Autor:
sábado, 12 de enero de 2008
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Javier Torres


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Megalitismo Galáico-Portugués

Esto aparecerá en la portada de Celtiberia.net, así que no escribas más de 4 o 5 líneas.

La arquitectura megalítica surge de modo
independiente en distintas regiones del
planeta y en épocas diferentes. Podemos hallarlo en la Europa atlántica, en las islas mediterráneas y en el sur de Italia,
norte de África, Cáucaso, la India, Japón y Colombia. Existen pues unos
principios universales de la arquitectura que explican la génesis de estos
monumentos en zonas tan distintas y distantes.

El objeto de estudio de este
breve artículo se centra en el megalitismo surgido en varias zonas de Europa
Occidental en épocas más o menos coetáneas. En este caso concreto, cuando hablamos del megalitismo
gallego es imprescindible referirnos previamente al foco cultural del que
procede y con el que guarda una estrecha relación: El megalitismo portugués que
surge al final del período neolítico, hace unos seis mil años, en Beirá y Tras os Montes, y que se caracteriza
por la presencia de cámaras poligonales sencillas. Este tipo de megalitismo
reemplazó a los enterramientos anteriores en cuevas, y comenzó a extenderse por
el oeste de Europa.

La cultura megalítica portuguesa se relaciona con el
pueblo capsiense o hispanomauritano, que habitaba la península durante el
paleolítico. El megalitismo portugués
muestra influencias egeo-anatólicas y se pueden apreciar varias etapas en su
evolución, comenzando en el neolítico final y eneolítico inicial (A),
caracterizado por dólmenes sencillos de cámara poligonal y cubierta cerrada
como los portugueses de Beira y Tras os Montes. Posteriormente se construirán
pequeños túmulos de cámara ortogonal de ortostatos sin puerta, y más tarde se
incorporará a la cámara una puerta sin corredor. Por último, poco a poco se
incorporará un corredor de entrada y así se llegará, en el eneolítico B y Bronce I, a la cámara
poligonal o de tendencia circular con corredor.

Cuevillas y G. Leisner proponen
una clasificación de la estructura de los túmulos gallegos que representan
distintos períodos evolutivos:

1.- Cámaras poligonales cerradas
de pequeño tamaño.

2.- Cámaras poligonales simples
con puerta de acceso.

3.- Cámaras poligonales con
tendencia circular y corredor corto.

4.- Cámaras rectangulares (tipo
cista).

Hace unos seis mil años, entre el período Atlántico
(6.000 a 2.800 a. de J.C.) y el período Sub-boreal, comienzan a llegar a Galiza
poblaciones procedentes de Portugal que aportan este tipo de arquitectura
monumental. Surge así el megalitismo llamado subgrupo gallego-miñoto, menos rico
que el foco original portugués del eneolítico A y B (mámoas de Chan da
Cruz, datación por carbono 14 del 3940 a.c ). También se han realizado
dataciones de mámoas posteriores como las de As Pereiras, Mos (2.900-2.350 a. c). La
relación del megalitismo galego y el portugués
está ampliamente refrendada. Una muestra la hallamos en la continuidad
geográfica entre los megalitos del sur de Galiza y los portugueses de Arcos de
Valdevez, Paredes de Coura, Marâo y Tras os Montes.

Desde Portugal y Galicia, la cultura megalítica
galáico-portuguesa se difundió a Asturias, Pirineos, sur de Francia, Bretaña y norte de Escocia (del
3.000 al 1.300 a. de J.C), Por otra parte, del estudio de las mámoas
portuguesas, como las de la Serra Aboboreira, podemos apreciar que una misma necrópolis fué utilizada durante siglos (en este caso concreto desde el 3830
a.c al 2140 a.c.).

En lo que se refiere a la técnica empleada, los
bloques graníticos eran perforados empleando útiles muy rudimentarios, mediante
los cuales se trazaba una línea de agujeros en los que se introducían cuñas de
madera que, al dilatarse por efecto del agua, desgarraban la roca, y se
obtenía una superficie exterior abombada y rugosa, mientras que la
interior era plana y lisa. ¿Cómo se transportaban? Mediante el arrastre utilizando
troncos y empleando la técnica de elevación de planos inclinados.

Podemos apreciar una ligera inclinación hacia el
interior de las piedras que soportan el peso de la cámara, a fin de que
distribuyeran el peso de la cubierta, y los espacios entre ellas eran
rellenados con piedras de menor tamaño. Después,
el suelo se apisonaba y por encima se acumulaba tierra, creando el montículo
denominado mámoa.

De los análisis polinológicos
realizados en distintas mámoas, se ha llegado a la conclusión de que en la
época de su construcción, el clima de
Galiza era más cálido que hoy en día y también más lluvioso, por lo que el paisaje
debería ser muy verde, con praderas y bosques caducifolios.

En Galiza hay varios miles de
mámoas (se habla de más de cinco mil, de las cuáles mas de 2000 están en la
provincia de Pontevedra), localizadas en
zonas cercanas a las canteras de donde se ha extraído la piedra, como máximo
a unos pocos kilómetros. Las
principales zonas megalíticas de Galicia y Portugal se encuentran en la costa
(rías baixas, As Mariñas y Fisterra) y en las penillanuras de A Limia, O
Testeiro, O Suido, Tras os Montes, A Capelada y A Faladoira, la Terra Chá,
Melide, el Deza y Trasdeza, Ulla y en A Fonsagrada y O Incio. El mayor número
de túmulos lo hallamos en Vigo y O Morrazo, O Salnés y O Barbanza.

La arquitectura doménica es exclusivamente
funeraria y obedece a creencias mágicas por las que se supone que se pretendía retener los
espíritus de los muertos cerca de su gente, quizás para que sirvieran como
mediadores con el mundo de ultratumba de modo que resultaran propicios para su familia y tribu. Esto
supone una creencia en una dimensión supraterrenal de carácter mágico-pseudoreligioso.

Por lo que se refiere a los círculos líticos y pedras fitas, existen dudas sobre si son monumentos megalíticos
funerarios. Según unos autores, los menhires no tendrían carácter funerario, mientras que para otros su misión no era albergar el cuerpo (y el
espíritu) de un personaje fallecido en el seno de la tribu o clan, si no para
conectar con las almas de los muertos no sepultados (¿marineros ahogados?). Desgraciadamente, hoy en día
sólo se conoce una pedra fita en Galiza: A Lapa de Gargantáns, en Moraña,
Pontevedra (ver fotos).

En lo que se ha dado en llamar la época del
megalitismo clásico, los enterramientos eran colectivos y en ellos se
depositaban las cenizas de los cadáveres de la tribu/clan. Posteriormente, en
épocas más tardías y a medida que se iba desarrollando la estratificación
social, los enterramientos empezaron a ser individuales, apareciendo ajuares
funerarios más o menos ricos en función del prestigio social del difunto. Dentro del ajuar
funerario podemos hallar joyas de oro, cuencos esféricos, vasos campaniformes
decorados con incisiones, ídolos cilíndricos, hachas de piedra,
cuentas de collar, trozos de cristal de roca etc.

En cuanto a los motivos de las
insculturas que se pueden encontrar en algunos ortostatos, existen coviñas,
zigzags, representaciones de armas y líneas ondulantes (interpretadas
por algunos autores como serpentiformes y por otros como representaciones de las
olas del mar o del curso de los ríos). También se sabe que algunos megalitos
estaban pintados, empleando los colores blanco, negro y rojo.

Por último, y sólo a modo de breve reseña, terminaré
señalando que el megalitismo del sur de la península ibérica (ver fotos), tiene
una cronología posterior al galáico-portugués y correponde a un período tardío
o postmegalítico. Algunos autores señalan la posibilidad de influencias orientales, procedentes de las culturas
megalíticas de las islas mediterráneas
(a finales del siglo XV a. de J.C. se construyen en Creta las tumbas de
Isopata, con cámara y corredor, ejemplo de una arquitectura filial del megalitismo del continente).


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