Realizada por: Augusto de Cartagena
Al Druida: FQS
Formulada el domingo, 30 de diciembre de 2007
Número de respuestas: 15
Categoría: Historia antigua

Los movimientos tácticos de la legión romana.


He leído con interés tus artículos en celtiberia sobre los movimientos romanos en batalla, y me gustaría plantearte una cuestión.

Las fuentes tienen como lugar común llamar la atención sobre la gran flexibilidad de la disposición de batalla de los ejércitos romanos. Por otro lado, es muy dificil esperar no ya que un consul sino incluso que un legado de legión pudiera controlar la situación en pleno combate. ¿No piensas que las unidades tácticas menores (manipulos primero, cohortes después) actuaban de forma semi autónoma, a las órdenes de centuriones experimentados?

Yo entiendo una batalla romana como un frente de manípulos que conocen previamente su posición en un plan general (ofensivo o defensivo), se sitúan frente al enemigo, y desde ese momento actúan de forma autónoma. Su táctica consistiría en situarse justo fuera del alcance de las armas del enemigo, y asaltarlo por líneas, para luego cada línea atacante, decaido el impulso inicial, regresar a la protección del cuerpo central del manipulo y ser sustituída por una nueva línea. El centurión al mando podría, de ser necesario según su criterio, ordenar avanzar al manipulo completo para aprovechar un hueco o una debilidad, sabiendo que tiene cubiertas alas y retaguardia por otros manipulos de su propia legión, y desde una nueva situación más favorable reanudar el combate (y esas iniciativas eran premiadas con recompensas y condecoraciones)

En cuanto al sistema de mando, en realidad sería sólo cada línea la que recibiera órdenes, de cargar o retirarse, siendo el resto del manipulo una formación relativamente estática de protección, a la manera que los piqueros del XVI cubrían a los arcabuceros en combate en caso de carga enemiga. A mí, la impresión que me da la descripción de las acciones romanas (Cinoscéfalos, monte Olimpo, Pydna) es que los generales no se enteraban de casi nada hasta que el combate había terminado, y por supuesto, eran incapaces de influir en el desarrollo del combate (un buen plan sólo tiene valor hasta que se inicia la batalla).

Respuestas

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  1. #1 FQS lunes, 31 de diciembre de 2007 a las 19:59

    Hola Augusto,


    Básicamente estoy de acuerdo contigo en que sólo los mejores generales podían influir realmente en el desarrollo de la batalla una vez entablada (y esta influencia se reducía a


    -mover las reservas cuando las había (más frecuente de lo que parece incluso en época republicana)


    -decidir el momento de la crisis de la batalla (identifciación del momento crítico y decisivo, cuando casi todo pende de un hilo) y activar las lineas sucesivas de la legíón (el timing es decisivo)


    -mandar por el ejemplo jugándose el cuello cuando la crisis se presentaba adversa.


    Cierto que ningun plan resiste el primer contacto con el enemigo, y que la labrod el general era sobre todo preliminar. pero un buen general, si tenía ese 'coup d'oeil' que tanto apreciaba Napoleon, podía ser decisivo. pero eso, tienes razón, se aplica a unos pocvos elegidos, no es la norma, y desde luego no en Grecia o Roma antes de, digamos, el 430- a.C. (Grecia) o 300 a.C. (Roma)


    La autonomía táctica real de los centuriones sería a mi juicio muy amplia a un nivel 'microespacial', en un ámbito de decenas de metros en torno al esrtandarte y a su persona; pero muy limtiada en el sentido general de la batalla. Pero a menudo es la acción de media docena de individuos la que puede decidir un combate en esa docena de metrosd e frente, abrir una brecha y forzar la crisis.


    En todo caso, llevo una vida analizando la batalla antigua, y cada vez siento que me es más difícil comoprenderla en toda su realidad. Solo sé que los factores intangibles de tipo moral -a su vez derivados de buenos mandos itnermedios, buena logistica, buenos jefes superiores, cohesión y camaradería- me parecen cada vez más importantes.


     


    Un saludo


     


     


  2. #2 FQS martes, 08 de enero de 2008 a las 19:42

    ¿?


  3. #3 Brigantinus miércoles, 09 de enero de 2008 a las 09:49

    Se le echaba en falta, FQS...
    Encantado de leerle de nuevo.


  4. #4 FQS miércoles, 09 de enero de 2008 a las 22:16

    Hola, Brigantinus. Muchas gracias. Os leo pero no tengo tiempo -ni muchas veces conocimientos suficientes- para participar con provecho.


    Lo que me llama la atención es que alguien pida tu tiempo y el uso de tus neuronas, y luego no de señales de vida -aunque sea para agracecer brevemente la respuesta, o discrepar o lo que sea, cortesmente-. Sobre todo si se hizo la pregunta el 30 de Diciembre, se respondió al día siguiente, y han pasado ya otros diez días sin que el 'reguntante' de señales de vida en este hilo, aunque haya participado en otros debates de temática paralela.


    Francamente cosas así -y no es ya ni el primer ni el segundo caso que me ocurre rn este y algún otro foro al que he dedicado algo de tiempo-  quitan las ganas de dedicar minutos a responder preguntas de quienes luego no se molestan en buscar las respuestas, y dar aunque sea un breve acuse de recibo. En fin...


  5. #5 Augusto de Cartagena jueves, 10 de enero de 2008 a las 07:45

    Ya soy druida y puedo escribir aquí. Reitero mis disclpas, FQS. Creí que la mecánica de esta sección era pregunta-respuesta y listo. En fin, ya me he registrado y puedo responderte directamente.

    Me gustaría reconstruir con detalle una acción concreta del ejército romano pre-mariano. ¿Cuál te parece la descripción más exacta de una batalla en los siglos III y II aC?
    Gracias por tu interés y espero que podamos continuar.


  6. #6 FQS jueves, 10 de enero de 2008 a las 11:39

    Sin problema. Hay muchas batallas descritas por Polibio, Livio y Apiano entre otros, con cierto detalle. Soy sin embargo escéptico sobre la 'realidad' de esas descripciones.


    El combate, a todas las escalas, es esencialmente caótico, y la experiencia individual en un sector y tiempo no tiene por qué reflejar lo que ocurrió en otros lugares de la línea en otros momentos de la batalla. El arroyo con riberas escarpadas dominado por una meseta puede no tener nada que ver con una llamada doscientos metros más allá, sobre todo si a un atacante le están disparando todo tipo de proyectiles. Con esto quiero decir que las descripciones antiguas y modernas de batallas tienen muchísimo de reconstrucción artificial post facto. Y cuanto más tiempo pasa desde el combate, más tienden a estereotiparse las descripciones, que en muchos casos (como en Livio) tienen un caracter formulario.  Por experiencia personal sé lo complicado que es mandar una pequeña unidad en maniobras con o sin fuego real, lo confusas que son las cosas en un mero radio de 300 m., y eso que nadie está empeñado en matarte. El combate real... bufff.


    En resumen, que salvo en líneas generales, no conocemos en detalle ninguna batalla antigua. Si para Waterloo o Gettysburg, donde contamos con decenas de testimonios directos y extremadamente detallados, hay muchísimas incertidumbres de detalle, y eso que esas batallas fueron ayer en términos históricos, no quiero contarte el panorama para el s. III a.C. Insisto, hablo 'en detalle'. Otra cosa es el desarrollo general que para Cannas, Illipa, Baecula, Telamon o muchas otras batallas es razonablemente bien conocido.


    Para entender el desarollo de una batalla atigua dada es necesario conocer detalles básicos como la organización de los ejércitos, sus tipos de formación (frentes y profunduidad), capacidad de movimiento, alcance de las armas arrojadizas y un millar de otros factores, como vienen mostrando entre otros Keegan, Hanson, Sabin, Goldsworthy, Zhmodikov o yo mismo. Y aún así cada vez parece más difícil diseccionar un combate concreto, por extensamente descrito que esté en las fuentes literarias.


    Dicho eso, te sugiero que eches un vistazo al excelente libro de J. Rodríguez González, Diccionario de Batallas de la Historia de Roma (2005), donde encontrarás un largo repertorio de descripciones con las fuentes originales y alguna bibliografía secundaria. Te sugeriría que evitaras las batallas más manidas (Cannas, Trasimeno, Zama, Ilipa) y bucearas en algunas de las conocidas pero menos trabajadas (algo de Pirro, o Telamon, o Baecula...).


    Saludos


  7. #7 Augusto de Cartagena viernes, 11 de enero de 2008 a las 00:17

    Hola FQS, gracias por la respuesta.

    La verdad que mi interés por la disposición táctica del ejército romano tiene menos que ver con la historia militar (soy de los que se saltan casi todas las descripciones de batallas antiguas al leer las fuentes) que con la curiosidad ante el hecho de la gran superioridad en combate de las fuerzas romanas én las batallas algunas (buscaré algunos ejemplos que recuerdo, pero ahora estoy muy liado con este maldito Vista).

    Mi idea parte de lo siguiente: viendo un documental sobre un combate en los bosques de Nueva Guinea entre dos pequeños grupos de indígenas me llamó la atención un hecho. Ambos grupos permanecían ocultos entre los árboles, insultándose a gritos entre ellos a cierta distancia. En cierto momento uno o dos de los guerreros salían del bosque y arremetían contra los contrarios con lanzas y flechas. El grupo atacado tendía a retroceder, pero a cierta distancia se envalentonaba y volvía la cara. El atacante (uno o dos) enfrentado ahora a las armas del grupo enemigo, huían entonces junto a su propio grupo, regresando a la situación inicial. El combate era así largo, y las bajas escasas (creo recordar que la lucha termino sólo con unos pocos heridos leves: caídas, arañazos, algún golpe).

    Este tipo de combate me recordó inmediatamente tanto a las algaradas infantíles (insultos, PIEDRAs, algún golpe aislado) y a la Iliada (donde los héroes salen de las líneas para retar y atacar la línea contraria, con frecuentes hudas y retiradas mutuas).

    Este tipo de combate irregular sería el preponderante en todas las culturas hasta que los griegos depuraron la formación en línea de lanzas y escudos estática, capaz de enfrentarse a los ataque individuales de infantería o caballería y cargar contra un enemigo debilitado. La falange macedonia sería la expresión final de esa tecnica táctica.

    Entonces ¿No te da la impresión de que los romanos, dentro de su estricta disciplina táctica, significan un regreso a la forma de lucha primitiva, dentro, eso sí de un orden táctico estricto? Es decir, los manipulos son enviados a la línea de batalla en orden, pero una vez allí crean una melee confusa que termina por desarticular las líneas rivales. Quizás esas tácticas vengan de la incorporación progresiva de auxiliares como unidades regulares (primero itálicos, luego hispanos y galos) y la generalización de la lucha irregular, fuera de formación definida en el combate.

    Para los ejércitos helenísticos, acostumbrados al combate ordenado de línea, chocar con un ejército organizado en pequeñas unidades independientes, que se podían mover de forma rápida en el campo de batalla (buscando un flanco o un hueco) y al mismo tiempo disponían de fuerza, de armamento pesado, tuvo que ser desmoralizador y aterrador.

    ¿No te parece que los romanos desarrollan una revolución militar equivalente a la que se aplica en la Segunda Guerra Mundial.


  8. #8 Augusto de Cartagena viernes, 11 de enero de 2008 a las 00:48

    Una descripción de Livio para el tipo de combate "romano" según lo he puesto arriba. Es de la batalla de Baécula (208) (Liv 27.18)

    Estorbados tan sólo por el camino, marcharon en un
    primer momento por terreno fragoso; luego, cuando se pusieron a tiro, los
    enemigos empezaron a descargar contra ellos una cerrada andanada de proyectiles
    de todo tipo; ellos por su parte, no sólo los soldados sino también la turba de
    sirvientes que iba mezclada con la gente de armas, arrojaban las PIEDRAs que el
    terreno proporcionaba en abundancia, casi todas idóneas para el lanzamiento.
    Pero, aunque la subida era difícil y casi estaban siendo aplastados por los
    dardos y PIEDRAs, los romanos, gracias, sin embargo, a su experiencia en
    escalar murallas y la tenacidad de sus ánimos, ascendieron los primeros. Tan
    pronto ganaron un terreno nivelado donde poder mantenerse a pie firme,
    expulsaron de su posición a esa formación enemiga sin armas pesadas y apta para
    las escaramuzas, tropa segura con la distancia cuando desde lejos evitan el
    encuentro a base de proyectiles, pero igualmente endeble para afrontar el
    cuerpo a cuerpo: en medio de una tremenda carnicería la fueron desplazando
    hacia la línea que ocupaba una zona más elevada del cerro.

    Luego, Escipión, ordenando a los vencedores
    que marcharan contra la línea de centro, divide con Lelio el resto de las tropas
    y le manda bordear la parte derecha del cerro hasta que encuentre un camino de
    más sencilla subida; por su parte, tras un corto rodeo, desde el flanco
    izquierdo arremete de través contra los enemigos. Por lo cual, se desordenó en
    primer lugar toda la formación púnica, mientras, hacia la algarabía que resonaba
    por todas partes, pretenden girar los flancos y enfrentar las filas. En medio
    de este desorden, también Lelio culminó la subida, y mientras se retiran para
    no ser heridos por la espalda, aflojan la primera línea y proporcionan un
    espacio para pasar, también a las fuerzas del centro, las cuales nunca habrían
    pasado por tan abrupto terreno con las filas intactas en formación y los
    elefantes colocados ante las enseñas. Mientras se llevaba a cabo una masacre
    desde todos los puntos, Escipión, que con el ala izquierda había arremetido
    contra la derecha, combatía en concreto el lado descubierto del enemigo. Y ya
    ni siquiera para la fuga se abría terreno; pues también los puestos de guardia
    romanos estaban apostados en los caminos por ambos lados, a izquierda y
    derecha, y la puerta del campamento estaba cerrada por la fuga del jefe y de
    los mandos superiores; además se añadió el desconcierto de los elefantes a los
    que, cuando se espantaban, temían tanto como a los enemigos. Así pues, fueron
    muertos unos ocho mil hombres.

    Yo veo:

    a. Flexibilidad táctica

    b. Movilidad en el campo de batalla frente a un enemigo estático

    c. Atonomía de decisión (el centro, tras avanzar en solitario, con la fuerza principal en segunda línea, ataca la empalizada por su cuenta sin esperar la resolución de la crisis de los flancos y decide el resultado del combate)


  9. #9 FQS viernes, 11 de enero de 2008 a las 01:40

    Creeme Augusto, después de estar un cuarto de hora largo tecleándote una larga respuesta y argumentación, y de pinchar el dichoso botón verde, el envío se pierde en algún vericueto del programa y desaparece. Me niego a volver a escribir todo el texto, que en todo caso seguro que era farragoso y no te decía nada nuevo.


  10. #10 Augusto de Cartagena viernes, 11 de enero de 2008 a las 07:14

    A mi me pasaba. Ahora escribo en el procesador, copio y pego.


  11. #11 Miletomaro viernes, 11 de enero de 2008 a las 09:09

    Saludos.


    Magnífico este hilo de comentarios y tengo el atrevimiento de participar en él.


    El punto de inflexión en las batallas antiguas se producía cuando uno de los dos bandos volvía la espalda, es decir, tomaba la huída; ese era el momento preciso en que se producía el mayor número de bajaspues, los que se daban a la fuga se desembarazaban del armamento defensivo para poder escapar con mayor rapidez. Este era el momento en que la caballería, que corría por los flancos o la infantería ligera hacía gran matanza en el enemigo. No es de extrañar, por tanto, que al hacer cuentas de las bajas producidas en una batalla en ambos bandos la disparidad sea a veces tan grande. En ésto intervenían factores psicológicos de manera decisiva, a veces bastaba un rotundo triunfo en una escaramuza en un lugar concreto del frenta para que se produjese una reacción de pánico en toda la línea.


    Pienso que las legiones romanas eran especialistas en impresionar en los primeros momentos de la batalla al enemigo y que, desde luego, el manipulo primero y después la cohorte tenían una gran autonomía de movimientos, pero la impermeabilidad del frente era factor básico en la victoria.


  12. #12 Augusto de Cartagena viernes, 11 de enero de 2008 a las 16:20

    Miletomaro, hola.

    La idea del pánico como elemento decisivo de una batalla antigua es en mi opinión correcta, ahora bien, los romanos se enfrentaron en ocasiones a ejércitos tan entrenados, tan combativos y, a veces, más atememirizadores que ellos mismos. En ocasiones fueron los romanos los que huyeron. Ahora bien, los romanos mostraron a los largo de su historia, y sobre todo después del siglo III aC, un dominio táctico en el combate curpo a cuerpo que los hizo superiores a otros ejércitos. Te pongo otro texto:

    acostumbrados (los macedonios) a luchar contra griegos e ilirios, habían visto heridas producidas por jabalinas, flechas, y rara vez lanzas; pero cuando vieron los cuerpos mutilados por la espada hispana, con los brazos cortados con hombro y todo, los cuellos seccionados por completo con las cabezas separadas del tronco, las vísceras al aire y otras horribles heridas, se daban cuenta, en una reacción general de pánico, de la clase de hombres y guerreros con los que iban a tener que combatir. (Liv. 31.34)

    Uno diría que los romanos buscaban un cuerpo a cuerpo confuso y violento, una melee en la que un grupo decidido podía atacar una línea compacta en la confianza de que se vería respaldado por el núcleo de su manipulo cohorte o legión en caso de retirada, que sería seguida por el asalto de nuevas fuerzas de refresco.

    En cuanto a que la impermeabilidad del frente era el factor básico, en el caso romano no lo veo tan claro. Otro texto.

    La mayoría de los romanos persiguió a éstos (macedonios) y los mató, pero uno de los tribunos militares que no tenía más que veinte manipulos, en el mismo momento de la refiega pensó qué sería más útil de hacer, y con ello contribuyó no poco a la victoria total. Al apercibirse de que Filipo se había adelantado mucho a los demás y de que ejercía una fuerte presión sobre el ala izquierda romana, dejó el ala derecha donde la victoria era ya indiscutible, se dirigió hacia los que todavía peleaban, se aproximó por detrás y atacó a los macedonios por la espalda. (Polib.18.26)

    Es decir, que sin órdenes del geneal abandona la línea y actúa de forma independiente. Y si esto lo hace un tribuno ¿qué no podría hacer un centurión? Además muestra que las distintas unidades romanas no estaban sujetas a la disciplina de un orden de batalla estricto, y que tenían suficiente autonomía para actuar buscando el combate directo, la "melee" allí donde, dentro de la dirección general de la batalla y su posición, considerara más efectiva el comandante, fuera centurión o tribuno.


  13. #13 Miletomaro viernes, 11 de enero de 2008 a las 20:44

    Saludos Augusto.


    Es evidente que has dedicado tiempo y esfuerzo en recomponer el método de combate romano; tus comentarios siempre hacen pensar.


    Los romanos se enfrentaron en muchas ocasiones a ejercitos muy organizados y mandados por generales de fama; además, algunos de los enemigos de Roma iban precedidos de una autentica marea de pavor por su salvajismo y violencia, como ocurrió con los cimbros y teutones a finales del siglo II a. C. Pero precisamente el hecho de que los romanos pusiesen a menudo en fuga a tales enemigos demuestra que eran especialistas en asustar al contrincante en los primeros momentos de la batalla. Esto ocurría cuando al primer choque las filas enemigas veíancaer en racimos sus guerreros como consecuencia de cuatro salvas consecutivas de pila y de la inmediata avalancha que llevaban acabo los legionarios que, una vez despojados del pilum, acuchillaban literalmente a los indefensos enemigos produciendoles heridas tan terribles que el pánico se generalizaba muy rápidamente.


  14. #14 Hannon sábado, 12 de enero de 2008 a las 11:32

    Saludos. 

    Como dice Miletomaro, cuando se rompían las líneas es cuando subía de forma alarmante el número de bajas. Es por ello, que Baecula no me parece un ejemplo adecuado. Si tan rotundo fue el éxito de Escipión como pretenden hacernos creer las fuentes, ¿cómo es que se escapó la mayor parte del ejército cartaginés... incluidos los elefantes, que ya tiene delito?

    A mí las cargas de antidisturbios siempre me han dado mucho que pensar... salvando las distancias, claro está.

    FQS: Lástima que su charla en la Casa de Velázquez fuera tan breve. Le aseguro que disfruté como un enano. 


  15. #15 Miletomaro sábado, 12 de enero de 2008 a las 16:43

    Saludos Hannón.


    Como dice FQS hay que ser algo excéptico con las descripciones de batallas que hacen los clásicos, y en general habría que serlo con todas las descripciones de todos los tiempos.


    Puede ser que Asdrúbal ya tuviese pensado antes de Baecula subir en busca de Aníbal y en aquella jornada se limitó a medirse un poco con Escipión. La situación de los Barca se había vuelto difícil en la Península Ibérica y en Carthago el partido antibelicista estaba tomando renovadas energías. Lo que es significativo es que los cartagineses consiguieran hacer una retirada con gran orden, ya que sus pérdidas fueron mínimas.


    Creo que los romanos encontraron en los cartagineses durante la Segunda Guerra Púnica un enemigo especialmente difícil, de ahí la sucesión de derrotas que encajaron con Aníbal; ésto pudo deberse a que los púnicos habían aprendido muy bien las técnicas de combate romanas durante la primera guerra en Sicilia y habían acabado familiarizándose con su enemigo. El mismo Aíbal acabó equipando a sus mercenarios a la romana.


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