Autor: Javier Torres
sábado, 31 de mayo de 2008
Sección: Antropología
Información publicada por: Javier Torres
Mostrado 20.851 veces.
O Aire do difunto
En este artículo resumo parte de un trabajo que realicé en el año 1983 en Moraña (Pontevedra) para la asignatura de Antropología de primero de carrera de Psicología.
Para ello, hablé con mi primo Ramón Torres, médico en Caldas de Reis, el cual me puso en contacto con la farmacéutica de Moraña, gracias a la cual pude oír y grabar las narraciones de varios paisanos que me narraron diversas experiencias personales que recogeré en este y en sucesivos trabajos.
La comarca de Moraña es rica en creencias y tradiciones
esotéricas propias del ancestral legado cultural gallego. En esta ocasión me
ocuparé de reflejar y transcribir los hechos que me fueron relatadas acerca del
Aire de Difunto.
En la Moraña de aquellos tiempos aún sobrevivía la creencia
ancestral de que el trayecto de la vida
a la muerte era un intervalo especialmente
dramático que podía afectar a las personas del ámbito más cercano al
difunto. Pensaban que en el momento en que el alma abandona al cuerpo, ésta
puede quedar vagando en el plano terrenal durante cierto tiempo, sobre todo si
el finado era persona que tenía cuentas pendientes de pagar en este mundo, lo
que impedía que su alma viajara a su destino final.
En estos casos, el alma del difunto quedaba presa entre dos planos, el terrenal y el
trascendente, lo que suponía especial peligro para aquellas personas que por
diversas circunstancias se hallaban en una situación que las hacía
especialmente susceptibles de convertirse en receptoras de influencias negativas.
Tal es el caso de preñadas y, sobre de todo, de niños pequeños.
Una vez dada cristiana sepultura a los restos del
fallecido, empezaban a suceder una serie
de acontecimientos que revelaban a sus familiares que el alma de su pariente no
había culminado su viaje hacia el otro mundo, si no que seguía vinculada al
mundo terrenal, para desgracia de sus parientes. Todo comenzaba con la sucesión de una serie de hechos
anormales que acontecían en la propia vivienda familiar. De noche se podía oír
el ruido que producían mesas y sillas de la habitación del difunto al ser
arrastradas por el suelo y ante estos fenómenos pronto cundía el desasosiego
entre los habitantes de la casa.
A los pocos días, el niño pequeño de la casa comenzaba a
mostrar signos de enfermedad. Día a día se le veía languidecer. No comía, sus
lloros eran continuos y poco a poco iba se iba consumiendo en un deterioro
progresivo que ni los médicos ni los sacerdotes sabían paliar. La muerte acechaba inexorablemente
al joven y la familia desesperada veía como su vida se iba disipando.
Para liberar al chiquillo del padecimiento que le suponía el
haberse convertido en receptor del aire
del difunto que se había apoderado de su joven y desvalido cuerpo, existía
un ancestral rito pagano que consistía en lo siguiente: Dos personas solteras
de la vecindad, un hombre y una mujer, debían ir de noche al cementerio provistas
de varias hierbas mágicas, y portando entre sus brazos al rapaz, se situaban ante
el viejo olivo que se hallaba a la entrada del camposanto. Cogían el pie de la
criatura y con una tiza marcaban su contorno en la rugosa corteza del árbol. Después
la raspaban obteniendo la forma de su piececillo y se dirigían a la entrada del
cementerio. Si entraban por la puerta debían salir por la ventana y si entraban
por la ventana debían salir por la puerta.
Una vez en el interior del cementerio, con el niño en
brazos, se dirigían a la tumba del fallecido cuya alma había poseído el frágil
cuerpo del joven. Sobre la lápida quemaban las hierbas, la ropa del niño y la
corteza del olivo en forma del pie (pude comprobar como ese olivo tenía
grabadas las marcas con las formas de varios pies infantiles).
Después recitaban la siguiente oración:
Señor/a……(nombre del difunto),
Sáqueme o aire de
morto de este meniño y déme o de vivo.
Co do morto no me
conforto,
Co do vivo dáme
suspiro.
Milagrosamente, al día siguiente el niño volvía a coger teta
y se alimentaba y poco a poco su frágil salud se iba restableciendo.
Así era la ceremonia para paliar el Aire de difunto en Moraña, Pontevedra.
Escribe aquí el segundo bloque de texto de tu artículo
No hay imágenes relacionadas.
Comentarios
Pulsa este icono si opinas que la información está fuera de lugar, no tiene rigor o es de nulo interés.
Tu único clic no la borarrá, pero contribuirá a que la sabiduría del grupo pueda funcionar correctamente.
Si te registras como usuario, podrás añadir comentarios a este artículo.
Vaya cura psicologica! Se adhiere bastante bien a la magia simpática.
Melampo,
otro mortal al que se le atribuye la magistura de la medicina,
también realizaba rituales similares, Curó a Iflico de una impotencia,
causada cuando su padre se acercó a a él con un cuchillo despues de
castrar a un carnero. Se asustó tanto que quedó impotente. Su padre
clavó el cuchillo en un árbol y se quedó allí, hasta que se enteraron
del remedio. El remedió consistió en extraer el cuchillo del árbol y
usar un placebo.
El caso es que al leer este artículo me vino a la
memoria Melampo, por Melampodes (pies negros). Por lo del niño que deja
su huella podal en el olivo.El aire del difunto...está bien que
relacionen al espíritu con el aire, la misma palabra contiene aire, al
igual que inspirar y espirar.
El entrar por una puerta y salir por
una ventana, será para que el espíritu se despiste. Habrá que ver si la
ropa del niño que queman es la que llevaría puesta y saldría del
cementerio con otra ropa.
Y si el espíritu se conforma con el sustituto elegido, la corteza en forma de pie.
Claro, eso funciona si se cree en ello.
En fin, puro paganismo, y dos mil años después, superstición.
magistura no, magistratura.
En contestación a atzavara. Si, se quemaban las viejas ropas del niño y se le vestía con prendas nuevas de lino blanco
Desconozco totalmente los rituales de Galicia. Pero veo que en todos los lugares se siguen las mismas pautas, que no los mismos rituales. Bien podría pasar por las costumbres paganas de Roma y Grecia, por ejemplo, aunque las de Galicia sean tildadas de celtas.
Se ve que en la antiguedad había un consenso en materias espirituales, y que la más extraña religión era el judaismo y luego, claro, el cristianismo.
Vestir con ropa limpia e incluso disfrazar al interesado es como creer que el espíritu no lo reconocerá, y así le supone comportamientos similares a los de los vivos. Creencia que supone que el espíritu del muerto retiene el comportamiento de cuando estaba vivo. Retiene su conciencia, y si tuvo mala conciencia su aire será mala influencia. Y peligrará los que psiquicamente sean más débiles.
Ya advirtiera que el mal do aire no siempre lo causa un muerto o su espíritu. Por ejemplo, entre el causado por personas vivas está el que puede propiciar una mujer no virgen. Un ritual de sanación para el mismo consiste en lo siguiente:
Tres mujeres de nombre María llevan al niño a una casa ajena en cuya cocina, cerca de una artesa, forman un triángulo y recitan:
-Toma María / -¿Qué me dás aí? / -O Enganido / -O Enganido non cho quero que quero a (nome do doente)
...nueve veces, luego mudan al niño con ropa limpia y cada mujer da con la cabeza del niño en la artesa tres veces, también tres veces se pasa al meniño por debajo de este mueble. A continuación queman la ropa antigua, dan un trozo de pan a un perro y se comen ellas el resto a la par que beben el vino. Deberán abandonar la casa por distinta puerta a la utilizada para entrar.
Este ritual, según V. VAQUEIRO (Guía da galiza máxica), sana el enganido concreto del aire de Vivos como apuntaba; el número de veces que se repiten las pautas, 3 y 9, es el típico de las creencias célticas, personalmente las tres Marías me recuerdan a las tres Matres Galaicas (diosa madre céltica=galaica desdoblada) y el perro al de Lugh, por no hablar del triángulo... Saúdos.
Habrá que perdonarme, no conozco los rituales, ni me fijo mucho en ellos. Lo que me importa es la creencia del individuo. Creer no implica necesariamente pensar, a veces veo que simplemente es estar convencido.
Es cierto que la primera forma religiosa del mundo fue el culto a los antepasados.
Ellos, desde su sitio vigilan a los que se quedan en el mundo de los vivos. Dejan escritos, para que los consultemos. Iglesias, para que las frecuentemos. Errores, para que los sigamos cometiendo. Es fortísima la relación entre nuestros antepasados y nosotros. Nos dejaron algo en los genes. Tal vez, espíritus para que nos inspiren. Sueños, para entretenerse ellos mismos.
Creo, realmente, es decir, estoy convencido, de que el antepasado que hay en mi se rie de todos los rituales, de las procesiones, de las imágenes de santos, de Adán y de Eva, de la tierra prometida, del demonio y del infierno.
A ese antepasado le rindo culto, con un lindo ritual, a poder ser, reirme y no temer que cualquier espíritu corrompido pueda caber en mis pensamientos.
dasagis23 de jun. 2008Información eliminada por el Administrador Silberius
Hay 10 comentarios.
1