Autor: Teodoro Fondón Ramos
miércoles, 24 de febrero de 2016
Sección: Historia Antigua
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La Terra Sigillata: Aspectos Generales (I)
El presente artículo es la segunda parte de la serie que inicié el mes pasado dedicado a la cerámica romana, y en particular a la Terra Sigillata. El mes pasado os traje el importante papel que juega este tipo de cerámica en la historiografía y en la investigación histórica y arqueológica; hoy os traigo las características generales de este tipo cerámico.
La
cerámica puede considerarse como un “fósil
director” dentro de los hallazgos muebles en las excavaciones
arqueológicas. Pero es sabido que, a pesar de su importancia en la comprensión
de amplios fenómenos de nuestra historia, plantea numerosos problemas, que
deben solucionarse, porque a partir de la misma podemos ir trazando las grandes
líneas de desarrollo del mundo romano; y esta situación se debe principalmente
a que encontramos una gran homogeneidad de productos, y que los fenómenos
particulares que dan lugar a enormes problemas de análisis y comprensión.
Por
ello, se suele considerar que las cerámicas son uno de los aspectos más subjetivos dentro de la investigación
científica; y a ello hay que añadirle que para su denominación los
investigadores han acudido a criterios extraídos directamente de su
consideración formal o de su función, a pesar de que existe un amplio abanico
de usos secundarios y que en muchas ocasiones son reutilizadas. Pero los
problemas se agudizan aún más si se atiende al significado estricto de las
denominaciones cerámicas porque muchos de ellos son imprecisos como
consecuencia de las dudas y lagunas existentes en el momento de su invención.
Además,
las cerámicas están sometidas a una
serie de criterios de investigación que, al igual que el resto de elementos
materiales de la cultura mueble romana, satisfacen una serie de interrogantes:
la cronología, la producción, la procedencia, la función,
distribución y transporte y consumidores;
y que junto a un depurado conocimiento técnico, constituyen las bases para una
definición correcta de las mismas. Por otro lado, serán estos supuestos los que
permitirán la construcción de un edificio tipológico y extraer conclusiones de
carácter socioeconómico. Y el resultado final de todo ello es la definición de diversas formas y tipos, en cuya denominación, aún hoy reina una gran confusión de
criterios.
Otro
aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de analizar los distintos tipos
de cerámica, es aquel que tiene que ver con su función. El conocimiento de este elemento casi nunca se tiene en
cuenta en los trabajos y muy raramente se incorporan criterios de funcionalidad
aplicados al estudio global de las cerámicas. En palabras de Bats,
siempre hay que tener presente la importancia de la funcionalidad de cada tipo
cerámico como pone de manifiesto en su trabajo acerca de las cerámicas de Olbia donde rebasa un criterio que hasta el momento solo
se aplicaba al estudio de las cerámicas comunes de cocina y mesa dejando fuera
de estas consideraciones a las denominadas como vajillas finas de mesa; de este
modo resulta fácil establecer una distinción general entre tipos.
En cuanto a la cronología, según Beltrán
deben manejarse algunos supuestos de carácter general que pueden matizar en
cierto modo las dataciones relativas a las cerámicas. Así, es frecuente aplicar
las fechas iniciales de difusión de determinadas producciones en su territorio
a otros lugares hasta los que se difundieron, pero debe tenerse en cuenta que
la difusión de dichas producciones no fue siempre inmediata y en consecuencia
las fechas aplicables deben ser más elásticas.
Por
otro lado, las perduraciones son muy
importantes desde un punto de vista cronológico y alargan notablemente las
fechas. De hecho, la evolución física de las cerámicas presenta claras
implicaciones cronológicas y, en muchas formas y tipos, se observa cómo las
variaciones morfológicas se hacen progresivas en el tiempo. Los perfiles sufren
una clara evolución en la que intervienen diversos factores, cuyo carácter
auténtico desconocemos, pero es evidente que la masificación o las producciones
muy generalizadas introducen un factor de dinámica en la fabricación de las
cerámicas que se acusa inmediatamente en la evolución de sus caracteres
físicos.
Junto
a la cronología, la fabricación de
las cerámicas y las licencias de los
alfareros también impusieron numerosas variantes. La mano del alfarero influye
notablemente en los detalles finales por mucho que las formas y los tipos se
recreen constantemente como identificación del producto, y como consecuencia de
ello, el problema variará entre las sigillatas obtenidas a molde y los
recipientes fabricados en el torno. Muy relacionado con esta cuestión están las
particularidades de los centros alfareros, todas aquellas circunstancias que
rodean los trabajos preliminares tales como la extracción de arcillas, su
preparación, mezclas y otras implicaciones; y que la arqueología estudia con
detenimiento desde hace escaso tiempo centrándose habitualmente en el estudio
de los productos terminados y analizando las series de hornos conocidas.
En
la instalación de los distintos talleres
confluyeron muy distintas circunstancias: el tipo de industria a desarrollar,
las exigencias naturales y las dependencias comerciales. En el estudio de Juan Tovar sobre los alfares de la Hispania Citerior, se aprecia una dedicación de los
alfares del territorio costero catalán, relacionados con asentamientos rurales
dedicados por un lado a la fabricación de materiales de construcción
(subsidiariamente cerámicas comunes y sigillatas) y por otra parte a la
producción de envases para almacenar productos agrícolas (sobre todo vino).
En
lo referente al valle del Ebro, el área del Tritium Magallum constituye el centro neurálgico de un gran
complejo industrial sumamente especializado, dedicado a la producción de la
terra sigillata, con talleres locales asociados a centros urbanos, como Turiaso. La cuenca del Duero
proporciona talleres domésticos asociados a núcleos rurales (Relea), otros
relacionados con centros urbanos (Clunia,
Uxama, Tiermes, Herrera de Pisuerga,…etc.).
Por otro lado, en la Bética se localiza otro gran centro dedicado a la terra
sigillata, capitalizado por Andújar,
pero cuya producción estuvo ciertamente diversificada, compartiéndose con la
fabricación de lucernas, cerámicas de paredes finas y sobre todo la cerámica
común, que constituyó la vertiente más importante del taller. El otro ejemplo
bien conocido de los hornos de Granada,
responde a unas necesidades esencialmente domésticas, según evidencia la
producción restringida de sigillata y sobre todo cerámica común, tejas y
ladrillos, ilustrando un fenómeno bien conocido en el ámbito de la Hispania
Citerior.
Fuente: Trabajo de Fin de Grado de Teodoro Fondón Ramos
“Estado de la Cuestión de los estudios de Cerámica Romana en Extremadura”,
2014.
Más informacióen en: http://www.historiayarqueologia.com/profiles/blogs/la-terra-sigillata-aspectos-generales-i
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