Autor: Onega
jueves, 26 de abril de 2007
Sección: Lenguas
Información publicada por: Onega
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Breve historia lingüística de la ropa interior



A Lucusaugusti, druida de Celtiberia

Al final la cuestión se reduce a ¿pueden las perneras de un pantalón transformarse en una braga?
Y la respuesta es: sí, lo mismo que unos zapatos pueden convertirse en un calzoncillo, o un brazalete en un sujetador, y sin truco de magia alguno.


Calzado y calzoncillo

Nos lo cuenta José Antonio Millán en El candidato melancólico (Barcelona, RBA, 2006) a propósito de cómo se producen modificaciones en el referente que alteran el significado de un término por ampliación, restricción o desplazamiento de su significado original. El latín calceus, “zapato”, origen de nuestro actual calzado, generó también calza -prenda que cubría no sólo los pies, también las piernas y el vientre-, la cual terminó independizándose en dos, originando los calcetines y los calzoncillos.

La historia de la braga es semejante a la de su homólogo masculino el calzoncillo. En principio era una prenda de vestir celta, braca, parecida a los actuales pantalones. Tan llamativa resultaba que, según se cree, sirvió para denominar a las gentes que la usaban: a la Galia Braccata (Narbonense), y a los bracari lusitanos, y de ahí su ciudad Bracara, actual Braga. Ciertos procesos que serían largos de explicar, y que me salto por ser bastante evidente el razonamiento, dieron origen a la actual especialización, no sin antes haber pasado por curiosas acepciones como la que se recoge en el DRAE (1) en su edición de 1770 “el lienzo que se les pone a los niños dentro de las mantillas para que no se ensucien en ellas”, o sea, el antecedente del bragapañal.

El bra o sujetador, en cambio, es forma abreviada del francés brassière, que proviene del francés antiguo braciere (parte de la armadura que protegía el brazo), y que a su vez deriva del latín brachium, “brazo”. En Uruguay y Argentina prefieren corpiño, forma diminutiva nada castellana de corpo, "cuerpo", que ha sufrido también una alteración restrictiva de significado.

Otro importante cambio que sufre la ropa interior es que puede con facilidad pasar de un sexo a otro, normalmente en una dirección de no retorno: las prendas masculinas dejan de serlo cuando comienzan a ser utilizadas por las mujeres. Esto le sucedió a dos prendas de hombre, las bragas y la saya (una especie de túnica). Si nos leyeran fuera de contexto los siguientes versos de Berceo referidos a Cristo pensaríamos que iba vestido de mujer:
“Paráronlo en bragas, tolliéronli la saya,
todos por una boca, li dizién: ¡Vaya, vaya!
quebrantava los sábados: ¡qual mereció, tal haya!”
Gonzalo de Berceo, El duelo de la Virgen (año 1236-46)

Por si no quedase claro a qué sexo pertenecían las bragas, el Libro de Alexandre no puede ser más explícito:
“calçan bragas muy prietas con firme ligadura,
semejan bien varones en toda su fechura”
Libro de Alexandre (año 1240-50)

(1) DRAE, http://buscon.rae.es/ntlle/jsp/azul.jsp
(2) Merriam Webster’s Online Dictinary, http://www.m-w.com/dictionary/brassiere




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Comentarios

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  1. #1 El Brujo Redivivo 25 de abr. 2007

    Los galaicos, acostumbrados a abrazar la piedra con todas sus fuerzas, aplicaron el mismo sistema a las propias bragas. Abrazaron y abrazaron, apretaron y apretaron, y después, en cuanto movían las piernas para ir al combate, no vea el dolor de huevos que les entraba.

    Y así triunfó Roma: paseando en formación entre las líneas de galaicos tirados y retorcidos en el suelo. Ya lo dicen los Fastos esos al hablar de los galaicos: "non modo bragati, sed etiam imbecilles colleonum"

    Estrabón, que era un poco cortito además de etnocéntrico, no cayó en la cuenta del real significado de los gritos que daban las noches de plenilunio mientras saltaban con un solo pie, y mire que la cosa era fácil. Y después se extraña de que no tuviesen imágenes de dioses. ¡Para andar haciendo estatuitas estaban, con ese dolor! Siempre fueron un poco duros de mollera, estos romanos.

  2. Hay 1 comentarios.
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