Realizada por: alvarosuaza
Al Druida: A todos los Druidas
Formulada el domingo, 30 de noviembre de 2003
Número de respuestas: 2
Categoría: Temas Divinos, Mitológicos y Espirituales

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Respuestas

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  1. #1 Caradhras domingo, 30 de noviembre de 2003 a las 00:00

    Sobre Merlín como mago hay mucho, por lo tanto es mejor que vayas especificando los puntos que más te puedan interesar. En todo caso hay a la venta un libro titulado "El Libro de Merlín", quizás en el te puedas hacer una guía o idea.
    Saludos.


  2. #2 Gausón domingo, 30 de noviembre de 2003 a las 00:00

    Sobre el mítico Merlín


    Demasiadas veces, todos nosotros hemos visto películas o leído novelas que tratan sobre el personaje de Merlín. Y conforme vamos leyendo más literatura o viendo más celuloides sobre éste, más desorientados y confundidos nos quedamos.

    En algunas ocasiones es un mago, en otras es un adivino o profeta, otras un consejero real. Así se suceden un sinfín de caracterizaciones que van desde el druida hasta el eremita cristiano, desde el loco más loco al sabio más sabio conocedor de todos los arcanos, acometiendo un cúmulo de aventuras a cuál más dispar y contradictorias unas con otras, según que novelista, prosista, poeta o medio las desarrolle.

    Por tal motivo, me he aventurado a introducirme brevemente en el mundo merlinesco, con el objetivo de dilucidar algo de tan heterogéneas personalidades, que ocupan el protagonismo o co-protagonismo de literatura, novelas y películas a cuál más osada.


    Orígenes de la leyenda


    La realidad sobre las fuentes originales de tan singular personaje son tan complicadas y múltiples como vagas e indefinidas. El Merlín que con mas acopio recogemos y conocemos es una amalgama de personajes históricos reales y legendarios en cuanto al mito se refiere.

    Sus personalidades son tan variadas como sus disciplinas y habilidades: bardo, druida, profeta, anacoreta cristiano, loco, rey guerrero, mago, sabio astrónomo etc.

    Ciertamente y una vez más, al igual que ocurre con el rey Arturo, hemos de retroceder hasta las leyendas celtas antiguas, incluso a aquellas que un día fueron paganas para intuir sus orígenes.

    En el País de Gales, se escribieron y existen diversos poemas que tratan de un personaje llamado Myrddin. Las referencias sobre este Myrddin, que aumenta el mito provienen de un poema inserto en el “Libro Negro de Caermarthen” compilado en el año 1200 de nuestra era, que alude a elementos acaecidos entre los años 850 y 1050 de la misma. En este poema Myrddin aparece como un excéntrico perturbado que habita en los bosques escoceses de Caledonia. Existen no obstante, un total de seis poemas, que dejan rastros y huellas de este primitivo Myrddin. Tres de esos poemas están insertos en Libro mencionado con los siguientes títulos “Affallenau”, “Hoianau” y “Cerdito y el diálogo de Myrddin y Thaliesin”, y otros dos insertos en el “Libro Rojo de Hergest” (compilado posteriormente sobre el 1400 de la era común) con los títulos de “Las conversaciones de Myrddin y su hermana Gwenddyd” y “La canción entonada por Myrddin en la tumba” y el sexto con la etiqueta “La juventud exigente” (“Peirian
    Faban”, en galés).

    En todos estos poemas el personaje de Myrddin se halla presente, como es lógico suponer, en un orbe celta del siglo VI de nuestra era. Estos relatos nos hablan de una batalla en la que participa nuestro mítico protagonista, conocida como la de Arfderydd, ocurrida en el 573 (era común).

    En el mencionado combate, Myrddin luchando junto a su señor Gwenddolau contra las tropas de Rhydderch, sufrieron una derrota bélica que a él le provocó una demencia, y huyó a los bosques de Celydon, en los cuales se mantuvo escondido de su enemigo durante 15 largos años y alimentando a la vez la pasión que le provocaban los manzanos silvestres. Rydderch, además de su enemigo, era también su cuñado, pues éste se hallaba casado con su propia hermana Gwenddydd.



    En Escocia e Irlanda, zonas celtas por excelencia, existieron otras leyendas que muestran a personajes de conductas y pautas similares pero con otros nombres o apodos en nada parecidos al patronímico de Merlín. Sin embargo, fueron tenidos en cuenta en la recopilación de referencias que hizo el escritor galés Geoffrey de Monmouth que fue el que lanzó a nuestro personaje a la fama mundial y del que hablaremos posteriormente.



    De esta manera, encontramos a un tal Lailoken, que predice la muerte de un rey llamado Rederech. Posteriormente, Lailoken se siente culpable de todas las muertes ocurridas en una indeterminada batalla, enloqueciendo y retirándose a vivir en el interior de los bosques. Las reseñas sobre este personaje aparecen en las siguientes obras “En la vida de San Kentigern” del siglo XIII y en la composición “Lailoken y Kentigern” copiada en el siglo XV. Una tercera obra “Lailoken y Meldred” es continuadora de la anterior historia y desarrolla, además, las causas de la muerte de Lailoken.



    Si acudimos a Irlanda, observamos que existen 3 relatos sobre un hombre muy similar al Myrddin galés. Este es, Suibhne Geilt, rey de Dal nÀraide que tras perder una batalla llamada de Moira o “Magh Rath”, se desequilibra y con su locura se refugia en los bosques, como su análogo galés. Las obras que hacen mención al tal Suibne fueron tituladas de la siguiente manera “ El banquete de Dúin nan nGéd” (“Fled Duin na nGéd”), “La batalla de Moira (Cath Maige Rátha”) y “La locura de Suibhne”(“Buile Suibhne).



    Estas son las reseñas más primitivas que nos han llegado sobre legendarios individuos parecido a Merlín.

    G. Monmouth recopiló estas leyendas y luego las refundió para crear su propio personaje. Evidentemente en estas leyendas nada y nadie asocia a estos prematuros “merlines” con el rey de las sagas artúricas, Arturo, ni con todo el universo que posteriormente se desarrollaría.

    Sólo en la obra atribuida, al parecer, falsamente a Nennius. (Nennius, es el nombre latinizado de Nynniaw, un monje galés del siglo IX, que recopiló datos de los siglos V y VI), “Historia Brittonum,” recopilación anterior a la intervención de G. Monmouth, se habla de un profeta llamado Ambrosius, que siendo niño resuelve el misterio de la torre que siempre se derrumbaba, cuando la ordenó erigir un tal rey Vortigern. El misterio que desentrañó Ambrosius, adivinaba un estanque subterráneo ocupado por dos enormes gusanos (“vermes)”( Montmouth los cambió luego por dragones).



    Pero además de Nennius o Nynniaw hay otras versiones celtas de autores desconocidos que corren con matices semejantes a las otras transcripciones.

    En una, Merlín es hijo de una vestal cristiana y de un cónsul romano, que vivó en el siglo V bajo el reinado de Ambrosius Aurelianus. En otra es un jefe de los cambrianos del siglo VI que mató a su sobrino en la batalla de Arderiz, lo que lo volvió loco huyendo a refugiarse en la paz y armonía de los bosques.



    Y lo aquí expuesto principalmente, y en forma de resumen, es lo que tenemos del mito, leyenda o historia de famoso Merlín, hasta la publicación de la obra del ya mencionado escritor galés Geoffrey de Monmouth.

    A partir de esta obra, las artes y las características de Merlín como personaje se van conformando gradualmente, con aportes continuos extras, ajenos incluso a la creación de Monmouth, que aún le proporcionaron mayor variedad. De esta guisa Merlín va obteniendo preferencia en la literatura posterior, a la par que se fue fabulizando el personaje.
    Geoffrey de Monmouth


    El diácono galés y luego obispo, del siglo XII, a la par que escritor, juntó todos los elementos descritos en las leyendas celtas y los introdujo en el mundo artúrico que comenzó a crear. Ciertamente para componer su universo artúrico tomó de otros autores y fuentes diversas, muchos elementos y nociones. Pero como sea, que nos estamos centrando en la figura merlinesca, nos ocuparemos solamente de Merlín.



    En sus tres obras conocidas “ Historia Regum Britanniae”, “ Prophetiae Merlini” y “Vita Merlini” va construyendo la personalidad del personaje que llamaría, para afianzarlo definitivamente, Merlín(Merlinus), cuyo apelativo emanaría de la latinización de su homólogo con el nombre galés de Myrddin o de alguna de sus variantes como Merdhyn que en ese idioma parece pronunciarse “Merzlin”. Pero al parecer aún dudaba del nombre a aplicar y seguramente por influencias de la obra de su compatriota Nennius, “Historia Brittonum”, Geoffrey en pasajes de su obra “Historia Regum Britanniae” escribe:

    ...... entonces dijo Merlín: que también era llamado Ambrosio

    ....... Se acercó por segunda vez Ambrosio Merlín a los magos y dijo............

    ....... el rey ordenó explicar a Ambrosio Merlín .............



    Pero aún y con esto la presencia de Merlín, es escasa, y reducida a incidentes concretos:

    -El suceso de la torre de Vortigern, que Geooffrey tomó de la obra de Nennius

    -El traslado de las piedras de Stonehenge

    -La concepción de Arturo.



    Geoffrey amplía el personaje que relató Nennius, modificando a la vez ciertas partes y factores. De esta manera modifica los dos gusanos(vermes) que Nennius situaba bajo la torre de Vortigern, convirtiéndolos en dos dragones, más acorde con la tradición celta donde éstos son guardianes de tesoros, representando las fuerzas telúricas. Aunque Monmouth le dio el simbolismo representativo de sajones y bretones.

    Traslada el lugar del origen de Merlín a CaerMarthen, en Gales, exacto en esta cuestión al Myrddin galés. Introduce el asunto del íncubo, inexistente hasta entonces, que fecunda a la madre de Merlín. Omite la cesión de Vortigern a Ambrosius-Merlín de las tierras occidentales de Bretaña, pero a cambio lo convierte en nieto del rey de Demecia (Gales del sur).

    El rey Vortigern se convierte en la pluma de Geoffrey en usurpador del reino, su fuente de inspiración, Nennius, sin embargo, nada menciona al respecto. Vortigern es derrotado y un nuevo rey Aurelio Ambrosio accede al trono. Merlín, entonces se convierte en su consejero hasta la entrada en Tintagel donde la labor de éste queda concluida.

    Geoffrey no describe fisonómicamente a su personaje, ni siquiera aún lo dota de un intenso conocimiento y experiencia en las artes arcanas y ocultas. No nos comenta su edad, pero observamos que cuando vaticina por vez primera a Vortigern, es un niño y, sin embargo, sobrevive a tres soberanos Aurelio Ambrosio, Uter Pendragon y Arturo.

    En éste, su capital libro, el diácono galés inserta otra de sus obras, las “Prophetiae Merlini”, aunque en sus orígenes fuera un trabajo independiente, donde aprovecha las profecías merlinescas para avivar las ilusiones celtas con la arribada de nuevos tiempos de florecimiento para los bretones.

    En su tercera obra “Vita Merlini”, el escritor comienza a mostrar la otra cara de su personaje, más en analogía con las crónicas galesas sobre Myrddin, pero también con otros elementos de naturaleza diversa. No obstante la obra, tuvo poca resonancia y escaso éxito.

    En sus páginas se nos ofrece un Merlín rey de Demecia, que es adivino y está loco. Posee una obcecación fanática e irreprimible por las frondosidades de los bosques, en los que se refugia del mundo y de su corte en los últimos años de su vida, ya habiendo recuperado la cordura. Sus predicciones son enigmáticas y van acompañadas de una risa misteriosa, lo que se ha denominado la “risa merlinesca”.

    Esta demencia desemboca en una aversión hacia su propia existencia pasada, rechazando cualquier poder terreno o efímera fama mundana, para refugiarse en los bosques, teniendo en unos primeros momentos la única amistad de un lobo y como recursos, los propios que otorga la Naturaleza.

    Cuando recupera la razón gracias a las aguas de una fuente milagrosa pierde el poder de la adivinación pero permanece en él, la sabiduría acumulada. Sin embargo, no vuelve a su anterior vida de gloria, fama y reinado, pues la transmutación que se ha obrado en él, es plenamente espiritual, teniendo como don más estimado su libre albedrío y libertad, hastiado de las perfidias, intrigas y enredos de la corte real.

    Este es un Merlín, combinación de druida y ermitaño cristiano y con esta última connotación se nos presenta cuando repudia a su propia esposa Güendolena y se abstiene en su retiro de toda actividad sexual, al mejor estilo monacal cristiano.

    Por el contrario, se exalta el amor fraterno con su hermana Ganieda, la cual cuando enviuda acude al bosque junto a su hermano Merlín.

    Una vez recobrado su buen juicio, Merlín comienza a inclinarse por la compañía humana y a tal efecto provoca la llegada paulatina de varios personajes sabios a su refugio boscoso.

    Construye un observatorio astronómico al que acuden 70 escribas, además de su propia hermana, como se ha señalado, y de un tal Telgesino, un personaje cristiano versado y con variados estudios.

    Esta especie de congregación de anacoretas forma un refugio espiritual, que rechaza toda riqueza, gloria o fama y otros intereses mundanos, siendo una alternativa a la corte del reino de Merlín, en Demecia. En realidad el autor intenta reflejar unas motivaciones evangélicas que en los siglos XI y XII buscaban algunos cristianos, como renovación religiosa, disconformes con la corrupción del modelo de vida monacal.



    El escritor galés convirtió a unos legendarios, difusos y míticos personajes de las variadas tierras donde se dieron las leyendas celtas paganas, en un solo protagonista que aglutinaba en sí rasgos paganos y cristianos. Un hombre amigo de los bosques, loco y cuerdo, virtuoso y druida, adivino y sabio que llamaría la atención lo suficiente para que escritores posteriores siguieran transformando al personaje y ampliando sus vicisitudes.



    Por último especificar que G. Monmouth en su obra “Vita Merlini” nos habló por vez primera de otro personaje que cobraría sustancial relevancia en posteriores obras del ciclo artúrico, se trata de Morgana. Ésta reside con 8 hermanas, siendo ella la mayor en edad y conocimientos. Aunque en esta obra su personalidad es claramente benéfica, muy distante aún del personaje malvado en el que devino, sin además, ningún parentesco con el rey Arturo. Geoffrey denomina a Morgana “nympha”, descendiente del hada de las sagas celtas “Muirgen”, sanadora como ella en las leyendas irlandesas, que conecta con una de las diosas de mayor relevancia del panteón como es: La Morrigan.


    El Merlín de Robert Wace


    Poeta, perteneciente a la nobleza, nacido en Jersey, aproximadamente en el 1100; murió en Bayeux en 1174. Fue nombrado canónigo de Bayeux entre 1160 y 1170.

    Teniendo problemas económicos, empezó a escribir para aumentar sus recursos. Los trabajos que han llegado hasta nosotros son; "La vida de San Nicolás"; "La Vida de Santa Margarita"; y el "Brut", más conocido bajo el título de "Geste des Bretons". Este último poema, fue presentado a la Reina de Inglaterra en 1155. Y es ésta última obra la que nos interesa para nuestro artículo.

    Robert Wace tradujo al francés la obra de G. Monmouth, pero lejos de hacer una traducción literal, empleó su imaginación y la amplió. Así, las 6 mil líneas del texto original, se convirtieron en 15.000 versos en francés. A pesar de esta amplificación siguió siendo fiel al ciclo narrativo y a la trama de la obra del escritor galés.

    Conocida su obra como “Roman de Brut”, se nos presenta un Merlín bastante exacto al anterior pero resaltando el carácter de mago por encima de sus cualidades proféticas. Wace, suavizó la personalidad del mago, eliminando los insultos y las recriminaciones severas que arrojaba a unos u otros, atenuando su brío. A este escritor se le debe la primera inserción de la mítica Mesa Redonda dentro del relato arturiano, cuyo motivo en la trama, es evitar disputas entre los caballeros de la corte a la hora de obtener un lugar honorífico e incluso afianzar el lazo de unión ante la igualdad de los asientos de la circunferencia de la mesa. El autor amplifica el mundo arturiano pero en cuanto a Merlín dotó al personaje de casi las mismas funciones que tenía en la obra de G.Monmouth

    Un Nuevo Merlín

    Robert de Boron, es el escritor que en su obra “Merlín”, realiza sustanciales cambios tanto en los temas, tramas y objetivos de todo el mundo arturiano, como del personaje que ocupa el presente artículo, confiriendo a todo ello un conjunto definitivo y exitoso que en obras posteriores, otros autores, prosiguieron.

    Este escritor amplía lo relativo a la concepción, nacimiento e infancia de nuestro protagonista y lo implica honda e intensamente en torno al tema del Grial. Pierde el patrón anterior de consejero real, para convertirse en un delegado y ejecutor de la Divina Providencia, así como encargado de facilitar el advenimiento de la grandeza del reino de Logres. Se convierte en un agente capital en la preparación de Arturo al trono. Con Boron, el que antaño fue profeta de Vortigern se convierte ahora en el profeta del cristiano Grial.

    Las profundas creencias cristianas del escritor quedan patentes en la obra ya desde los inicios de su libro, donde se remonta a la bajada de Cristo a los infiernos y la redención de la humanidad. Su obra adquiere una postura demasiado dogmática, como la noción dualista de la eterna lucha entre el dios y el demonio cristiano.

    Boron está inspirado totalmente en los textos bíblicos, todos los poderes nigrománticos de Merlín los hace proceder de su origen y mitad demoníaca, su padre era un íncubo. Todos los aspectos benéficos los hace proceder de su santa madre. El demonio o íncubo que fecunda a su madre ya no actúa por simple placer sexual como lo imaginó en su obra Geoffrey. Ahora este demonio de la imaginería cristina tiene un plan preestablecido, diabólico y universal como es, instaurar el mal entre los hombres.

    En realidad Boron no cambia solo aspectos de Merlín, toda su obra es una tergiversación de la escrita por Monmouth y amplificada por Wace. De esta guisa aparecen nuevos elementos como es la prueba de la espada clavada en el yunque, la paternidad oculta de Arturo y especialmente cambia la trama principal de la obra de G. Monmouth.

    Pero como hemos apuntado anteriormente, señalaremos especialmente lo relacionado con Merlín. Ya no se trata de una historia novelada que relata el apogeo y ruina de los bretones, donde Merlín, es un personaje relevante más de la epopeya y el futuro rey no debía ocultarse pues era legítimo y no necesita de espadas clavadas en un yunque para reclamar su trono. Ahora se trata nada más, pero nada menos de la gloria que alcanzará Bretaña, fruto de una plan divino, donde un nación, se convierte en un pueblo elegido por designio divino y en cuyas tierras se halla oculto el Santo Grial. El utensilio y elemento para que todo esta predestinación se cumpla es el profeta cristianizado Merlín. Arturo, ahora es un peón, por muy rey que sea, sujeto a ese propósito divino que lo designa como soberano, justamente el día de la Navidad cristiana.

    Pero las modificaciones religiosas que Robert de Boron, va introduciendo en su obra, son vastas y profundas y se convertirán en legados para los posteriores continuadores de la saga artúrica. La institución de la Mesa Redonda, que hasta ahora simbolizaba el nexo de unión entre los aguerridos caballeros que en ella se sentaban, deja de tener este propósito y Boron la convierte en una institución, expresión de la “caballería celestial” y sus santos cometidos, son la mejor manera, de aspirar a los reinos de los cielos cristianos.

    La Mesa Redonda se convierte en una analogía de la Mesa de la santa cena de Jesús y sus discípulos y como consecuencia se aleja de las reminiscencias celtas, de aquellas mesas que presidían los “fleds” o banquetes celtas, presentes en otras leyendas como los “Mabinogion” o el “Festín de Briciu”. Estas mesas, no eran un único mobiliario, sino que eran una serie de mesitas dispuestas alrededor de otra más elevada y centrada que correspondía al rey. Los guerreros celtas, los filidhs etc, se sentaban alrededor de éste. Los textos anteriores plasmaron bastante fielmente esta tradición celta pagana, pero Robert de Boron la transfigura totalmente, como transforma dicho sea de paso, la figura de Morgana, que deja de ser un hada, para convertirse en la hija bastarda de los duques de Tintagel, casada con el rey Neutre, personaje inventado por el escritor.

    Todo lo cual es ya un enorme abismo entre las leyendas celtas originales, que relatan hechos de individuos parecidos al Merlín de Monmouth y el nuevo guía cristiano que absorbe el texto con demasiadas semejanzas con la bíblica Historia Sagrada. Tanto es así que Boron, escribiendo su obra con una fervor cristiano tan manifiesto, no esquiva los impulsos para comparar a su personaje con aquel otro de los evangelios: Jesús. Desde la maternidad virginal de ambas madres y su fecundación por un ente no humano, hasta el temor que sienten dos reyes (Herodes y Vortigern) ante sus sabidurías. Tan sabios ambos, entre los sabios. Son numerosos y abundantes los trazos que ligan una figura a la otra y todo ello es una novedad en el desarrollo del personaje, no contemplada hasta ahora.

    En realidad poco subsiste ya del viejo druida pagano o del mixturado de Geoffrey, si acaso la capacidad de asesorar a reyes. Reminiscencia clara de la sociedad celta pagana donde los druidas cumplían el papel, entre otros, de ser la conciencia del rey soberano y con sus aprobaciones se legitimaban las acciones reales. Pero este Merlín, se posesiona completamente de la voluntad real, ya no es un sabio consejero del rey Arturo, sino que toda la corona le está supeditada, pues él es ahora, el Profeta del Grial, el hombre que encarna la voluntad de la Divina Providencia y como consecuencia del dios cristiano. No puedo por menos que ver un mensaje subliminal en todo esto. ¿Acaso estaba sugiriendo Boron en su obra, para su época y sus contemporáneos que incluso los reyes debían quedar supeditados al poder de la Iglesia cristiana, como instrumento y traductores de la voluntad divina?.

    En una obra tan mediatizada como es la de Boron, donde sus creencias cristianas rezuman por todos lados, el autor convierte a Merlín, en un émulo de los profetas bíblicos, demasiado diferente a aquel otro Merlín de Geoffrey o de Wace que era un defensor de su pueblo por encima de otras consideraciones. Pero Boron lo lleva todo lo lejos que puede en su nuevo cometido, llegando incluso a solo estar por debajo del mismo dios cristiano.

    Robert de Boron no desaprovecha las ocasiones que le brinda su relato para ridiculizar a su propio personaje. Cuando éste recurre a ardides de mago, las describe como acciones vulgares. Cuando recurre a transformaciones de forma, son proyecciones de su mitad demoníaca. Cuando predice, los pronósticos se convierten en agüeros a corto plazo, que solo adelantan acontecimientos lógicos e inmediatos. Cuando se describe su aspecto de anciano, en otros tiempos paganos tan venerado, lo refiere de una forma grotesca. Incluso, su enamoramiento senil es motivo de mofa.

    Y es Boron, quien dota a Merlín por vez primera de esta doble personalidad: Cuando muestra conductas paganas es cómico, pero cuando se encomienda a la labor de la Iglesia en el mundo; es un iluminado, es un profeta del Grial. Y es el que el autor nos somete a una alineación constante repleta de mensajes cristianos.

    Las continuaciones de Merlín

    Después del “Merlín”, de Robert de Boron, se escribieron múltiples obras que hablaban sobre éste, pero ya siguiendo la personalidad creada por este escritor, con pocas variaciones esenciales que pudieran inscribirse en el marco de una nueva transición. A lo más, llegaban a incidir en algún aspecto de su idiosincrasia en detrimento de otro o de pequeños aportes que no variaban el fondo de su identidad.

    A este respecto se continúa con Merlín, en el ciclo llamado de “la Vulgata”, con la “Estoire de Merlín” que añade la “Suite-Vulgata” que detalla el tiempo que Merlín, más hechicero que nunca, recorre. Desde el momento en el que Arturo saca la espada del yunque y es erigido rey, hasta su encierro por Viviana, en la cárcel de aire en el bosque de Broceliande.

    Y la “Suite du Merlín” que es una obra íntegra y no una continuación de la anterior que va desde la coronación de Arturo, hasta la llegada de Perceval a la corte arturiana y su encuentro con el Rey Pescador. Este libro destila desaliento en todas las hojas y los personajes que desfilan permanecen agobiados por la fuerza del destino y el propósito divino, muy medrosos por quebrantar el rígido reglamento de los creyentes cristianos donde la infracción se expía con la condena eterna. Merlín es víctima de un nuevo condicionamiento cristiano que se añade a todos los citados. Ve mermados o no utiliza ya sus plenos poderes, porque quedan fuera de ese código, y condenaría su propia alma si los utilizase. La “suite de Merlín” se inscribe pues, como nueva obra que intenta paliar los huecos de su anterior la “Vulgata”, y donde Merlín acaba con sus huesos en la más horrenda prisión de todo el ciclo merlinesco.

    De las obras señaladas y de otras consideradas significativas y valiosas que tratan al personaje. Las contribuciones que se añaden a su historia podrían resumirse en las siguientes:

    - Un mayor protagonismo si cabe de Merlín, en todo el mundo artúrico. Además de consejero, mentor, asesor etc, ahora es también caudillo de tropas, dando órdenes y planificando batallas

    - Todos los personajes de su entorno se ven sometidos a su absoluta voluntad

    - Aparición por vez primera de una atracción, casi fascinación por el sexo femenino, lo cual es algo inédito hasta la “Suite Vulgata” y paradójico con el Merlín misógino de obras anteriores. Dicha atracción se la producen varias mujeres, como la hija de Agravadain, la sutil Dama del Lago, reflejo del hada celta que atrae a su amante a su reino, la ya demoníaca y alumna Morgana, ahora hermana de Arturo, con la cual éste comete incesto e incluso la misma Viviana que finalmente lo encierra en la cárcel de aire.

    - También aparece el bosque de Broceliande, donde se sitúa dicho encierro

    - En otras obras, la cárcel de Merlín, deja de ser la “prisión de aire” y se convierta en la tumba del Bosque peligroso, donde Viviana, más malvada que otras veces, lo sepulta.

    Destacando las obras mencionadas que tratan del personaje de Merlín, no estamos afirmando que no haya otras, pues desde mediados del siglo XIII, hasta nuestros días no se ha parado de escribir, imaginar, limitar, reinventar, conjeturar sobre el personaje y sospecho que no concluirá nunca. En toda la literatura occidental, prosperó su popularidad que hoy ya es perenne. Sin embargo, los que seguimos la senda druídica nos mostramos más receptivos hacia las vicisitudes y enseñanzas de aquel primer personaje que incluso, un escritor como Wace conservó de las veteranas sabidurías celtas paganas.

    Espero que os haya resultado entretenido, que os haya aportado alguna innovación a lo que ya sabiais y una vez más perdonad lo extenso del articulo, pero es una forma de ahondar un pelín en temas de controversia.


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