Autor: Teodoro Fondón Ramos
martes, 26 de enero de 2016
Sección: Protohistoria
Información publicada por: Tfondonr
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Características generales de las sociedades del Bronce Final: Poblamiento

Las diferencias, en lo que los investigadores hemos llamado como bronce final, entre las sociedades que en este período se enmarcan en el próximo oriente y la península ibérica ni son tan notables como a primera vista podría parecer. Obviamente, no existen los grandes Estados imperiales, pero las sociedades presentan muchos elementos comunes.

Las
diferencias, en lo que los investigadores hemos llamado como bronce final,
entre las sociedades que en este período se enmarcan en el próximo oriente y la
península ibérica ni son tan notables como a primera vista podría parecer.
Obviamente, no existen los grandes Estados imperiales, pero las sociedades
presentan muchos elementos comunes. Se trata de un período con una baja
demografía, donde no encontramos grandes concentraciones de población y no son
frecuentes los poblados en comparación con otros períodos cronológicos. Existen
zonas de baja frecuencia poblacional, a menudo con carácter estacional,
mientras que los poblados más estables y grandes se sitúan en cerros de cierta
altura, con protección natural y control de importantes rutas pecuarias y comerciales,
lo que evita en parte la construcción de complejos sistemas de murallas para su
defensa.



 



El
empeoramiento de las condiciones climáticas que supuso el inicio del bronce
final, con un descenso de las precipitaciones, potenció una economía ganadera
como alternativa a unos rendimientos agrícolas decrecientes. Esta estrategia
ganadera exigió una movilidad estacional, donde se tenía que elegir entre
mantener un número reducido de cabezas de ganado (los que un territorio
determinado podría sostener) o un volumen superior de ganado mediante una
estrategia trashumante. Las dos opciones condicionarían que las mujeres, los
niños pequeños y las personas de mayor edad permanecieran en un asentamiento
permanente, como ha sucedido en sociedades contemporáneas, dentro de estados
estables que aportan seguridad interior, o que acompañasen a los hombres y al
ganado cuando los pastos fueran insuficientes. Ésta fue la opción elegida, lo
que les evitaba ser víctimas de saqueos y rapiñas cuando faltasen la mayoría de
los hombres.



 



El
abandono de un hábitat permanente en muchas regiones de la península ibérica, y
su sustitución por estructuras de madera más deleznables, ha generado la
impresión de una etapa de crisis que no se ajusta estrictamente a la realidad.
Existía un cierto número de poblados importantes que centralizaban el poder
político, en particular en la mitad meridional de la península ibérica, entre
Lisboa, La Mancha y el sur del País Valenciano. El mejor ejemplo es la riqueza
que revela el Tesoro de Villena, que
solo cabe asociar al poblado de Cabezo
Redondo (Alicante)
.

Si
tenemos en cuenta que se trata de la segunda mayor acumulación de riqueza en
Europa después de las tumbas en fosa de Micenas (Grecia), necesariamente debe
inferirse la presencia de centros políticos de cierto tamaño de ámbito
regional, no solo comarcal. Sin embargo, no era necesaria la presencia de un
aparato administrativo para controlar dicho territorio, sino que cada líder
local, vinculado por lazos de fidelidad y vasallaje con el líder del poblado
principal, se encargaba de mantener el control de sus respectivos poblados y
canalizar una parte de los excedentes, principalmente ganaderos, hacia el
poblado principal.

El
ganado constituye una riqueza individual, pues es una opción personal mantener
un número mayor o menor de ganado en función del trabajo que se deba realizar
para alimentarlo. Obviamente, un elevado porcentaje de ganado no sólo implica
una relativa mayor abundancia de carne y mejora de la dieta, sino también que
se generaba un importante volumen de cueros y tejidos de lana que tuvieron que
tener algún tipo de salida comercial, por ejemplo exportando escudos,
perfectamente constatados en múltiples estelas.

Sin
fuentes escritas, al tratarse de productos orgánicos, no podemos evaluar la
importancia de esos productos, pero una vía para aproximarnos a su importancia
es la aparición de decoraciones que parecen imitar productos textiles en las
cerámicas, bien en las decoraciones incisas o impresas de tipo Cogotas, o en
las decoraciones bruñidas de la mitad meridional. No deja de resultar llamativo
que el incremento de las decoraciones en las cerámicas en el Calcolítico Final
campaniforme o del Bronce final, en contraposición con las cerámicas
predominantemente lisas del Calcolítico Inicial y Medio o del Bronce Inicial y
Medio, coincida un incremento de la movilidad de la población y una estrategia
económica principalmente de base ganadera.



 



Textiles
y cueros aumentan su valor en función del número de horas de trabajo que se
inviertan en ellos para lograr lanas de mejor calidad mediante un tejido más
cuidadoso, y cueros más suaves. Por otra parte, cuando son sometidos a tintes
aumentan su precio. En el caso de los cueros también existe la posibilidad de
que fueran contenedores para el transporte por tierra o mar de bebidas
alcohólicas, que representaban más posibilidades de llegar a su destino que los
recipientes cerámicos. No obstante, en Menorca y Mallorca se utilizaron
abundantemente grandes vasijas cilíndricas, y la carne que contenían debía
satisfacer una demanda externa aún por identificar.



 



Esta
movilidad de la población y del ganado facilitó la penetración hacia el
interior de la Península Ibérica de productos de lujo, algunos importados, que
demandaba la élite. Frente a las pequeñas dimensiones y a la relativa pobreza
en el registro estructural en los poblados, llama mucho la atención la
abundancia de importaciones o elementos metálicos de élite que vemos en el
registro material en los yacimientos del bronce final de Las Beiras, o
representados en las estelas decoradas, que reflejan que este tipo de productos
eran mucho más frecuentes de lo que tradicionalmente se piensa. No obstante, la
clave que explica la amplia distribución de estos productos de lujo reside en
que eran precisos para la correcta reproducción de las relaciones de patronazgo, hermandad y hospitalidad.
Las relaciones personales de honor y lealtad entre patrón y cliente se
superponían sobre las obligaciones previas de parentesco. 



 



Bibliografía  



 GRACIA
ALONSO, F. “De Iberia a Hispania”, Madrid, 2008, pp. 22-28.
 




Más informacióen en: http://www.historiayarqueologia.com/profiles/blogs/caracter-sticas-generales-de-las-sociedades-del-bronce-final


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