Deseo agradecer a Uma no solo su compañía durante los paseos por Carabanchel, siempre con el ojo puesto en el visor de su cámara, sino también su paciencia ante mi verborrea y su estoicismo ante mi “paso de marcha”.
Asimismo un agradecimiento especial a D. Julian Palacios, Director del C.P.de Educación Especial "Maria Soriano", por su colaboración en la realización de fotografías en el Palacio Nuevo.
PRÓLOGO
Carabanchel es, desde 1948, uno de los 21 distritos en los que se divide Madrid, situado al Suroeste de la ciudad y a unos cuatro kilómetros de esta. Fue de los más extensos, pero modernamente ha debido ceder gran parte de su territorio al distrito de Latina, quedando la superficie actual en 1.409,30 Ha. , siendo sus límites
n Al N. El río Manzanares
n Al S. Los municipios de Leganés y Alcorcón
n Al E. La autovía de Toledo
n Al O. Los barrios de Aluche, Campamento y la Casa de Campo.
Desde el s. XV el topónimo es compartido por dos núcleos de población, cuyos centros están separados por menos de dos kilómetros. El origen del nombre es desconocido, barajándose las siguientes opciones:
a) Derivado de Karavan o Caravan, por alusión a las “caravanas” comerciales que desde la Alta Edad Media le unieron con Madrid ciudad.
b) Extrañas relaciones lingüísticas lo derivan de “pedregal”, “garbanzal” o “carab”(en el sentido de propietario de tierras cultivables).
En el s. XII aparece ya nominado como Caravangel o Caravanchel y fue durante el s. XV, bajo el reinado de los Reyes Católicos, cuando se divide en dos núcleos de población diferentes, compartiendo el mismo topónimo y diferenciándose por el sufijo de Yuso o de Suso, por el simple hecho de estar uno a 672 m. de altura y el otro a 625 m., o como a partir del s. XVII, se transforma en Caramanchelde Arriba o de Abajo derivando ya en el s. XIX en el actual Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo.
Carabanchel, para el visitante poco avisado, puede parecer un barrio anodino más, dentro de la gran ciudad que es Madrid. En cambio es uno de los que más historia tuvo y conserva algunos monumentos que, no por desconocidos, dejan de ser menos importantes. La historia de Carabanchel se podría simbolizar en tres recuerdos históricos básicos, a saber:
- Por la Edad Antigua, la ermita de Ntra. Señora la Antigua (s. XIV)
- Por el s. XIX, la Finca de Vista Alegre
- Por el s. XX, la tristemente famosa Prisión Provincial
Pero además de los mencionados hay varios más dignos de ser admirados, como posteriormente veremos, así como una historia detrás de todos ellos que vamos a tratar de resumir, pero que es tan amplia que presumo que el ·”resumen” a muchos no pueda parecerles tal.
PREHISTORIA
Es de sobra conocido la gran cantidad de yacimientos neolíticos, paleolíticos y del Bronce, que bordean las orillas del río Manzanares, entre ellos destaca por su antigüedad en la explotación el llamado Cerro de S. Isidro, por encontrase enfrente de la Ermita del mismo nombre. Ahí, frente por frente de la Ermita hay un extraño monumento modernista que pocos saben que marca el sitio donde se abrieron las primerasexcavaciones y se hallaron los primeros hallazgos prehistóricos que ahora se reparten por diversos museos de Madrid, prueba de la antigüedad del hábitat humano en estas tierras.
ROMANIZACIÓN
Dentro Del “Itinerario de Antonino” se menciona la población de Miacum, en la que algunos autores han querido ver el origen de Madrid y otros una población en las proximidades de la capital, mientras que los más realistas se limitan a pensar en una gran villa urbana, basándose en tres supuestos:
1- Similitud toponímica con el arroyo llamado Meaques, que atraviesa la Casa de Campo antes de desembocar en el Manzanares.
2- Es conocida la existencia de un despoblado ( ya en el s. XVI) conocido por San Pedro de Meaques, a cuya iglesia se iba en procesión desde Carabanchel Alto el día de S..Marcos.
3- La cantidad de hallazgos romanos encontrados en la zona durante las excavaciones para la construcción del suburbano y nuevas edificaciones, destacando el mosaico conocido como “Las Cuatro Estaciones”, conservado entre el Museo Arqueológico y el de S. Isidro.
EDAD MEDIA
El núcleo originario se formó junto a la Iglesia de la Magdalena (actual Ntra. Sra. La Antigua), para unos ya en la época visigótica, antes de la formación del propio Magerit árabe, antecedente de nuestro Madrid actual, del que Carabanchel sería, como no dejaría de serlo ya hasta el s. XX, proveedor alimenticio. Para otros surgiría una aldea como consecuencia de la conquista, en 1085, de la ciudad de Madrid por Alfonso VI, cuya parroquia sería la mencionada Iglesia de la Magdalena. En las proximidades de este templo tenía tierras Ivan de Vargas, patrón de S. Isidro, por lo que la tradición hace que el Santo habitase, durante algún tiempo al menos, estos pagos y que hiciese en esta zona, por lo menos, cuatro de sus milagros reconocidos.
La primera vez que se menciona Carabanchel, por escrito en la Historia, es en 1181 en un documento por el que descendientes de Pedro Manrique, a quien se lo había donado Alfonso VI, ceden la propiedad de la zona, bajo pago de 100 maravedíes en los que la aldea y su territorio estaban empeñados, a Gonzalo Díaz, con la particularidad de que se califica a la población como “dulce perla”. A fines del s. XV ya aparecen los alrededores de la Parroquia de la Magdalena casi deshabitados, pues se han formado dos núcleos poblacionales, muy cercanos el uno al otro, en donde se alzan ahora sendas nuevas parroquias, con magistrados y alcaldes, elegidos por Madrid seguramente, pasando entonces la Magdalena a convertirse en ermita.
Durante esta época se conoce la participación carabanchelera en las guerras de Granada y toma de la Alhama. También es muy activa la participación dentro del Concejo madrileño de quien dependían, hasta el punto en que llegado el año 1488, debido a una epidemia que asolaba Madrid, el concejo madrileño se reunió en la Parroquia de S. Pedro (Carabanchel de Arriba) para salvaguardar la salud de los munícipes.
EDAD MODERNA
Los Carabancheles disfrutan de una vida sosegada, con una población que apenas roza los 2000 habitantes en el s. XVIII. Su economía poco había cambiado desde siglos anteriores, siendo su base los cultivos (trigo y cebada), prados de pasto para ganadería y algo de caza (liebres). No es hasta bien entrado el s. XVII que dentro del sistema económico empiezan a aparecer artesanos y comerciantes, con nacientes industrias como la fabricación del jabón o velas de sebo.
Entre los años 1665 y 1700 Carabanchel salta a la fama gracias a la publicación de unas sátiras políticas antigubernamentales (sobre todo durante el reinado de Carlos II) que tienen como protagonistas a los Carabancheles o a personajes que aquí habitan. En ellos se pintan a los Carabancheles como una especie de Arcadia pastoril donde la vida transcurre bucólicamente entre la abundancia del buen yantar y del mejor beber, siendo el lugar una especie de terraza de observación y crítica de la vida en la Corte.
En versos de Diego Tomás de Villarroel aparece la primera referencia publicitaria del acontecimiento que va a marcar el desarrollo de Carabanchel durante buena parte del S. XVIII y sobre todo la totalidad del s. XIX:
“Por salir del aire infiel.
Que en la Corte sopla impuro
Marchar quiso a su cuartel
Cerca de Carabanchel
Que de allí viene más puro.
Y esto es que comenzaron a surgir gradualmente residencias estivales en forma de posesiones, casas-jardín o palacetes, erigidas por nobles o burgueses que seguían la tradición ya famosa del buen aire y del excelente agua de la zona, con la ventaja adicional de estar en un lugar con vistas privilegiadas sobre la Corte, buenas comunicaciones a través del camino de Alcorcón(actual calle del General Ricardos) y la comodidad de disfrutar de la vida campestre a un paso de su lugar de negocios, lo que les permitía seguir atendiendo sus obligaciones sin interrumpir su retiro veraniego. Tan importante era el trasiego de gentes entre Carabanchel y la capital, sobre todo los domingos en que gentes de toda condición se desplazaban a los merenderos y lugares de ocio, que ya en 1825 había una diligencia que salía a horas fijas, servicio que en 1840 ya se había triplicado. Pero el cambio más importante, desde el punto de vista técnico, surge con la llegada del tranvía (1878) todavía tirado por caballos aunque ya deslizándose sobre raíles que, en 1878, se convirtió en tracción a vapor, siendo el primero que empezó a funcionar en Madrid.
En 1885 se construye un ferrocarril de vía estrecha que lleva, atravesando el barrio, desde el Manzanares hasta el pueblo San Martín de Valdeiglesias a aquellos madrileños aventureros que se arriesgaban a un incomodo viaje de tres horas amenizado con tortillas de patata. Este ferrocarril fue rentable mientras interesó al estamento militar, pues hacía parada en el Hospital Militar y en el aeródromo de Cuatro Vientos, y desapareció cuando, en 1927, el Ministerio de la Guerra hizo constar que ya no le interesaba el ferrocarril. Las vías, no obstante, no se desmontaron hasta después de la Guerra Civil y han dejado en el barrio su impronta en toponimias como “calle de la Vía” o “Paseo de los Ingenieros”.
Desgraciadamente la piqueta, la Guerra Civil y la incuria han hecho que gran parte de los atractivos monumentales de Carabanchel no hayan llegado hasta nosotros. Ya nada queda de las villas de Ceriola, del Marqués de Mortara, de la Finca de “Buenos Aires”, de la de “Las Delicias Cubanas”, de la de González Bravo, de la de D. Jaime Girona....... y así hasta cerca de la treintena de fincas y casas jardín donde los pro-hombres madrileños mataban sus ocios veraniegos.
Hay casos flagrantes como los de la “Quinta del Sordo”, que perteneció a Goya y a sus descendientes desde 1819 hasta 1859 y en donde el genial pintor dejo, plasmadas en sus paredes, las llamadas “pinturas negras”. Pues donde se alzaba la casa del pintor hoy se alza una impersonal torre vecinal, menos mal que al menos las pinturas se pasaron al lienzo antes del derribo de la finca, en 1909. También se conservan un par de fuentes de esta finca en Alcalá de Henares, en un taller de arte.
Otro caso vergonzoso es el de la Finca de los Montijo. Esta finca era la de más antigua instalación en los Carabancheles pues, ya en el s. XV, se instaura como mayorazgo de los Zapata y los Cárdenas. Por enlaces y cesiones llega a los Condes de Miranda y de ahí a los Montijo, que embellecen el palacete medieval y modernizan la finca con nuevas construcciones (aquí se encontró el mosaico romano de “Las Cuatro Estaciones” mencionado más arriba), baños, un teatro. aquí se retiraba siempre que podía la que fue Emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo, que tenía hermosos recuerdos de momentos pasados en sus jardines antes de su matrimonio con Napoleón III y que, tras su viudedad visitaba la finca siempre que venía por Madrid. Pues este histórico paraje fue vendido en 1930 a las H.H. Oblatas, que a su vez se lo cedieron a una constructora a cambio de la edificación de una residencia nueva. En 1969 se derriban todas las construcciones de la finca, incluyendo el palacio medieval. ¿Qué nos queda hoy de este desastre?, pues un banco de piedra y un par de fuentes (dentro de lo que fue Residencia de las H.H. Oblatas, hoy un colegio) y un no apreciado, por desconocimiento de su historia, estanque llamado “de la Bruja” que se halla situado en la confluencia de dos calles y rodeado de cipreses, que le dan un aire sombrío y decadente.
Tampoco queda nada de lo que fue la Finca y fábrica de jabón de los Cabarrús, donde nació la famosa Teresa, conspiradora principal en la caída de Robespierre y conocida como “Ntra. Sra. De Thermidor” durante la Revolución Francesa. Fue la mujer más conocida de Francia tras su boda con el ciudadano Tallien. Seguro que en sus últimos días recordaría Teresa su querido “Château Saint Pierre”, como denominaba a la finca donde nació, en Carabanchel de Arriba, junto a la fábrica de jabón más antigua del pueblo. Por perderse se perdió hasta la memoria de donde estaría la situación de esta finca, que según últimas investigaciones se identificaría con la conocida como “Las Piqueñas”, en el límite con Leganés, ocupada actualmente por el Hospital-Asilo de S. José y un Cuartel de la Guardia Civil.
Por suerte aún podemos disfrutar, aunque muy reducidos sus atractivos, de un par de fincas que nos ayuden a imaginar lo que eran estas posesiones en sus momentos más brillantes:
La Finca de Vista Alegre, que nace en 1824 como establecimiento campestre para ocio público, es comprada en 1831 por la Reina Mª Cristina de Borbón, esposa de Fernando VII, seguro que después de haber disfrutado más de una vez de sus atractivos y posiblemente pensando en buscarse un retiro para su posible viudedad. Una vez formalizada la adquisición, el regio matrimonio se dedica a ampliar los terrenos y a mejorar sus instalaciones con nuevos edificios y construcciones para el entretenimiento. Como sería modelo en otras fincas, se crea un jardín paisajista bajo la doble perspectiva del recreo y la producción. Así se crea un espacio para parterres, arbolado, praderas, senderos, riachuelos... y otro con parcelas labradas, viñedos, frutales. La ampliación y mejoras terminarían sobre 1836, fecha en la que se rodea de una tapia de ladrillo a la que se abren siete puertas, siendo ya Mª Cristina Reina Gobernadora y habitando grandes temporadas en la finca pues, tras su matrimonio “secreto” con Fernando Muñoz, era consciente de la poca popularidad que gozaba entre el pueblo, hecho que no se paliaba precisamente por sus frecuentes embarazos y partos tan mal disimulados, con lo que Vista Alegre era un refugio ideal para vivir su vida privada a un paso del Palacio Real, al que solo acudiría para actos oficiales. Por lo que significaba para ella esta intimidad construyo un palacio, conocido después como Palacio Viejo, al que se añadió un curioso baño circular bajo una cúpula con linterna y un invernadero, excelente muestra de la llamada arquitectura fernandina. Prueba del afecto de la Soberana por Vista Alegre es que, tras el pronunciamiento de Espartero Mª Cristina se ve obligada a emigrar a París y allí se hace llamar Marquesa de Vista Alegre.
Cuando en 1844 la Gobernadora puede regresar a España y legalizar su situación con Fernando Muñoz, entonces Vista Alegre se le queda pequeña, pues ya puede utilizar sin problemas todos los Sitios Reales. Por ello dona la finca a sus hijas Isabel y Luisa Fernanda, que no muestran el interés que su madre había tenido por la posesión y, tras varias vicisitudes, termina siendo Luisa Fernanda, ya casada con el Duque de Montpensier, la que se hace con la propiedad total y quien decide venderla, en 1859, a D. José de Salamanca, futuro Marqués de Salamanca (1863), bajo cuya férula Vista Alegre volverá a brillar con luz propia al albergar las colecciones de arte y arqueología de este prócer (solo en pintura se le reconoce un catálogo de 652 cuadros de los mejores pintores conocidos), que nose limitará a vivificar los jardines, sino que renovará el sistema de riego y construirá para sí un palacio propio, conocido como el Palacio Nuevo, para distinguirle del anteriormente habitado por Mª Cristina, encargándose de su construcción el celebre arquitecto Pascual y Colomer, que ya había construido para el marqués su Palacio de Recoletos.
La fama de Vista Alegre llega, bajo dominio del marqués, a su cenit por el derroche de fantasía y lujo con que se rodeo. Pero como nada dura eternamente, su obsesión por las inversiones arriesgadas y la construcción inmobiliaria, llevó a la ruina varias veces a este prócer, hasta que llegó una caída de la que ya no se pudo levantar y, aunque recibió una oferta de recompra por parte de Isabel II, prefirió no aceptarla y morir humildemente en su palacio de Vista Alegre el 21 de enero de 1883.
Sus hijos, abrumados por las deudas, venden la propiedad al Estado (1833) por diez millones de reales y a partir de entonces, progresivamente, la finca se verá fragmentada construyéndose nuevos edificios y aprovechándose los antiguos para diferentes instituciones, cada una de las cuales se ha dedicado a vallar su parcela, de forma que es difícil hacerse una idea de lo que era la finca en sus buenos tiempos. , no obstante aún se conservan interesantes vestigios y edificaciones, a saber:
· La valla de ladrillo original aún se puede seguir en, aproximadamente, la mitad de su antiguo recorrido, incluso se conservaban las bardas antiguas hasta hace poco, a pesar de que el Ayuntamiento ha ensanchado la calle del General Ricardos a costa de terrenos de la finca, colocando una reja en lugar de la antigua valla
· El Palacio Viejo, dedicado a fines docentes, bien conservado en el exterior aunque con lógicas modificaciones. El baño de la Reina y el invernadero adjuntos se conservan bastante bien, aunque su utilidad ha cambiado.
· El Palacio Nuevo, dedicado a instituto de rehabilitación, con regular conservación. Da melancolía ver lo que es hoy y figurarse lo que debió de ser. Estupendo recibidor con lámpara original. También las tres puertas de madera de la fachada son las originales y aún conservan labrado el escudo de los Salamanca. En el interior existe una curiosa capilla modernista y restos de pinturas en algún techo.
· Enfrente de este palacio se encuentran los restos de la llamada Fuente de los Caballos, la central de una trilogía formada con otras dos desaparecidas. Al lado un cedro de unos 300 años de antigüedad
· Casa de Dependientes, la identifico con una construcción escondida y anodina que debe estar habitada por guardeses de la finca.
· Caballerizas y Cocheras, edificio en proceso de restauración
· Restos de la Ría, unos 300 m. de lo que fue una ría de un kilómetro de longitud donde podían navegar navíos de mediano calado. Actualmente esta rellenado su cauce hasta unos centímetros del borde. Nacía de una montaña de artificial de rocalla que aún se conserva, aunque se haya perdido la estatua de Mª Cristina que la coronaba y tampoco mane la catarata artificial que surtía de agua a la ría.
· Palacio de Bellavista, antigua biblioteca, actualmente el edificio se utiliza para fines docentes. Bien conservado pero con una restauración que lo hace irreconocible como arquitectura de la época.
· Fuente de las Conchas (s. XVIII).
· Fuente árabe. Regalada por el Marqués de Salamanca al pueblo de Madrid. Tras la última restauración se instalo en la parte interior de la nueva valla. ´
La otra gran finca conservada es la del Conde de Campo-Alange, también conocida como Palacio de Larrinaga. Se trata de un hermoso edificio espléndidamente conservado en su parte exterior construido por el arquitecto Ramón Duran, discípulo de Ventura Rodríguez, en el s. XVII y que fue adquirido por la Reina Mª Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, para regalárselo a Carlota, la hija de Godoy y de la Condesa de Chinchón, su impuesta esposa. Poco le duró a Carlota el disfrute de la finca ya que los acontecimientos que desembocaron en el Motín de Aranjuez la llevaron al exilio junto con su padre en 1808. No regresa a España, lo que realiza ya casada, hasta 1820 y dado el estado de la finca y lo oneroso de su mantenimiento, opta por venderla en 1826. Venta que no es sino prólogo de las que vendrían después (durante un tiempo fue propiedad del propio Marqués de Salamanca del que hablamos antes) hasta que cae en manos de la familia Larrinaga, Condes de casa Puente, que junto con la Marquesa de Montesclaros, dueña de la finca conocida como “Las Delicias Cubanas”, fueron las últimas grandes familias en abandonar Carabanchel, pasando sus fincas, como ya casi se había convertido en tradición, a manos de ordenes religiosas que darían otros usos a estas quintas de placer.
En el caso que nos ocupa se vende la finca a los Marianistas, que actualmente la ocupan con un colegio, manteniendo no solo el edificio principal sino también una Capilla-Panteón neoclásica, con cuerpo circular con linterna y pórtico tetrástilo de orden jónico, entablamento y frontón triangular. Asimismo aún se conserva alguna de las fuentes que adornó la posesión y otros restos menores.
Creo que no merezca la pena mencionar restos muy menores de algunas de estas casas palacios que se encuentran ya incorporados a nuevas construcciones o tan cambiados que es mayor el esfuerzo de la imaginación que el propio interés artístico. Quizás una excepción se podría hacer con el palacete de D. Miguel Nájera, en lo que fue conocida como “Quinta de Buenos Aires”, que ahí está pasando desapercibido por que nadie puede pensar que esa especie de chalet de dos pisos, con un breve jardín a la entrada, junto a un popular colegio que ocupa lo que fue la quinta, hace un centenar de años fue lugar de regocijo y descanso para una acaudalada familia.
GUÍA DE FORASTEROS
Pero en Carabanchel, no solo es interesante el visitar los monumentos mencionados, que ya de por sí darían lustre a muchas localidades, también existen muchos más lugares y edificios que no pueden dejar de visitarse, a saber
· Iglesia de Nuestra Sra. La Antigua, (S. XIII/XIV). Ocupa el lugar de la antigua Parróquia/Ermita de la Magdalena alrededor de la que se desarrollo el Carabanchel original. Fue la parroquia del pueblo medieval hasta finales del s. XV. De origen románico para unos e incluso visigótico para otros, presenta hoy un delicado estilo mudéjar con muy pocas modificaciones, lo que la convierte en la iglesia más antigua de Madrid. Destaca su original torre rectangular y un sencillo pero vistoso ábside con una ventana ciega de arco califal. En su interior se conservan en el ábside, tras el altar mayor, y sobre los tirantes de madera que soportan el coro, restos de pinturas de época. Espectacular, a pesar de estar dado de yeso, el arco triunfal con arco de herradura. En el interior también se conserva un pozo, medieval para unos (incluso hay quienes lo atribuye a S. Isidro, que como se sabe además de labrador también era zahorí) y romano para otros. Actualmente se utiliza como capilla del cementerio viejo de Carabanchel.
· Puente de Toledo. Es el paso natural, sobre el río Manzanares, entre Carabanchel y Madrid. El actual es heredero de varios anteriores que se construyeron en el mismo sitio desde el S. XJV y por una u otra razón se arruinaron. Las trazas son de Pedro de Ribera y las esculturas de Juan Ron. Fue inaugurado por el Marqués de Vadillo el año de 1721. Como anécdota diré que el municipio, para hacer frente a los fastos de construcción, vendió los 72 Autos Sacramentales de Calderón que tenía en propiedad. Por suerte fue peatonalizado en 1976.
· Las Sacramentales. Se tratan de cuatro cementerios muy próximos unos a otros ( S. Isidro, Sta. Maria, S. Justo y S. Lorenzo) que se construyeron para cubrir las necesidades de enterramiento de las diferentes parroquias madrileñas tras el reiterado decreto que prohibía la inhumación dentro o alrededor de las iglesias. La primera sacramental en funcionamiento fue la de S. Isidro, en 1811, y la última se inauguró en 1845. Para el curioso es apasionante el pasear entre las viejas sepulturas dejándose sorprender por el hallazgo de la última morada de un personaje famoso en la historia (por cierto, que esto no tiene nada que ver con la necrofilia y sí con la investigación). De cualquier modo, aunque uno no sea aficionado a estos recintos, no se debe de dejar de visitar, al menos, el cementerio de S. Isidro, donde los monumentos funerarios, algunas verdaderas edificaciones en diferentes estilos artísticos, hacen bueno el calificativo de necrópolis que se da a estos lugares, donde abundan monumentos hechos por los mejores artistas de su tiempo
· Cementerio de los Ingleses. Situado junto a las Sacramentales. Fue construido en 1854 para enterramiento de protestantes de esa nacionalidad. Condiciones, las de religión y nacionalidad, que ya no se respetan, pues también abundan las sepulturas de familias judías. Es curioso de visitar.
· Ermita de S. Isidro. La primitiva construcción patrocinada por la emperatriz Isabel de Portugal se destruyó en un incendio en el s. XVIII, siglo en el que se construyó la ermita que ha llegado a nuestros días. En sus aledaños se celebra, el 15 de Mayo, la romería arriba mencionada e inmortalizada por Goya,
· Iglesia de S. Pedro. Es la parroquia de Carabanchel Alto. En origen se erigió a finales del S. XV, aunque nada queda de esa época. Artísticamente solo merece la pena su torre del S. XVIII, ya que el resto de la iglesia de demolió por amenaza de ruina en 1972, reconstruyéndose con el mismo gusto y encanto que cualquier nave industrial. De las riquezas artísticas que conservaba nunca mas se supo.
· Iglesia de S. Sebastián. Es la parroquia de Carabanchel Bajo. Aunque el edificio fue destruido en 1936, se reconstruyo siguiendo las mismas trazas que tenía. Se conserva su torre del S. XVII. En su interior conserva algún retablo e imagen de interés.
· Junta Municipal. Edificio construido en estilo neomudéjar en 1891. Era el antiguo Ayuntamiento de los Carabancheles, antes de la unión de estos con Madrid en 1948. Ahora alberga a la Junta de Distrito.
· Colonia de la Prensa. Construida sobre parte de la antigua finca llamada “Delicias Cubanas”. Surgió cuando un grupo de periodistas y escritores crean una cooperativa para la construcción de chales ajardinados, de los cuales aún pervive alguno. Muy original su arco de entrada, en estilo modernista. Fue inaugurada por el Rey Alfonso XIII en 1913.
· Hospital Militar. Construido en 1896 en estilo neomudejar, aunque no se inauguró hasta 1903. Consistía en un conjunto de veinticuatro pabellones, de los que hoy solo uno subsiste, siendo el resto sustituidos por un moderno y gigantesco edificio. En su tiempo estuvo considerado el mejor y más moderno hospital militar de España.
· Prisión Provincial. Pudiera parecer de mal gusto o un tanto sádico el incluir este edificio en la relación de lugares a visitar, pero dada su importancia social es precisamente uno los puntos de interés por el que más preguntan los curiosos. Puede ser triste, pero es una realidad, el que de Carabanchel lo que más le suena a la gente es la cárcel y no ninguno de los monumentos mencionados. La prisión estuvo en servicio desde 1952 hasta 1998 en que se cerró. Desde entonces es objeto de reivindicación por parte de los vecinos del barrio para que en su solar se construya un gran hospital, en lugar de más viviendas. Mientras tanto allí sigue el esqueleto del monstruo, excelente conservación exterior y, por dentro, saqueado y vacío, refugio de desarraigados. Una parte se ha aprovechado como correccional de menores y en un patio se ha construido un nuevo edificio para “almacén” de emigrantes indocumentados antes de repatriarles o soltarles en la calle.
EPÍLOGO
Tras la Guerra Civil, que asoló la zona al ser primera línea del frente, casi la mitad de las construcciones quedaron destruidas, siendo la Dirección General de Regiones Desvastadas la encargada de reconstruir y paliar los daños en varios edificios importantes, del resto no tarda en encargarse la fiebre urbanística y la especulación, que se ceban sobre tantos solares que antaño fueron fincas de recreo y una gran parte de la ampliación de Madrid se encauza hacia estos barrios, instalándose inmigrantes recién llegados de otras provincias. Hoy Carabanchel, ya sin la distinción de Arriba o Abajo, pues ambos núcleos están ya integrados uno dentro del otro, es un variopinto panel de razas y costumbres gracias a emigrantes de otros países que han venido a rejuvenecer la envejecida pirámide poblacional, logrando que este distrito, con sus 240.000 habitantes, represente el 8% de la población madrileña, a pesar de ser el que menos tasa de actividad ostenta.
Paz y bien
Bibliografía:
“Quintas de Recreo” – Miguel Lasso de la Vega Zamora
“Carabanchel, un distrito con historia” – José Mª Sánchez Molledo
“Carabanchel, recuperar el espacio vivido” – Antonio Moreno Jiménez
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