Autor: Alevin
jueves, 03 de abril de 2008
Sección: Artículos generales
Información publicada por: alevin


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"El Passo Honroso" de Don Suero de Quiñones"

Una historia verdadera de cuando la palabra "caballero" no era un simple eufemismo

Año 1458- 11 de Julio – Llanada entre Castroverde y  Bercial de la Loma (Prólogo)


El horizonte se hace infinito en la llanura, apenas roto por las escasas choperas que siguen el curso de algún riachuelo. Pesadas nubes grises se deslizan rompiendo el azul del cielo. El caballero observa la hueste que se va reuniendo  frente a él, apenas a un centenar de metros, después mira a su alrededor y sonríe animoso a sus propios hombres que, impacientes, ajustan sus cuerpos en las sillas y oprimen nerviosos las astas de sus lanzas. Del grupo contrario se destaca un jinete que, desafiante, levanta un brazo mientras hace caracolear a su caballo. Nuestro hombre le imita como muda aceptación del combate y, con gesto brusco, se baja la visera del casco que golpea contra  el  babero que protege el cuello y la barbilla. No necesita ver la cara de su rival para saber quien es. La vista se le nubla un segundo con un último recuerdo para su mujer y sus hijos pero, reponiéndose, da un gran grito y hostiga con los acicates a su corcel que sale de estampida seguido por los de sus compañeros.......


Año 1426- Fecha indefinida – Corte del rey de Castilla y León, D. Juan II


Corte itinerante en la que predominan las intrigas nobiliarias y las presiones de los reyes de Navarra y Aragón, lo que llevará a Juan II a volcar su confianza en D. Álvaro de Luna, el Condestable,  que  durante varios años, llevará las riendas del gobierno y dirigirá la política cortesana. La Reconquista queda temporalmente detenida, limitándose el rey a defenderse de las incursiones granadinas  en el sur de su reino, con la sola excepción de la batalla conocida como “de la Higeruela” (1431) en la que se consiguió una gran victoria que no pudo completarse por intrigas políticas entre los propios nobles cristianos. Rey D. Juan, inseguro y débil, pero al mismo tiempo protector de literatos como Jorge Manrique y el Marques de Santillana o de heterodoxos como Enrique de Villena, llegando el propio rey  a probar fortuna en la poesía, tal y como era costumbre entre los donceles que a la Corte acudían  buscando la sombra de nobles encumbrados, con el propósito de formarse como caballeros y hacerse una posición . Corte, en fin, refinada y culta, que daba la espalda a un pueblo que malvivía en su miseria.


A esta Corte llegarían D .Suero y su hermano mayor, D. Pedro, adscritos a  la casa del propio Condestable  donde se empaparía de la atmósfera  de cultura que se respiraba al tiempo que su  espíritu se inflama con las aventuras caballerescas que cantan los últimos juglares que aún vagan por las diferentes cortes. También junto con el Condestable tendría su bautismo de armas en la mencionada batalla “de la Higueruela”, donde, él mismo confiesa, “llevaba el brazo derecho desnudo por servicio de mi dama”. Y aquí comienza la leyenda de “la prisión de amores” que padece D. Suero y que él concreta en  llevar, cada jueves, una argolla de hierro alrededor del cuello, como homenaje a una dama a la que nunca se identificará, a pesar de las candidatas que se barajan.


Año 1434-1 de Enero – Corte del rey D. Juan II – Castillo de Medina del Campo


Las celebraciones del Año Nuevo se ven bruscamente interrumpidas por la entrada de diez hombres vestidos “de punta en blanco” que, acallando músicas y conversaciones, se acercan al estrado real donde se postran de rodillas mientras que el faraute o pregonero que les precede se dirige al rey en estos términos:


“Señor: Deseo justo e razonable es que en los que en prisiones o fuera de su libre poder son, desear la libertad e como yo – Suero de Quiñones – sea en prisión por una señora, por la que traigo todos los jueves este fierro, según es notorio en vuestra magnífica Corte. Yo, poderoso Señor, he concertado mi rescate – de esa prisión – en trescientas lanzas rompidas por el asta con fierros de Milán de mí e de estos nueve caballeros que aquí son.......” continua la ennumeración de los  veintidós capítulos que  formarán el código por el que se regirá el llamado “Passo Honroso”. Entre estos capítulos  destacan el  limitar la lucha con cada caballero a tres lanzas rotas –“contando por rota la que ficiere sangre”- Pide que cada dama noble que pase deje su guante derecho hasta que algún caballero luche para rescatarlo, con la excepción de que si  se tratase de su propia dama solo él pueda luchar para rescatar el guante -  “pues en el mundo non ha quien tan verdaderamente las pueda facer como yo” – No se olvida  de aclarar que correrán de su cuenta cualquier gasto o  perdida que pueda padecer un caballero en la lid ni de indicar que los caballeros que acudan no podrán escoger rival entre los diez mantenedores, sino que no sabrán con quien han luchado hasta que finalice la contienda. Por último suplica que, una vez rotas todas las lanzas, se le declare libre de “su prisión de amor”.


El Rey, encantado con la novedad, autoriza la celebración del “Passo” en las fechas que D. Suero solicita, entre el 10 de Julio y el 9 de Agosto, en la localidad de Hospital de Órbigo, como lugar situado  en el “Camino Francés” a Santiago, aprovechando que precisamente es  Año Santo Compostelano. Tras los parabienes reales los caballeros se incorporan y, cambiando sus armaduras por vestiduras más mundanas , pasan a participar de los festejos.


León, Rey de Armas de la casa real,  se encarga inmediatamente de transcribir la noticia y los veintidós puntos que condicionan el acontecimiento,  para su envío a las diferentes cortes europeas (incluye incluso un llamamiento a la comprensión,  por parte de las esposas de los caballeros , para que les dejen viajar para luchar el  “Passo”).


Es popularmente muy conocida la afición de la nobleza medieval a los torneos, su gran oportunidad, como con la caza, para  mantenerse en forma y entrenados para su principal oficio : la guerra. Pero es menos conocido el hecho de “la prisión por amor”(¿posible reminiscencia del “amor cortes” provenzal?), en las que el espíritu del caballero se nutre de las fantasías y votos a que conocidos  caballeros se comprometían, no siempre por cuestiones sentimentales. Por ejemplo Bertrand DuGuesclin llegó a comprometerse a no comer hasta luchar con los ingleses o el conde de Salisbury,  que hizo voto de llevar un ojo tapado hasta conseguir enfrentarse al Rey de Francia; otros caballeros cargan con brazaletes de diferentes  materiales hasta reunir méritos suficientes para que su dama les despoje de ellos.....aunque pocos tan extravagantes, o apasionados, como el aragonés Bernart de Cascón que , cada día de S. Sebastián, se  clavaba un flecha en el muslo izquierdo “por amor a su dama” hasta encontrar un caballero que accediera a luchar con él.


Año 1434-del 10 de Julio al 9 de Agosto – Hospital de Órbigo


Y es así que en este lugar de Hospital de Órbigo , junto al viejo puente, se talan unos cuantos chopos para hacer lugar a las tiendas que, D. Suero y los suyos, han de plantar, unas veintidós en total y para la adecuación del terreno  en el que se construirá el palenque así como  los cadalsos donde se sentaran  los jueces, los representantes reales , los caballeros, las damas y el pueblo en general. Del cadalso dedicado a los jueces cuelga un “gran paño francés” del que se colgaran las prendas , espuelas o guantes, de los caballeros y damas que se acerquen por el “Passo”. Pero la organización de un hecho de tanta importancia necesita de una logística más complicada de lo que a primera vista parece:


Se nombra a D. Pedro Barba y a D. Gómez Arias de Quiñones jueces de la contienda, serán los encargados de que se cumplan las condiciones pactadas, de examinar las armas y de declarar válidos los combates o a las lanzas por rotas.


El Rey de Armas, apellidado Portugal, determinará las divisas que, en relación con sus linajes, lucirán los caballeros. Recibirá los desafíos, de palabra o por escrito, que los caballeros “conquistadores”  o “aventureros” (que de ambas formas se designa a los que se acercan a lidiar)hagan a los caballeros “mantenedores”. Estará apoyado por un “Rey de Armas de Segunda Clase”, Monreal, y por dos secretarios, llamados Vanda Y Cintra.


Los diferentes “tercios” de las justas los marcará Dalmao, Trompetero Mayor del Rey, con su equipo de trompeteros.


El escribano será Pero Rodríguez de Lena, Escribano Real, que nos dejará una crónica  donde describe todo lo acontecido en el “Passo” , gracias a la cual conocemos como se desenvolvía un acontecimiento tal y, que además,  enviará una crónica diaria al propio rey D. Juan.


Los servicios médicos están a cargo del judío Salomón Seteni, auxiliado por los  Maestros Cirujanos Rodrigo y Alfonso, además de seis doncellas que actuaran como enfermeras a las ordenes de Dña. Elvira Álvarez, todos ellos componentes de la servidumbre de los Quiñones.


Los servicios religiosos están a cargo de los dominicos del convento de Palacios de Valduerna.


Para los nobles que desean asistir al acontecimiento se alojan en la Hospedería del propio Hospital  que da nombre a la población o en los castillos, pertenecientes a los Quiñones, de Laguna de Negrillos y Quintana del Marco.


Además hay que contar con multitud de artesanos  y criados, entre armeros, asteros, herreros, pastores que manejan los rebaños tanto de ganado como de volatería........


Pero D. Suero no olvida la propaganda y para ello contrata con Nicolás Francés, que se hallaba trabajando en la obra de la Catedral, el esculpir una figura de piedra , representando  a un faraute,  para que se instale en la ciudad de León, a la salida del Camino de Santiago, junto al puente de S. Marcos, “.....a veinte pasos del puente, bien aderezado de vestidos e de sombrero, tendida la mano derecha hacia do iba el camino, con unas letras que decían : POR  AY  VAN  AL PASSO”.


Múltiples son las anécdotas que suceden durante el mes de duración del “Passo”, a continuación relataré solo alguna de ellas, todas verídicas, para no ser demasiado prolijo:


ü  Hubo en los primeros momentos una cierta tensión cuando se discutió sobre quien sustituiría a D. Suero en caso de que este quedase incapacitado para la lucha, que se solventa nombrando a D. Enrique Enríquez, hermano del Almirante de Castilla, a D. Juan de Benavente y a D. Pedro de Acuña, en orden decreciente.


ü  Aunque la divisa de D. Suero era “ ¡Quiñones! ¡Quiñones!”, durante el “Passo” se convertirá en “il faut deliberer”(“es necesario liberarse”), divisa que algunas ramas de los Quiñones siguieron utilizando posteriormente. Además, sobre el brazo derecho, una cinta de oro con letras azules marcaba su empresa: “Si á vous ne plait de avoyr mesure, certes ie dis que ie suis sans venture” (“Si no queréis corresponderme,  en verdad que no hay dicha para mí”)


ü  La primera lid se celebra el 12 de Julio entre D. Suero y el alemán Micer Arnaldo de Brandemburgo, conocido como “el de la Floresta Bermeja” y se desarrolló del siguiente modo:


ü  En la primera carrera ambos jinetes pierden, por golpe de lanza, el guardabrazos izquierdo, rompiéndose la lanza de D. Suero, validando la carrera


ü  Durante la segunda carrera D. Suero hunde su lanza en el piastrón del rival, atravesándolo hasta  el sobaco, mientras que el alemán rompe su lanza contra el babero de D. Suero. Carrera válida


ü  Durante las carrera tercera, cuarta y quinta los rivales apenas se rozan o ni siquiera llegan a tocarse.


ü  En la sexta carrera D. Suero rompe su lanza,  de nuevo, sobre el guardabrazos izquierdo de su rival, con lo que se da el combate por terminado con sus tres lanzas rotas.


ü  El mismo día se celebra también una justa entre el mantenedor Lope de Estuñiga y el valenciano Mosén Juan Fabla que, tras diecinueve carreras, solo rompen dos lanzas, dando los jueces por rotas las tres valorando el esfuerzo realizado por los contendientes y por estar anocheciendo.


ü  El 15 de Julio D. Suero sale a luchar con un arnés liviano que cubre con una camisa blanca bordada con “ruedas de Sta. Catalina”, ¿camisa cedida, como era normal en la época, por su dama?. El caso es que no le da mucha suerte, pues en combate con el valenciano Per Davio este, dándose cuenta de lo liviano de la armadura, apunta su lanza al almete de D. Suero, quebrando ahí la lanza y dejando la punta dentro, lo que llevó a los presentes a ponerse en lo peor. Apercibiéndose de ello D. Suero, tira de la punta de la lanza “por le sacar” mientras grita:¡”¡Non es nada, non es nada!. ¡Quiñones! ¡Quiñones!”.


ü  Lope de Estuñiga lucha a continuación con Francés Davio, hermano del anterior,  y desea vengar la que considera acción deshonrosa por parte de Per. Derriba aparatosamente a Mosén Francés y este, aterrorizado y muy magullado, entre la rechifla general, proclama a voces que” Voto a Dios de jamás en mi vida tratar con monja nin la amar; porque hasta allí había amado a una, por cuya contemplación había venido a fascer aquellas armas, pero que cualquiera que (a partir de ese momento)supiere que él amaba a monja, le pudiere retar por malo, sin que él pudiese responder en ningún lugar”.


ü  Vasco de Barrionuevo, al no ser caballero armado, y por ello no poder justar, ruega a D. Suero que lo arme, acto que se realiza y así su espuela cuelga del “paño francés”.


ü  Caso similar el de Pedro de Torrecilla, que al ser un simple “ricohome”, ningún mantenedor  quería enfrentársele por lo que Lope de Estuñiga se ofrece a nombrarle caballero, honor que rechaza  “por falta de posibilidad para sostener el alto honor de la caballería”, pese a lo cual, Estuñiga, ante el asombro del resto de los mantenedores,  decide aceptar enfrentarse a él, “justaré con vos y me veré más honrado que si justara con un emperador”, le replica.


ü  Día señalado es en el que se presenta D. Gutierre de Quijada, antiguo compañero de D. Suero en “la Higueruela”. Llega con otros nueve compañeros dispuesto a enfrentarse a los mantenedores de igual a igual. Pero las formalidades le enojan, sobre todo la clausula que especifica que ningún caballero aventurero sabrá con que mantenedor se enfrenta hasta el final del combate, pues el porfía por pelear con el propio D. Suero, a lo que los jueces se niegan. No perdonará D. Gutierre la, para él, ofensa, y se la cobrará casi dos décadas después, cerca del pueblo de Castroverde.


ü  El 25 de Julio, el único domingo en que los jueces permiten lidiar, se presenta D. Suero “sin la cara del almete, ni el guardabrazos izquierdo ni el plastrón de las platas” y dirigiéndose a los jueces les informa  de que ha mandado publicar que en el día de Santiago lidiarían tres de los mantenedores con, cada uno, una pieza menos de la armadura y que “....por tanto yo, Suero de Quiñones, os notifico que yo solo soy aquellos tres caballeros, e que estoy aparejado para cumplirlo así....”. Los jueces no solo le prohíben llevar a cAbo su intención sino que, ante la cólera del caballero, le detienen por las armas y le encierran en su tienda.


ü  Un buen día aparece D. Lope de Lorga, que , en principio, iba a ser también mantenedor, pero que “por habérsele quebrado una pierna” no pudo estar a tiempo. Aunque voluntarioso se ofrece,  es rechazada su solicitud, por lo que ya que no puede ser mantenedor se queda “....a deliberar los guantes todos de las generosas damas que acudan al Passo sin caballeros”, anuncio que se da a conocer en los lugares  principales del camino francés.


ü  Dos caballeros catalanes, Mosén Francí del Valle y Mosén Rimbao de Corbera, envían una misiva a D. Suero comprometiéndose a romper todas las lanzas que aún falten para las trescientas comprometidas y así liberar el “Passo” y “....para quitar de una vez el estorbo a los devotos romeros, e que los romeros no recibieran más embargo” , enfadados ante la  respuesta negativa  de no poder romper más de tres lanzas cada uno, según las reglas,  envían un reto personal a D. Suero que les responde :”Cuando a un caballero se le presentan simultáneamente dos empresas , ha de aceptar la más peligrosa y dejar la menos. Yo estoy en esta empresa del Passo,  por la que he retado a todos los caballeros del mundo”. Los dos catalanes se presentan de improviso el 4 de Agosto, día en que todos los mantenedores están en la enfermería, exigiendo luchar.  Por suerte aparece un Maestro “bizmador “ que mal que bien consigue “coyuntar” los huesos   y  emplastar los doloridos miembros de alguno de los mantenedores, por lo que se da la buena nueva a los catalanes de que, al final, podrán pelear como exigían.  De repente se enfría su entusiasmo y deciden que es mejor esperar al día siguiente,  donde pelean con más pena que gloria.


ü  El 6 de Agosto acontece una tragedia en el “Passo”. Suero Gómez  esta luchando contra el aventurero aragonés  Esberte de Claramonte.  Suero Gómez clava, involuntariamente, su lanza en el almete de Claramonte durante la novena carrera, “hasta los sesos” escribe el cronista,  y continua concretando que, al despojar del almete al herido, se ve el ojo izquierdo fuera de la órbita, sus sesos pegados al acero y sucara como de “home muerto ya de dos horas” . El ambiente se torna triste y grave, incluso se oyen rumores de que el aragonés luchaba con “armas inferiores”.  El propio compañero del fallecido, Gonzálo de Loiri, se encarga de desmentir las murmuraciones públicamente,  pero los ánimos están decaídos y no ayuda a levantarlos la decisión de la Iglesia de no dar sepultura cristiana al muerto,  al que se enterrara,  con todos los honores de caballero,  junto a una ermita próxima.


ü  El día 9 de Agosto se dará por finalizado el “Passo”. No se habían llegado a romper las trescientas lanzas, pero sí cerca de doscientas, lo cual no dejaba de ser un record para la época. Los jueces,  en solemne ceremonia,  despojan de la argolla de hierro a D. Suero, se dan justificaciones escritas a sus nueve compañeros y se envía  acta al rey D. Juan II de que las justas han terminado.


Todavía  se quedan los mantenedores un par de días  más en Hospital de Órbigo, reponiéndose de sus heridas y seguro que recordando los hechos que más les impresionaron  entre los acontecidos en este mes tan increíble que habían vivido. Seguro que también visitaron la tumba de Esberte de Claramonte, que probablemente aún duerme el sueño eterno en una sepultura desconocida  y en una tierra extraña.  A la llegada a León, lo primero es dirigirse a la Catedral, a dar gracias a Sta. María, antes de retirarse  con D. Suero a su palacio, donde aún conservaran su camaradería durante una semana más antes de que cada uno parta hacia su propio destino.


D. Suero desea, seguramente acompañado por algunos  de sus compañeros , rendir homenaje al Patrón Santiago y hacia Compostela  viaja y en donde deposita,  ante el relicario del Santo,  un aro de oro con una amatista rodeada de perlas , recuerdo  del  que de hierro él llevó hasta liberarse de su “amorosa prisión”, ofrenda que aún  luce en el busto relicario de Santiago Alfeo.


Los nueve caballeros que acompañaron a D. Suero en su hazaña, por amistad o por voto caballeresco, fueron los siguientes , con indicación las lanzas rotas que hizo cada uno entre paréntesis () :


Diego de Benavides (10)


Lope de Aller (12)


Suero Gómez  (14)


Diego de Bazán (16)


Lope de Estúñiga (17)


Pedro de los Ríos (18)


Pedro Navas (22)


Gómez de Villacorta (24)


Sancho de Rabanal (33)


El acontecimiento del “Passo Honroso” marcó a corto y medio plazo la vida de todos lo que en él participaron, ya como mantenedores o como aventureros,  y de pocos hechos de este tipo se ha escrito tanto. Para alguno no deja de ser una travesura, de “un hijo de papá” que no tenía otra cosa que hacer , secundada por unos amigotes; otros en cambio lo ven como una aventura épica,  ejemplo del espíritu de la caballería andante (Cervantes, en el capítulo 49 de la primera parte de su “Quijote”, recuerda a alguno de los caballeros que estuvieron en el “Passo” y subraya la gallardía de la gesta); para otros, en fin, es un ejemplo de una forma de vida en la que el honor y la palabra empeñada valían algo, tiempos en los que sentirse “en prisión de amores” implicaba algo más que una simple atracción física, más incluso, que un compromiso social.


También queda claro que en este hecho de armas no hay tramoya ni imaginación, como en el caso de las aventuras de Palmerín, Lanzarote o Tirant lo Blanc. Aquí las heridas y magulladuras eran reales (no debía de ser agradable el caer desde un caballo vistiendo una armadura que fácilmente alcanzaría los 40 Kilos de peso), las “descoyunturas” y roturas de miembros estaban a la orden del día a pesar de la protección que el arnés pudiera aportar(recuérdese el día  4 de Agosto en que todos los mantenedores estaban en a enfermería). Por otro lado es increíble que desde lugares lejanos lleguen caballeros dispuestos a lidiar con otro por el simple hecho de ayudarle a cumplir una promesa, lo cual no deja de ser una lección de solidaridad, y estamos hablando de viajes de muchos días de duración y,  no es menos increíble que, salvo en muy contadas excepciones, las peleas se hacen sin que exista animosidad personal entre los lidiadores, como si practicasen fríamente un deporte aún a sabiendas  de que les puede costar un miembro o incluso la vida o, cuando menos, una buena magulladura. Quizás, tratando de dulcificar un poco estos inconvenientes, dentro de la reglas, se especificaba el que, tras cada combate, el mantenedor invitará a un banquete al aventurero con el que lidió. Y cierto es que, con contadas excepciones, como más arriba indicaba, hubo una cordial relación entre mantenedores y aventureros, con usual intercambio de regalos y amabilidades, despidiéndose con las mayores muestras de amistad. Como curiosidad citaré que lucharon un total de 68 caballeros aventureros,  repartiéndose entre las siguientes nacionalidades: Alemanes (1), Italianos (1), Bretones (1), Portugueses (6), Aragoneses (10), Valencianos (4) y Catalanes (6), siendo el resto castellanos y leoneses.


Pero lo esencial de este “Passo”, lo que le hace único , son dos puntos:


·         La existencia de un  cronista, Pedro Rodríguez de Lena, que, día a día, dejo escritos minuciosamente los hechos en lo que, para algunos, es el primer ejemplo de periodismo “verdad” en España.


·         En que el “Passo” se convirtió en una especie de Olimpiada internacional de la caballería andante, donde este estamento  ofreció, quizás por última vez, un espectáculo, escaparate de una forma de vida, que poco a poco iba cambiando por mor de una burguesía naciente.


 


Año 1458-11 de Julio – Llanada entre Castroverde y Bercial de la Loma (Epílogo)


 


........durante el encontronazo entre las dos fuerzas varios caballeros caen desmontados de sus cabalgaduras. Algunos tratan de incorporarse por sus propios medios, otros gimen heridos y unos pocos restan silencioso e inmóviles. Tras unos minutos se cierne un espeso silencio solo roto por el roce de las piezas de las armaduras y el piafar de los corceles. Algunos hombres vagan por le campo de batalla , entre algunos caballos sin jinete, buscando el reconocer a los caídos. Uno de ellos, en dialogo que conserva la Historia, pregunta a su capitán :


-          Señor, ¿Suero de Quiñones huyó?


Y  Gutierre de Quijada le responde:


-“No era él caballero que había de huir. Buscadle entre los muertos y allí le hallaréis”


Y el cronista postilla : “...y así fue, que, como andaba entre los delanteros, el primero de todos murió”.


En recuerdo de su muerte se erigió en el lugar una cruz que, generación tras generación, se llamó “La Cruz del Muerto”.


 


BREVE BIOGRAFIA


Nace D. Suero en León, sobre el año 1409, hijo de D. Diego Fernández  Vigíl de Quiñones,  Merino Mayor de Asturias, señor de Luna,  Ordás, Valdellano...etc., casado con Dña. Maria de Toledo, de cuyo matrimonio nacieron cuatro varones y diez hembras.


Se educa nuestro hombre, como era costumbre en la época, en la corte, bajo la férula del Condestable D. Álvaro de Luna, con quien participa en sus primeros hechos de armas, siendo el principal la batalla de “la Higueruela”. A pesar del aprecio que el Condestable le demuestra, por razones de familia, se pasa al bando de sus adversarios, siendo perseguido e incluso encarcelado en el castillo de Castilnovo, de donde le saca, por canje,  Juan II, rey de Navarra. Durante su estancia en este reino, D. Suero, participa activamente en la concordia entre el rey  y su hijo, el príncipe de Viana, hasta que el advenimiento de Enrique IV al trono castellanoleonés le permite recuperar todos sus bienes nuevamente, retirándose  prácticamente de la vida pública, y dedicándose a su esposa, Dña. Leonor de Tovar (nada que ver con la homónima a la que atribuían algunos rumores su pasión de juventud) y a sus dos hijos, Teresa y Diego.


Su vida transcurre tranquila y pacífica hasta que el rencor que aún bulle en D. Gutierre de Quijada, señor de Villagarcía, lleva a este a buscar un pretexto y atacarle cerca de Castroverde en Julio de 1458. En la refriega muere D. Suero, a los 49 años de edad, y es enterrado en la capilla mayor de la Iglesia de S. Francisco, en León. Y aquí se me  plantean dos incógnitas para las que no he hallado respuesta


-          ¿Cómo es que la Iglesia permitió en este caso el enterramiento en sagrado?, ¿acaso no consideró el incidente como un duelo?


-          ¿Por qué no se le enterró en S. Isidoro, donde los Quiñones tenían su panteón familiar?, ¿acaso por  considerar su muerte como poco honrosa?


Por último un ejemplo de la “pasión romántica” que se insuflaba en el espíritu caballeresco de aquellos tiempos. Se trata de la estrofa de una cancioncilla compuesta por D. Suero de Quiñones en honor de aquella su dama , que nunca se supo con certeza quien era, y que le trajo a tan mal traer:


“Onesta gentil doncella


Si de mi no soys servida


Ordenad vos la querella


Yo pondré luego la vida”


No puedo menos que rememorar al Bécquer de mi adolescencia.


Pasión al rojo vivo.


 


......................................................


 


En el año 1934, con motivo del 500 aniversario del “Passo Honroso” se programaron gran cantidad de actividades que al final no se celebraron por falta de fondos, quedando reducida la conmemoración a la publicación de un par de folletos informativos,  a la colocación de la primera piedra de un monumento que nunca se llegó a ejecutar y a la dedicación,  en León,  de una calle con el nombre de Suero  de Quiñones.


En 1942 se dio comienzo a la restauración del puente sobre el Órbigo,  junto al que se celebraron las justas, restauración que no se finalizó hasta 1951, año en el que , a su entrada, se instalaron dos monolitos con inscripciones alusivas al “Passo” además de celebrar otros varios actos culturales


Actualmente, desde hace unos años, se realiza una recreación de la liza de 1434 con la intervención de  especialistas profesionales y personas del propio pueblo.


 


Bibliografía:


“Varones Ilustres de la Provincia de León”” – Policarpo Mingote y Tarazona


“Don Suero de Quiñones” – Luis Alonso Luengo


“El Paso Honroso de Suero de Quiñones” – Esteban Carro Celada


Paz y bien


 


 

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