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  1. #1 hunziker 11 de dic. 2006

    Biblioteca: ALATRISTE de Agustín Diaz Yanes

    Aunque parece que el tema anda algo desinflando, quisiera desarrollar algunas notas sugeridas por su lectura. Vaya por delante que no fui capaz de terminar ninguna novela de la saga Alatriste; que tuve que abandonar, sin completar el recorrido y francamente decepcionado, la exposición que se montó el verano pasado en la plaza Mayor de Madrid y que aun no he visto la película. Pensaba hacerlo, pero viendo un "trailer" corto en internet, pronto se me quitaron las ganas. Tan pronto como vi la carga de unos jinetes franceses enarbolando !banderas de infantería!
    Pese a tratarse de un personaje ficticio, Alatriste tiene una biografía —por lo que leí en la exposición— que resulta ser tan imposible como tantas otras cosas del personaje, incluyendo su propia condición de militar.Si hubiera estado presente en la batalla de las Dunas (1600), como se dice, habría sido capitán antes del asedio de Breda (1624-25) y gozado de algún buen destino mucho antes de Rocroi (1643), salvo que hubiera perecido antes. En cambio, de haber quedado "estropeado" o lisiado, no habría tenido que mendigar en ninguna calle, sencillamente le hubieran destinado a "comerse el sueldo" en algún presidio o en algún convento. Esto funcionaba así. El sueldo no llegaba casi nunca con puntualidad, pero se comía y dormía en caliente y se ahorraba a la fuerza. El rey pagaba tarde, pero pagaba y si el soldado no cobraba en vida, a la viuda o herederos se les convertía la deuda en pensión. O sea, que la Seguridad Social (para militares) y la Deuda Perpetua ya funcionaban en el siglo XVII. Lo que no se había inventado aún eran las vacaciones, ni los permisos, ni licencias (cuando se desmovilizaba una unidad el soldado era transferido a otra), ni la jubilación. El enganche era prácticamente a perpetuidad, salvo en los territorios forales y en los privilegiados reinos de la antigua Corona de Aragón. En los 25-30 años que solía durar la vida activa de un soldado en los tercios (luego pasaban a destinos de retaguardia), lo más habitual eran los "servicios continuados"; es decir, sin haber llegado a gozar de ningún permiso o licencia temporal, siempre discreccionales y muy excepcionales. Para haber venido a España, una sóla vez en su vida militar activa, Alatriste debía haber justificado no la muerte del padre, o de la madre y, menos aun, la de algún hermano, sino el tener que hacerse cargo de su herencia. Es cierto que los empleos superiores tenían mayores facilidades teóricas de conseguirlos, pero como estaban mal vistos tampoco llegaban a disfrutarlos. Entre los méritos, computaba el haber conseguido alguna licencia sin haber llegado a disfrutarla.
    Alguien ha comentado, creo que FQS, que disfrutó con un pasaje de la película en el que confraternizaban soldados castellanos, andaluces, vascos, valencianos etc. Aunque podría generalizar sobre la naturaleza mas frecuente de los soldados de Flandes en la época de Alatriste, prefiero aportar los datos que conocemos, relativos a uno de los tercios de infantería española que combatieron en Rocroi: el del conde de Garcíes. Dicho tercio fue el primero de los que capituló y el que, a la postre, obtendría las mejores condiciones; es decir, su paso franco hasta Fuenterrabía. El 48% eran castellanos; el 32% gallegos; el 8% portugueses; el 6% asturianos, el 3% aragoneses y sólamente un soldado de cada 100 eran andaluces, vascos y mallorquines. La presencia de portugueses se justifica porque, a finales de 1639, fueron "reformados" tres tercios de dicha nación que se salvaron del desastre de las Dunas de Dover y los supervivientes pasaron a engrosar las filas de los tercios españoles. Lo que resulta sorprende es la baja cota de andaluces, no aforados, en relación con asturianos, aragoneses, vascos o mallorquines, que lo eran.
    Otro forero imputaba a Melo el error de no intentar cortar a los franceses el acceso a la planicie atacándoles en el desfiladero del bosque antepuesto. Quisiera subrayar que es anacrónica y procedente de la historiografía del siglo XIX, tan sugestionada por los éxitos de la guerrilla contra fuerzas regulares, tanto si se trataba de tribus germánicas en Teutoburger, amerindias en la “Noche triste” o el Monongahela (1755), o los más recientes de los partisanos españoles en la Guerra de la Independencia. Pero ni los tercios ni la caballería podían operar en los bosques y los ataques a la "deshilada", que darían lugar a la aparición de la infantería ligera en el siglo XVIII, solo se intentaban todavía contra fuerzas en retirada, pero forzando escaramuzas en campo abierto. En fin, ese posible error nunca llegó a formar parte de los cargos a los que hubo de responder Melo ante el Consejo de Estado, donde fue acusado de no seguir el parecer mayoritario de sus generales en los consejos; de no abrir trincheras contra el posible socorro y de no haber puesto a salvo el bagaje antes de afrontar la batalla. Personalmente se me ocurren algunos más, pero no quiero alargarme.
    Es una verdadera lástima que el final de la película se distancie tanto de la realidad. Aunque por lo general he apreciado que el nivel de conocimientos sobre aquel hecho histórico es muy alto en este foro, razón que me ha impulsado a pergeñar estas líneas, tengo la sensación de que la situación de los dos últimos escuadrones españoles que mantuvieron el campo en Rocroi se percibe de una manera mucho más dramática de como fue en realidad. Estaban muy enteros y con la moral mucho más alta que los enemigos, a los que habian rechazado en 6 ocasiones. El vinzconde de Montbas relata como su Regimiento —el de Caballería du Roy— fue literalmente deshecho al intentar abrir uno de ellos, al que atacó por dos costados, dividiendo a su fuerza en dos tropas. Pues bien, solo quince minutos mas tarde apenas seguían en pie 30 de sus 400 hombres, casi todos heridos. También sabemos, por fuentes documentales españolas, que la artillería francesa habia sido clavada en las dos alas y Sirot, jefe de la retaguardia francesa, reconoce que sólo al final de la lucha pudieron los franceses apuntar 2 cañones contra los españoles. Esto no constituía un problema serio, dado que los dos escuadrones podían haberse retirado, en formación y combatiendo, en la dirección en que debía llegar Beck con sus refuerzos, que había logrado ya llegar a las inmediaciones del campo de batalla. Además, dicho movimiento le hubiera obligado a empeñarse en el socorro mucho más de lo que históricamente hizo.
    El problema de la película es que el guionista ha dado pábulo a la farsa aquella de "Contad los muertos!", que todavía me cuesta comprender cómo pudo instalarse en la historiografía. Sobre todo porque, en la época en que la infantería formaba en gruesos escuadrones (1502-1636), ningún ejército español fue aniquilado en combate, ni siquiera en las tres derrotas más sangrientas (Rávena, 1512; Cerisole, 1544, y Avins, 1635), donde siempre al menos uno de los escuadrones logró retirarse del campo de batalla abriéndose paso entre los vencedores. Aunque cueste creerlo, de Rocroi casi todos salieron vivos. De los 95 capitanes de infantería española que combatieron allí, sólo perdieron la vida 12, incluídos dos maestres de campo (que también eran capitanes de sus propias compañías); además, la mitad de todos ellos (6) lo eran de un tercio de bisoños o novatos, el de Castellví, levado en Cerdeña y que había llegado a Flandes en junio de 1640. Este fue el tercio que la reserva de Sirot logró desahcer en combate (como él mismo refiere en sus Memorias), pero sus supervivientes se agregaron al de Alburquerque (como narra Dávila Orejón), que fue precísamente el último en quedar sobre el campo; es decir, el que en la pelicula se llama gratuítamente “Tercio de Cartagena” y se presenta poco menos que listo para dejarse matar. Pues bien, la realidad fue otra muy distinta y, como siempre, capaz de superar a la ficción. Éste fue el único de los 5 tercios españoles que combatieron en Rocroi en que no murió ninguno de sus 18 capitanes. ¡Qué juguetona es la “amnesia histórica!” .
    Saludos

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