Autor: BELTZA
jueves, 17 de julio de 2003
Sección: Leyendas
Información publicada por: BELTZA
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LAS LAMIAS

Sobre las LAMIAS, seres mitológicos de leyenda.

SOBRE LAS LAMIAS

LAMIAS
El nombre genérico de lamia aparece en un testimonio de Flavio Filóstrato en el que nos cuenta que un joven llamado Menipo se había enamorado de una joven muy bella sin saber que era una lamia, lo que no descubrió hasta después de haberse convertido en su marido. Este tema es el que, andando el tiempo, inspiraría al poeta inglés Juan Keats (1796-1821), cultivador del poema griego-romántico, para escribir su poema Lamia.

En el mundo romano las lamias se convirtieron en un colectivo, de carácter maléfico a las que se las utilizaba para asustar, como en Grecia, a niños y adolescentes, y que vinieron a sumarse a la caterva de monstruos que poblaron sus relatos míticos, ya convertidos en puras narraciones literarias y fantásticas.

La figura de la lamia se mantiene, más o menos agazapada, en los bestiarios medievales e incluso reaparece en obras del siglo XVI, como es el caso de la obra de Topsell, Histoire of Foure-Footed Beastes, de 1607, en el que, como ilustración, se ofrece un grabado con la figura de una extraña criatura con el cuerpo recubierto de escamas, pechos femeninos, rostro de mujer y con cuatro patas, rematadas en forma de pezuñas las traseras, y de garras las delanteras.

En realidad, esta creación aberrante viene a subrayar su carácter monstruoso, ya que, de hecho, las representaciones de las Lamias, como la de las Grayas, las Ceres, y otros seres malignos, son muy poco frecuentes y no responden a una tipología clara y definida. Pertenecen a esa saga de seres temidos y temibles, cuyos nombres se utilizan, de palabra, para infundir miedo, pero cuyas imágenes se evitan, ya que es mejor no verlas ni en pintura.

Muestra de su longeva y difundida presencia en el conjunto de las tradiciones populares, es su aparición en el folklore del País Vasco, donde se las tiene por unos seres femeninos, ligados a la naturaleza y que, a veces, se asocian o confunden con la diosa Mari, una divinidad muy significativa en la mitología de la región.


LAMIAS EN EL PAIS VASCO Y CORNISA CANTABRICA

En las tradiciones vascas las lamias o lamiñak se nos presentan bajo en aspecto de bellas jóvenes, habitantes de bosques, cuevas, orillas de lagos, ríos y fuentes, y que se dejan ver, en ocasiones, cuando se peinan sus largos cabellos con peines de oro, o cuando entonan bellas canciones con una voz suave y melodiosa. A veces se dedican a hilar o cocer pan e, incluso, hacen regalos a los mortales ofreciéndoles objetos, de apariencia vulgar que, en un momento dado, pueden convertirse en oro. Muchos son los cuentos y leyendas protagonizados por las lamias vascas, y en todos ellos se percibe el hecho de que su ferocidad puede ser tremenda cuando se sienten engañadas.

Por otro lado, en todas ellas, queda claro el hecho de que el matrimonio entre un humano y una lamia nunca llega a buen fin. Uno de estos cuentos populares narra la historia de un joven pastor que enamorado de una bella muchacha, a la que encontraba a diario, en la boca de una cueva, le hizo proposiciones de matrimonio. Al consultar su decisión con su madre, ésta, como mujer experimentada, le aconsejó que antes de tomar la definitiva decisión se fijara en los pies de su amada. Así lo hizo el pastor, descubriendo que los tenía como los gansos. Ante tan cruel realidad el joven enfermó y murió de tristeza. Esta idea de mujeres con pies de animal, en forma de garras, de gallina o ganso se remonta al III milenio a.C.
El tema de los seres femeninos seductores por su aspecto y por su voz, pero con los cuales los humanos no pueden unirse, ya que sus extremidades son las de un animal, como es el caso de las sirenas y ondinas, el más generalizado en las tradiciones europeas, se encuentra en todas las literaturas populares, hasta el punto de que, genéricamente, se le conoce con la denominación de el motivo de Melusina, en virtud de la leyenda que protagoniza un personaje, así llamado, y que fue recogida por Jean d'Arras, en el siglo XIV.

Seres femeninos emparentados con las lamias vascas son las xanas asturianas, las donas d'aigua catalanas o las mouras gallegas. Todas son seres femeninos, relacionados con la naturaleza, que adoptan, cuando quieren seducir a un apuesto joven, el aspecto de bellas doncellas, que se peinan los cabellos con peines de oro, o que hilan, o que tejen paños con hilos dorados, etc. y que cuyas historias de amor con los humanos siempre tienen un final imposible y desgraciado.


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Comentarios

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  1. #1 Ehiztari 19 de nov. 2003

    Siempre me ha parecido muy curioso el elemento del peine de oro y su pervivencia en la cultura tradicional. Por ejemplo, en el romancero y en la lírica popular. Aunque creo que hay bastantes casos más, citaré dos ejemplos que recuerdo en este momento: uno pertenece al "romance de la infantina encantada" que cuenta cómo un caballero que estaba cazando encuentra en un roble a una hermosa y misteriosa muchacha que se le ofrece en matrimonio a cambio de liberarla de un hechizo (vio cosa de maravilla:/ en la más alta rama /viera estar una infantina, / cabellos de su cabeza/ con peine de oro partía); el otro ejemplo es otro breve romance más entrelazado con elementos de la lírica popular. Se sitúa en la mágica mañana de San Juan y presenta la soledad de una muchacha enamorada que mientras lava y peina sus cabellos pregunta por su amor perdido (Yo me levantara, madre,/ mañanica de Sant Juan,/ vide estar una doncella/ ribericas de la mar; / [...] / dice la niña un cantar: /-¿Dó los mis amores, dó los, / donde los iré a buscar? / Mar abajo, mar arriba, / dciendo iba un cantar; / peine de oro en las sus manos / por sus cabellos peinar).
    La acumulación de elementos simbólicos (el árbol, el agua, el mar) o claramente relacionados con un sustrato mítico o religioso precristiano (la mañana de San Juan, los "encantamientos") demuestran que el peine de oro no es un elemento meramente suntuario u ornamental, sino que se entronca con creencias más antiguas seguramente relacionadas con lo femenino. No recuerdo quién decía que era el atributo de la Diosa Madre de las culturas preindoeuropeas, y en este sentido, parece que encaja a la perfección con Mari y las lamias


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