Autor: Vázquez Hoys, A. Mª y Poveda Navarro, A. Mª
sábado, 28 de enero de 2006
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: Cossus
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DIVINIDADES FEMENINAS ROMANAS EN HISPANIA Y SUS ANTECEDENTES ORIENTALES: DIANA Y VENUS
Al estudiar la religión romana en Hispania, la doctora Vázquez Hoys encabezaba el Panteón femenino romano en Hispania con Diana. Ella fue, según esta autora, la primera divinidad femenina del Panteón hispanorromano, y esta preeminencia hizo que se planteara la problemática de su culto y las posibles causas de su protagonismo en la religiosidad hispano-romana. Además, el doctor Poveda Navarro ha estudiado los diferentes factores de la religiosidad prerromana en el S.E. peninsular. La coincidencia de las investigaciones y deducciones de estos profesores en sus conclusiones ha sido el origen de esta Comunicación compartida, así como el estudio de la Dra. Fernandez Uriel sobre Venus.
PLANTEAMIENTO PREVIO
En este trabajo se plantea la evolución de las ricas y diversas personalidades de estas diosas en el antiguo Próximo Oriente, hallando su génesis en las antiguas civilizaciones que allí se desarrollaron, siguiendo su evolución hasta la cultura clásica, así como su posible papel como divinidades funerarias en diferentes fuentes hispanas.
Tanto Venus-Afrodita como Artemis-Diana, aunque no perdieron nunca su carácter oriental, vieron su culto matizado y envuelto de helenismo e incluso de latinismo. Ello debió proporcionar a sus ya ricas personalidades unas atribuciones y un carácter complejísimo, que vino a complicarse en el suelo ibero, tema estudiado por el doctor Poveda Navarro, coautor de esta comunicación.
LOS ANTECEDENTES PRERROMANOS
Según sus estudios, las referencias a divinidades prerromanas de Hispania son escasísimas y pocos son los nombres que de las mismas se han conservado, circunstancia que podría tener su explicación en la rápida asimilación de los dioses locales con otros de origen fenicio-púnico y griego, en primera instancia, y luego romano, como nos ilustra, por ejemplo, el caso de Astarté-Tanit-Iuno Dea Caelestis, Ártemis-Diana, y Afrodita-Venus.
Las divinidades indígenas de la Península Ibérica hasta la romanización de ésta parecen ser el resultado de la transformación de las deidades locales, preexistentes, a consecuencia de la influencia de los dioses fenicios y griegos, por tanto de los cultos procedentes del Mediterráneo oriental. Este proceso daría lugar al típico fenómeno de sincretismo entre divinidades de la Antigüedad, que en la península se manifestaría con la “interpretatio” ibérica de las alóctonas, principalmente orientales, que posteriormente derivarían en un segundo proceso similar, cuando Roma convirtió los territorios ibéricos en una de sus provincias.
Desde al menos el Neolítico era conocida en todo el Mediterráneo una divinidad femenina predominante, que vagamente se ha denominado Diosa Madre, señora de la fecundidad, de la vida y de la muerte, del día y de la noche, de la Naturaleza, de la vegetación y de los animales, que la cultura feniciopúnica asociaba a su divinidad Astarté-Tanit, y la griega a Ártemis y Kore-Démeter, principalmente.
En la Alta Andalucía, el Sureste y el Levante peninsulares, se ha constatado la existencia del culto a una diosa con esas características, es decir, una divinidad indígena local, profundamente enraizada en la Naturaleza, sobre todo con la vegetación y los animales, que es la misma que desde Mesopotamia, Próximo Oriente, el Egeo y todo el Mediterráneo, ha sido bien documentada y relacionada con esa genérica Diosa Madre.
Dicha divinidad tenía varias facetas o modos de manifestarse, siendo una de las principales la de Potnia Theron o Señora de los animales, asimilable en el ámbito griego con Ártemis, al menos así parece interpretarse en la Ilíada (XXI, 470), mientras en el mundo fenicio-púnico era asociada con Astarté-Tanit.
En la propia Península Ibérica, después de la colonización fenicia y el consiguiente proceso orientalizante desarrollado sobre sus territorios indígenas, parece que el culto a su deidad local, posiblemente asimilada a una gran divinidad femenina, ha sido contaminado por la versión oriental. Por ello, y ya en época ibérica, esta divinidad femenina, Diosa Madre, en su manifestación de Potnia o "Señora de los Animales", podría contemplarse como sincretizada con Tanit o con Ártemis, según se trate de áreas de influencia púnica o griega.
Uno de los mejores ejemplos de todo lo que decimos es el de Ilici (Alcudia de Elche), ciudad ibero-romana donde se ha creido identificar las versiones de la diosa Potnia Theron, destacando su matiz de Hippon o Señora de los caballos, animales tan abundantemente representados sobre la cerámica ibérica pintada fabricada en sus alfares. En una de sus vasijas aparece esa Potnia a la que aludimos como una divinidad alada entre dos équidos alados y rampantes, que como si fuesen una biga sagrada parecen ayudarle a ascender desde la tierra.
Esta Potnia Hippon alada se relaciona estrechamente con los abundantes exvotos de figuritas, grabados y relieves de équidos recuperados en varios santuarios ibéricos de la Alta Andalucía y el Sureste peninsular, que demuestran la existencia de un culto protector de los caballos y de la fecundidad simbolizado por esa diosa y su paredro el Despothes Hippon.
En otras cerámicas pintadas de la misma Ilici existen otras representaciones de figuras femeninas aladas, rodeadas de signos vegetales y de animales, que simbolizan a la misma divinidad indígena local que se convierte en el motivo principal de la cerámica de Elche. Estamos ante un grupo de diosas aladas que representan la plasmación del surgimiento de la vida, por ello suelen aparecer brotando de la tierra, con un claro significado de rito de tránsito de la tierra a la superficie, de la noche al día.
Si bien estas iconografías divinas se fechan entre el siglo II y el I a.C., tienen su origen en un primer prototipo escultórico ibérico, reconocido en un grupo escultórico aparecido también en Elche, datado entre el siglo V y el IV a.C., en el que se observa una esfinge cabalgada por la figura del difunto, al que transporta, en claro acto psicopompo, mientras que entre sus garras delanteras contiene una figura femenina acampanada y de alas plegadas sobre el cuerpo, que parece representar a una divinidad que tiene un clarísimo paralelo en algunas terracotas púnicas de Cartago y de Ibiza, identificadas con la diosa púnica Tanit, que con igual iconografía se ha representado sobre la cubierta de un sarcófago también de Cartago.
De modo que delante de la esfinge ilicitana tendríamos igualmente a Tanit, confirmándose la existencia de su culto en Elche en una zona ibérica que conoció una profunda aculturación púnica. Este hecho explica bien que la morfología de esa diosa sea idéntica a la de las divinidades aladas de la citada cerámica de la Alcudia de Elche.
Creemos que la aparición en Elche de la iconografía de Tanit con sus típicas formas púnicas (de Cartago e Ibiza), obedece a la existencia de una deidad local, posible Diosa Madre manifestada como Potnia, que por la fuerte influencia cultural cartaginesa ha recibido, al menos, un prestamo iconográfico de aquella. Ideológicamente también pudo haber una asimilación, pues estamos ante una divinidad indígena de la fertilidad, de la fecundidad, de la muerte y de la vida natural y salvaje, especialmente de los caballos y en un ambiente de fuerte presencia de la serpiente, que son precisamente las características de Tanit y de su equivalente en el ámbito griego, Ártemis.
Esta Potnia-Tanit ibérica fue una deidad imperante en, al menos desde el siglo IV a.C. hasta el siglo I a.C., periodo histórico en el que se convirtió en su diosa poliada o patrona de la urbe, circunstancia que se verá ratificada y continuada con la romanización de la ciudad, que cuando como colonia Iulia Ilici Augusta erija un templo romano en la zona del foro, hacia los años 13-12 a.C., la divinidad que recibirá culto será Iuno Dea Caelestis, que es la versión romana de la diosa cartaginesa y que frecuentemente se sincretiza con Diana y Venus.
Un proceso parecido con un resultado idéntico se produjo en otra ciudad ibero-romana, de la misma área geográfica, como es el Tossal de Manises (urbe) y la Albufereta (necrópolis), en Alicante (Lucentum), donde la presencia de los cultos orientalizantes, especialmente de Tanit, en época ibérica, habría dado lugar a la erección de un templo también dedicado a Iuno, que según refleja una inscripción tuvo una restauración en el siglo II d.C.
El oppidum ibérico de La Serreta, en Alcoy, dispuso de un santuario al que pertenecen un buen número de terracotas, entre las que destacan las que representan a la Diosa Madre, deidad de la fecundidad, de la vida y de la muerte y especialmente las de su versión curótrofa y nutricia, que presentan una profunda influencia púnica, principalmente de Tanit y de la isla de Ibiza. Las figurillas han sido datadas entre el siglo III y el I a.C., aunque el lugar conoció una fase cultural romana hasta el siglo IV d.C. Por tanto, el culto indígena parece haber recibido, también aquí, la contaminación de elementos ideoiconográficos púnicos, hasta el punto de producirse un sincretismo con la “Dea Caelestis Nutrix”, en la etapa romana.
Todavía más significativa es la existencia en pleno territorio indígena, de otro posible santuario de culto iberopúnico que perduró hasta la época romana. Es el caso de la Cueva Negra de Fortuna, Murcia (González-Mayer-Stylow, 1987). La circunstancia de que en el lugar estén presentes dos indivíduos ebusitanos, de los que uno de ellos tiene igual nomen y praenomen que los conocidos “Oculatii Recti” de Ibiza, que profesaban culto a Iuno Regina, es decir, a Caelestis, es un hecho importantísimo para demostrar la existencia de cultos púnicos (ebusitanos) sincretizados con divinidades romanas, en un territorio de poblamiento indígena. Además, esa circunstancia permite rastrear la presencia de esta divinidad en dicha cueva.
Por otra parte, entre las deidades mencionadas en sus tituli picti, interesa destacar la posibilidad de una asociación con Venus.
Precisamente esta diosa parece ser una de las asimilaciones más importantes de las conocidas por Caelestis, según se desprende de algunos documentos epigráficos donde se la cita como Venus Caelestis. También se lee esta fórmula dual en el exergo de una moneda de Soaemías.
Entre un conjunto de santuarios ibéricos del interior del meridión peninsular ibérico, que conocieron elementos culturales orientales (fenicio-púnicos) y un proceso de romanización, hemos de reseñar el de Torreparedones (Córdoba), donde fue hallado un exvoto escultórico de piedra, representado por una figura femenina que tiene en su frente la inscripción latina Dea Caeletis, que debemos interpretar como la propia representación de la diosa.
Muy probablemente, se trata de un santuario indígena, en una zona de profunda aculturación púnica, de modo que el oferente o depositante del exvoto divino ha podido ser un turdetano, influido culturalmente por un fuerte contacto con el mundo púnico andaluz, o incluso un mestizo de ambas culturas.
Reconocida y aceptada una fuerte presencia de la Tanit púnica asociada a una divinidad ibérica, en importantes zonas del sur y del sureste de Iberia, es evidente que la coyuntura ideológico-cultural era muy favorable para que, durante la romanización, se produjese un fácil sincretismo con la diosa Iuno Caelestis y sus asociadas Diana y Venus.
Con la misma argumentación, podemos deducir que cuando Estrabón (III, 4, 6) afirma que en Hemeroskopeion (área de Denia, Alicante) había un santuario de la deidad griega Ártemis Ephesia, en realidad está realizando un acto de interpretatio de la Tanit ibero-púnica del lugar, pues como ya se ha dicho, ésta se sincretizaba perfectamente con aquella griega.
Es evidente que como griego, Estrabón identificaría y denominaría "a la griega" todo rastro de Tanit, incluido su sincretismo con la Potnia ibera. En un sentido semejante ya se pronunciaron en su momento otras especialistas de esta cuestión.
En apoyo de este planteamiento podemos argumentar que la denominación que hoy tiene la población alicantina donde se quiere localizar a Hemeroskopeion, es decir, Denia, tiene su origen en el nombre de Diana, origen a su vez de su nombre romano Dianium, originado, posiblemente, por la existencia en la población de una divinidad femenina del tipo Tanit, pues la equivalencia entre Ártemis y Tanit fue heredada por sus sucesoras, respectivamente Diana y Caelestis. Un buen ejemplo de esta correspondencia sincrética es que en varias lápidas del África romana y de Italia, se encuentran invocaciones a Diana Caelestis.
Del mismo modo, las diferentes referencias de otro escritor griego, Avieno (Ora Marítima, 158: Veneris iugum = cabo Higuer; 315-317: Veneri marinae consacrata est insula / templumque in illa Veneris et penetrat cavum / oraculumque = isla de San Sebastián, junto a Cádiz; 437: fanumque ad usque Veneris ac Veneris iugum = cabo de Gata.), respecto a la presencia de lugares de culto a Venus en el sur de la Península Ibérica, deben ser entendidas como la existencia de unos cultos a divinidades prerromanas, fenicias u orientales, a las que la interpretatio griega púnica convirtió en Astarté-Tanit, con o sin sincretismos con las diosas ibéricas locales.
Es evidente que, entre las divinidades indígenas de Iberia y las aportaciones de otras de origen oriental (fenicias y griegas), el terreno estaba abonado para que Diana y Venus conocieran un gran desarrollo en Hispania e incluso para que hubiera coincidencias.
VENUS Y DIANA
Las personalidades de Venus y Diana están muy próximas en sus atribuciones, como diosas de la naturaleza y protectoras de la navegación, así como con Isis Pelagia, tal vez todas ellas herederas directas de una primitiva Diosa Madre oriental que reunía en sí todas las atribuciones que a Occidente se extendieron fraccionadas, encarnándose en diferentes diosas. Divinidades de la vida y de la muerte, ambas diosas, Venus y Diana, juegan un papel funerario cuando son invocadas en epitafios y aparecen en sarcófagos, tal vez disimulando en su figura las características de alguna diosa funeraria oriental, como afirma también Picard quien se refiere en un pequeño estudio al papel funerario de la llamada «Venus Felix».
También Venus Victrix era una divinidad funeraria, la misma que Venus Victrix Africa Caelestis , que el mismo autor estudia más adelante.
Venus Victrix aparece también en sarcófagos, en Lusitania (Hispania) se conocen dos ejemplos:
1) CIL, II, 23, de Merobriga:
VENERI VICTRICI A VG (ustae) SACR (um) in honorem /
LVCILIAE LEPIDINAE FLA VIA TITIA FILIAE PIENTISSIMAE
2) y CIL II; 470, de Emerita:
VENERI VICTRICI / L. CORDIVS SYMIPHORVS MEDICVS /
SACR. EX VOTO,
Esta diosa fue introducida por Sila en el Panteón romano, permaneciendo como la protectora de las colonias de veteranos que él había fundado.
También existía una relación entre Venus y Libitina. En Delfos existía una 'Aphrodíte Épitymbía y una Venus funeraria tenía un altar característico de los dioses funeratios en Orvieto, según Picard. Para Wissowa, la Venus Felix es una divinidad siria.
Los textos que, según Picard, asocian a las difuntas a Venus y tienen una cierta extensión son dos. Uno de ellos está dividido en tres partes. En la parte a figura el epitafio de Claudia Semne, dedicado por su esposo, Ulpius Aug (gusti) lib (ertus). Al lado de los atributos de Fortuna y Venus (globo, timón, corona sostenida por dos amores, rama cargada de manzanas y palomas), figura la inscripción:
FORTVNAE / SPEI VENERI [et] ME[M]ORIAE / CLAVD (iae)
SEMNE / SACRVM.
El texto c, grabado en una placa de mármol, está en el Museo Vaticano. En la cara 1 está el epitafio de M. Ulpius Crotonensis. La parte 2, un Cipo (2) 595, alrededor del cual, rodeando una imagen de Diana, se encuentra la inscripción, se conserva en el Louvre:
D.M. / SACRVM / DEANAE / ET MEMORIAE / AELIAE
PROCVLAE / P. AELIVS ASCLEPIACVS / AVG. / LIB. / ET
VLPIA PRISCILLA FILIAE / DVLCISSIMAE FECERVNT
Es curiosa la asociación que vemos en este ejemplo del culto de Venus funeraria con el de Diana, también funeraria, que encontramos juntas solo en esta ocasión.
La iconografía de los sarcófagos a la que Picard se refiere con relación a la Venus funeraria es solamente la de la muerte de Adonis y la del adulterio de Venus y Marte. Pero creemos que existe otra serie de sarcófagos que reproduce una Venus de carácter funerario, cuya imagen a veces se confunde con la de Diana.
COINCIDENCIA ICONOGRAFICA ENTRE VENUS Y DIANA
Se trata de los sarcófagos con Venus de cuclillas, en la escena llamada «toilette de Venus», diosa tras la que suelen encontrarse una sirvienta y un amorcillo, a veces una figura alada, una sirvienta sola o dos, como vemos en el sarcófago del Museo de Ceuta o sólo con un amorcillo, como la vemos en el Museo de Nápoles. Se confunde esta escena de la «toilette de Venus» con la llamada «baño de Diana», en la que Acteón, tras sorprender a la diosa en el baño, se convierte en ciervo y es despedazado por sus perros.
Erimanto, hijo de Apolo, testigo del baño de Afrodita, tras su unión con Adonis, también perdió la vista, lo que vengó Apolo matando a Adonis en forma de jabalí; Acteón, testigo del baño de Ártemis, fue destrozado por sus perros.
Esta escena, que ya conocemos en el mundo griego, donde se la representa sola a veces, reconociéndose su personalidad por el arco y las flechas que se muestran en algún lado de la escena, como los ejemplares del Museo de Corinto.
La vemos también en mosaicos, como el del Museo del Bardo, de Tunez, en sarcófagos, como en el de Terranova y en otros muchos ejemplos, tanto mosaicos como sarcófagos o pinturas, en época romana
En otras escenas, se ve a la diosa dando muerte a Acteón o asistiendo a ella, atacado el cazador por sus perros.
Otras veces, los temas se mezclan o la escena cambia, siendo espectadoras otros personajes de la mitología griega, como Hermes, Pan, o algunos sátiros.
Como puede observarse en las figuras, existe una confusión o paralelismo entre la iconografía de Ártemis-Diana en el baño y la «toilette» de Venus. En nuestra opinión, la figura representada, una mujer acuclillado, es la Afrodita-Venus del baño, de Doidalsas de Bitinia.
Esta Afrodita, según Blanco Freijeiro, es de las pocas de las que se conoce su autor y fecha (6O5). Este ejemplo iconográfico se repite, por ejemplo, en una pintura de Pompeya, donde Diana, sorprendida en el baño por Acteón, tiene una postura que reproduce la de las «Venus Médicis». A veces, Diana aparece también en otras escenas figuradas en sarcófagos, como las que representan el rapto de Proserpina, estando presente en el momento en que éste se produce. De estos sarcófagos en Hispania se conocen algunos ejemplares.
Es indudable que, además de la mera escena mitológica, el rapto de la joven diosa ha sufrido una elaboración filosófica, pasando a significar el rapto de la muerte, que cruel, separa a los difuntos de sus seres queridos, aportando al mismo tiempo una esperanza en la resurrección futura, de la misma forma que Perséfone-Proserpina, movida Zeus-Júpiter por la desesperación de Deméter-Ceres, consigue volver a la luz del sol, reanudando en la tierra, entre sus seres queridos, su antigua vida, tras la iniciación y el conocimiento de la morada infermal que enriquece su alma y su memoria, como se enriquece, tras el conocimiento de los misterios divinos, la de todos los iniciados en las religiones mistéricas, que ofrecen a sus fieles el consuelo y la esperanza en la resurrección tras la muerte iniciática.
LAS DIOSAS FUNERARIAS
Nos referíamos arriba, entre las diferentes facetas de Ártemis, a su carácter funerario. Y coincidiendo con ella, encontramos también este carácter en la Diana romana, que fue a veces diosa de los muertos. Su nombre figura alguna vez en epitafios, así, en las sepulturas de dos mujeres en Roma y de otra en Terracina.
En Dalmacia, en Senia, L. Valerius Priscus se dirige a Diana Augusta en memoria de su madre Cariena mientras que en Epidauro de Dalmacia Diana Laucis vela sobre la memoria de L. Iulius Elpidianus y en Gottweig (Norica), los colegas de Diana y Hércules honran el recuerdo del esclavo Aracynthus pero donde este carácter está puesto más en evidencia, en palabras de J. Carabia, es en la ley del colegio de Diana y Antinoo de Lanuvio y también es posible para esta autora que la piedra de Salona haya sido de una tumba, ya que a veces también Diana figura en las inscripciones funerarias, en opinión de Wrede, como una forma de divinización de los difuntos en cuyas tumbas se encuentra, aunque nosotros pensemos que se trata de invocaciones a Diana como divinidad funeraria:
1. Dianae sacrum / Auidiae Eutychiae / coniugi sanctissim(ae) / et
C. Auidio Karo f(ilio) / C. Auidius Gelos/ fecit in fr(ronte)
p(edes) XXV, in agr(o) p(edes) XXV,
2. Deanae sac(rum) / Seruandus Ob / idiae Maximae/ p(ater)
3. Dianae sac(rum) / Quintae / parentes fecer(unt)
También Venus era una diosa funeraria. Ya se sabe que gran cantidad de las religiones que se repartieron por el Imperio Romano prometían a sus fieles la vida eterna, llevándose a cabo una serie de prácticas y ritos que convertían a los fieles en los dioses mismos.
Casi todas ellas venían de Oriente y son conocidas con el nombre de Religiones mistéricas, las cuales cargaron sus ritos orgiásticos tradicionales de una filosofía nueva al encontrarse con los mitos tradicionales griegos y romanos y así, encontramos dedicaciones hechas a Baco-Dioniso, Diana, Venus o Hércules pidiendo los fieles la misma inmortalidad que buscaban en los cultos orientales.
Sobre todo en relación con Venus, podemos decir que esta diosa tiene, en nuestra opinión, carácter funerario cuando se la encuentra en sarcófagos y en epitafios, sobre todo de mujeres en los que se la identifica con Libitina, la vieja diosa itálica de los enterramientos así como Minerva, Júpiter y Bona Dea.
Pero en la religiosidad romana, las reflexiones filosóficas que habían cargado de una significación nueva ya en época imperial, sobre todo, sus orígenes tradicionales, se había ejercido también sobre los mitos tradicionales griegos y romanos. Así, ciertos fieles pedían, como ya hemos dicho, a Dioniso-Baco, a Hércules o a la misma Diana la inmortalidad que ellos habían buscado también en los misterios de Isis o en los de la Gran Madre, divinidades estas últimas a las que a veces se identificaba también con Ártemis-Diana, que estaba también muy próxima a otras diosas. Esta diosa, Diana, es, históricamente, el resultado romano de una serie de cultos que, históricamente, se pierden en la noche de los tiempos. Tal vez remontarnos al lejano panteón ugarítico puede parecer un despropósito. Y nada más lejos de nuestra intención. Pero existen en los cultos mediterráneos una serie de diosas cuyos caracteres están muy próximos a la diosa que estudiamos, por lo que no podemos dejar de señalar la proximidad de estas antiguas diosas, cuyas características van cambiando a lo largo de dos milenios, con diferentes divinidades del Pantéon romano. Todas ellas presentan caracteres que las asocian, en cierto modo, a la Ártemis griega, de la que como ya hemos visto, es deudora la Diana romana.
Otros sincretismos, plenamente confirmados pueden acercarnos a comprender el tema, como los que tiene con diversas diosas cananeas, Urania, Caelestis, Tanit o Astarté, como ya decíamos arriba.
Ello nos indica, una vez más, la potencia espiritual y material del mundo antiguo próximo-oriental y su supervivencia a través de las diferentes vicisitudes históricas
Más informacióen en: http://www.labherm.filol.csic.es
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