Autor: BELTZA
miércoles, 16 de julio de 2003
Sección: Artículos generales
Información publicada por: BELTZA


Mostrado 26.709 veces.


Ir a los comentarios

EL ARBOL EN LA MITOLOGIA VASCA

Desde Plinio, que situaba el espacio "Saltus Vasconum" entre los Pirineos, el mar y el "Ager Vasconum" de los cultivos agrarios, a Iparragirre, que ensalzaba a los montes y árboles señeros del país, la montaña y los bosques vascos han atraído a quienes se han acercado a ellos.


El Árbol y la Cultura Vasca

Desde Plinio, que situaba el espacio "Saltus Vasconum" entre los Pirineos, el mar y el "Ager Vasconum" de los cultivos agrarios, a Iparragirre, que ensalzaba a los montes y árboles señeros del país, la montaña y los bosques vascos han atraído a quienes se han acercado a ellos.

Como testimonio de un panteísmo milenario, en lápidas aquitanas de la época romana leemos las dedicaciones: Arixo deo, Artehe deo, Fago deo, Leheren deo, a los dioses Roble, Encina, Haya y Pino, en expresión vasco-latina cuya inteligencia respectiva es fácil a través del vasco actual haritz,
art(h)e, pago y leher. Un habitante poderoso de los bosques era Basajaun, que llegó a tener réplica femenina en Zuberoa, con la presencia de Basandere.

Todavía en los albores de este siglo R. Mª Azkue recogía la frase ritual que dirigían los leñadores al árbol que iban a cortar: Guk botako zaitugu eta barkatu iguzu (nosotros te derribaremos y perdónanos).

Ese respeto y convivialidad con el árbol adquirió a través de los siglos carácter simbólico y representativo y de ahí la veneración otorgada a los robles de Gernika, Aretxabalagana y Arriaga, como protectores vivos de las Juntas de Bizkaia y Álava, que al amparo de aquellos robles se celebraban.

De entre todos los árboles singulares repartidos por toda la geografia vasca, "el árbol Malato" de Ayala merece especial mención. El origen de la singularidad del árbol Malato parte de la figura legendaria de Juan Zuria, hijo de un duendecasa y una infanta escocesa llegada a Mundaka. Fue elegido por los vizcaínos para, a su frente, expulsar a las tropas capitaneadas por un hijo del rey de León, que habían llegado hasta Bakio causando grandes estragos a su paso. Las tropas vizcaínas vencieron a las leonesas en la batalla de Padura, y las persiguieron hasta el árbol de Lujaondo, donde abandonaron la persecución. Estos hechos ocurrieron en el año 840, 870 u 880 según diferentes historiadores. Lo cierto es que, a partir de entonces, el árbol Malato era considerado faro o señal de la frontera militar del Señorío de Bizkaia. En 1603 el árbol ya no existía, por lo que en Juntas Generales se decide conmemorar el lugar donde estaba enraizado con una cruz de piedra y un letrero. El roble que ocupa en la actualidad el lugar del Malato es un ejemplar muy joven descendiente del Arbol de Gernika.


El Árbol en la Mitología Vasca (continuación)

El haya, los robles y los fresnos han dado sombra y protección a ermitas y campas de reunión festiva y romería. En lo que se refiere al fresno, lizar, M. Lekuona recogía la siguiente expresión: Lizarra ez da bedeinkatu behar; berez da bedeinkatua (el fresno no hace falta bendecir; de por sí es bendito).

En ocasiones, son los arbustos los que adquieren protagonismo de salvaguarda ante adversidades atmosféricas, como el rayo y sus consecuencias u otras desdichas y adversidades. En este caso, los arbustos se unen a connotaciones de la vida y pasión de Jesucristo. Así los ramos de loro o laurel, ereino, erramu, propios del Domingo de Ramos, como en otros lugares fueran las palmas. Las pequeñas cruces de espino blanco o albar, elorri zuri, arantza zuri, cuyas espinas producen una punción dolorosa, que se asociaba a la ocasionada por la corona de espinas. Dichas pequeñas cruces, clavadas a puertas o en el suelo de los campos, debían proporcionar la protección necesaria frente a calamidades meteóricas. Los árboles de mayo, de la Ascensión y de San Juan son otras tantas representaciones simbólicas y protectoras. Normalmente se empleaban hayas o fresnos esbeltos, cogidos en bosques densos.

El fuego del hogar tenía frecuentemente carácter guardián ante maleficios y adversidades, como en otros lugares de Europa; así la tradición de xubilaro en la Baja Navarra. Olentzaro, Olentzero es otra representación, personificada en un carbonero báquico, que se ha sublimado recientemente en un Santa Claus o Papa Noël a la vasca, dadivoso y repartidor de regalos navideños.


Más informacióen en: http://www.nekanet.net/Naturaleza/forestal/ arbol/mitolog


No hay imágenes relacionadas.

Comentarios

Tijera Pulsa este icono si opinas que la información está fuera de lugar, no tiene rigor o es de nulo interés.
Tu único clic no la borarrá, pero contribuirá a que la sabiduría del grupo pueda funcionar correctamente.


  1. #1 Euskera 06 de mar. 2004

    EL ARBOL DE GUERNICA, símbolo del derecho del pueblo: El árbol por su aspecto de gigante y por la fuerza renovadora que posee, a través de la semilla o de los brotes sucesivos, ha sido consierado por muchos pueblos, como símbolo de perpetuídad. Job, en sus consideraciones, lo compara la vida efímera de hombre con la fortaleza del árbol (Job 14,7-2), cuando dice: “el árbol tiene esperanza de vida”, y desearía compartir su suerte vital y sucesoria, sin la rotura de lazos familiares a que se Aboca la vida humana después de la muerte. El árbol se yerge y mira al sol de justicia de hito en hito, es decir, a "Utu/iduzki", en sumerio y vascuence respectivamente, por eso, árbol “zuhaitz” se analogiza de Utu>su+atze “árbol de fuego” que produce zur “madera” que arde alumbra como zuzi “tea”. Por eso, el árbol es también símbolo de la sabiduría (Gen 2, 9.17) y los pueblos antiguos se reunían a la sombra protectora del árbol y se sentaban para deliberr sobre los problemas de la tribu, para interiorizar el modelo de sabiduría cósmica y pervivencia mítica que veían en el árbol. El “árbol”, como analogía que es de Ra “sol” egipcio que al arder “erre”, produce argi “luz”, es también símbolo de la justicia cósmica que tiene su reglas/arau en el orden de los dioses o las organizadas por el pueblo, como las leyes juradas “foru” so el Árbol de Guernica. El modelo solar de la justicia cósmica se humaniza a la sombra protectora del árbol que se interpone entre los rayos directos del sol y el pueblo. De ahí procede la veneración al árbol que poseían los habitantes que colindaban el Oriente Fértil y juzgaron como maldad la hazaña de Gilgamés que mató al guardAbosque Humbaba, para poder talar los cedros, mito que ha pervivido en el Basajaun “Señor del bosque”, junto a los bosques de Irati en Navarra.

    Desde antiguo algunos árboles merecieron un renombre especial, ya por su pervivencia o por el lugar que ocupaban, como el Persea, el árbol sagrado de Ra, en cuyas hojas Toth, el dios escriba, grababa el nombre del Faraón, tal como los amantes que escriben por incisión sus nombres en el tronco de las hayas de algún santuario, para jurarse eterna fidelidad. Son renombrados la encina "arte" de Abrahán en Ebrón o el terebinto de Mambré, etc. Eran como los árboles sagrados, testigos seculares de la alianza que nuestros antepasados hubieron con sus dioses. Cada nomo egipcio poseía su árbol, como seña de singularidad y eran conocidos también en Canaán e Israel. Este tipo de árboles abunda también en el País Vasco, en las anteiglesias juraderas, siendo el Árbol de Gernika uno de los que mejor desarrollaron su cometido simbólico, como se manifiesta en el compendio de los "Fueros de Vizcaya", por haber sido objeto laudatorio de bardos y definitivamente por el renombre mundial que le dió la villa arrasada de Guernica en la guerra pasada.

    Los Fueros de Vizcaya son la traducción al castellano de principios del XVI de la sabiduría oral del pueblo vizcaíno. Los delegados del pueblo lo dictan en vascuence y los escribanos y traductores jurados al efecto lo consignan en castellano, para que el rey que desee para sí el título de “Señor de Vizcaya”, entienda y sepa lo que jura y, mientras no jure los Fueros, huelgan las mutuas obligaciones entre el pueblo vizcaíno en la corona. Los autos de la Junta sobre la ordenación del fuero aluden al árbol: “So el árbol de Guernica, do se suelen hazer las juntas generales del muy noble y leal Señorío de Vizcaya...”
    Ponemos por ejemplo la ley aforada XII del Título I. Tormento ni amenaza no se pueda dar a Vizcayno: “Otrosí dixeron que habían de fuero e costumbre e franqueza e libertad que sobre delito ni maleficio alguno, público ni privado, grande ni liviano, de cualquiera calidad y gravedad que sea, agora sea tal, que el juez de oficio pueda proceder, agora no; que a Vizcaíno alguno se le de tormento alguno, ni amenaza de tormento, directe, ni indirecte en Vizcaya, ni fuera de ella en parte alguna”. Un análisis socio-histórico podría explicar la razón de esta taxante medida de humanismo que en pocas culturas ha conseguido la categoría de ley.

    Lo normal era que al infractor de la ley fuera llamado a hacer acto de presencia so el Arbol de Guernica, y no se le impusieran las manos antes de que fuera juzgado, fuera de casos excepcionales y urgentes, como robos, raptos, hechicerías, etc. (VIII,I), pero si al acusado de cuaquier delito se personaba voluntariamente bajo el Árbol de Guernica, no se le pudiera apresar sin más, vista su disposición a un juicio.

    El árbol simboliza la alianza que los antepasados, los fundadores del pueblo con su Dios que les diera la libertad de hijos y que ritualmente lo practican al ejercer la justicia y el derecho sobre el pueblo y en este sentido traslaticio el bardo J. Mª Iparraguirre llama “arbola santua/árbol santo”, como el Himno requeté habla de la “santa tradición”, a las costumbres inmemoriales y los derechos del pueblo que no son de ortorgamiento regio, sino que tienen un fundamento más arraigado en la entraña popular. El Árbol de Guernica que figura en el escudo de Vizcaya de la edición primera de Los Fueros de Vizcaya incorpora en su estructura la señal de la cruz cristiana, como brotada del mismo madero.

    Las libertades y las costumbres inmemoriales son anteriores a la historia y, como la sabiduría cósmica o antigua de los antepasados, tiene connotaciones con los dioses/as míticos/as como Maat, diosa egipcia o Mari, diosa del panteón vasco. La costumbre de devaluar, por míticas, las costumbre ancestrales o libertades de los pueblos, como si carecieran de todo fundamento, es lo mismo que negar el valor de los mandamiento de “no matarás, no robarás”, aduciendo ser ley de dioses, como si la sabiduría cósmica no se fundara en la naturaleza misma del ser humano o las libertades inmemoriales en el derecho de los pueblos.
    De la misma forma el rehuír el mitoanálisis de la historia o de las lenguas antiguas, como el vascuence, es tirar la llave de la herméutica más segura al pozo del olvido.

  2. Hay 1 comentarios.
    1

Si te registras como usuario, podrás añadir comentarios a este artículo.

Volver arriba