Autor: Ego
miércoles, 12 de febrero de 2003
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Ego


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GRECIA A LA DEFENSIVA.

Poco conocida es la figura del señor Ctesibio respecto de otros personajes de la vieja hélade como Aristóteles o Platón, entre muchos otros. Conocemos no obstante nombres como Arquímedes o Filón de Bizancio, y los relacionamos, como a Leonardo, a creadores de inventos espectaculares, no por su complejidad, pero sí por su utilidad y originalidad. Ciertamente, muchos de los avances tecnológicos de hoy tuvieron su base ayer (hace mas de dos mil años, o quinientos, si nos referimos al renacimiento). Grecia clásica a pasado a la historia por su cultura artística y filosófica. Y ese brillo a tapado otra característica muy propia los helenos. Eran muy belicosos. Entre los filósofos, poetas, artistas y políticos también correteaban gentes como Ctesibio o el propio Estratón. Auténticos ingenieros, los cuales, lógicamente, pues no hemos cambiado mucho al respecto, usaron sus habilidades ampliamente en el campo bélico, sin desdeñar otros ingenios menos mortíferos y desde luego, más útiles para la vida. Pero como hemos de ser realistas, ponemos al descubierto en este somero artículo el carácter militar de los helenos, y para ello, nos centraremos en las murallas griegas, sin duda, muy estudiadas para cumplir con su labor.

Poco conocida es la figura del señor Ctesibio respecto de otros personajes de la vieja hélade como Aristóteles o Platón, entre muchos otros. Conocemos no obstante nombres como Arquímedes o Filón de Bizancio, y los relacionamos, como a Leonardo, a creadores de inventos espectaculares, no por su complejidad, pero sí por su utilidad y originalidad. Ciertamente, muchos de los avances tecnológicos de hoy tuvieron su base ayer (hace mas de dos mil años, o quinientos, si nos referimos al renacimiento). Grecia clásica a pasado a la historia por su cultura artística y filosófica. Y ese brillo a tapado otra característica muy propia los helenos. Eran muy belicosos. Entre los filósofos, poetas, artistas y políticos también correteaban gentes como Ctesibio o el propio Estratón. Auténticos ingenieros, los cuales, lógicamente, pues no hemos cambiado mucho al respecto, usaron sus habilidades ampliamente en el campo bélico, sin desdeñar otros ingenios menos mortíferos y desde luego, más útiles para la vida. Pero como hemos de ser realistas, ponemos al descubierto en este somero artículo el carácter militar de los helenos, y para ello, nos centraremos en las murallas griegas, sin duda, muy estudiadas para cumplir con su labor.

Hace más de 2.500 años la ciudad helénica se situaba en un ámbito inferior a la Acrópolis, en la cual, como un recuerdo de Micenas, tenían una ciudadela o fortín donde se refugiaban los ciudadanos en caso de necesidad.

Realmente, las murallas suponen un elemento arquitectónico tardío en la Polis (mas o menos a partir del siglo VI a. C. se empieza a generalizar su uso). La muralla más antigua que se conserva es la de Esmirna, datada en el siglo IX a. C.

Como ya hemos indicado, los griegos, muy dados a pensarlo todo, crearon distintos modelos de muralla acorde con las características de la ciudad a proteger. Los principales tipos de murallas griegas las constituyen las concéntricas, las de flanco de montaña, las de llano y las grandes fortificaciones.

Las concéntricas, como su nombre bien indica son fruto del crecimiento de la ciudad. Es decir, aquellas que en un principio rodean el núcleo urbano, y como este crece, queda inservible y por tanto han de fabricarse unas nuevas, acorde con la nueva extensión de la ciudad. Por tanto, este primer tipo, más que un tipo de muralla es una consecuencia del carácter dinámico de la ciudad. Estas murallas estuvieron presentes en Atenas, Corinto, Megara y Argos.

Las de flanco de montaña es propio de zonas montañosas, claro. En este caso, las ciudades están en un flanco de montaña, de manera que existe una zona de la ciudad de muy difícil acceso para un ataque enemigo con garantías de éxito, el mas alto. Por tanto, estas murallas no solían estar cerradas, lo que suponía un abaratamiento en los costes de construcción. Tengamos en cuenta que el costo de construcción de una muralla podía llegar a ser desproporcionado para las polis más modestas, por tanto, se miraba todo a la hora de su construcción. No obstante, por si acaso, algunas ciudades encaramaban un fortín en lo más alto del promontorio, como en Priene o Pleurón.

Las de llano, como su nombre indica, eran para los llanos. Estas murallas permitían la planificación concreta de su ubicación. Y en muchos casos, se permitían hacer trazados curiosos y casi artísticos desde el horizonte, como en Mantinea, con su muralla ovalada y llena de torres simétricamente alineadas, para hacerla más bonita (El interés por la belleza de los griegos no se olvidaba ni en los mínimos detalles, cuando era posible, claro). Sin duda, esta es la muralla más extendida. Y tiene mucho que ver con la concéntrica, evidentemente.

Finalmente las grandes fortificaciones constituían grandes murallas de amplio trazado. Estás, a diferencia de las murallas de llano, no solo protegían el núcleo urbano, sino que se extendían acaparando en su interior grandes campos de pastos o agrícolas, lo que permitía el abastecimiento de la ciudad durante más tiempo en caso de asedio. Por ejemplo, la muralla de Mesene tiene un perímetro de nueve kilómetros, nada desdeñable para la época.

Las murallas constaban de dos secciones de material diverso, en función del presupuesto, oscilaba de la piedra al adobe, o el mármol (para recubrir, claro). Entre ambas secciones quedaba un hueco que se rellenaba de graba, tierra o en fin, cualquier cosa dura, como los escombros. Asimismo, la anchura era también variable, desde los dos a los cinco metros. Curiosamente, cuando la ciudad se lo podía permitir, o no tenía prisa por construirla, el aparejo se hacía poligonal, es decir, que cada bloque integrante de la muralla podía tener hasta nueve caras, lo cual aumentaba la resistencia. Cuando había prisa o faltaba dinero, se hacían normales, rectangulares.

Si algún día tengo tiempo y ganas os contaré algo sobre las torres, las cuales eran muy ingeniosas y meditadas... aunque caras.


BIBLIOGRAFÍA.

Wanty, Emile. La Historia de la Humanidad a través de las guerras. 1972.
Joseph M. Walker. Historia de la Grecia Antígua. 1999.
John Keegan. Historia de la Guerra. 1995.


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