publicada en España la dependencia factográfica de la Historia [Antonio TOVAR 1960: “Historia del Antiguo Oriente”, in Historia General de la Humanidad, bajo la dirección de Jaime VICENS VIVES. Barcelona, 2ª ed. 1970, p. 5], lo señaló Antonio TOVAR [ “El desciframiento de escrituras y lenguas desconocidas ha alcanzado éxitos [...] insospechados, y, lo que no se podía soñar, contamos no con vagas y confusas tradiciones, sino con verdaderos documentos históricos, como anales de la dinastía V de Egipto, textos de los reyes sumerios del siglo XXIV, contabilidades del siglo XXI, autobiografías de altos dignatarios egipcios del siglo XXV, leyes y relatos de conquistas de dos mil años antes de nuestra era. Esta documentación escrita se complementa, finalmente, con los monumentos que aún se conservan (ruinas de palacios y ciudades, de templos y fortalezas, sepulturas y toda clase de mobiliario y ajuar construido con materiales incorruptibles). Gracias a esto, ha sido posible reconstruir la historia de los milenios III y II a. C., con detalle a veces comparable al de épocas históricas más próximas.” (Antonio TOVAR 1970: 5)], estos pueblos extremooccidentales portadores en principio de diferentes lenguas aún sin descifrar y condenados pues sin serlo a permanecer mudos hasta los primeros siglos de nuestra era, tras la dominación romana, estos silenciosos occidentales pueblos peninsulares, inadecuadamente llamados prehistóricos o protohistóricos cuando gran parte de ellos, lejos de ser analfabetos, dispusieron anteriormente a Roma ya de una escritura lineal, poseían sin duda normas comunes que, constituyendo la base de posteriores instituciones, conformarían nuestras ancestrales raíces.
Recordemos rápidamente que los textos autóctonos que la antigüedad nos ha legado son demasiado breves y hoy por hoy casi todos enigmáticos aún, con lo cual no nos es dado el conocer a través de ellos - redactados los más en escritura llamada ibérica, otros a veces en escritura griega y unos cuantos en escritura púnica - los milenios I y II anteriores a Cristo sino de un modo extremadamente limitado, contrastando este hecho con lo que nos ofrece por ejemplo el ‘mundo micénico’ en sus tablillas de Pilos, entre otras, y ello pese a haber florecido en el extremo sudoccidental peninsular, si seguimos lo que los textos grecorromanos nos revelan, una brillante civilización. Así en efecto, refiriéndose en especial a la Bética, ESTRABÓN señala directa o indirectamente la existencia por aquella zona de textos jurídicos y literarios diciendo:
“[Sobre] los Turdetanos o Túrdulos [...] algunos piensan que son los mismos, pero [...] según otros se trata de dos pueblos diferentes. POLIBIO se encuentra entre estos últimos, pues afirma que los Turdetanos tenían como vecinos por el Norte a los Túrdulos; [pero] en la actualidad no se aprecia ninguna diferencia entre ambos pueblos. Tienen fama de ser los más cultos de los Iberos [Noción, por lo menos aquí, sobre todo geográfica]., poseen una gramática y tienen escritos de mucha antigüedad, así como poemas y leyes en verso que ellos dicen que tienen 6000 años [ESTRABÓN III, 1, 6. Véase también AVIENO: Ora Maritima, 419-441, capítulo 2 (traducción de Narciso SANTOS YANGUAS, in Textos para la Historia Antigua de la Península Ibérica, Oviedo 1980, p. 51).”
La Hispania prerromana, contra lo que sostiene Javier DE HOZ, se expresó mayoritariamente, según lo demostró el comparatista y sanskritólogo de la Sorbona Eulogio LOSADA BADÍA, utilizando para sus documentos una escritura autóctona, quiere decirse elaborada, cuando menos como sistema, in situ, pudiendo sí proceder algunos de los signos hispanos, según confirma LOSADA BADÍA apoyándose sobre todo en GÓMEZ MORENO, del mundo minoico, mas nunca, pese a lo que pretenden Javier DE HOZ y algún otro, de caracteres fenicios. Pero cedamos ampliamente la palabra al profesor LOSADA BADÍA: “La comúnmente llamada escritura ibérica, consistente en una curiosa combinación de signos alfabéticos y de signos silábicos [...] con ligeras particularidades formales según las zonas geográficas, constituye fonéticamente un conjunto unitario utilizado por algunos pueblos hispanos prerromanos para transcribir sus lenguas [Eulogio LOSADA BADÍA: “Las Escrituras Celtohispánicas, in Les Celtes et la Péninsule Ibérique - Actes du Colloque International (Brest 6-7-8 novembre 1997) Université de Bretagne Occidentale, Brest, Triade nº 5, 1999, p. 201].”
“[La] primera escritura ibérica, [la] sudoccidental, a la que su descifrador Manuel GÔMEZ-MORENO llama tartesia [“Las apelaciones con las que se conocen las variantes sudoccidentales de la escritura ibérica fluctúan a veces según los autores. Así para CORREA, ‘el término tartesio engloba [...] también lo turdetano, en cuanto heredero de lo tartesio, como asimismo lo paratartesio y lo paraturdetano (Sur de Portugal y Extremadura)’” (Citado por LOSADA BADÍA en “Las Escrituras Celtohispánicas”, in Les Celtes et la Péninsule Ibérique publicado en Brest, el artículo de José A. CORREA, intitulado “Consideraciones sobre las Inscripciones Tartesias”, apareció en Actas del III Coloquio sobre Lenguas y Culturas Paleohispánicas - Lisboa, noviembre de 1980, pp. 378-379; Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca 1985)] en su obra Misceláneas, fue luego al parecer extendiéndose, con ligeras variantes fundamentalmente formales, por el sudeste peninsular, se desplazó más tarde hacia el norte y fue adoptada finalmente, se piensa, por los Celtíberos allí instalados. En cualquier caso, como lo indica GÓMEZ-MORENO, ‘es notorio que nos hallamos ante [...] fases consecutivas de una misma escritura, hecho comprobable por el cotejo de los respectivos signarios. [...] Que la unidad fonética entre las diversas escrituras ibéricas es prácticamente total puede observarse comparando dos de las principales variantes [...] reproducidas [...] en el gráfico nº 1, que, en Misceláneas (p. 275) y en La Escritura Bástulo-Turdetana (p. 892) nos da GÓMEZ-MORENO: la variante del nordeste peninsular utilizada por los Celtíberos, a la que dicho autor llama ‘tipo ibérico’ (columna A) y que es fundamentalmente idéntica a la levantina (llamada a veces meridional) utilizada en la zona del sudeste hispánico, y la variante del sudoeste peninsular, designada por [...] [GÓMEZ-MORENO] en un primer tiempo con el nombre de ‘tipo tartesio’ (columna B) y más tarde, englobando un espacio territorial mayor, con el de ‘tipo bástulo-turdetano’ (columna C). En efecto [...] podemos afirmar que los fonemas y los grupos de fonemas representados por los diversos tipos de escritura ibérica coinciden entre sí [Eulogio LOSADA BADÍA: “Las Escrituras Celtohispánicas?, in Les Celtes et la Péninsule Ibérique. Actes du Colloque International célébré à Brest les 6-7-8 novembre 1997. Université de Bretagne Occidentale, Brest. Triade, núm. 5, 1999, pp. 201 y 204-206]”.
Añadiremos aquí por último la opinión de LOSADA BADÍA sobre los orígenes de las escrituras llamadas ibéricas:
“Sobre la génesis misma de la escritura ibérica o hispánica no existen sino meras conjeturas más o menos divergentes. Así, mientras que GÓMEZ-MORENO indica que ‘reviste caracteres de probabilidad máxima [...] admitir que los alfabetos ibéricos nacieron en Andalucía, como fruto de la civilización tartesia, en fecha remota pero imprecisable hoy’, y que ‘su tipo gráfico los pone cerca de lo cretense y chipriota y antes que lo fenicio’ [...], ciertos especialistas, buscando parentescos semíticos según es moda en este género de asuntos, asignan sistemáticamente a las escrituras ibéricas unos orígenes fenicios que, dadas las respectivas estructuras, son poco menos que imposibles. [...] Difícilmente comprendería uno el que un signario como el fenicio, cuyos grafemas marcaban todos ellos aisladamente las consonantes sin ninguna indicación de vocalismo [“El alfabeto fenicio arcaico comprende 22 letras, únicamente consonantes. [No existe en él] ningún rastro de silabismo. No utiliza matres lectionis, es decir ciertas consonantes usadas para indicar, en ciertos casos y de manera aproximada, la vocalización de la precedente consonante. Se trata pues de un perfecto tipo de escritura consonántica pura. Pero nada más.” James FÉVRIER: Histoire de l’Écriture, p. 208; Librairie Payot, Paris 1959 -texto citado por LOSADA BADÍA-], pasase a un estadio de notación silábica [...]. Verdad es que para soslayar dificultades, no faltan los que intentan probar, frente a la clara vieja doctrina consagrada, que los signos fenicios no eran alfabéticos sino silábicos, asignándoles con este fin a dichos signos un virtual apoyo vocal polivalente, por ejemplo t(a/e/i/o/u), que se realizaría con tal o cual vocal en la elocucion (ta, te, ti, to, tu). Pero cedamos la palabra al especialista en signarios ibéricos Javier DE HOZ: ‘Existe una polémica sobre si debemos considerar [...] [la escritura fenicia como] un silabario o [como] un alfabeto propiamente dicho, aunque deficitario de signos vocálicos. Desde el punto de vista de la teoría fonológica [sigue diciendo Javier DE HOZ] es poco discutible que verosímilmente se trataba en origen de un silabario que no precisaba el timbre de las vocales [...], es decir en el que beth representaba una sílaba formada por /b/ seguida de una vocal cualquiera, incluida la vocal cero’ [Javier DE HOZ: “El origen de las escrituras paleohispánicas quince años después”, in La Hispania Prerromana - Actas del VI Coloquio sobre Lenguas y Culturas Prerromanas de la Península Ibérica, p. 178; Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca 1996, in LOSADA BADÍA, obra citada, nota 29]. Sin desenmarañar ahora a fondo la clave de este enredo [puntualiza LOSADA BADÍA], recordaremos que para el común de los mortales las marcas de un signario fonético no son a un tiempo alfabéticas y silábicas, sino que o bien transcriben un sonido aislado, ya sea éste vocálico (a, e, o, etc.) ya consonántico (p, r, t, etc.), o bien transcriben una sola sílaba (be, da, si, a, e, u, etc.)” […] “En cualquier caso, si bien parecen concordar en parte con grafemas fenicios ocho de los signos ibéricos alfabéticos orientales (a, e, i, l, r, m, n, s) y once de los signos ibéricos sudoccidentales (a, e, i, o, u, l, r, m, n, s, s), se ha de observar que de los quince signos silábicos con los que las diversas escrituras ibéricas marcan las oclusivas sólo se acercan formalmente a grafemas fenicios cuatro de ellos (bi, ta/da, tu/du, ke/ge), dado lo cual resulta razonable buscar orígenes extrafenicios, por lo menos, tanto para los once signos silábicos restantes (ba, be, bo, bu, te/de, ti/di, to/do, ka/ga, ki/gi, ko/go, ku/gu) como para los signos alfabéticos que no ofrecen rasgos comunes con los signos semitas (o, u, en las escrituras ibéricas del Sudeste y del Nordeste, r en todas las escrituras ibéricas) [Eulogio LOSADA BADÍA: “Las Escrituras Celtohispánicas”, 1999, pp. 209-210.]”, arguye LOSADA BADÍA apoyando este aserto con una cita de GÓMEZ-MORENO. ‘Ya en 1943 [- dice GÓMEZ-MORENO -], ateniéndome con preferencia a la escritura nuestra más vetusta [es decir la del Sudoeste], resulta que su totalidad de signos puede rastrearse, y tal vez con variantes felices, en lo [...] lineal de Egipto, Creta y Chipre, aunque no con tal fijeza y correspondencia numérica de signos, que permitan reconocer lo nuestro como trasunto exacto de ninguna escritura oriental, y ello desde el punto de vista gráfico tan sólo, puesto que del fonético nada sabemos. En relación con lo fenicio hallamos, que de los treinta signos ibéricos disiente una mitad en su alfabeto [...]; al contrario, ocho fenicios carecen de correspondencia fonética tartesia, o bien presentan gran diversidad de formas [Manuel GÓMEZ MORENO: “La Escritura Ibérica y su Lenguaje”, in Misceláneas, p. 265 (citado por LOSADA BADÍA en “Las Escrituras Celtohispánicas”, p. 210, nota 31] ”.
El Profesor LOSADA BADÍA destaca asimismo un hecho de gran importancia para el desarrollo de nuestra tesis, y es el de la parcial concordancia entre la escritura ibérica turdetana y la griega:
“De todos modos, no sólo surgen coincidencias entre la escritura ibérica y la fenicia, sino que existe un número semejante de concordancias entre la escritura ibérica y la griega, atestiguada ya esta última cuando menos hacia los años 900 u 850 antes de nuestra era. En efecto, si examinando los signos paleohispanos vamos colacionándolos uno a uno con los correspondientes signos griegos y fenicios, comprobaremos que estos signos griegos y fenicios se ajustan fónica y formalmente, salvo en contados casos, a los signos paleohispanos. Así, tomando como referencia los gráficos que nos ofrece GÓMEZ-MORENO en La Escritura Bástulo-Turdetana [“La Escritura Bástulo-Turdetana (Primitiva Hispánica)”, in Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXIX, 2, 1961, pp. 892-949], reproducidos por nosotros en los recuadros 2 y 3, se observa que los signos ibéricos del Sudoeste a, e, i, o, u, l, r, s, s, n, bi, ta/da, te/de, tu/du, ca/ga, cu/gu y los signos ibéricos del Este a, e, i, l, r, s, m, n, bi, ta/da, te/de, tu/du coinciden tanto con los signos fenicios como con los griegos.” (gráficos 1, 2, 3, 4 que intentaremos adjuntar más adelante a estos papeles)
“Sea en fin lo que fuere [concluye LOSADA BADÍA], el hecho de que entre los signos ibéricos coincidan once con grafemas fenicios no implica que los primeros vengan por fuerza de los últimos, pues las eventuales semejanzas entre caracteres pertenecientes a sistemas distintos pueden deberse, sencillamente, no al hecho de proceder unos de otros sino al de remontarse todos ellos a una fuente común.
Esto resulta tanto más verosímil cuanto que, prácticamente, los signos ibéricos pudieran tener su base gráfica y fónica en signos anteriores a los fenicios, no ascendiendo en principio estos últimos por su parte, de todos modos, más allá del siglo X antes de nuestra era [...]. Observaremos, como lo muestra el recuadro nº 4 dado por GÓMEZ-MORENO en la página 275 de su obra Misceláneas (reproducido en 1954 por Julio CARO BAROJA [Julio CARO BAROJA: “La Escritura en la España Prerromana”, trabajo publicado en la Historia de España dirigida por Ramón MENÉNDEZ PIDAL, tomo I, vol. 3, p. 967] y en 1991 por Francisco VILLAR [Francisco VILLAR LIÉBANA: Los Indoeuropeos y los Orígenes de Europa; Editorial Gredos, Madrid 1991]”.
Señalemos por último, tras esta larga exposición sobre la llamada escritura ibérica, que según LOSADA BADÍA la primera lengua transcrita con dicho signario puede fácilmente haber sido, dadas las características fónicas que éste revela, una lengua céltica. Acaso se hablasen en efecto lenguas célticas por gran parte de la fachada atlántica, como tenderían a mostrarlo las isoglosas de determinados topónimos, hidrónimos, teónimos y antropónimos.
¿LUSITANO? SERMO LATINO VULGARÍSIMO
Igual que en los oídos de los senadores romanos sonaba a galimatías el latín hablado por los clarissimi viri andaluces, así también el sermo latino provinciano (PENA 1995) hablado en la Lusitania o en la Gallaecia hacia fines del siglo II d.C., el pretendido lusitano, resultaría por lo menos tan ininteligible entonces para el Romano de la Urbs como lo sigue resultando aún hoy para el ducho lingüista. Infiltrado de topónimos, hidrónimos, teónimos y antropónimos prerromanos, entreverado con voces indoeuropeas y hasta celtas - del mismo modo que el moderno gallego conserva palabras prerromanas, digamos “patrimoniales”, celtas o en todo caso indoeuropeas, como burga (“fuente [de agua caliente]”) frente al latín fons, como aramio (“tierra laborable”) e incluso leira (probablemente del indoeuropeo *plaria), camba (“arado”) frente al latín aratrum, tona (“nata”, “corteza”) frente al latín cortex, boroa, borona o brona frente al latín pan - por citar varios ejemplos (1983: 274-275) dados por Antonio TOVAR [“Etnia y lengua en la Galicia Antigua el problema del Celtismo” in Estudos de Cultura Castrexa e de Historia Antiga de Galicia. Compostela 1983, p.247-282] durante una memorable intervención en Santiago de Compostela -, el latín provinciano les serviría sólo apenas a los letrados galaicorromanos habitantes de la fachada atlántica iberopeninsular durante el Bajo Imperio para andar por casa y para hacerse entender, eso sí, por sus coterráneos lusogalaicos. Costará acaso siglos, si es que se logra, romper el hechizo de la prerromana lengua, celta o no celta, llamada Lusitano. En este pleito, ni aun declarando a su favor ante notario las presuntas víctimas (acnom / agnus, porcom / porcus), conjuntamente con los testigos redactores (Rufinus et Tiro), ni aun clamando al cielo (Iuppiter) esquivarían los lamáticos provinciales el erudito escrutinio agudamente riguroso de VILLAR.
“Las inscripciones, incluso aquéllas en que vemos figurar nombres indígenas, se ajustan [en realidad] a las normas usuales [latinas]; las más de las veces son además fruto de las inquietudes o de la actividad de los Romanos inmigrantes que venían a Gallaecia como administradores o como miembros de las fuerzas armadas de Roma”, sostiene DÍAZ Y DÍAZ, no sin añadir a renglón seguido valiosas observaciones sobre el tiempo de las inscripciones de Lamas de Moledo y de Cabeço das Fraguas, así como sobre la expansión y las características del latín provinciano de entonces. En la sociedad galaico romana [dice DÍAZ Y DÍAZ], sólo a partir del siglo II d.C. se observan rasgos que apuntan a una imitación provincial, quizás debido a artesanos locales, de las formas y fórmulas usuales. Pero en este aspecto, frente a lo que ocurre en otras regiones, incluso muy cercanas, es de destacar que no poseemos ninguna inscripción, según creo yo saber, [añade DÍAZ Y DÍAZ,] que no sea romana en la lengua y en los sistemas gráficos y cultuales, aunque abunden algunos con elementos onomásticos indígenas; pero en estos casos, vuelvo a insistir sobre ello, [recalca DÍAZ Y DÍAZ,] la formulación es claramente romana [Manuel Cecilio DÍAZ Y DÍAZ “Sobre la implantación del Latín en la sociedad Galaico Romana in Estudos de Cultura Castrexa e de Historia Antiga de Galicia. Compostela 1983, p. 288 Hai que reseñar que DÍAZ Y DÍAZ destaca también en el aparato crítico correspondiente este aserto como: “en las distintas colecciones de epígrafes encontrados en Galicia […] se descubren dos hechos interesantes: 1) la casi totalidad de las inscripciones pertenecen a nuestra era, siendo poquísimas las de época augústea y ninguna, a lo que parece anterior; y 2), la correción por lo que hace a la lengua es total. De notar sería que buena parte de los epígrafes, sobre todo en los siglos II-III, son obra ya de talleres locales, bastante bien dotados e instruidos en genera; y que abundan las abreviaturas, y las distribuciones son más prietas, y a menudo menos calculadas, que en regiones mas romanizadas. Pero ni uno ni otro de estos dos últimos datos son muy relevantes, mientras me parece altamente significativa la extensión de talleres locales, muy diseminados en algunas comarcas, a juzgar por la comparación epigráfica de los productos”].
La disciplina epigráfica no debería sin más aceptar propuestas cuando éstas, olvidando o ignorando el ubi y el quando, juegan adrede o no con un tardío latín provinciano, postulando sobre la lengua y la cultura correspondientes a las inscripciones peninsulares íntimas convicciones paracientíficas como le ocurre por ejemplo al Profesor VILLAR el cual, hablando del llamado idioma lusitano - como otros por supuesto lo han hecho [Cf. PENA 1995, 1999, 2002, 2004] - al referirse a la inscripción de Arroyo de la Luz, datándola por cierto en un momento excesivamente temprano y yéndosele la mano en varios siglos, pretende por su parte, en su afán por amoldar la realidad al deseo, darle a pala en Trebopala como viejo sentido etimológico el de “lago” o “laguna”, convirtiendo así a Trebopala en mera “charca del pueblo” [Francisco VILLAR: “Los elementos teonímicos lusitanos Trebopala y Toudopalangaigae no se relacionan con el pala “piedra, piedra sepulcral” lepóntico sino con el elemento pal- hidronímico. Trebopala es “la charca del pueblo” y *Toutopalanta es una expresión sinónima. Se trata de una divinización femenina de las aguas locales donde abreva el ganado], a la cual, según VILLAR, irían a abrevar las vacas lusitanas. Dos problemas no obstante surgen cuando menos por lo que a la lógica y a la lingüística atañe: nos preguntamos en efecto por un lado, dada la ubicación geográfica de la charca en cuestión - hablamos del emplazamiento de la litigiosa inscripción -, cómo sin previa preparación al alpinismo se las arreglarían las sedientas vacas para trepar por la empinada rampa del outeiro, altar de piedra o pala hasta la fuente; por otro lado, pensamos se sentirá quizá incómodo VILLAR ora cuando se encuentra con ríos bautizados Palanta, acusados por él siguiendo su lógica de ríos acuosos o con menos lógica todavía de ríos encharcados, a los que discurriendo éstos a través de un pedregal quizá les convendría más adecuadamente el apelativo “pedregosos” (pala = “piedra”, de donde a veces “protección”) [Como lo observa el Profesor Luis MONTEAGUDO GARCÍA, en amable comunicación personal, el río Palanta podría sencillamente significar “río de las piedras’, es decir poco más o menos ‘Pedregal”], ora, pese a lo que sobre este nombre argumenta dicho autor, cuando innovando ¬¬contra viento y mareas por personales necesidades comparativas, le asigna al sánskrito Viçpâla-, pese a significar esta palabra según constante doctrina entre los sanskritistas “Protectora (pâla-) del Pueblo (viç-)”, el mismo calificativo que aplica él a Trebopala, es decir el de “charca del pueblo”; en buena lógica, añadamos aquí, habría que encasquetarle entonces asimismo al sánskrito Lokapala- (cuyo sentido hasta llegar VILLAR era para todo buen sanskritista “Protector [pala-] del Mundo o del Universo [loka-]”) idéntico razonamiento, si así puede decirse, viéndose pues VILLAR casi obligado a considerar a dicho término como “charca universal”.
Por lo que a la datación de las inscripciones epigráficas respecta, las cosas, como en todo, han de hacerse con método. Partiendo fundamentalmente de las formas que ofrecen las letras de los numerosos miliarios romanos presentes en el Noroeste peninsular, Luis MONTEAGUDO GARCÍA estableció un catálogo diacrónico con tipos básicos que permite datar, entre otras, las inscripciones latinas (PENA 1995) llamadas “lusitanas”, asignándoseles a estas últimas como fechas, siguiendo dicha pauta, la segunda mitad del siglo II d. J. C. Los epígrafes en efecto, expresándose con un alfabeto latino nunca anterior claro está a la conquista romana, van desde ahí con el paso del tiempo variando, generándose en su evolución - según el nivel cultural de quien se expresa, según el taller, según el lugar, etc.-, diversos tipos de letras, minúsculas cursivas, mayúsculas, mostrando variaciones claramente datables si se siguen los conocimientos paleográficos y epigráficos que a todo serio investigador en la materia debe interesarle poseer.
SI EL LUSITANO, LA POSTULADA NUEVA LENGUA INDOEUROPEA, RESULTA SER PÉSIMO LATÍN VULGAR, ¿QUÉ LENGUA SE HABLABA ENTONCES EN EL OESTE PENINSULAR AL PRODUCIRSE LA CONQUISTA ROMANA? PUES NI MÁS NI MENOS QUE LA LENGUA A LA QUE CORRESPONDEN NUMEROSOS TOPÓNIMOS Y TEÓNIMOS UNÁNIMAMENTE TENIDOS POR CELTAS, PRESENTES NO SÓLO EN LA EPIGRAFÍA Y EN LA DIPLOMÁTICA GALLEGAS, SINO TODO A LO LARGO Y ANCHO DEL PAÍS HISPANO, LENGUA QUE DE SER AUTÉNTICOS LOS FENÓMENOS ILUSTRADOS POR ROBERT OMNÈS SEGUIRÍA ACTUANDO TODAVÍA HOY COMO LENGUA CELTA RESIDUAL, COMO MISTERIOSA FUERZA CTÓNICA DE BIOGENÉTICA LINGÜÍSTICA, EN EL GALLEGO Y EN EL CASTELLANO.
(El autor intentará insertar aquí de disponer de tiempo un pequeño epígrafe en signario ibérico hallado en los años veinte con este comentario provisional [E-DU-O-E ? “PARA EDUO?” -Cf. comp. la tribu gala de los Edui-. Epígrafe sobre una figurita de bronce procedente del Castro de Valtuille de Arriba en el Bierzo excavado en los años 20. Aparece en la obra de F. López Cuevillas: La civilización Celtica en Galicia, p 274 y como es norma en este género de asuntos se publicó sin referencia alguna sobre el tipo de epígrafe como: busto de bronce con sujeción en su parte superior bien para servir de colgante o, según F. ACUÑA CASTROVIEJO, de pesa de balanza. Presenta una inscripción esgrafiada en su parte inferior y en el lado derecho. Su longitud es de 7,7 cm. Su estado de conservación es muy bueno. Nota: Según F. Acuña Castroviejo, es un objeto típicamente romano in Inventario de Fondos Arqueológicos Mª L. ÁLVAREZ TORRÓN(2000) CEG mon. 4, pp 59-60 nº 119 >>. Guardada en un cajón ahora se exhibe en una vitrina del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, Rúa de San Roque nº 2 Santiago de Compostela .Foto de A PENA autorizada por Don E PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS director del mencionado instituto] mientras tanto la podrán ver en www.riograndedexuvia.com en la sección Narón na Historia.
“CUMMULATIVE CELTICITY”
Por nuestra parte, excluyendo nuestra tesis comparatista como así es modelos invasionistas demasiado tajantes, consideramos que los Celtas, según queda ya dicho, responden prioritariamente a una realidad institucional (PENA 1991, 1992) (PENA1994: 33-89), realidad presente en Galicia que, como también se ha especificado más arriba, llegará en gran parte intacta hasta la Edad Media, motivo por el cual nos detendremos con pormenor en ese período aunque, como es natural, antes de entrar en materia deberemos considerar algunas cuestiones sobre el concepto “Celta” y sobre el estado de los estudios célticos.
Nadie puede hoy decir, pues todo el mundo sabe que nunca hubo un pueblo románico, clasicista o barroco, que “los Románicos eran altos y rubios y los Góticos bajos y morenos, o viceversa, se casaron y tuvieron renacentitos, ya que el Románico, el Gótico, el Renacimiento, el Clasicismo o el Barroco responden a conceptos culturales; en cambio muchos en España escuchan a menudo impertérritos que “los Celtas eran altos y rubios” así como en Gales o en Irlanda se oye que “los Celtas tenían la tez clara y el pelo obscuro”. Hace cincuenta años nos enseñaban que siendo los Celtas altos y rubios y los Íberos bajos y morenos, dieron al casarse entre ellos los Celtíberos. Variando un ápice el programa, los enterados creen saber, trabajando sobre esa base aún hoy, que la raza Céltica, deus ex machina, llegada a la Celtiberia emigró a Andalucía, hasta que subiendo luego por la Lusitania y la Extremadura repobló Galicia, llenándola de teónimos y de topónimos. ¿Pero hay quien sepa y defienda que lo Celta, lo Céltico, es ante todo, sin excluir en lo celta la existencia de diversas etnias europeas, un concepto cultural? Evidentemente no parece saberlo todo el mundo.
Definirlos rasgos de este concepto cultural Celta y Céltico, analizar las claves evolutivas convergentes sobre un antiguo fondo indoeuropeo común, en el proceso formativo de Celticidad, constituye la base de la “culmulative celticity” que pretendemos establecer y demostrar, aunque ya en el siglo XVI Georges BUCHANAN, conocedor de las lenguas celtas, de Britani, de Hiberni, y aun de las fuentes antiguas de la Galia continental [BUCHANAN se refiere, como lo señala EVANS (1999: 6), al sermo Gallicus] y de la Península Ibérica, la formuló y describió por primera vez de admirable modo, con claridad y con penetrantes observaciones, en su Rerum Scoticarum Historia publicado en 1582:
“Cuando […] me pongo a meditar sobre tanta concordancia en el habla, que aún sirve para señalar, y no obscuramente, una antigua parentela y un origen similar, fácilmente me inclino a creer que antes de la llegada de los Sajones las lenguas de los Britones no habrían diferido mucho entre sí. Los pueblos próximos a la costa Gallica, de cuyas riberas habría buena parte de los vecinos Britanos transmigrado (como nos informa César), usaban el belga. Pero los irlandeses, y las colonias enviadas por ellos, oriundos de los habitantes celtas de España, como es bastante probable, usaban el Céltico. Cuando esas gentes, sin embargo, habiendo retornado, como de una larga peregrinación ocupando las vecinas sedes, se hubieron mezclado casi en uno, ellos formaron por confusión de sus idiomáticas frases un heterogéneo dialecto, ni exactamente igual en todo al lenguaje de los Celtas o al de los Belgas, ni disímil en absoluto de ninguna de ellas, lo cual se puede considerar característrico de esas naciones, de las que empero, aun opinándose que hablan Germano, consta que difieren mucho de la vieja lengua [Georges BUCHANAN Rerum Scoticarum Historia 1582: Cum talem igitur in loquendo concordiam mecum recogito, quae et veterem cognationem et non obscuras eiusdem originis notas adhuc seruet, facile adducor, ut ante Saxonum aduentum omnibus Britannis non multum diuersam fuisse linguam credam: ac proximas Gallico litori nationes uerisimile est Belgica usos fuisse, ê quorum finibus bona pars uicinorum Gallicae Britannorum (ut legere est apud Caesarem) transmigrauerat. At hiberni, et coloniae ab eis missae a Celtis Hispaniae habitatoribus oriundi, uti credibile est, Celtica utebantur. Hae gentes cum uelut è longinqua peregrinatione reuersae uicinas occupasent sedes, ac prope confusis idiotisimis sermonis quandam permixtionem factam reor, ut neutri linguae uel Celticae, uel Belgicae omnino similem, ita neutri penitus dissimilem: qualê animaduertere licet in eis nationibus, quae Germanice loqui putantur, et tamen a uetusto sermon multum desciuisse constat]”.
El proceso de Cummulative Celticity actúa en el trend de larga duración similarmente a como hasta la total decoloración, lenta y capilarmente, se va extendiendo la tinta por las tizas que entran en contacto con el tintero. El conservacionismo surge al constatar que en las áreas marginales del Occidente europeo y de las Islas Británicas se aprecia claramente hoy una continuidad o inmovilismo sin solución, desde el Neolítico al Hierro, como dice HAWKES [Christopher HAWKES, 1973 “’Cummulative Celticity’ in pre-Roman Britain” in Actes du quatrième congrès international d’études celtiques (Rennes juilliet 1971) (=ÉC 13, 1973, 607-628)] “never grand displacements, effacing old inhabitants, but always bringing an access of new upper-class masters” (1973: 622), lo cual no impide contactos comerciales entre el Mundo Atlántico y entre el Atlántico y el Mediterráneo [¿Estarían los castros del litoral del NW. en continuo contacto con el mundo mediterráneo en fechas anteriores al siglo VI a.C.? ¿Qué se esconde debajo de las nebulosas Cassitérides? “Las Kassitérides son diez y están situadas muy próximas unas de otras hacia el N. del puerto de los Ártabros, en alta mar. Una de ellas está despoblada, las demás las habitan hombres vestidos de mantos negros, que llevan túnicas hasta los pies, ceñidas alrededor del pecho y que caminan con bastones y se parecen a las Furias de la Tragedia. Viven preferentemente del ganado, llevando una vida nómada. Además tienen minas de estaño y plomo y pieles que cambian con los comerciantes por cerámica, sal y objetos de bronce. Antes, únicamente los fenicios realizaban este comercio desde Gades ocultando a todos la ruta marítima, y cuando los romanos persiguieron a cierto navegante para conocer aquellos emporios, éste, voluntariamente encalló su barco en los bajos y arrastró a la misma desgracia a los que lo seguían, mientras él se salvaba del naufragio y recibía de su gobierno el precio de la carga perdida. Mas los romanos, intentándolo muchas veces, llegaron a conocer la ruta. Y cuando Publio Craso, llegando hasta ellos, conoció que los metales se podían cavar a poca profundidad y que la gente era pacífica, enseñó con claridad a los interesados la navegación, aunque era más larga que la navegación hasta la Bretaña. Esto es lo que hay de Iberia y de las islas próximas. ESTRABÓN. Geografía III, 5, 11. Traducido por Xosé Manuel POSE MESURA. In Galicia nos textos clásicos. Ed. Caixa Galicia, pág. 44. A Coruña, 1988. POLIBIO dice que los habitantes el Noroeste entregaban estaño, plomo y pieles a cambio de alfarería, sal y objetos de cobre, a los comerciantes que llegaban a nuestras costas. Hace mucho más de 2300 años, las costas gallegas eran visitadas por los púnicos], en lo que se llama World economic systems. J. Mª. LUZÓN NOGUÉ, estudió este comercio (en unos papeles sobre LOS HIPPOI GADITANOS) Un temprano comercio, como lo muestra en Galicia el petroglifo descubierto hace poco en Pedornes (Oia, Pontevedra) representando una nave hecha con haces en papiro del Mediterráneo Oriental (F. ALONSO ROMERO 1993), atestigua el contacto con probables prospectores de metales, sin duda buscando sobre todo el oro.
El tráfico y la lenta absorción de palabras y cosas entre los habitantes de las costas atlánticas, desde tiempos remontables a los orígenes de la navegación, permitieron alcanzar en los países ribereños del Océano una koiné institucional probablemente muy temprano, acaso en el Neolítico Atlántico reconocible en sus rasgos comunes pese a las diferencias regionales patentes ya plenamente en la Edad del Bronce de Europa, extendiéndose esta koiné ahora a todos los rasgos organizativos y a las instituciones esenciales.
De algún modo, aun interaccionando fuertemente con el Mediterráneo, el Atlántico no se limitaría a mantener esta koiné durante la Edad del Hierro mostrando rasgos arcaizantes frecuentemente reseñados por los historiadores y por los estudiosos de la literatura celtoinsular, sino que buena parte de la esencia institucional, como fosilizada, se conservaría casi intacta en Galicia hasta el final del Antiguo Régimen, llegando a nuestros días muchísimas costumbres y creencias populares. […]
Andrés PENA GRAÑA, es doctor en Arqueología e Hª Antigua, arqueólogo e historiador del concello de Narón e investigador del Instituto de Estudios Celtas con sede en la Real Academia de la Historia y en la Fundación Federico Maciñeira. Es parte de un capítulo del libro “Treba y Territorium. Génesis y desarrollo del mobiliario e inmobiliario arqueológico e institucional de la Gallaecia” publicado (edición electrónica) en Santiago en 2004 por el Servizo de Publicacións e intercambio científico de la Universidad de Santiago. ISBN 84-8750-450-X. © Andrés Pena Graña
Comentarios
Pulsa este icono si opinas que la información está fuera de lugar, no tiene rigor o es de nulo interés.
Tu único clic no la borarrá, pero contribuirá a que la sabiduría del grupo pueda funcionar correctamente.
Si te registras como usuario, podrás añadir comentarios a este artículo.
Hay 1 comentarios.
1