Remontando la orilla derecha del Cinca, una vez sobrepasada L´Ainsa y a la altura de Laspuña, una carretera que se dirige derecha hacia la inmensa mole de la Peña Montañesa, nos lleva hasta Ceresa y acaba.

Frente al pueblo, en un tozal que domina amplio territorio y que da la sensación de estar "a tiro de piedra", se adivinan las ruinas de lo que fue la ermita de San Pelay.

Parte de las piedras de san Pelay ("o castillo" le llaman los vecinos), se utilizaron para hacer la escuela de Ceresa hacia 1930, en un huerto de Casa Lisa.

El acceso a la misma se realiza desde la parte alta del pueblo, siguiendo un sendero poco marcado que acompaña a un sencillo tendido eléctrico encaminado a un casetón a la derecha de la ermita.

Esto lo aprendí bajando; pues la subida la hice desde la parte baja del pueblo salvado un par de barrancos y subiendo "todo tieso" por resbaladiza pizarra fragmentada.

De la iglesia de San Pelay, situada en el cerro del castillo (lo que hace suponer que lo hubiese), subsiste la base del ábside; que probablemente contenga una cegada cripta, y parte de la zona central del mismo; de estilo lombardo.

Hay una lesena, y en su extremo, un arquillo ciego. En la descripción de Enríquez de Salamanca, menciona dos arquillos. No sé cuanto aguantará este último, del que dejo constancia para los que ya no lleguen a verlo.

La construcción está hecha en sillarejo bien aparejado, siendo la iglesia de nave única. Es construcción del XII, de estilo lombardo, similar a la de Pano.

Permanece en pie parte del muro sur, que contiene cerca de los pies, restos de la puerta de entrada, así como buena porción del hastial de poniente.

El enhiesto resto del ábside da la sensación de enfrentar desafiante a la Peña Montañesa, con el pueblo en medio como testigo.