Autor: INEZTARRI
domingo, 30 de marzo de 2008
Sección: Artículos básicos para iniciarse
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Orígenes de la Agricultura en el Pirineo occidental

Introducción de la agricultura: las primeras técnicas; los primeros utensilios; primeras especies cultivadas.

Durante el Mesolítico


parecen existir diversas estrategias de uso intensivo de plantas comestibles; sería una gestión de la vegetación, anterior a la agricultura, basada en el fomento de la expansión de determinadas especies eliminando la competencia de otras.



A partir del Neolítico, la aparición de la agricultura será un hecho de gran transcendencia que traerá consigo, de manera gradual, un buen número de transformaciones sociales y económicas hasta llegar a una economía de tipo productivo. La obtención regular de productos agrícolas, principalmente cereales, facilitará cantidades importantes de alimento a los grupos humanos.


La introducción de la agricultura trae aparejada la aparición de nuevas tecnologías y nuevos utensilios y aperos; un cambio en la organización de las actividades (ciclos anuales); así como un mayor interés en la medición del tiempo y en la observación y búsqueda de explicación de fenómenos meteorológicos (causalidad); también diversos cambios en relación con el territorio: delimitación, control y defensa, propiedad colectiva del mismo... reforzándose, en todo caso, la idea de grupo.


Ésta introducción de la agricultura en la zona pirenaico occidental, así como las nuevas especies de plantas comestibles, de origen remoto, se producen por irradiación, posiblemente por aprendizaje y/o imitación, desde centros innovadores cercanos, a través del valle del Ebro y la llanura aquitana.


A pesar de que disponemos de pocos elementos para conocer la agricultura primitiva, sus restos más antiguos (granos de trigo, molinos de mano) pueden situarse hace 6000-5800 años (Herriko Barra, Zarautz). El proceso de preparación de los campos de cultivo, tras la tala previa de arbolado para la utilización de madera/leña, sería probablemente el de rozas por fuego. Posteriormente, se utilizaría algún tipo de palo cavador para la realización de la siembra o plantación.


A partir del Calcolítico aparecen de forma más generalizada en los yacimientos tanto molinos de mano, como dientes de hoz. Paralelamente va aumentando la extensión de las áreas de cultivo, roturándose en casos de necesidad espacios con pendiente considerable. Posteriormente, ya en la Edad del Hierro, aparecerán los primeros aperos en este metal, como la azada (Etxauri) y las rejas de arado (La Hoya, Biasteri; Basagain, Anoeta).


Para evitar el agotamiento del terreno, se utilizarían técnicas de barbecho (dejando alternativamente parte del terrazgo sin cultivar) y de rotación anual de cultivos (utilizando el cultivo de leguminosas para reponer al suelo el nitrógeno sustraído por los cereales).


Los cultivos podrían ser de cereales de otoño-invierno o ciclo largo y de primavera o ciclo corto; o de legumbres, también de ciclo largo, aprovechando el suelo de manera relativamente intensiva.


No sabemos si se cultivaba una sola especie en cada parcela o se realizaban cultivos en promiscuidad (diferentes especies en la misma parcela), como se ha hecho en las rotaciones de la zona atlántica del país hasta fechas relativamente recientes.


La recolección se realiza mediante la hoz. Durante el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, éste instrumento sería realizado por incrustación en un mango de madera de diversos dientes o piezas de sílex de sección más o menos triangular o trapezoide; ya en la Edad del Hierro, aparecen en nuestros yacimientos las primeras hoces realizadas en hierro.


En el caso de los cereales, tras un proceso de separación del grano y la paja que pudiera ser por golpeado de las gavillas sobre alguna losa de piedra o, posteriormente, mediante trilla, los granos pasan a almacenarse en recipientes cerámicos de gran tamaño o, con menor frecuencia, en silos o agujeros excavados en el suelo, hasta ser utilizados para el consumo.


Los tallos serían utilizados con diversos fines: alimentación del ganado; elemento constructivo (para fabricación de adobe o en las techumbres de las viviendas); uso como lecho para las personas o como cama para el ganado (estiércol).


El grano sería destinado principalmente para el consumo humano. Los cereales pueden ser todos ellos panificables, y algunos se podrían también utilizar para la obtención de bebidas alcohólicas.


La molienda se realiza mediante molinos de mano construidos en piedra aunque, con anterioridad una función similar bien pudiera haber sido realizada por medio de instrumentos de madera como los utilizados actualmente por algunos grupos humanos del continente africano, de los cuales no nos ha llegado ningún resto.


Hay dos tipos de molinos: los molinos barquiformes, más antiguos, y los molinos circulares que aparecen en la segunda Edad del Hierro y conviven cronológicamente con los anteriores. En ocasiones, los molinos aparecen en el interior de las propias viviendas, en las proximidades del hogar y de los hornos (Alto de la Cruz, Cortes).


Según estudios carpológicos, las principales especies presentes en nuestros yacimientos son las siguientes: diversos tipos de trigos (tanto desnudos, como vestidos) están presentes en nuestros yacimientos hace 4400 años, cebadas y leguminosas llegaron con anterioridad al mijo y al panizo, algo posteriores, aunque ya presentes en el Calcolítico y la Edad del Bronce.


Principales especies: trigo común (Triticum aestivum o durum), escanda (Triticum dicoccum), espelta (Triticum spelta), avena (Avena), avena loca (Avena fatua), cebada vestida (Hordeum vulgare), cebada desnuda (Hordeum vulgare var. nudum), mijo (Panicum miliaceum), panizo (Setaria italica), haba (Vicia faba), haba menor (Vicia faba var. minor), guisante (Pisum sativum), junto a otras leguminosas y gramíneas de menor importancia desde el punto de vista de la alimentación (Intxur, Albiztur).


El mijo ofrece ciertos tipos de ventajas para su cultivo en zonas de características climatológicas más extremas: tiene un ciclo de vida corto, son muy resistentes a la sequía y son adaptables a suelos pobres.


Junto a especies cultivadas, no hay que restar importancia alimenticia a ciertas especies que continúan siendo recolectadas, principalmente algunas frutas silvestres como la zarza (Rubus fruticosus), frutos como la avellana (Corylus avellana) o la bellota (fruto de diversos tipos de quercus), que tras un proceso de molido puede llegar a ser panificable.


También está presente en algunos yacimientos la semilla del lino (Linum sp.) que sería cultivada para utilizarla en la fabricación de tejidos y otro tipo de plantas, quizás utilizadas por sus propiedades curativas.



 


Bibliografía:


BARANDIARÁN, J.M. de (1983) “Los primeros cereales cultivados y los descubrimientos técnicos según los relatos populares del País Vasco”. Obras Completas. t. XXI, 66-68. Ed. La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao.


PEÑALVER, X. (2005) “Orígenes”. Ed. Txalaparta. Tafalla.


REYNOLDS, P.J. (1990) “La agricultura en la Edad del Hierro”. Ed. Akal. Madrid.


ZAPATA, L. (2002) “Origen de la agricultura en el País Vasco y transformaciones en el paisaje: análisis de restos vegetales arqueológicos”. Kobie. Anejo 4. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao.

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