Autor: soliman
miércoles, 11 de febrero de 2004
Sección: Opinión
Información publicada por: soliman
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HOMBRES DE LUZ (y II)

Buscando a la copla andaluza como a un niño perdido, nos la encontramos en la mezquita árabe; pero también pudiéramos hallarla en la sinagoga hebrea. La intuición oriental se precisaría así en ubicaciones semíticas. De igual modo que Ali Bey el Abadi nos reveló dejos flamencos en los cantos litúrgicos del Islam que oyó en Alejandría, ha habido también quién, a la inversa, ha descubierto acentos de liturgias hebraicas en los cantos flamencos oídos en Sefarad.
Blas Infante

VOLVER A SER LO QUE FUIMOS

Los Andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, y esto supone la recuperación de la memoria histórica de nuestro pueblo, expoliado por la conquista castellana y que relego al olvido la memoria histórica de un pueblo glorioso.
  Blas infante descubrió en el estudio de la historia de Al-Andalus a una nación reconocida, y la compresión de este periodo de la historia de Andalucía, junto a la marginalidad a la que se vera sometida durante siglos, seria el punto de partida para recuperar la conciencia del pueblo andaluz.
  El peor enemigo de los hombres y de los pueblos es la ignorancia. Que enorme habilidad demostraron los conquistadores y luego sus descendientes, que utilizando el engaño, la estafa, la manipulación de la historia, ocultaron la realidad histórica y la disfrazaron de mitos. Con la invasión castellana se van a recoger con minuciosidad todos los datos posibles para configurar una historia de Andalucía romana. Dejando en el olvido, todo el esplendor que el pueblo andalusí había legado durante siglos a la historia de la Humanidad.  
  El nuevo estado castellano, fomento y patrocino todo tipo de ayudas a poetas y escritores, afines al nuevo régimen, de ese periodo de la historia de Andalucía. Personajes como Rodrigo Caro, nacido en Utrera (1573-1647), en pleno cenit del nacional-catolicismo de Felipe II, cuando en frase de Rodríguez Marín, "la opulencia que se despierta con los Reyes Católicos crece con Carlos V y Felipe II, tiene una imagen real que refleja toda grandeza: Sevilla" escribe Rodrigo Caro las “Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla, y chorografía de su convento jurídico o antigua chancillería. Dividiéndola en tres partes, el autor trata en la primera del nombre y antiquísima fundación de esta ciudad; la segunda está dedicada a dar a conocer la estimación que Sevilla ha tenido igualmente en todos los siglos, desde la época romana hasta el siglo XVI.; y la tercera trata de los lugares sobre los que la ciudad tuvo jurisdicción en tiempos de su adscripción al Imperio”. El objetivo de su aparición, según el autor, fue el siguiente: "intento en este tratado conservar en la corta memoria que merecieron y alcanzaron mis escritos lo que resta de las antigüedades de Sevilla y su tierra, antes de que del todo desaparezcan y acaben a manos de ese poderoso contrario, el tiempo, que cada día las va gastando y consumiendo".  Esta reflexión nos da pie para adentrarnos en la visión que Rodrigo Caro tenía de su época, máxime sí tenemos en cuenta que la obra a la que hacemos referencia la escribió en 1634, trece años antes de su muerte. Caro es conocido por su obra lírica, “Alas ruinas de Itálicas”, en sus obras se encontraran las biografías desde Trajano, Adriano y San Isidoro hasta sus contemporáneos o predecesores: Fray Bartolomé de Las Casas, Mal-Lara, Herrera… ¿Cuál es este pasado?, paradójicamente no es el pasado más floreciente de Al-Andalus, o de Sevilla, en el tiempo de los abadíes o de la de los almohades, sino el pasado romano. Los andaluces descendientes de los castellanos asentados en Andalucía, pretendían obtener cuota de identidad por el método contrario al usado por los andalusíes. Mientras estos afirmaban en los documentos escondidos en el Sacro Monte granadino y en otros lugares que su presencia en Andalucía se perdía en la noche de los tiempos, los cristianos querían ser andaluces partiendo de un Hércules Andaluz, que de ladrón de los toros de Gerión, pasa a ser, sin saber cómo, fundador de Sevilla.  Esta contradicción es espectacularmente visible en la arquitectura civil del Renacimiento Andaluz, en el que la nobleza asentada en Andalucía con la conquista pretende ser la heredera del patriciado romano, volviendo a acudir a las fuentes de las civilizaciones de la Hélade y de Roma o bebiendo de las de la Biblia, pero los conquistadores tiene que encargar la ejecución de las obras y edificios a alarifes, yeseros y albañiles andaluces (moriscos), que construyen esas mezclas geniales latino-mudéjares que son la casa de Pilatos, el palacio de las Dueñas…o las iglesias del Convento de la Madre de Dios en Sevilla, del de las Trinitarias en Málaga….  Arquitectos andaluces del Renacimiento, como la familia Hernán Ruiz, contrariamente a lo que sucede con otras familias de arquitectos y fundamentalmente en el Barroco; los Hernán Ruiz no tienen su tronco, en otra tierras sino que parten de aquí, son autóctonos, de raíces cordobesas andalusíes, pues sabemos que sus antepasados pertenecían al gremio de alarifes, muy restrictivo para los extraños y uno de los baluartes de defensa autóctona en las ciudades andaluzas de los siglos XV y XVI. Paradójicamente, los venidos de fuera reintrodujeron en la construcción los elementos básicos tradicionales de Al-Andalus y los nacidos aquí edificarán a partir de las normas que los castellanos imponen en su obra de conquista y colonización.
  Los Hernán Ruiz, serán tres generaciones de genio andaluz. Y trabajaran en todas las obras más importantes. A Hernán Ruiz I (1536-1606), le toco la desgracia de tener que construir el crucero cristiano de la Mezquita de Córdoba, cuyo proyecto origino una feroz controversia en la que se enfrentaron los dos cabildos, el eclesiástico y el municipal, al ser partidario el primero de la obra y rechazada por el segundo. Carlos V, a quien se había elevado el pleito, falló, como era de esperar de un flamenco xenófobo, a favor de los canónigos y su obispo Alonso Manrique. Las obras comenzaron en 1523 y fueron llevadas con una lentitud tal que el primitivo proyecto del arquitecto fue modificado varias veces hasta su terminación por Juan de Ochoa en el siglo XVIII. 
Hernán Ruiz II (1547), nació en plena euforia imperial, hereda el cargo de Maestro Mayor de la Catedral de Córdoba, por muerte de su padre, trabajara en distintas ciudades de Andalucía, pero continua el trabajo de su padre en la Mezquita de Córdoba, en primer lugar con el crucero renacentista de la Mezquita, y dentro del perímetro de la mezquita llevaría a cabo la puerta de Santa Catalina, y mas tarde la capilla del Espíritu Santo que podemos considerar como un ensayo de la utilización de elementos arquitectónicos andalusíes aplicados a la época plateresca. En Sevilla trabaja en la Catedral, terminara la Capilla Real, Sala Capitular y Antecabildo. A todo ello se unirán también los tres últimos cuerpos que se pretendían añadir a la Giralda.
  Luego vendrá Hernán Ruiz III (1536-1606), trabajo con su padre en la Catedral de Córdoba y también en la Giralda.
Son años en los que Sevilla esta transformándose rápidamente en el ombligo del Imperio español, y por lo tanto, pasa a ser una urbe singular: La segunda Roma, como panegírica e irónicamente la llamaron muchos poetas, oradores y covachuelistas. En Sevilla, por lo tanto ha de tener su máxima expresión la victoria de la contrarreforma sobre las mesnadas luteranas y también la del Imperio Sacropolitico de los Austrias, sobre el papado romano y la de la Cristiandad sobre el Turco. Esta expresión seria la Victoria de la Fe o la Fe victoriosa coronando la torre más alta de la ciudad y antigua alminar de la mezquita donde en el pasado, ya habían ondeado los colores blanquiverdes para conmemorar la victoria de Alarcos. Aun que sabemos que esos colores verdes y blancos, ondeaban encima de las murallas de la ciudad de Almería en tiempos del rey poeta Al-Mutasi (1051-1091), el visir poeta Asbg Iben Arquan, nacido en Guadix, y que vivió en Almería; le compuso un bello poema.
  “Una verde bandera que se ha hecho de la aurora blanca
un cinturón,
despliega sobre ti
un ala de delicia
Que ella te asegure la felicidad
al concederte un espíritu triunfante.”  Otro genio andaluz, Jerónimo Hernándes (1536-1609), Imaginero y arquitecto nacido en Sevilla. Su familia esta vinculada al gremio de la carpintería. Jerónimo Hernández, va a suponer el puente cultural entre el manierismo de la escuela Andaluza y el Barroco.
  
El desarrollo de los talleres escultóricos y la escasez de buenos pintores en esta época, va a ser fundamentalmente los criterios que provocan el cambio de gusto en la clientela sevillana. La introducción del manierismo en Andalucía, responde a la idea de un ejercicio artístico muy rebuscado, debido a la decadencia que late en todo Al-Andalus y que es provocada por la conquista y represión del Imperio español. Son numerosos los clises reducible a una larga serie de fórmulas como exponentes de la censura que significará el manierismo en la evolución de las órdenes artísticas propiamente andalusíes, dando cuenta del alejamiento paulatino que responde a los órdenes clásicos de Al-Andalus que se va experimentando.
 
Jerónimo Hernández cultiva con acierto y extraordinaria personalidad creadora la totalidad de los géneros religiosos. Preocupado por los avances técnicos e iconográficos que se desarrollan en Europa, reunirá una importante biblioteca en cuyo fondo bibliográfico aparecen los tratadistas del manierismo y los grabados y estampas de los más importantes artistas de su tiempo. Con este material, el estilo andaluz en el que se encuentra inserto, y su indudable arte, van a trascender el convencionalismo formalista que lastró a la inmensa mayoría de otros imagineros, para romper con el modelo establecido. La evolución estética de Hernández resulta sorprendentemente andaluza. Sus obras de desnudos atléticos y figuras grandiosas se encuentran animadas por ese espíritu heterodoxo y andaluz ideal y de mística clásica andalusí. Estos cuerpos energéticos y rotundos de Hernández, junto a la belleza y expresión de sus rostros, se tiñen de ese realismo popular andaluz que va a caracterizar nuestro barroco, Formas culturales continuadoras de nuestros ordenes estético. El estilo de Hernández será andaluz y orienta nuestra cultura a partí del siglo XVI.
 
Todo se hace con dinero. Todo se compra y todo se vende. Y tras la apariencia de oro de una Sevilla Imperial y forzada a ser Imperialista, se esconde un mundo de podredumbre material e intelectual, Rodríguez Marín nos dice que <> y Mateo Alemán hace llegar hasta nosotros el siguiente juicio. "En causas criminales, donde la calle de la justicia es ancha y larga, puede con facilidad ir el juez por donde quiere, ya por la una o por la otra acera o echar por medio. Puede, francamente, alargar el brazo y dar la mano, y aun de manera que puede lo que pusiéredes en ella"..  A Finales del siglo XV, se va a desempolvar el tratado de Columela (nació en Gades “Cádiz” muerto en el año 54). Y será un escritor de origen morisco, Gabriel Alonso de Herrera, quien por encargo del Cardenal Cisneros, elabora un tratado de agricultura donde se condensa, tanto la traducción latina transmitida por Columela, como las fuentes andalusíes, es el caso de Aben Cenif, en el cual hemos de ver una transcricin defectuosa de Aben Wefiz, o sea Ibn Wâfid, según ha podido demostrar J. M. Millá de Villicrosa.  Alonso de Herrera visitó las vegas del Tajo y del Guadalquivir, las almunias del Levante; conviviendo con los moriscos; se pertrechó de datos, de fuentes bibliográficas y fruto de este desvelo será su magnifica obra “Agricultura General”.  Mas reciente en el tiempo dirá Américo Castro refiriéndose a la influencia del árabe en la lengua Castellana, en su libro. “La realidad histórica de España”. "Muchos arabismos perduran en la lengua literaria y dialectal. La estructura gramatical no fue afectada por el árabe, aunque a veces aparezcan giros sintácticos en obras literarias traducidas de aquella lengua. Pero por fuerte que fuese aquella presión lingüística, la estructura de las lenguas peninsulares de origen latino continuó siendo románica". Dice Juan Goytisolo en una entrevista "….Basta citar a dos personalidades muy distintas, como Menéndez Pidal y Ortega y Gasset, y comprobar que ambos insisten en la herencia romano-germánica y rechazaban la herencia semita. Ortega y Gasset dice que los árabes ¡no fueron un ingrediente esencial de nuestra cultura!. Era un intento de olvidar todo este pasado para poder ser europeos como los demás. Era una actitud de rechazo de lo que culturalmente nos diferencia del resto de Europa. Creo que ha llegado el momento de perder todos estos complejos y darse cuenta de que nuestra verdadera riqueza cultural estriba precisamente en lo que nos distingue del resto de Europa. No hay ningún mudejarismo en Europa, no hay obras como la Celestina, El Quijote o el Cántico espiritual".  De Europa se solicitaba lo que no existía en la deficiente tradición romana de los reinos cristianos de la Península, cuya literatura original en lengua latina fue muy exigua en comparación con las de Italia, Francia e Inglaterra.
Esta realidad de una cultura andaluza truncada en los años de la conquista y la colonización de Al-Andalus, con el éxodo de gran parte de la población culta y yugulada definitivamente con la conquista del reino nazarí de Granada y la proscripción de toda su civilización. En el campo de la literatura y de la poesía, como en el de la música, existía una profunda contradicción entre lo que los andaluces sabían que habían tenido y lo que podía hacer a partil de la situación colonial, puesto que si el pasado había sido grandioso, los medios de la época eran ínfimos. Por eso, cuando tiene lugar el resurgir cultural del Renacimiento, se produce, de forma relativamente masiva, el fenómeno de las escuelas andaluzas en todos los terrenos artísticos. No se trata solamente de que el genio andaluz resplandezca al entrar en contacto con otras culturas florecientes como la italiana, es que florece de nuevo la vieja cultura andaluza al contacto con los medios que tomados de Al-Andalus siglos antes, pone Italia a disposición de estos artistas. Por ejemplo el poeta Gutiérrez de Cetina que nació en Sevilla (1514-1556), encontró en Palermo o Milán la manera de poner en pie su propia estética, más que la estética italiana. Estas características se notan, incluso más, en el terreno de la música, a la que era también muy aficionado y que practicaba en la academia que se había formaba bajo la dirección del pintor Pacheco, suegro de Velásquez, y de la que formaban parte además, Baltasar de Sayas y Alfaro. Manuel Rodríguez, Antonio de Vera Bustos, el ciego Pedro de Madrid, Luis de Vargas, Bernal, Juan Vásquez, Alonso de Mudarra, Navarro, Ceballos, Jerónimo Peraza, Francisco Guerrero…. La música que realizaban todos ellos se distinguen por su misticismo y a la vez, por su sencillez impregnada de esencias populares , de gracia, luminosidad y dulzura andaluza, sin dejarse impresionar por las corrientes extranjeras, particularmente por la italiana, aunque eran ampliamente conocida por todos ellos.
Gutierre de Cetina se reencuentra con Andalucía en su retiro de Castilleja de la Cuesta o Los Morales. Desde allí le escribe a su amigo Baltasar del Alcázar, contándole la vida de una Sevilla convertida por el Imperio en centro del mundo y de la corrupción.
 <<…Los que gobiernan son los gobernados,y, si no de sobornos, de interese,
de amigos, de parientes, de privados…. ¿Qué diré, pues, Señor de los cohechos,
los robos y maldades de escribanos,
sus hurtos, son diabólicos provechos… Sabios llaman aquí los cautelosos;El fraude se bautiza con prudencia;
Los que traidores se llaman mañosos…>> 
En una ciudad que comienza a ser la nueva Babilonia, Gutierre de Cetina no tiene mucho que hacer. Y como tantos otros andaluces de su tiempo y de tiempos posteriores, se marchara de esta su tierra de Al-Andalus hacia México, para hacer las américas, de donde ya nunca regresara.
   Otro andaluz, Vicente Espinel; músico poeta y novelista, nacido en Ronda (1550-1642). Fue un innovador tanto en el campo literario como musical. Se le atribuyen el haber inventado la décima o espinela. Aunque muchos historiadores opinan que otros ya la habían utilizado, la realidad es que anteriormente se componían estrofas con dos quintillas, pero sin seguir combinación métrica, mientras que la espinela consta de diez versos octosílabos que riman el 1º con el 4º y 5º, el 2º con el 3º el 6º con el 7º y el 8º con el 9º, aunque parece ser que Espinel solo la utilizó dos veces.
La décima fue muy empleada en el siglo de Oro y posteriormente, llegando incluso a abusarse en el uso de esta combinación. Dramaturgos y comediógrafos como Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca la emplearon en sus más famosas obras dramáticas. Cervantes, que lo llama su amigo, dice de él en su “Viaje del Parnaso” "este aunque tiene parte de Zoilo, es el grande Espinel, que en la guitarra tiene la prima y en el raro estilo". Y Lope de Vega, que lo llamaba maestro, diría que "tiene fama, nombre y vida de docto músico". Fue un gran vihuelista, amante de la música y el canto, recogiendo en este terreno las corrientes musicales andaluzas. Siendo andaluz y rondeño, y estando Ronda catalogada como una de las ciudades más antiguas en conocimientos y ejecuciones musicales y de canto, que a decir de José Luque Navajas es manantial del cante grande; tiene que estar lógicamente predispuesto por las herencias que poseía, a dinamizar y sustantivizar más la música de su época. No obstante, y sin poder ejercer de una manera abierta debido a la represión y proscripción de la cultura andalusí, se observa una similitud entre músicos de siglos anteriores a Espinel. Recordemos a Abu-el-Hassa Ali Ben Nafi, conocido como Ziryyab, que vive en la época de Abderraman II, y que introdujo la quita cuerda al laúd, para dar un sonido más armonioso.
Espinel, mucho tiempo después, introduciría la quita cuerda a la guitarra, que fue la “prima mi” elevándola a instrumento noble; aunque la guitarra fue durante mucho tiempo patrocinio de las capas humildes y populares de la sociedad. Hay que tener en cuenta, que la guitarra fue además un instrumento de origen oriental y uno de los más antiguos. En el Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, muestra una relación de los instrumentos utilizados en el siglo XIV, y destaca la guitarra andalusí y luego morisca que primitivamente constaba de 3 cuerdas. Por otra parte, es evidente que muchos críticos y autores de literaturas, han usado y abusado en demasía de las influencias italianizantes de los poetas andaluces del Renacimiento, olvidando -o no sabiendo-, que la propia literatura italiana y el mismo “dolce stil nouvo” estaban impregnados del ritmo y la cadencia de la poesía andalusí; ignoran -quizás- que por debajo del tronco italiano están las raíces del “zejel” y que sólo la escuela andaluza y Fernando de Herrera tendrán la osadía de criticar al intocable Gacilazo, porque fue en Andalucía donde nació el verso endecasílabo, los tercetos, los versos de pié quebrado… la métrica aunque muchos andaluces, cuatro siglos después, no lo supieran. No puede resultar coincidente sin más, el que andaluces como Mateo Alemán y Espinel realicen un tipo de narración biográfica, donde se deja crudamente al descubierto el sufrimiento, las vicisitudes, las pruebas por las que tienen que pasar los desheredados y marginados que desean abrirse un camino más próspero en tal abigarrada sociedad. Ni se puede ver como estilo o moda literaria, el que se deje constancia que, esos hechos, deben servir para hacer meditar y reflexionar a todos los que optaban por una vida desordenada y licenciosa, poniendo la moral y la religión en su más alto punto. El propio Vicente Espinel dice en su obra que "el intento mío fue a ver si acertaría a escribir algo que aprovechase a mi república, deleitando y enseñando, siguiendo aquel consejo de mi maestro Horacio; porque han salido algunos libros de hombres doctísimos en letra y opinión que la abrazan tanto con solo la doctrina que no dejan lugar por donde puede el ingenio alentarse y recibir gusto, y otros tan enfrascados en parecerles que deleitan con burlas y cuentos entremesibles, que después de haberlo leído, revuelto y ahechado y aún cernido, son fusibles y vanos, que no dejan otra cosa de sustancia ni provecho para el lector, ni de fama y opinión para sus autores". Lo que nos lleva a la conclusión de que otros muchos, se autocensuraban, antes de tener que arriesgarse a aparecer como enemigos del Imperio o de Dios y enfrentarse a los tribunales de la Inquisición.
 Sola, inmensamente sola,
Andalucía espera la redención
como se espera el sol cada mañana.
Como se espera la lluvia, el brotar de la planta
o el parto de la hembra.
Los puentes se han cortado mil veces
y mil sabidurías
han tenido que seguir para rehacerlos.
Andalucía es vieja y,
por lo tanto, fuerte;
honda y,
por lo tanto, fértil
madre y,
por lo tanto, dulce.
Serena
ante lo pasajero,
lo intranscendente
o lo circunstancial…Andalucía espera. 
Un buen amigo de Vicente Espinel, el poeta Cordobés Luis de Góngora, en 1.589, tiene que comparecer ente el obispo D. Francisco Pacheco, acusado de tomar con mucha libertad y descuido las cuestiones de la Iglesia.
  Góngora realiza numerosos viajes a cuenta del Cabildo, los cuales alternará animándose, como buen exegeta de alambique, a las informaciones sobre limpieza de sangre, pleitos y alguna que otra cancioncilla contra moriscos en las que, por cierto, mostraba un perfecto conocimiento de letras y palabras arábigas. Así podemos ver, como con maña consigue Góngora introducir un villancico con connotaciones moriscas, será autorizado por el propio Obispo de Córdoba, para ser cantado en la Catedral, ante las autoridades eclesiásticas y las civiles
 
A. Al gualete, hejo
del senor Alá,
ha, ha, ha,
has vuesa mercé
Zalema e salá,
ha, ha, ha
 
B. Bailá, Mahumú. Bailá,
falalá, lailá;.
tania el zambra la javevá,
falalá, lailá
que el amor del nenio me matá,
me matá,
falalá, lailá.
 
A. Aunque entre el mula e il vaquilio
nacer en este pajar,
o estrelias mentir, o estas
califa vos, chequetilio,
 
B. Chotón, no l´oiga el cochilio
del aquel Herodes marfus,
que maniana, hasta el cruz,
en sangre estarás bermejo.
 
A. Al gualete, hejo, etc.
                             
A. Se del terano nemego
hoyes vosanced el rabía,
roncón tener yo en Arabia
con el pasa e con el hego.
 
 B. Yo estar jeque, se conmego
 andar, manteca, seniora,
e serba melvos, serba madora,
comerás semor el vejo,
 
A. Al gualete. Hejo, etc.
 
Góngora supo transvertirse de cultura, conocimiento, buenas maneras y lengua que hacer, para confundir a muchos clarividentes europeos, y, en especial, viejos castellanos de archiprobada pureza de sangre aria.
Hasta el año 1609, permanece prácticamente en Córdoba reduciendo sus viajes a las tierras de Andalucía, disfrutando si cabe más su ciencia.
Celebra varias entrevistas con el marqués de Ayamonte, de la familia de los Guzmán, que tan importante papel jugarían en el nacimiento separatista andaluz, del Siglo XVII, apareciendo como gentes de paz y respetables ciudadanos.
También los otros andaluces que se dedicaban honestamente a oficios y profesiones, a escudriñar el cielo, a la trigonometría, a la medicina y a la reelaboración técnica superior de las letras –como nuestro Góngora-, comían cerdo, eran los más devotos (en cuanto a la practica de sacramentos, se entiende) y de paso transmitían las enseñanzas andalusíes esperando la definitiva caída de Babilonia de los Austrias, a pesar de la refriega de Lepanto. El gongorismo se había convertido en una plataforma excepcional para la estética andaluza del futuro, trasladando este virus renacentista a la corte de Madrid en 1609. Desde el principio consigue los favores de Rodrigo Calderón, protegido del Duque de Lerma. Pero al punto aprecia el espurio tropel de mezquindades e injusticias que en fuerte salpullido salpica la corte imperial, manifestando su irritación y desprecio en unos terceros:
¡Mal haya el que en señores idolatra
y en Madrid desperdicia sus dineros,
si ha de hacer al salir una mohatra!
Arroyos de mi huerta lisonjeros
¿lisonjeros?, mal dije, que sois claros):
Dios me saque de aquí y me deje veros
Estos años van a ser de gran fecundidad lírica para nuestro poeta. Como apunta Berlanga, los cimientos de la estética andaluza se han asentado ya definitivamente. La mejor literatura andaluza se encargara, desde este momento, de matizar, revitalizar o adoptar la estética fijada a los vientos poéticos de las distintas épocas. Primero la Oda a la Toma de Larache, después el Politermo (1613) y por último las Soledades (1613-14).
El sumo sacerdocio que ejerce en las letras y su inescrutable mundo hermético de lenguajes y esoterismos andaluces, va a provocar una profunda enemistad con los hijos de la Corte y su pórtico de mestizajes a los Patos de la aguachirle castellana, ya que, viven en la tierra del Manzanares y no son cisnes, como era él (Góngora) y los literatos andaluces.
Patos de la aguachirle Castellana,
que de su rudo origen fácil riega,
y tal vez dulce inunda nuestra Vega, (se refiere a López de Vega)
con razón Vega por lo siempre llana;
pisad graznando la corriente cana
del antiguo idioma, y, turba lega,
las ondas acusad, cuantas os niega
ático estilo, erudición romana.
Los cisnes venerad cultos, no aquellos
que escuche su canoro fin los ríos;
aquellos sí, que de su docta espuma,
visitó Aganipe ¿Huís? ¿os quereis vellos,
palustres aves? Vuestra vulgar pluma
no borre, no, más charcos. ¡Zambullios!
Su influencia verdadera en la historia de la literatura procede como un río subterráneo al que hay que poner cuidado para que las vocales y consonantes, significados y significantes no salgan o los saquen de su sitio, pues la perturbación de tan mágicos elementos, de seguro trastocaría su correspondencia entre mística y barroquismo. Toda esta fuerza que subyace en las soledades del gran Cisne de Andalucía, brota a la superficie de Sor Juana, Mallarme, Lorca, Cernuda y la Generación del 27; y con los contemporáneos Le Zama, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Juan Goytisolo. Concentrando dinamismo, transparencia, hipérboles e hipersensibilidad en los que Dámaso Alonso llamó "un puro placer de formas", una poesía para poetas; cayendo, para sus contemporáneos aguachirles en el pecado de Babel. Otro Poeta andaluz. Que nació y murió en Sevilla (1534-1597). Será Fernando de Herrera, Decía:
 
 ¿Pensais, que es tan estrecha
l’Andaluzía, como el condado deBurgos?, ¿o que no podemos usar
¡desusar vocablos en toda la gran-
deza desta provincia, sin estar
atendidos al lenguaje de los Con-
des de Carrión, i Los siete Infantes de Lara?

  A finales del siglo XVI toda la Península, Portugal incluida, va vestida de negro a imagen y semejanza de su Monarca. En Trento ha vencido la reacción y mientras en el terreno de las artes plásticas comienza una vasta operación en la que serviles braghettoni tapan las clásicas desnudeces de la Capilla Sixtina y otras obras de arte, en el campo de las letras, la Inquisición española impone una dictadura de hierro, sobre todas las publicaciones. Hemos resaltado a propósito, lo de inquisición española porque el índice de libros prohibidos es distinto y autónomo en los territorios sometidos al Imperio español y no tiene nada que ver con el de la Santa Sede. El hecho originará diversos problemas.
Pero el verdadero problema es el Indice y el poder omnímodo de esa Iglesia nacional de la Contrarreforma.
Muy pocos escritores van a escaparse sin pasar, de uno u otro modo, por las garras del Santo Oficio y muchos con Fray Luis de León a la cabeza, van a añorar una nueva versión de la aurea mediocritas.

...dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado
y un pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con solo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.

 La poesía de Fernando de Herrera se torna, a veces demasiado críptica, demasiado culta y demasiado metafórica, como ocurre en la oda A la victoria de Lepanto en la que recurre al símil bíblico de la manera más abierta para cantar la trascendencia de aquel combate naval. Un combate en el que a uno le viene a la mente el Wa la galiba illah-Llah, en no hay más vencedor que ALLAH de Alhamar de Arjona que todavía hoy vocean por doquier las paredes de la Alhambra.
Fernando de Herrara, no se sabe bien como consigue pasar toda su vida incólume por medio de los fuegos que se encienden a su alrededor. Quizás, porque al estar tan sólo preocupado por la forma, atiende muy poco a los contenidos, o, por lo menos, hace como el que no atiende, o quizás sea su pretendido elitismo lo que le sitúa aparte de todos los demás.
                                         
En medio del corazón
tengo escondida una llaga
que no sana mi pasión
por mas bien que amor me haga.

Resulta sorprendente que mientras se llevaban a pintores como Il Veronese ante el Santo Tribunal por haber mezclado en el cuadro titulado Banquete en la casa de Levi a personajes bíblicos con otros mitológicos, en Sevilla ocurriera lo mismo y hasta mucho más, en la misma procesión del Corpus Christi con el general aplauso. Pero tenía que predominar el realismo del Imperio. Por eso mismo es lógico que nadie dijera a Herrera el por qué mezclaba elementos bíblicos, históricos y mitológicos en su poesía, que no es el canto a ninguna batalla de Lepanto sino al paso del Mar Rojo por Moisés y los irrealitas.
                              
- Canto a Yahweh pues se cubrió de gloria
arrojando en el mar al carro y al caballo….  
El ataque que Fernando de Herrera recibiría en sus anotaciones a la obra de Gracilazo escribiera Don Juan Fernández de Velasco, Condestable de Castilla, con el seudónimo de Prete Jacopin. El ataque se hacía desde una posición de defensa a ultranza de los modos de hablar cortesanos y castellanos con talante que hoy calificaríamos de regionalista a ultranza o pseudo-casticismo y sin pararse a pensar qué era lo que Fernando de Herrera había querido decir en realidad sobre el rey de los poetas castellanos.
El alto rango del contrincante debió acobardar a casi todos los amigos del poeta y éste tuvo que verse solo ante el chaparrón. Pero, así y todo, contestó, quizás con toda la fuerza que le quedaba, con una multitud de argumentos y razones que iban desde una clarificación de sus intenciones a una desautorización del contrincante, Fernando de Herrera quita terminantemente todo derecho a castilla y a la Corte para dirigir el proceso lingüístico y literario y concede esa misma facultad únicamente a los estudiosos y a los poetas, y termina con la afirmación incuestionable de que él, tanto por el hecho de ser un poeta y un hombre culto, como por el de ser andaluz, tiene derecho de opinar de forma autorizada en cuestiones de lengua y literatura.-
Otro poeta andaluz como fue, José Cadalso y Vázquez nacido en Cádiz (1741-1782), va a remeter y criticar a los tipos e instituciones que representan el oscurantismo, el viejo régimen feudal y la burocracia que se ha ido agrandando y extendiendo desde los tiempos de Felipe II. Nuestro compatriota arremete tanto contra esa burocracia centralizada y centralizadora, que lo proyecta todo sin tener en cuenta a nadie, que, a fuerza de hacer malos proyectos, consigue que la gente deseche cualquier idea de progreso, aún cuanto fuera buena; como aquel, que le habían hecho lavarse la cara con trementina, aceite y pez, es probable que luego tampoco quiera lavársela con agua. Y también arremete contra la figura del noble rancio, venido a menos a causa del progreso, que se morirá de hambre ante la puerta de su casa solariega, sin consentir quitarse el sombrero ante nadie y dando gracias continuamente a la providencia por ser Fulano de Tal.
Cadalso, con el espíritu satírico del que pueden hacer gala los gaditanos, desmenuza los problemas, planteamientos y actitudes que ha observado en todos los ambientes en los que se había movido, por medio de tres person

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Más informacióen en: http://www.islamyal-andalus.org


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