Publicado por:
María Luisa Savirón Cuartango
Ángel L. Mayoral Castillo
Es la intención de este pequeño artículo llamar la atención sobre un fenómeno que hemos visto repetido en distintos lugares y que resulta especialmente llamativo: se trata de la comunicación, mediante un orificio, entre dos oquedades formadas o practicadas en bloques graníticos, o la comunicación de una de ellas con el exterior.
Su observación por vez primera nos hizo pensar en un fenómeno singular -sobre una piedra concreta- de desgaste de granito en proceso de descomposición, producido por agentes atmosféricos generales y algún agente local de extraordinaria virulencia. Quedaba explicado –en principio- por la observación en el contorno de evidencias de incendio, o incendios repetidos, que han calcinado hasta las encinas más longevas.
En este caso, se nos presentaba una oquedad comunicada hacia un “resbalón” exterior sobre una peña de tamaño regular, exenta de otras formaciones y apoyada sobre un bloque redondeado. El entorno se observa antropizado, pero sin evidencias claras de poblamiento.
(Fotos Caso 1)
No dejó de sorprendernos un segundo hallazgo, en un entorno próximo, en un paraje que también había sufrido la acción del fuego, pero en unas rocas que presentan un desgaste menos violento (la vegetación, debido a la pobreza del suelo nunca debió ser abundante), con el orificio en lugar más elevado, e integrado en unos bloques que presentan piletas horizontales y verticales de varios tamaños. El proceso de “arenización” es aquí –por lo dicho- menos acusado.
(Fotos Caso 2)
Un tercer hallazgo, éste en un lugar distante varios kilómetros, a más elevada altitud y con una orientación y una configuración del paisaje totalmente diferente, comienza a invitarnos inevitablemente a prestarle atención al asunto. Aquí no estamos ya ante un bloque exento, sino ante un pequeño canchal no muy elevado en el que se observan también algunas otras piletas. En la que nos ocupa -la que exhibe el orificio- podemos observar que casi llega a formar un pequeño “arco”; es decir: nos transmite la sensación de estar tallada.
El paraje en que se encuentra es la planicie de un pequeño cerro en la que pueden observarse también señales de transformación, sin que pueda asegurarse un poblamiento estable. No se observan señales evidentes de incendios; lo que pudiera ser el motivo de que no se observe –ni en el granito del canchal que soporta la pileta comunicada, ni en los bloques contiguos- el proceso de “arenización” de los casos anteriores.
(Fotos Caso 3)
Ya prevenidos, tuvimos la fortuna de observar en otro lugar distinto -y distante también varios kilómetros- de los dos anteriores, otro bloque granítico con estrías en el que se daba similar característica. Éste se encuentra en un canchal ligeramente inclinado, exento totalmente de otras formaciones graníticas y lejos de vegetación de cualquier tipo. El desgaste por agentes locales queda pues aquí descartado. Comunica una pileta en la parte superior del bloque con una acanaladura en la parte exterior, muy similar al primer caso.
(Fotos Caso 4)
Ya con la sospecha de que estábamos ante un fenómeno más corriente de lo que podría pensarse en principio, prospectamos de nuevo la zona en que habíamos observado los dos primeros casos. En un lugar cercano, en el mismo cerro, pero en orientación diferente, localizamos otra roca que presentaba de nuevo esta particularidad.
Aquí sí, el paraje está claramente antropizado y se observan señales claras de poblamiento; apareciendo incluso algo de cerámica, lo que no se da en las anteriores localizaciones. La roca parece haber sufrido un proceso de erosión similar a éstos, aunque algo más atenuado. Está integrada en los restos de un muro de piedras.
El orificio está asociado a una pileta con vertido al exterior, sin que se pueda apreciar “resbalón” o acanaladura que denuncie algún tipo de vertido.
(Fotos Caso 5)
Teníamos memoria de haber observado el fenómeno en algún otro poblamiento. Repasamos el archivo fotográfico y apareció –cómo no- en Ulaca.
En esta ocasión, lo observamos en un pequeño canchal muy parecido al caso tercero. El orificio aparece asociado ahora a una pileta de considerables dimensiones, junto a unos fondos de cabaña reconstruidos; muy cerca también –como puede apreciarse- de otro bloque granítico con un muro adosado.
(Foto Caso 6 - Ulaca)
No podemos con los datos de que se disponen aventurar hipótesis alguna sobre si estamos ante un modelo que pudiese servir para establecer una tipología; sin embargo, no hemos podido dejar pasar la ocasión de poner sobre aviso a cuantos –como nosotros- tienen una cierta afición a estudiar formaciones líticas que hayan podido ser creadas o utilizadas por el hombre. Quizás, si aparecen nuevos casos, se pueda plantear el asunto de manera más formal y aportar elementos de juicio que ayuden a quien corresponda a tenerlos en cuenta.
Mironcillo II:
Hoy marcan la entrada a una pequeña finca, aunque yo las supongo formando parte anteriormente de un potro de herrar, ahora unidad de manejo.
No es usual que estos artilugios estén completamente horadados, lo normal es que presenten "puntos" y acanaladuras sin llegar a perforar por completo la piedra. Este detalle y el corte anguloso de la piedra podrían estar indicando un origen relativamente moderno.
Traigo también, a cuenta del comentario#17 giannini domingo, 16 de septiembre de 2007 a las 23:40, esta Bufadora de Peñíscola:
http://www.todopeniscola.com/peniscola/quevisitar.shtml
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