Este es el barrio más humilde de Julióbriga. Casas construídas con adobe y tapial sobre cimientos de piedra y tejados elaborados con madera, paja y ramajes impermeabilizados con arcilla -la teja (tegula) aparece esporádicamente en el yacimiento-.

La impresión que ofrece Julióbriga de sobriedad, e incluso pobreza, no se aparta mucho de la imagen que debieron ofrecer la mayoría de ciudades hispanorromanas. Puede pensarse en un aspecto rústico, pero ocurre que toda ciudad depende en primera instancia de su entorno, y ésta no fue una excepción.

Los habitantes de este barrio se dedicaban a actividades agropecuarias, artesanales y comerciales. Cultivaban la tierra, poseían ganado, producían útiles de hierro, confeccionaban tejidos, trabajaban la madera, curtían cueros y regentaban tabernas, según nos confirman los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones arqueológicas.

Sobre el terreno se pueden observar varias casas modestas rodeadas de corrales en los que se distribuyen los anexos de las viviendas: graneros de madera levantados sobre alineaciones de piedras para aislar la madera del suelo -a modo de hórreos-, cobertizos contruídos sobre largos muros que además delimitaban solares, establos, pozos de agua y canalizaciones. Al sur, una calle secundaria, decumanus, avanzaba de este a oeste protegida por un muro de contrafuertes.