Autor: Teodoro Fondón Ramos
sábado, 30 de enero de 2016
Sección: Protohistoria
Información publicada por: Tfondonr
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Características generales de las sociedades del Bronce Final: Patronazgo y estratificación social
Segunda parte de mi artículo sobre las características de las sociedades de la Edad del Bronce Final pero más centrado en lo que los investigadores dieron en llamar como sistema de patronazgo y la estratificación social.
El
patronazgo surge como una
alternativa factible de promoción social a partir de la posibilidad de mayor
acumulación de ganado por parte de determinados individuos. Ciertos sujetos
verían con agrado, recién alcanzado el estatus de adulto guerrero, poder
disponer del número de cabezas de ganado suficiente como para poder contraer
matrimonio. Ello les crearía una relación de dependencia hacia el donante o
patrón, principalmente en forma de apoyo militar en razias (incursiones), pero
también mediante la entrega de algún animal con motivo de determinados festines
que celebrasen acontecimientos sociales. Esta posibilidad permitiría a
determinados patronos contar permanentemente a su alrededor con una fuerza de
combate fiel a su persona y bien preparada, por encima de los lazos de
parentesco. La posibilidad de que tuviesen capacidad de entregar determinadas
armas o caballos es una alternativa que no debe descartarse, y actuaría como un
incentivo aún mayor para estos jóvenes.
Un
segundo tipo de clientes surgiría de la propia práctica ganadera, particularmente de la propiedad de ganado
vacuno. En familias ya establecidas, la pérdida de un buey o vaca por
enfermedad, los problemas para mantener un semental, la presencia de alguna
vaca que no diese leche, las pérdidas por incursiones de todo o parte del
ganado vacuno y de ovi-caprinos forman parte de los riesgos que afrontarían las
familias y que en ocasiones les resultarían individualmente difíciles de
superar salvo con la ayuda de uno de esos patrones. Ello crearía una relación
de dependencia más relativa si se quiere, pero que se pagaría con la entrega
simbólica de algún animal en acontecimientos importantes y un apoyo militar
sólo en momentos de estricta necesidad.
Una
tercera variante estaría compuesta por extranjeros
que se hubieran marchado de sus comunidades de origen por diversas causas como,
por ejemplo enfrentamientos con los padres, rivalidades familiares entre
hermanos u otros miembros del linaje, herencia, búsqueda de autopromoción
personal o el deseo de aventura y conocer mundo. Estos individuos se ofrecerían
como clientes a patronos prominentes a cambio de ganado para pagar el precio de
una esposa, y estarían estrechamente vinculados a los patronos, ya que no
gozarían de los mismos lazos de parentesco que sus vecinos dentro de la
comunidad, siendo presumible que se incorporasen también al núcleo guerrero
alrededor del patrón.
Una
cuarta alternativa posible sería que algunos niños, capturados jóvenes
en alguna razia, una vez alcanzada la edad adulta, se encontrasen en una
situación de esclavitud doméstica
que se difuminaría dentro del estatus de cliente. Otros dos tipos de clientes, artesanos y marinos, gozarían de un estatus especial. Los patrones, a cambio de
un importante porcentaje de su producción o parte de los objetos que hubiesen
obtenido por intercambio en otros contextos, que reservarían tanto para su uso
propio como para repartir como premio entre sus clientes, les garantizarían
durante todo el año su subsistencia con cesión de ganado, de algunos alimentos,
etc. Dado el carácter estacional de determinadas navegaciones, cubrirían los
riesgos del coste de algunos viajes, y consecuentemente favorecerían la
distribución de parte de la producción metalúrgica.
Entre
las élites de patronos, los dos principios fundamentales eran la creación de lazos de hermandad entre
estos líderes regionales o locales, y las relaciones
de hospitalidad. En estas relaciones era fundamental el intercambio
paritario de regalos, la entrega de un detalle o presente al que en un futuro
debería corresponderse dentro de una reciprocidad paritaria o, si se presuponía
una posición social más elevada por su mayor riqueza, con un regalo más
espléndido. Para ello no servía el ganado, fuente principal de riqueza, a la
que cualquier persona libre podía acceder, sino regalos especiales, vinculados
con la exhibición pública de una posición social entre la élite, como armas, ropas, adornos o elementos de
banquete (calderos), donde se acababa materializando esa riqueza ganadera.
Cada objeto especial tenía su propia historia y cuando la pieza fuese puesta de
nuevo en circulación en un futuro se informaría de toda su historia previa, lo
que le daría más valor. Lamentablemente, no podemos llegar a conocer esa
historia oculta detrás de cada objeto preciado y que se refleja bien en obras
como La Ilíada o La Odisea.
Aunque
se dio prioridad a la relación de clientela, se potenció el matrimonio más o menos endogámico entre las élites de patrones
por la propia debilidad del sistema social, puesto que la base estructural del
mismo dependía de los recursos movilizados para tener mayor número de clientes,
posibilidad que se abriría a otros individuos al no fijar el parentesco límites
para el ascenso social, produciéndose fenómenos de emulación competitiva que
dificultaría la consolidación de las élites a largo plazo y un incremento de la
jerarquización social.
Este
hándicap implicaría un permanente proceso de puesta en circulación por el
patrón de los bienes hacia una base cada vez más amplia de clientes con
criterios de generosidad, y exigiría la celebración de matrimonios endogámicos,
bien dentro de la familia (enlaces entre primos) o particularmente con las
familias de otros grandes patrones, de tal forma que el capital acumulado no se
dispersase. Esta alianza exogámica, pero endogámica dentro de la élite de
patrones, permitiría agrupar la fuerza de sus respectivas clientelas frente al
exterior, y a través de la práctica de guerras e incursiones (razias), con el
botín obtenido, permitiría acrecentar este proceso de acumulación, al menos a
corto plazo.
Por
otra parte, el matrimonio endogámico entre élites implicaría también cambiar de
relación de clientela entre pares, a una relación de copatronazgo, de tal forma que el vínculo material y de honor
pasaría a transformarse en un vínculo consanguíneo que potenciaría intentos de
consolidación hereditaria de dichas élites.
Bibliografía
GRACIA
ALONSO, F. “De Iberia a Hispania”, Madrid, 2008, pp. 22-28.
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