Todas las casas tenían, entre la calle y la fachada, un corral supuestamente para guardar animales domésticos. La cría de ganado menos, junto con la caza de ciervos, corzos y jabalíes, muy abundantes entonces, completaron un tipo de economía básicamente ganadera, con rebaños de cabras y ovejas. Carne y leche fueron productos empleados en la alimentación, mientras que con las pieles y la lana se elaboraron vestimentas y tejidos. El ganado vacuno fue, además, la fuerza de tiro en las labores agrícolas.

El cultivo de cereal se practicaba en las tierras llanas y fértiles de la comarca de la Vera. Los grandes recipientes hallados en las despensas y otras dependencias de las casas fueron utilizados para almacenar los granos de trigo o cebana, mientras que la molienda de los cereales y bellotas se hacía en el vestíbulo o en la coina. La recolección de frutos secos contribuyó a diversificar la dieta alimenticia.

Conocían la cerveza, que tomaban como desayuno con pan, y el vino. Para conservar las bellotas durante mucho tiempo, las guardaban en grandes recipientes, y los tapaban con un trapo húmedo. Esto hacía que se pudriese la capa superior y conservase en perfecto estado el resto, hasta 14 meses.