A partir de la prohibición legal en época tardía de las carreras de caballos, los circos eran de los monumentos romanos más expuestos a la desaparición, debido a su ubicación algo más alejada de la ciudad y a su escasa estructura arquitectónica, además a baja altura, lo que los hacía fácilmente expoliables. Así que no es raro que nos hayan llegado pocos ejemplos y muy dañados. En el caso de éste de Augusta Emerita incluso le falta un sector por el tránsito de una calzada moderna. Sin embargo, desde hace unos años el edificio está siendo objeto de excavaciones y restauraciones con vistas a su puesta en valor.