Teatro Romano de Mérida

Es sin duda el más famoso y admirado de entre los monumentos de la antigua Augusta Emerita, monumental y grandioso, y desde 1933, restaurado en su función original: servir como escenario a las grandes obras teatrales durante el Festival de Teatro Clásico.
Su construcción se idea como parte de las nuevas edificaciones con que contará la nueva colonia lusitana, a pesar de que el público general prefería espectáculos algo más sangrientos y "divertidos" (ludos circenses), en vez de la tan refinada costumbre, importada de Grecia, de asistir al teatro. Fue el cónsul Marco Agripa el que favorece su construcción junto a la muralla. Se inaugura entre los años 16-15 a. de C.
El monumental escenario se levanta hacia el 105, posiblemente sobre otro más modesto anterior. Se vuelve a reformar en 333 y 335 añadiendo una vía alrededor del teatro.
La cavea (gradas) podía llegar a albergar a más de 5500 espectadores sentados, y está construida "a la griega", es decir, sobre una pendiente o ladera. Todos los pisos de la grada tienen accesos y corredores para facilitar la subida y salida de los mismos. Hay tres sectores, Ima (inferior), Media (central) y Summa (superior) donde se distribuían las distintas clases sociales de la época: ricos abajo, pobres arriba.

El sector circular central, la orchestra, estaba pavimentada en mármol y allí se situaban los cantantes y el coro. Un palco en la zona inferior de las gradas era utilizado por las autoridades.
El escenario, separado de la orchestra por un murete con alternancia de tramos rectos y semicirculares, se cubría con madera y era el lugar destinado a la representación.
El frente del teatro, sin duda lo más destacado del edificio, está formado por un basamento sobre el que reposan dos cuerpos de columnas corintias de mármol azulado en el fuste y blanco en basas y capiteles. Un gran muro liso trasero cierra la escena. Entre las columnas hay esculturas imperiales, de dioses y alegóricas. Sobre la puerta central se halla una deidad. Otras dos puertas laterales sirven para los actores. En la parte posterior de la escena hay dependencias que eran utilizadas por éstos.

El conjunto arquitectónico del teatro se ve completado por unas zonas ajardinadas (peristilo) y un pequeño templo del culto imperial, donde se encontró la cabeza velada de Augusto, joya del Museo Romano.

Tras el abandono propiciado por el cristianismo a causa de la inmoralidad del teatro, éste se abandona y cubre de tierra, quedando solamente visible la zona superior del graderío (summa cavea). La imaginación popular la denominó "Las Siete Sillas", donde se sentaron otros tantos reyes moros en consejo.

Fue Ramón Menéndez Pidal el encargado de reconstrucción, desde 1964, tras haber sido excavado en 1910. Dijo de él que era "el príncipe entre los monumentos emeritenses".

Situado en pleno centro de la Mérida moderna, junto al anfiteatro y el MNAR.