Autor: Habis
lunes, 31 de octubre de 2005
Sección: Artículos básicos para iniciarse
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BAITIS / ROMULA / TRAIANA / TARYANA / TRIANA: Historia de un Hecho Diferencial

En tiempos de revisionismo nacionalista veamos el ejemplo de dos entidades de población muy próximas que lograr mantener diferencias culturales sensibles durante largos periodos de tiempo.








EVOLUCION GEOGRAFICA

Hace unos 5000 años, en los inicios del Calcolitico de Andalucía Occidental, el Rio Guadalquivir descomponía su curso varias docenas de kilometros arriba de su actual desembocadura. El municipio de Sevilla se mantenía bajo una extensa lamina de algunos kilometros de anchura y escasa profundidad a donde llegaba el flujo mareal desde la desembocadura, en lo que hoy es Coria del Rio. Desde alli hasta la Punta del Perro (el faro de Chipiona), el Guadqluivir conformaba una bahía que inundaba unos 2000 km2 de las actuales provincias de Sevilla, Cadiz y Huelva, y que se abría al Oceano por un estrecho de varios kilometros de anchura, desde dicha punta hasta el avance arenoso de Malandar.
Los habitantes poblaban las tierras altas proximas al gran Rio, como el Aljarafe o los Alcores, donde se conserva un continuum poblacional que va desde los inicios de dicho Calcolitico hasta el Bronce final, con asentamientos tan impotantes como Valencina, el Gandul o el Carambolo.
En ese largo periodo de casi dos milenios el arrastre de materiales fluviales va configurando islotes y una hidra de brazos fluviales que con el tiempo acabarán convergiendo en tres o cuatro. Uno de ellos correría más el este que el actual brazo occidental, por donde actualmente se asienta la isla de la Cartuja. Un segundo brazo correría por la actual darsena aunque de cauce mucho menos profundo. Un tercero recorrería la actual ciudad por las actuales Alameda, Sierpes, Pza Nueva y Avenida de la Constitución. A ellos habría que añadir los incipientes afluentes del Tagarete, el Tamarguillo o el Guadaira, que acabarían por configurar un paisaje pantanoso e inestable en una epoca con clima predominantemente atlantico (cerca de 1000 mm anuales) y que en tiempos de riadas recuperaría esa fisonomia de ancha lengua fluvial que poseía siglos atras. En esas circunstancias, desde las alturas del Aljarafe, el asentamiento de la actual Sevilla permanecía oculto por las aguas, asomando apenas algunos islotes: Cerro Macareno, Cerro del Aguila, y el islote primitivo de la ciudad de Sevilla, una mesa de unos 200 x 500 m que correria en sentido NO-SE desde la Pza del Salvador a los Jardines de Murillo.
Pero es a comienzos del I milenio a.c. cuando los cauces se estabilizan. El brazo más occidental se irá separando por el aporte de materiales hasta quedarse arrinconado a los pies del Aljarafe, surgiendo una larga isla que abarca las actuales La Cartuja, Triana-Los Remedios y la dehesa de Tablada.
No se sabe con certeza si a consecuencia de la guerra entre Leovigildo y Hemenegildo (que interpuso su flota y su ejercito entre Sevilla y el Rio para evitar la ayuda bizantina) o de la ampliación del perimetro amurallado de los Almoravides (hasta las actuales murallas de la Macarena), el curso más oriental del rio es separado de la actual dársena por un muro de defensa que ampliará el cauce de ésta y convertirá aquel en una larga laguna que perdura hasta el siglo XVI, liberando terreno para la expansion de la ciudad hacia el Oeste.
Paralelamente en tiempos almohades se construye el castillo de Triana (posteriormente Palacio de Al Zahir de Al Motamid y Castillo de San Jorge) donde hoy está el Mercado, para proteger la ciudad de ataques procedentes desde el Oeste. Como parte del sistema defensivo se crea una muralla defensiva y, a sus pies, un canal de agua se abre desde Chapina a Pza Cuba por la actual calle de Pages del Corro. Curiosamente en al argot trianero se conoce a esta calle como "La Cava", por lo que a pesar de las insistente leyenda sobre la hija del Conde Don Julián, es posible que dicho canal sea artificial. Al espacio entre esta Cava y el brazo occidental del rio se le denominará "Vega de Triana", por conformar un suelo idóneo para el cultivo de regadío.
Ya en época contemporánea se elevará el malecón de la calle Betis, se desecará la Cava para la urbanización de la Calle Pages del Corro y se elevará un muro de defensa para proteger el arrabal de las inundaciones, extendiendose el poblamiento por la zona liberada entre ambas.

LOS INICIOS HISTORICOS

Dada la inestabilidad de su asentamiento, todo experimento poblacional en Triana ha tendido a ser forzosamente provisional, y unido estrechamente a la actividad cerámica y fluvial.
Sobre su origen, no sólo no tenemos datos concretos, sino que además, en las menciones que se hace de Sevilla en los textos latinos, hay contradictorias noticias acerca de distintas entidades poblacionales que la arqueología no ha podido despejar y en las que la etimologia confunde más que ayuda.
Por un lado se habla de Traiana o Trajana (topónimo de la época imperial) como precedente, bien porque fuera fundada por el emperador Trajano, bien porque tuviese que ver su nombre con la herramienta ibera para arar la tierra (la "traia"). Por otro, y dada la confluencia en sus inmediaciones de distintos cursos del Guadalquivir, se ha propuesto la hipótesis de Trianas, como toponimo compuesto de la raiz tri- (tres) y el sustantivo iberico anas (rio). Así, Triana sería la tierra de los tres rios.
Por otro nos encontramos con la confusa noticia que da Estrabón acerca de una tal Baitis:
"Después de esta ciudad [Cordoba] y la de los gaditanos, es ciertamente famosa Hispalis, asimismo colonia romana: El hecho es que todavía su emporio permanece pero, por su consideración hacia los romanos, y por haber recibido recientemente soldados de Cesar, sobresale Baitis, aunque su comunidad fundacional no fue ilustre"
Es decir, que en las inmediaciones de Sevilla (queda excluida Italica que tambien es mencionada en la misma página), hay una ciudad llamada Baitis, de fundación no romana pero elevada en categoría con el asentamiento de soldados romanos. Curiosamente, la calle más antigua de Triana, la calle Betis, guarda el nombre romano de éste, y quien sabe si el toponimo prerromano antes de que se rebautizara como Traiana.
La confusión no se acaba aquí. Una vez establecida como colonia, Hispalis pertenece tanto a la tribu Sergia como a la Galeria. Pues bien, inscripciones de la época hablan indistintamente de habitantes de Hispalis y de habitantes de Romula. M.J. Henderson ha aventurado que Hispalis pudo haber sido una colonia doble, Julia (fundada por Cesar, con habitantes de la tribu Sergia e identificable con Sevilla) y Romula (fundada por Augusto, con habitantes de la tribu Galeria e identificable con Triana). De este modo el largo nombre romano de Sevilla, Colonia Julia Romula Hispalis, podía ser el resultado de la unificación administrativa de dos poblaciones ibericas (Hispalis y Baitis) posteriormente refundadas como colonias romanas (Julia y Romula).

BREVE RECORRIDO HISTORICO: ENTRE LA LEYENDA Y LA MARGINALIDAD.

Siendo Sevilla una ciudad tan afecta al relato legendario, el bautizo de sevillanía de su más famoso arrabal se produce con la historia de las santas Justa y Rufina.
A grandes rasgos, Justa y Rufina eran dos alfareras trianeras que, como muchos de sus convecinos de entonces y de ahora, vivían de convertir el arcilloso suelo trianero en cerámica. Cuenta la leyenda que estando ambas vendiendo sus productos en Sevilla pasó ante ellas la procesión de Salambó, cuyas cofrades pidieron a las hermanas algún donativo para la diosa, a lo que estas se negaron por considerar que la imagen que llevaban en andas estaba hecho del mismo barro que sus vasijas. A consecuencia de la disputa, que degeneró en pelea, la diosa cayó al suelo rompiendose en pedazos, dando razón ontologica a las alfareras, pero motivando su detención y posterior martirio. Gracias a esta narración sabemos que el posible hecho diferencial de la fundacíon separada de Sevilla y Triana, se perpetúa en el bajo imperio por motivos religiosos: Mientras que en Hispalis dominaban las creencias oficiales del Imperio, en Traiana ya vivián las primeras comunidades cristianas.
Más leyenda y menos historia tiene el segundo relato, el que habla de la Princesa Cava, esa por la que se perdió España, según menciona Sancho en el Quijote. Esta tal Cava era hija del conde visigodo Don Julián, y amante de Ruderico, Duque de la Betica. Al ascender éste ultimo al titulo de Rex Gothorum, la Cava, herida en su orgullo por no ser escogida por Ruderico como esposa y reina, conspirará con los partidarios de Witiza para traer a los moros a España. Según las ancianas del barrio el palacio de la princesa estaba pasando la Cava, de donde el nombre de dicha calle, pero es más seguro considerar que la calle Pages del Corro, como ya mencionamos arriba, proceda del más prosaico hecho de ser el encubrimiento de una cava defensiva.
Tanto la muralla romana, como la califal, como la almoravid, amplia su perimetro acercando Sevilla al Rio, que pasa de tener su linde en la calle Sierpes hasta tener sus atarazanas en la misma orilla. Sin embargo Triana permanecerá en todo este tiempo extramuros, y aunque dependiente de Madinat Isbiliyya, como las demás poblaciones y alquerías del entorno, mantendrá su idiosincrasia aparte. Una de ellas es la de albergar a la comunidad mozarabe de la ciudad. Cuentan las cronicas que al caer la noche los isbiliyíes menos observantes de los preceptos coránicos cruzaban el Kabir en barca hasta Madinat al Taryana, para visitar las tabernas cristianas donde se bebia el vino del Al Xaraf.
Tras la conquista de Fernando III, el barrio, hasta entonces contenido entre el Altozano y Pza Cuba, se extiende hacia el norte. Los soldados castellanos se asentarán en la actual calle de Castilla, los leoneses en el Barrio de León. El palacio al Zahir se convierte en fortaleza cristiana, Alfonso X manda construir la primer ilgesia ex-novo de la ciudad, la de Santa Ana, en un austero estilo cisterciense cuyo aspecto de fortaleza (hoy dia suavizado por el enlucido alberado, las tallas ceramicas y el airoso campanario barroco) revela el clima de inseguridad de la epoca. Parte de la población mudejar será confinada en el barrio hasta su expulsión tras la revuelta de la segunda mitad del XIII.
El 8 de agosto de 1492 parten las tres carabelas de Palos y muchos de sus componentes serán trianeros, entre ellos el primero en avistar tierra, Rodrigo de Triana, quien dice la leyenda que abjuró del cristianismo por escatimarle el Almirante la recompensa debida.A partir de entonces, el barrio se dualiza. Al norte se hace industrial (talleres alfareros, almonas reales...) y al sur marinero. En la misma calle Betis se erigirá el edificio de la Escuela de Mareantes (hoy desaparecido y ocupado por la Casa de las Columnas), donde se impartirán clases de geografía, matematicas, astronomía, para convertir a los duros pescadores del Guadalquvir en patronos de carabelas. Durante las decadas iniciales de la colonización de America el elemento poblador sevillano se destaca entre el resto, y dentro de él, el trianero. Basta un dato: En el Nuevo Mundo hay tres veces más toponimos que responden al nombre de Triana que al de Sevilla.
Tras la revuelta de las Alpujarras se procede a la dispersión de los moriscos por las principales ciudades españolas. En Sevilla se establecen varias morerias, la más numerosa de ellas en Triana. Al mismo tiempo, la infiltración gitana que ha ido bajando por el Reino de Aragón y estableciendose en Andalucía, se instala en el barrio al llegar a Sevilla, hogar que ocupará hasta la segunda mitad del siglo XX. Así, durante todo un siglo Triana será un barrio donde la convivencia entre moriscos y gitanos, y la permanente inmigración y emigración de la gente del mar, acabará por configurar una personalidad propia en una época donde el único vinculo fisico con la amurallada Sevilla será un simple puente de barcas, que no será eliminado hasta mediados del XIX. En epoca de inundaciones el barrio queda a su suerte y se inunda año tras año.
En estos tiempos se asientan en la Vega de Triana algunas casas (El Turruñuelo, la Herilla) y comunidades religiosas (Convento de los Remedios, Convento de San Jacinto).
El primero de noviembre de 1755 por la mañana, mientras media España se encuentra en misa, se desencadena el formidable terremoto de Lisboa. Sevilla ve caer cientos de sus edificios y agrietarse otros muchos en los primeros instantes. Pero lo peor está por llegar, una gigantesca marea de varios metros de altura consecuencia del tsunami provocado por el terremoto arrasa la costa atlantica pensinsular, destruyendo ciudades como Huelva y Cadiz, y remontando Rio arriba hasta Sevilla. La ciudad, protegida por sus murallas, queda a salvo, en Triana el agua barre los restos de las casas derrumbadas. Solo sobreviven el Altozano y la Iglesia de Santa Ana. El desastre dejará una fuerte impronta en la memoria popular hasta el punto de conservarse siglo y pico despues en la letra de una mitica soleá:
"El dia del terremoto
llegó el agüita hasta arriba.
Pero no pudo llegar
a donde llegó mi fatiga".

LA CONFORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD DIFERENCIADA

El período que va desde finales del siglo XVIII a mediados del XX, supone un largo período de tiempo en el que Sevilla, ciudad esplendorosa en los mejores momentos del Imperio, acusa una prolongada decadencia. Al mismo tiempo se están terminando de conformar algunos de los elementos basicos de la cultura andaluza, como son la predileccion definitiva de lo barroco sobre otras tendencias artisticas, la mixtificación entre lo culto y lo popular de sus manifestaciones más emblemáticas (tauromaquia a pie, semana santa...), pero va a ser el período en que un fenomeno de elaboración local y alcance universal, como es el flamenco, alcance su punto de inflexión en el camino hacia su estilización artística. En el siglo XIX Sevilla, y en especial Triana, se convertirán en el crisol donde los cantaores procendentes de distintos puntos del occidente andaluz eleven la interpretación de dichos cantes desde lo folklorico hasta lo culto. La primera noticia del flamenco en la historia literatura es el relato "UN baile en Triana" perteneciente a la serie "Escenas Andaluzas" del iniciador de la literatura costumbrista en España, el malagueño Serafín Estébanez Calderón.
En una ciudad encerrada sobre sí misma Triana manifiesta una personalidad joven y renovada que destaca en la expresión de sus fiestas más emblemáticas. A finales del mes de Julio el barrio comienza a celebrar la Velá de Santiago y Santa Ana, en el que se van a popularizar las casetas de lonas rayadas que después pasarán a la Feria de Abril y a otras ferias andaluzas; mientras las hermandades de penitencia y la procesión del Corpus Christi realizan sus estaciones a la Catedral, en Triana se celebrarán tomando como epicentro la Parroquia de Santa Ana, la más antigua de la ciudad, la segunda en numero de feligreses tras la del Sagrario. En estos momentos de gran expresividad religiosa, Triana acoge casi la tercera parte de las cofradias de la capital, y su hermandad del Rocío, la sexta en antigüiedad y una de las más numerosas, provocará un efecto de demostración sobre toda la comarca del Aljarafe y la propia capital que tardará más de 125 años en sacar la suya propia.
A partir de 1830, por decisión arzobispal, todas las hermandades de la capital deberán procesionar hacia la Catedral, lo que supondrá la unificación definitiva de la semana Santa sevillana, pero también el inicio de la rivalidad entre las hermandades señeras de los dos barrios más populosos de la ciudad: Triana y la Macarena.
Estamos en una epoca donde el puente sigue siendo de barcas, los lienzos de la vieja muralla sigue en pie, el grueso de la población trianera pertenece a las clases más bajas de la sociedad que habitan en corrales de vecinos, y dentro de ella la etnia gitana ocupa un papel muy marcado. Dice una soleá:
"Tu sabes que yo te quiero,
pero en la calle de las Sierpes
yo me siento extranjero"
¡Hasta dónde no llegaría la confrontación entre ambas orillas que, en sus orígenes, la mayor parte de la afición del Sevilla F.C. residía en la ciudad, y la del Betis en el arrabal!
Esta situación de asimetría permenente se resolverá en las décadas que van desde 1940 a 1970. Es este el período en que Sevilla, como el resto de España, se despereza tras el desastre de la guerra. Las viejas casas de vecinos, seña de indentidad del barrio se van demoliendo y sus habitantes emigran a los nuevos poligonos en las afueras de la ciudad, especialmente el Poligono Sur. Se configura así una Triana estructurada en tres estratos sentimentales: La vieja, amurallada entre la calle Betis y la Cava, la nueva, en los ensanches que ocupan la antigua Vega de Triana, y la diáspora, que vive en otros puntos de la ciudad pero que se reune en los "dias señalaítos" como reafirmación de su identidad.

CONCLUSIÓN

El turista que arriba a la capital hispalense suele, con frecuencia, ir en busca de Triana y, también con frecuencia, suele salir decepcionado. Triana no es un barrio monumental, sino atmosférico, lo mejor de sus gentes no reside en sus calles sino que marchó de ellas hace tiempo. Triana no es ya un lugar aparte sino un estado mental ocasional. Aún sobreviven ancianos que cuando cruzan el puente dicen que "van a Sevilla" y de vez en cuando vemos una camiseta con el provocador "Triana: Republica Independiente". Pero son los últimos estertores de una ciudad que nació dividida y que arrostra, de manera inevitable, su destino metropolitano.

"Sevilla tuvo una niña,
y le pusieron Triana;
la bautizaron en el Río
los gitanos de la Cava"




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