Autor: Olarticoechea
viernes, 03 de junio de 2005
Sección: Exposiciones temporales
Información publicada por: Olarticoechea
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El Cid, el heroe que nunca existió.

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NOTA: En este articulo se denomina reino de Galicia al reino cristiano del noroeste antiguamente conocido como Astur-Leonés, de acuerdo con las nuevas investigaciones.
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¿Quién fue el Cid campeador? Según la historia oficial era un héroe de la Reconquista que encarnaba las virtudes de Castilla, pero un análisis detallado de su periodo histórico lo convierte en un simple instrumento ideológico fabricado a posteriori.

Para ello tenemos que conocer los orígenes de Castilla como reino independiente:

En el año 1157 se va a producir un hecho de gran trascendencia para los reinos cristianos peninsulares y para la historia posterior de España, Alfonso VII rey de Galicia muere y su reino es repartido entre sus herederos. A Sancho le corresponde la parte oriental de dicho reino que incluía Castilla, el antiguo reino moro de Toledo y otros territorios, mientras que Fernando (Fernando II) hereda toda la parte occidental del reino (Galicia, León, Extremadura y Asturias).

Pues bien, es en este preciso momento histórico –y no antes- cuando Castilla de la mano de Sancho inicia su historia como reino independiente y poderoso. Al antiguo condado de Castilla (que había sido semi-independiente en tiempos de Fernán González en 930 [1]) se le suman los extensos territorios de Toledo y una importante posición estratégica en el centro de la Península . Estas condiciones le llevarían pocos años después a convertirse en el reino hegemónico de la España cristiana.

Uno de los principales problemas de esta Castilla incipiente y poderosa para imponerse
a los demás reinos cristianos era su falta de legitimidad e historia en el proceso de la Reconquista, mientras que Navarra, Aragón y Galicia llevaban siglos de existencia como entidades independientes, Castilla solo tenía unos pocos años de independencia y protagonismo.
Claro que este problema se solucionó rápidamente, ya que en fechas siempre posteriores a 1157 comenzaron a escribirse en Castilla crónicas que rompían con toda la tradición de los reinos cristianos. Estos documentos eran –y son- de una credibilidad muy dudosa pero le proporcionaron a la historia de Castilla la legitimidad necesaria de 2 formas:

1º Crearon una supuesta dinastía castellano-navarra de la que descendería Sancho y que enlazaría con los tiempos de Fernán González. De esta manera la monarquía castellana tendría “continuidad” desde 930.

2º Se inventó una figura mítica “El Cid campeador” que en realidad fue un instrumento con el que los cronistas intentaron arreglar la historia anterior a 1157 desde una visión castellanista, para ello convirtieron a Rodrigo Díaz de Vivar (antiguo noble ya fallecido) en un héroe legendario. Este mito fue creado para dos fines: justificar y dar veracidad a la dinastía castellano-navarra y atribuirle a Castilla meritos en la Reconquista en momentos decisivos para la posterior historia peninsular.

Los documentos que introdujeron en la historia peninsular estas invenciones fueron:

-Liber regnum (1196-1209)
-Crónica latina de los reyes de Castilla (1236)
-Poema de Fernán González (1250)

Decir que los reyes de Castilla son descendientes de una “dinastía castellano-navarra” no es una afirmación inocente, porque si hacemos caso a está mentira histórica, cuando la reina Sancha de Galicia (1013-1067) se casa con Fernando hijo de Sancho III de Navarra en realidad se estaría casando con un castellano y pasaría a reinar en Galicia como Fernando I de Castilla. De esta manera todos los reyes desde Fernando I a Alfonso VII serían castellanos.

Pero en la realidad nunca existió esta dinastía castellano-navarra, en las crónicas anteriores a 1157 como la crónica Silense (1115) esta genealogía está desmentida.
Además cuando Fernando se casó con Sancha , fue Sancha la reina y continuadora de la dinastía de Galicia, Fernando solo fue rey consorte, y esto se demuestra con cualquier documento de la época de los que hay cientos.

Curiosamente la historia oficial de España sigue manteniendo está versión manipulada de la historia, y usted que está leyendo estás líneas puede coger su enciclopedia buscar Fernando I y leer como es denominado rey de Castilla ¿?.

Y de rebote crear una dinastía castellano-navarra le permite a los antiguos cronistas castellanos decir que Fernando I era descendiente del conde Fernán González , ya que este también estuvo relacionado de alguna manera con Navarra.


La invención del Cid Campeador como un instrumento para justificar la dinastía castellano-navarra.

Que todos los reyes de Galicia fuesen castellanos desde Fernando I es algo insostenible a tenor de los acontecimientos históricos y es aquí donde la historiografía castellana (y luego la española) introduce la invención del Cid para crear una historia más favorable hacía sus intereses.

Así cuando la mujer de Fernando I llamada Sancha muere, sus hijos luchan por el trono; Alfonso desde Galicia – León[2] y un tal Sancho desde Castilla, la victoria corresponde a Alfonso (el futuro Alfonso VI) y esto por si solo acabaría con una dinastía castellana ininterrumpida desde Fernán González , es en este momento clave cuando aparece la figura mítica del Cid para arreglar las cosas: ni más ni menos que coge a Alfonso VI y le obliga jurar en Santa Gadea que será buen rey de los castellanos y que no tuvo culpa en el asesinato de Sancho.

Obviamente es difícil de imaginar como un noble castellano es capaz de “obligar” a hacer juramento a un monarca tan poderoso como Alfonso VI, este argumento más propio de una novela de aventuras se cae por su propio peso al comprobar como en aquellos tiempos Castilla no dejaba de ser un pequeño territorio entre Galicia y Navarra, ya que aún no se habían producido los avances en la Reconquista que alargarían el territorio castellano.

Otra mentira histórica es el asesinato del pretendiente castellano al trono (Sancho) a costa de Vellido Dolfos, la realidad es que la “gloriosa historia” de Castilla no se podía permitir una derrota ante los gallegos y se inventó la figura de Vellido como un traidor que asesina por la espalda. En contraste los castellanos aportarían la noble figura del Cid que se encargaría de hacer justicia sobre Vellido Dolfos. Sobra decir que la figura de Vellido Dolfos es inventada -como todas las hazañas del Cid- ya que no hay ninguna referencia que justifique la existencia de este personaje.

Aún así la supuesta historia de Castilla como reino poderoso desde Fernando I sigue sin ser creíble, ya que Alfonso I “el Batallador” de Aragón le arrebató por las armas a Alfonso VI o a su hija la parte oriental del reino (osea la zona de Castilla) y esto volvería a echar por tierra la idea de una dinastía continuada de reyes castellanos, ya que hubo periodos en que ni gobernaban en Castilla. Pero no hay problema la historia oficial siempre lo atribuirá a presuntos problemas dinásticos justificados desde Fernando I.


La invención del Cid Campeador como un instrumento para atribuirle a Castilla logros importantes en la Reconquista:

Como vimos Alfonso VI difícilmente pudo ser rey de Castilla, sino que lo era de una Galicia que incluía el pequeño condado castellano. Pues bien a este rey le correspondió un papel clave en la Reconquista ya que durante su mandato se conquistó la mayoría de los territorios que un siglo más tarde harían grande a Castilla, como el caso del reino de Toledo (en 1085) y también la Rioja.

Su poder era tal que el reino que le dejó a Alfonso VII (su nieto) era descrito de esta manera: “los tres imperios de la cristiandad: el bizantino, el germánico y el de Galicia” según consta en los annales Cambriae.

Y hay que aclarar que estas fuentes cuando se refieren a Galicia como reino hegemónico en la Península no lo hacen porque se conociese la zona del NO como Gallaecia según la antigua denominación romana, ya que el reino de Alfonso VII sobrepasaba con creces el noroeste y se extendía por zonas como Toledo, a lo largo de casi la mitad del territorio peninsular.

Además la lengua que hablaba Alfonso VI era el gallego como se recoge en esta crónica de la época, cuando se lamenta de la perdida de su heredero en la batalla de Uclés:

“Ay meu fillo! ay meu fillo! ¡Alegria do meu coraçon e lume dos meus ollos, solaz da mia velheze! Ay meu espello, en que me soía ver, e con que tomaba gran prazer! Ay meu herdeiro mor! Cavaleiros, u me lo leixastes? Dade-me meu fillo, condes!”.

Pues bien es evidente como el glorioso reino castellano del siglo XIII en adelante no podía tolerar como su territorio no era fruto de las gestas castellanas en la Reconquista sino de los esfuerzos de un rey gallego, esto desmontaría todos los tópicos posteriores del castellano como pueblo elegido y victorioso. Es más su extensión territorial fue fruto de herencias e intrigas al morir Alfonso VII. Pero aquí como siempre los cronistas castellanos vuelven a introducir al Cid en la historia para reconducirla.
Y es que la imagen del Cid que nos legó la historiografía española y castellana es la de un espléndido guerrero que destacó en la guerras contra los almorávides. Esta mitificación de la figura del Cid como militar excepcional tiene la intención de ocultar las victorias de Alfonso VI sobre los mismos almorávides, estas victorias rompieron el equilibrio entre fuerzas cristianas e islámicas y fueron decisivas para el triunfo posterior del cristianismo en la Península.

Además es una contradicción presentar al Cid como “un castigo” para los almorávides cuando la misma historia oficial nos dice que varias veces pacto Rodrigo Díaz de Vivar con ellos cuando estaba enfadado con Alfonso VI. Claro que siempre se explicaran diciendo: “el problema era que el Cid y Alfonso VI se enfadaron porque Alfonso estaba celoso de la valentía del Cid y entonces el noble castellano se unió a los almorávides –momentáneamente claro- pero siempre mantuvo fidelidad al rey”
En fin puro surrealismo.

Aún así no será la única contradicción que se observa en las supuestas gestas del Cid, porqué crear un mito a posteriori es problemático: si los cronistas tuvieron que hacerle ganar batallas después de muerto, también nos lo presentaron como consejero de Fernando I durante la toma de Coimbra, resultando que en esa fecha (1064) el Cid tenía como mucho 21 años y Fernando I 49. También es bastante dudoso como pudo llegar a tan alto cargo cuando en esas fechas solo podía añadir a su “curriculum” el hecho de intentar frenar la reconquista del reino cristiano de Aragón en Graus (1063) durante uno de los periodos en los que colaboro con los árabes.
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Conclusión: El reino de Castilla no es tan antiguo como dice la versión oficial de la historia y por lo tanto no tuvo importancia en muchos momentos clave de la Reconquista. Además fue el resultado de una división testamentaria de Alfonso VII (Coronado rey de Galicia en 1111) y su territorio fue reconquistado en gran medida por reyes que eran de Galicia y hablaban gallego como Alfonso VI, como consecuencia de todo esto la historia de Castilla tuvo que ser engrandecida artificialmente con supuestas dinastías y mitos inventados como el Cid campeador que son difícilmente creíbles y responden a objetivos políticos a posteriori.

Resulta curioso comprobar como todos los mitos que intenta derribar la historiografía española son del tipo “los celtas en Galicia” o el “Monte Medulio”, cuando los propios historiadores españoles tienen su casa por barrer.

C.D.F.O. E C. 2004

[1] Aunque la historia oficial diga que Fernán González dirigió un condado independiente de Castilla en 930, en realidad era semi-independiente porque era vasallo del rey de Galicia.

[2]A la muerte de Sancha (1067) su reino se dividió en: León para Alfonso, Castilla para Sancho y Galicia para Garcia, resultando que el reino de García para Galicia era testimonial ya que Garcia “no estaba capacitado” y los gallegos tomaron partido por el futuro Alfonso VI según documentos de la época.

Bibliografia:

-“El término Gallaecia a lo largo de la historia”. Olarticoechea publicado en Celtiberia.net.
-A Memoria da Nación. C.Nogueira. Ed. Xerais.
-Los datos de cualquier enciclopedia y dos dedos de frente.

(C) Olarticoechea

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Comentarios

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  1. #1 DOROTEA 30 de ene. 2004


    Me he estado reprimiendo estos días porque no quiero formar parte de la traca que monta Olarti cada vez que escribe dos líneas, pero estoy leyendo tantas sandeces en torno al tema del Cid, que, lo siento, tengo que ponerme un poquito seria porque no podía imaginar que gente tan puesta en Arturo o Breogán muestre tanta ignorancia con Rodrigo Díaz.

    Que Rodrigo Díaz de Vivar existió es más que obvio, la historia peninsular del siglo XI está trufada de su presencia y no me voy a molestar en enumerar todas las fuentes documentales de su existencia. Se conServan varios documentos administrativos en los que figuró como testigo o experto. Parece ser que fue un hombre con ciertos conocimientos legislativos. Yo misma vi el año pasado en la catedral de Salamanca un documento en el que firman tanto él como Ximena. El prestigio que alcanzó entre sus contemporáneos fue altísimo. Se sabe que fue padre de un hijo y dos hijas. Su hijo Diego murió en la batalla de Consuegra a los 20 años de edad aproximadamente. Sus dos hijas, María y Cristina (las Elvira y Sol del poema) casaron respectivamente con el Conde de Barcelona y un infante de Navarra. Semejantes matrimonios, más propios de princesas, dan indicio de la reputación que logró alcanzar. La noticia de su muerte, acaecida en Valencia en 1099, recorrió toda Europa, donde se consideró una gran pérdida para la causa cristiana.

  2. #2 verracus 17 de sep. 2005

    Veamos, no me gustaría que la cosa acabara con este mal rollo.

    Mouguias, siento mucho que te hayas enfadado. Si el motivo de tu enfado es el comentario de Ibericidad, déjame decirte algo. Aunque en un comentario anterior yo dije que estaba de acuerdo con él, ahora rectifico, lo siento, leí entre líneas y no me percaté de todo el contenido del mensaje.

    -No estoy de acuerdo en lo que dice sobre los que dudan de la supremacía del mundo islámico en la época.

    -Tampoco estoy de acuerdo con la frase Ningún pueblo, absolutamente ninguno, dejó en la Península Ibérica una huella o legado cultural tan amplio y profundo como lo hicieron los musulmanes, aunque esto es matizable según la zona de la que hablemos. En Andalucía por ejemplo, los musulmanes dejaron algunas cosas más de las que tú mencionas: hablamos de trazados urbanos, de la forma de cultivar, de los cultivos en sí, sistemas de regadío, razas de ganado, vocabulario (siempre existirán el azahar, las almohadas, el aceite, las acequias, las alhóndigas, y las acelgas). Además recuerda que la palabra Cid es de origen árabe. Te recomiendo el artículo Glosario de arabismos en lengua castellana, en esta misma web.

    También te recuerdo (no te lo tomes a mal, es con afán conciliador), que si no se conServan más mezquitas en territorio peninsular es por que en los territorios conquistados los cristianos las reconvertían automáticamente en iglesias y en catedrales.

    Castellano furioso, el artículo es lo de menos, en ningún comentario he visto intención de atacar Castilla. Imagínate, yo, que seguramente soy descendiente de castellanos atacando Castilla.

    Quiero expresaros mi opinión de que Andalucía es la comunidad que mejor representa la esencia del país, ya que durante la reconquista aquí vinieron gentes de todas vuestras comunidades para repoblar los territorios, se integraron, recogimos su herencia y ahora todos somos iguales (es sólo una opinión).

    Con los comentarios sobre este artículo, lo único que he pretendido es intentar separar lo que es Historia de lo que es leyenda, pero creo que no lo he conseguido. Si he ofendido a alguien, que me lo haga saber, y no tendré inconveniente en pedirle perdón.

    En fin, no se si este comentario servirá para arreglar las cosas o para empeorarlas.

    En cualquier caso saludos.

  3. Hay 2 comentarios.
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