Autor: Ñervatu
domingo, 03 de febrero de 2008
Sección: TardoAntigüedad
Información publicada por: Ñervatu
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La verdadera dimensión de la Invasión Musulmana.

Recientemente se ha puesto en solfa la Invasión musulmana del siglo VIII, incluso Olague y otros autores la han negado; pero en este foro vamos a intentar demostrar la falsedad de dichas tesis.

Una Invasión Masiva

La expansión Islámica por el Magreb, Occidente y otras partes del mundo se debió en primer lugar a la fuerza del Islam y al misticismo que impregnaba en sus seguidores; pero también a  un vacío de poder tras la caida del Imperio Romano Occidental y el debilitamiento del Imperio Romano Oriental y del Imperio Persa.

Asi pues la invasión de la Península Ibérica no es un hecho aislado sino que es un eslabón de la expansión musulmana; la singularidad de dicha invasión es que fue anticipada y propiciada por discordias internas en el reino Visigodo.

Efectivamente aún no se había deglutido la conquista del Magreb Occidental ni islamizado a sus habitantes cuando debido a las disputas por el trono Toledano, un bando aristocático visigodo, los Witizanos solicitaron la ayuda al califa de Damasco para recuperar el trono que ostentaba un general de prestigio Don Rodrigo o Rodrich , Rodericus en latín;  dicho general habría sido elegido como solución transitoria por los magnates godos descontentos con el predominio del linaje Witizano.  
Una vez autorizados por el Califa de Damasco para iniciar la invasión los caudillos Táriq y Muza contaron con apoyos intramuros del reino, los  partidarios de los hijos de Witiza como el conde Don Julian.
Táriq desembarcó con 7.000 hombres y Muza le envió un refuerzo de 5.000 contabilizando el ejército musulmano-beréber un total de 12.000 hombres en el momento decisivo de la batalla del Guadalete.
En el 712 Muza desembarcó con unos 18.000 hombres en esta ocasión árabes con un gran contingente de yemenitas asi que los efectivos musulmanes en el 712 serían en torno a los 30.000 hombres habiendo sufrido muy pocas bajas en los enfrentamientos con los partidarios del rey Don Rodrigo que solo habían resistido en Mérida e inicialmente en la batalla del Guadalete hasta que las alas Witizanas del ejército desertaron.

Comparando se obtiene la verdad

Hasta la fecha ningún historiador ha puesto en duda dichas cifras aunque curiosamente había unanimidad en decir que eran unos efectivos muy escasos y todos se preguntaban como efectivos tan nimios habrían podido conquistar la Península en tan poco tiempo.
Se exponían las teorías del hartazgo de la población nativa hispanorromana respecto a los visigodos, una supuesta peste que habría mermado la población, las divisiones internas previas y durante la invasión con enfrentamientos entre poderes territoriales, la práctica del terror llevada a cabo por los musulmanes para noquear y paralizar por miedo posibles movimientos resistentes etc.
Desde este foro modestamente y desde la modestia de este simple aficionado vamos a intentar enmendar la plana a tan ilustres y singulares expertos.
Y para evitar polémicas estériles voy a centrarme en aspectos concretos y verifica-
bles:
1º Los historiadores críticos con la Importancia y realidad de la Invasión Musulmana
jamás rechazaron las cifras dadas por los cronistas musulmanes en cuanto a los efec-
tivos de dicha invasión.
2º Dichos efectivos unánimemente fueron calificados de escasos y por lo tanto dado su  bajo número para una empresa de tanto relieve como la conquista del Reino Visigodo -toda la Península Ibérica mas Baleares, mas la parte francesa del Reino, mas las plazas del Norte de Africa-se negaba la conquista en si. (Teoría de Olague y otros Unitarios-Trinitarios).
3º Hasta la fecha nadie ha puesto en duda que una superpotencia de la época como era el Imperio Romano  disponía en el frente occidental de 50.000 comitatenses es decir el ejército real, el móvil, el que se empleaba en las batallas decisivas tipo Adrianópolis o Naissus o para tapar brechas en el frente sostenido por los limitanei que eran una especie de tropas guardafronteras acantonadas en fuertes y posiciones estáticas; y en el frente oriental otros 50.000 comitatenses. Es decir que para todo el Imperio Romano en Europa frente a los germanos, sármatas, alanos y demás pueblos bárbaros, en Africa frente a los bereberes del interior y en Asia frente al Imperio Persa Sassanida y luego el Parto los romanos disponían de 100.000 efectivos de combate  divididos en dos grupos de 50.000 para oriente y occidente mas los limitanei tropas guardafronteras acantonadas en posiciones estáticas y de nulo valor combativo salvo como primer elemento disuasor y de retardo en las incursiones.
4º Si para todo Occidente Roma empleaba contra toda la panoplia de tribus que intermitentemente le presionaban en el Rhin-Danubio y Magreb de Africa 50.000 comitatenses; la cifra de 30.000 musulmanes  para conquistar Hispania y una pequeña porción del sudeste francés es enorme.
5º que el Reino Visigodo ni remotamente podría reunir lo que usaba Roma para toda la parte Occidental del Imperio 50.000 hombres.
6º Que la inmediata expansión musulmana hasta el corazón del territorio franco en el centro-norte de la actual Francia demuestra que el objetivo de fuerza tan importante no era ni devolver el trono a los incautos witizanos, ni conquistar la Península sino darle un golpe decisivo a Occidente en Hispania-Galia como situación previa a la acometida final contra El Papado en Italia.
7º Que la Invasión de Europa tuvo un éxito sin precedentes y solo la discordia originada en el sistema tribal de los musulmanes impidió la aniquilación de Europa; ni siquiera los hunos de Atila habían logrado llegar al Atlántico.
8º Ese balón de Oxígeno permitió a los francos en la Galia y a la resistencia Astur-Cántabra en Hispania reorganizarse y recuperarse de la sorpresa para fortificarse, rearmarse y aprovechando las discordias entre los junds árabes y los bereberes llevar la frontera hasta el Duero.
9º Pero para ello, en la batalla  de Covadonga, 300, como los espartanos, al mando de Belay el Rumí, "el asno salvaje"  lograron hacer virar en un momento concreto y decisivo un  acontecimiento histórico que parecía inevitable: la conversión de la Península Ibérica en una Anatolia Turca. 
10º Y que mejor resumen que las palabras de Don Oppas obispo y caudillo de los Witizanos dirigidas al caudillo astur Don Pelayo: "¿como tú  con esta pequeña tropa, en esta cueva, pretendes resistir al Islam que desde las arenas del desierto arábigo ha venido engullendo a todos los estados y naciones?
a lo que éste respondió porque la Iglesia de Dios es como la luna que aún estando en cuarto menguante, al poco tiempo recupera su esplendor; y diose la batalla y con el estandarte de la cruz de la Victoria, los astures, por la gracia de Dios aniquilaron a los caldeos muriendo su comandante Al Qaman y el pérfido obispo traidor iniciándose así la restauración de España.  


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Comentarios

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  1. #1 bergan 07 de feb. 2008

    Me prometí no intervenir más, pero ésto tiene su vicio. Ante todo salud.


    "Tampoco el nacimiento de los reinos del Norte de la Península se pueden explicar por una revuelta asturiana"


    "A mi lo que me tiene en vilo es conocer qué fue la expansión catalano aragonesa hacia el Sur. ¿Cómo se ve desde Barcelona?¿Cuál es el punto de vista "distinto"? "


    "Hace tiempo leí una carta enviada en el siglo XII desde Roma al arzobispo de Toledo; en ella el Papa se refería a los territorios que los cristianos habían arrebatado a los musulmanes---"


    Hay dos elementos nuevos que nos llevan a Europa. Amaco, la influencia franca es fundamental para el desarrollo de los reinos cristianos del Norte. No sólo para la Marca


    hispánica, Aragón y Navarra, también para el conjunto del reino de León  (hay algún príncipe que acude allí en busca de coronas y más de un autor relaciona el arte asturiano con el carolingio). Para cualquiera debería ser evidente que los carolingios son el polo opuesto del poder musulman del sur (me resisto a usar el adjetivo "árabe"). El nacimiento y desarrollo de los reinos cristianos ha de ser interpretado a partir de estos dos poderes, más que por un afán de "reconquista", una restauración del reino de los godos. El neogoticismo es operativo en algunos periodos, pero en otros no aparece: ningún príncipe asturiano-leonés (espero Amaco que no me mientes la constitución por decir ësto) se intitula rey de los godos y los documentos en que lo hacen de "hispania", se consideran interpolados o falsos, hasta por el mismo Sánchez Albornoz. Hispania era en esa época Al-Andalus, para todos los cronistas de la época y lo contínuó siendo en adelante mucho tiempo. Tampoco a ningun príncipe se le ocurrió convocar un concilio, y a algunos les dio por partir el reino entre sus hijos , costumbre sin precedentes godos. Evidentemente los invasores eran una minoría y la mayoría de los andalusíes eran tan aborígenes como sus vecinos del Norte. La persecución de los cristianos en el sur no eran una tónica común y se dió episódicamente por causas más atribuibles a los propios cristianos que a los musulmanes, los mártires lo eran por voluntad propia: iban a blasfemar contra Mahoma a las mezquitas. No era la religión un problema real hasta que llegaron los almorávides, hasta entonces se consevaron las sedes episcopales del sur, hubo  alianzas matrimoniales entre ambos bandos, etc. El segundo elemento lo introduce Brigantinus y es el papado. Os propongo una lectura: Peter Feige: "La primacía de Toledo y la libertad de las demás metrópolis de España, El ejemplo de Braga" en V.V.A.A "La introducción del Cister en España y Portugal". Va de como el papado marea la perdiz para sacarle los cuartos a Toledo, Braga, Compostela y Tarragona. No mencionaré la "Donación de Constantino", ni las falsificaciones compostelanas ni las del cachondo de Pelayo (el obispo, no el otro) porque las supongo conocidas por los asíduos del foro. Dejo pendiente el tema de la repoblación para otro día.


    Otras alusiones:


    El punto de vista de un catalán no tiene porque ser mejor, pero si distinto ( no tanto como el de un chino, lo admito). La expansión catalano-aragonesa (no me molesta el término "aconstitucional") fue conquista, nunca reconquista y los historiadores de aquí así lo tratan en su mayoría. También aquí hay mitos, obviamente el del conde Güifre es el más conocido. Hay uno más desconocido pero muy llamativo, el de Rotger Cataló, inventado según he leído para explicar la existencia de los "Malos Usos". No los toma en serio ningún historiador, lógicamente, Por qué se toma en serio Covadonga? en el mejor de los casos, no es más que una genealogía mítica de Alfonso III. España no amaneció musulmana tras Guadalete, los emires cordobeses tenían problemas para controlar Mérida y Toledo. Tras Guadalete, toda la península se llenó de Teodomiros, es lo mas razonable, Pelayo podría ser uno de ellos.


    Sigo sin comprender por qué son fundamentales las crónicas asturianas para la historia del reino visigodo, que alguien me lo explique.


     


     


     


     


     

  2. #2 Beturio 10 de feb. 2008

    La conquista de Hispania.


    1 Antecedentes: declive del reino hispanovisigodo. Leovigildo y Recaredo comprendieron la necesidad de unificar las dos etnias de hispanorromanos y godos. Tras el intento de hacerlo desde arriba del primero, el segundo lo hizo en el III Concilio de Toledo con la conversión de los godos arrianos al cristianismo. La aristocracia nativa, como ha sido frecuente desde siempre, también se unió a la élite del poder (la mujer hispana de Teudis fue la que le proporcionó los recursos necesarios para armar sus tropas). El poder, como dije antes, se basaba simple y llanamente en la posesión de la tierra, de los medios y modos de producción; el interés de los aristócratas se limitaba exclusivamente a sus propiedades. Esta feudalización galopante había minado la posibilidad de que el rey tuviese capacidad para imponer su autoridad. A esto se unía un gran problema estructural del reino, el método sucesorio. La tradición germana imponía el método electivo, aunque se intentó en distintos Concilios imponer el sucesorio.


    Con estas dos cuestiones de fondo se produce la muerte de Witiza en el 710. La legitimidad sucesoria correspondía a su hijo Agila, pero el sector “nacionalista godo” impuso por elección a Roderico, con la fuerte oposición de los “legitimistas” de Agila, viviendo desde entonces el reino en una situación de práctica guerra civil.


    2 La invasión de Tariq y Muza. Crónicas y leyendas hablan de una doncella (Florinda) mancillada por Roderico, hija del conde Julián, gobernador de Ceuta que, en venganza, se habría aliado con los opositores al rey encabezados por Agila y habría facilitado el paso de los musulmanes a la península (magistral aquel romance que narra la muerte de Roderido o Rodrigo y siente que va siendo pasto de los gusanos: “ya me comen, ya me comen, por do más pecado había…”). Desconocemos si alguna princesa bizantina o sasánida tuvo esa adversidad también, pero lo cierto es que el Islam tuvo una enorme expansión territorial a sus expensas en muy poco tiempo. Como escribía el gran maestro José Luis Martín (STTL), el Islam tenía una oferta “difícil de rechazar” para las masas populares: si durante las batallas para difundir la religión vencían, obtenían un quinto del botín; y si fallecían, les esperaba una eternidad repleta de huríes, prebendas y canonjías. En aquellos tiempos no hay que buscar cuestiones que no hubo hasta después, como cruzada; en aquellos tiempos de discusiones teológicas, dogmáticas y trinitarias, el lema No hay más Dios que Dios no tenía el sentido de conflicto que alcanzó después. El autor, cristiano, de la Crónica de 754, considera a Mohoma otro profeta o líder, un seguidor del mismo sendero que Abrahám o Jesús, no el fundador de una nueva religión que iba a ser su más seria competencia. De esto se dieron cuenta Álvaro y demás compañeros de Córdoba un siglo después.


    En el año 698, Cartago capitulaba, y el Islam proseguían su avance hacia el este, hasta ver la Península al otro lado del estrecho. Ni en Siria, Egipto, Persia o Hispania hubo necesidad de doncella desflorada que vengar, una de las características del comienzo del Islam fue eso comentado, su enorme fuerza de expansión. Los acontecimientos que rodearon la conquista musulmana del 711 han sido narrados en innumerables ocasiones. En resumen, en su lucha contra Rodrigo, los hijos del difunto Vitiza habrían recurrido al gobernador árabe del norte de África, Musa b. Nusayr. Éste ordenó a su lugarteniente, Tariq b. Ziyad, desembarcar en la península, derrotando a Rodrigo en la batalla de Guadalete. Poco después llegaba a la península Musa, convencido de que la conquista del territorio era fácil. En poco tiempo dominó gran parte del país, hasta que fue llamado a capítulo en el 713 por el califa al-Walid por su excesiva independencia.



     


    3. Conquistas o pactos. Las fuentes que narran la conquista son escasas o incluso alejadas en el tiempo y el espacio. Destacan la Crónica de 754 (cristiana); el Kitab utuh Misr, “Libro de las conquistas de Egipto”, del egipcio Ibn Abd al-Hakam; y el Kitab al-Tarij, “Libro de la Historia”, del andalusí Abd al-Malik b. Habib. Estos dos últimos no eran historiadores, sino ulemas, personas versadas en el derecho islámico y seguidores de la escuela malikí. Para ellos el determinar cómo se había producido la conquista era fundamental, si por derecho de conquista o mediante pactos con la población. La diferencia entre ambos era enorme, pues si los musulmanes habían encontrado una oposición armada que había habido que combatir por la fuerza (‘anwatan), la tierra era consideraba botín de la comunidad de creyentes (umma), que podían ser entregada en concesión (iqta’at) a particulares, aunque el dominio pertenecía a la umma, o sea, al califa o poder político de turno, que podía reclamar la quinta parte (jums) de las tierras conquistadas para administrarlas directamente. En cambio, donde había habido un tratado de capitulación (sulh) las cosas eran distintas, porque no había botín indivisible, ni quinta parte (jums), ni ningún derecho de la umma (o sea, administrado por la dinastía gobernante): en virtud del pacto, las poblaciones conquistadas seguían disponiendo de sus propiedades sin ninguna limitación, pudiendo venderlas o legarlas a sus descendientes.


    Los dos ulemas malikíes, del círculo palatino de los Omeyas, eran firmes partidarios de que al-Andalus había sido conquistada por la fuerza de las armas: era, evidentemente, la visión que más convenía a los gobernantes, que podían reclamar el quinto de las propiedades.


    Una opinión radicalmente distinta era defendida por Ibn al-Qutiya en Tarij ifti-tah al-Andalus, “Historia de la conquista de al-Andalus”. Era descendiente de Witiza a través de una nieta del rey visigodo, Sara, casada con un miembro del ejército conquistador, que dio lugar a la poderosa familia sevillana de los Banu Hayyay, clan que protagonizó a finales del IX y comienzos del X una seria revuelta contra los Omeyas cordobeses. En opinión de Ibn al-Qutiya, el hecho central que marcó los sucesos del año 711 fue el pacto que hicieron los hijos de Vitiza con los conquistadores, representados primero por Tariq, luego por Muza y después por el mismo califa. Este acuerdo les habría permitido disfrutar de unas posesiones muy numerosas, tres mil en total, tanto a ellos como a sus descendientes. Ibn al-Qutiya insiste en las relaciones entre indígenas y conquistadores, y niega rotundamente que en al-Andalus se reservara el quinto (jums) bajo administración directa de la comunidad, o sea, de la dinastía gobernante. Obviamente, los Omeyas no querían ni oír hablar de esos pactos que le negaban el dominio eminente en al-Andalus. La importancia de la conquista por la fuerza que argumentaban los dos ulemas malikíes era puesta en contradicho en otros documentos más, en un contexto en que los derechos sobre la tierra de los descendientes eran objeto de discusión, porque estaba de trasfondo la relación con el poder central de los Omeyas cordobeses.

  3. #3 bergan 12 de feb. 2008

    Amaco, los autores que me citas son profesores de Historia Antigua y  -reconociendo que no los he leído-  supongo que hablan de la pervivencia de la habitación de los castros antiguos hasta después de la invasión musulmana. Creo que eso no contradice su romanización, pero sí que hace necesaria una aclaración sobre  la pervivencia de  comunidades campesinas, especialmente en las áreas de montaña frecuentes en la zona sobre la que se establece el reino leonés. Para mucha gente eso sería el indicio principal de la escasa romanización olvidando que dichas comunidades a parte de la lengua romance que ya tienen como propia, se organizan en torno a una iglesia. Es obvio que en esas zonas no encontrarás latifundios dedicados a la explotación del trigo, la viña y el olivo, por razones obvias.. Yo tampoco veo visiones renovadas en lo que tu me dices o en lo que dice Beturio, es lo de siempre.


    La "Salus Hispaniae" será una excusa ideológica cuando los monarcas tengan poder para imponer tributos a los reinos musulmanes, antes de ello no dudarán en acudir a Córdoba para pedir ayuda contra sus correligionarios para mantenerse. Que por "Hispania" se entiende "Al-Andalus" es cosa manifiesta en todas las fuentes altomedievales (incluyendo las catalanas) y tiene precedentes en la época Visigoda, a los concilios eran llamados los obispos hispanos, galaicos y francos. La extensión del término a toda la península es posterior a la toma de Toledo.


    De vuelta sobre Toledo, repito que los reyes cristianos dependían de Braga. El ascenso de la sede compostelana (de Iria, en principio) es una  directiva política de los príncipes de Oviedo y León para controlar las zonas occidentales de su reino. La víctima será finalmente Braga, no Toledo. El arzobispo compostelano (a partir de Gelmírez, claro) será en adelante la autoridad eclesiástica más importante del reino de León. Cuando Braga se restaure y Portugal se independice se originará una situación peculiar: el papa le reconocerá el carácter metropolitano y le deberán obediencia los obispos de la antigua Gallaecia. para entonces los compostelanos habrán conseguido eximirse de la obediencia a Braga y la transferencia de los derechos de la sede metropolitana Emeritense. A mí no me cabe duda de que el menoscabo de Braga es una de las claves de la segregación portuguesa. Tampoco que el ascenso de Iria no concuerda con la tradición neogoticista, responde más a un modelo carolingio o es simplemente una innovación útil.


    Llug, el tributo de las cien doncellas quizá tenga un transfondo histórico real si cambiamos las doncellas por siervas. Falsificación es la batalla de Clavijo. También puede tener un fondo real la extensión del territorio sujeto al pago del voto, que coincide aproximadamente con la de la antigua Gallaecia.

  4. #4 Beturio 12 de feb. 2008

    Tras el texto de Martín, respondo al mismo mensaje en sí de Bergan (#129). Creo que la diacronía (la base de la historia) es fundamental aquí, y que no se pueden trasladar hechos o procesos posteriores al momento de la conquista musulmana. Ni en la Crónica de 754 ni en la casi contemporánea Crónica arábigo-bizantina se nombra a ningún rey Pelayo o de otro nombre que defienda la cristiandad en nombre de la legitimidad visigoda. Primero, la legitimidad goda la ostentaron, según crónicas y monedas, en el NE peninsular Agila II y Ardo, hasta el 720 aproximadamente. Segundo, no hubo conflicto religioso hasta un siglo después de la conquista: si los musulmanes se implantaron con rapidez especialmente en las ciudades con sede episcopal, es porque contaron con el apoyo de los obispos, única autoridad entonces; fue después, cuando los cristianos estaban de capa caída en al-Andalus, cuando Álvaro y sus compañeros de Córdoba reaccionan contra los musulmanes. Tercero: con las rebeliones de muladíes y de mozárabes, no sólo marchan al norte los clérigos, sino familias enteras; y es a partir de ahí, de la segunda mitad del siglo IX, cuando esos mozárabes exiliados identifican a los reyes astures con los visigodos y surge la idea de Reconquista. Idea que calará profundamente en el ideario de los cristianos del norte, que acabaron convencidos de la existencia de Pelayo como defensor de la cristiandad hispana frente al invasor musulmán.


    En cuanto a este texto que copio literal: “hay que considerar mozárabes a la familia de los Banu-Gómez? Qué es un mozárabe, un cristiano de lengua árabe o un cristiano que vive bajo dominio árabe? No veo por qué tenían que ser todos fugitivos. Es mozárabe la arquitectura de los reinos cristianos que se tiene como tal o una evolución de la tradición preexistente en esos territorios?” En el contexto que hablamos (siglos VIII-IX), mozárabe es un indígena peninsular que tiene como religión la cristiana. Muladí sería un primo de ese mismo indígena, pero que le reza a Alá. En este momento, tanto importa la religión como el origo. Por ejemplo, Ibn Hafsun, muladí protagonista de una prolongada rebelión contra los omeyas en Bobastro: de familia noble visigoda, por medio de pactos mantuvieron ostentando el poder sobre sus propiedades, aunque se hubiesen convertido a la fe islámica. En los últimos tiempos de su vida, se convirtió al cristianismo, y con ese rito fue enterrado.



    Los árabes de al-Andalus eran muy racistas, de ahí su afición a la genealogía para remontar sus raíces al Yemen. Aunque muladíes y mozárabes se diferenciasen por la religión, más que esa distinción se equiparaban por su condición de indígenas: Ibn Hafsun es un claro ejemplo. ¿Muladí o mozárabe? Indígena, sin duda. Su conversión demuestra que más que religioso, el conflicto de árabes de pura cepa, bereberes, muladíes y mozárabes es por el poder. La rebelión de los mozárabes-mártires cordobeses (muchos de ellos de familias aristocráticas) está en función de la pérdida de poder y de influencia que va teniendo el cristianismo dentro de al-Andalus. El cordobés Eulogio, narrando el martirio de sus compañeros, se lamentaba que entonces sólo uno de cada mil cristianos supiese entender la lengua latina. Son esos emigrantes mozárabes (o indígenas si se quiere mejor), laicos y religiosos, que han perdido el poder del que tradicionalmente disfrutaron en los primeros tiempos de al-Andalus, los que se inventan Covadonga como germen de la reconquista cristiana.


    Y sobre la cita siguiente, dos comentarios: “La escasa romanización de los pueblos del Norte es otra simplificación recurrente. Ya la defendía Sánchez Albornoz para luego concluir en que, por lo menos en el caso de Galicia, acabar señalando el continuismo de la estructura social. Ya hacia siglos que, fuera de los vascos , todos eran latinos y cristianos.”


    Uno, los sirios del yund, cuando se instalan definitivamente en la Península, tienen como función principal garantizar la fiscalidad, de cobrar los tributos y de imponer la paz (que permita producir para cobrar, por supuesto). En los quince años que transcurren desde que vienen hasta que el exiliado omeya Abd al-Rahmán llega a la Península, los sirios no hacen ni una sola incursión por tierras del norte. Con visión funcionalista, si lo que les movía era la rentabilidad, puede entenderse que en vez de mayor o menor romanización de esa zona, lo que tenían esas tierras era una menor productividad para un soldado sirio que, cíclicamente, iba a “ordeñar” a los paisanos; y que les interesaba más consolidarse en los ricos valles del Guadalquivir o del Ebro, por ejemplo, antes que en esas tierras de las que poco podrían esquilmar. Cuando toma el poder Abd al-Rhamán comienzan otra vez las incursiones al norte.


    Segundo: ¡¡¡Por los clavos de Cristo!!!!!!!!! ¿todos latinos y cristianos fuera de los vascos? ¿Y las cruces de Veleia con San Juan y la Virgen? ¿Y Parmenio, ein? ¡Era criatianíiisimo y políglota! Escribía en su lengua vernácula, latín (aunque casposo), en egipcio, y hasta es posible que tuviese conocimientos de sánscrito y arameo antiguo (perdona, Bergan, sabes que es broma y que en absoluto esta tontería de arriba tiene nada que ver contigo, no quiero molestarte y te pido disculpas si ha pasado, pero es que no he podido resistirme).

  5. #5 Beturio 14 de feb. 2008

    Pues sigo con las cabilaciones o barruntos, pues Bergan hablaba con propiedad del término "feudalización" que copié del texto de Martín respecto a la última época visigoda.


    Creo que en justicia sólo cabe entender ese proceso feudal de abajo hacia arriba: o sea, sievos o colonos agrícolas establecen un pacto personal con el señor que tiene el poder, entregan sus tierras a cambio de protección y poder trabajarlas, aunque a cambio deban cambiar cíclicamente el azadón por la lanza en función de los intereses de su señor. Y entre estos intereses no estaba el mandar a sus vasallos a guerrear en las campañas ordenadas por el rey.


    No creo que en la cúspide de la sociedad hispano-visigoda hubiese esa "feudalización", sino al contrario, lo que hubo fue una taifalización [sic, bonito palabro] galopante: todo aristócrata únicamente estaba interesado en mantener su cuota de poder y acrecentarla. Los intereses del estado, el buen común... eran cuestiones que se las traían al fresco. A esto contribuía grandemente el sistema electivo de la monarquía: para su elección, los candidatos han de repartir tierras, prebendas y mercedes entre sus partidarios; éstos no las toman en usufructo, sino que las consideran como de su pleno dominio: así se disminuye poco a poco el patrimonio y el poder de la realeza, a la par que se van engrandeciendo los (proto-taifas) nobles godos. Algunos reyes fuertes quizá se percataron del problema de fondo que suponía la sucesion, e intentaron cambiar el sistema por sucesiòn directa, como Leovigildo o Chindasvinto, pero al final el sector "nacionalista" visigodo, el principal interesado en mantener y ampliar sus privilegios, consiguió continuar con el sistema electivo.


    Esta desintegración del estado, esta taifaliazación galopante propició la rápida conquista, a la par que es la cuestiòn de fondo de sucesos muy posteriores, como las rebeliones muladíes al poder central omeya:


    Cuentan las crónicas árabes que al desembarcar Tariq en la Península, los tres hijos de Witiza, que se consideran tenían los derechos de sucesion -por lo que Pelayo sería un usurpador-, entablaron conversación con el comandante de las fuerzas musulmanas, y a cambio de abstenerse en el combate, siguieron teniendo el dominio sobre las tres mil aldeas de su padre. Aunque no fuesen demasiados soldados (unos siete mil se estima), lo musulmanes estaban aislados de sus bases, y sin una colaboración directa de los nativos para sumantenimiento, díficilmente hubiesen podido emprender campañas de conquista, habrían sido más de saqueo, de aprovisionamiento. Unos nobles indígenas hispano-visigodos entablaron alianzas matrimoniales con la aristocracia conquistadora (Teodomiro); otros se convirtieron al Islam (el conde Casio, de los Banu-Qasi posteriores), pero todos, en conjunto estaban contentos y felices de seguir siendo los dueños absolutos de sus posesiones, sólo a cambio del pago de un tributo prefijado a los gobernadores primero y a los emires después. Tan a gusgo estaban con esta situación, que cuando los árabes de la primera oleada (baladíes) estaban en guerra con los beréberes primero y los árabes de la segunda oledada después (el yund sirio), en vez de esperar a que se destrozaran o rebelarse y obtener el poder, un hijo de Witiza, Artobás, intercedió para que los sirios se asentaran en diversos lugares de la península, facilitando que realizasen el control y el orden social necesario para que los súbditos pudiesen ser esquilmados cíclicamente. Tiempo después los descendientes de aquellos nobles visigodos ahora convertidos al Islam pero que seguían manteniendo el poder en sus territorios, se rebelaron fieramente cuando los omeyas intentaron imponer su poder central y acabar con sus priviligios. La importancia de estos nobles indígenes musulmanizados hasta que el primer califa los domina no fue pequeña, la citada familia de los Banu-Qasi, por ejemplo, tuvo una especial importancia en la gestación del reino de navarra.


    Quizá, como dice Bergan, las gestas de Alfonso I se magnificaron en las crónicas propagandísticas, lo cierto es que tuvo una coyuntura favorable que supo aprovechar: las guarniciones beréberes de las poblaciones norteñas fueron abandonadas durante la fitna, y el yund sirio no emprendió ni una sola campaña contra ellos antes de la llegada del exiliado omeya Abd al-Rahmán. Cuando éste alcanza el emirato y se independiza de sus enemigos abbasíes, reempende las campañas de sumisión al norte, pagándole tributo Mauregato y otros reyes, hasta que Alfonso II le da un giro a la medrosa actuacion de sus predecesores.


    Por cierto, que consultando fechas en el Atlas de Kinder he visto la cita de Pelayo, copio literal:"Pelayo (718-37) no es el restaurador del Estado visigodo, sino 'un rey nuevo que reina sobre un pueblo nuevo' (sg. Ibn Jaldún)". Coincido plenamente con Ibn Jaldún, porque en gran medida los continuadores de la legitimidad visigoda (si legítima fue esa taifalización y aunque incorporada al imperio omeya), fueron los musulmanes. Que le preguntasen si no a Artobás, visigodo y cañí de pura raza.


    Un saludo.

  6. #6 Lars Porsena 16 de feb. 2008

    Sobre la idea de España de los godos me remitiría a:


     


    San Isidoro de Sevilla (560-636)


    Historia de los godos


    «Laudes Hispaniae»:


    Eres, ¡oh España!, la más hermosa de todas las tierras que se extienden del Occidente a la India; tierra bendita y siempre feliz en sus príncipes, madre de muchos pueblos. Eres con pleno derecho la reina de todas las provincias, pues de ti reciben luz el Oriente y el Occidente. Tú, honra y prez de todo el orbe; tú, la porción más ilustre del globo. En tu suelo campea alegre y florece con exuberancia la fecundidad gloriosa del pueblo godo.


    La pródiga naturaleza te ha dotado de toda clase de frutos. Eres rica en vacas, llena de fuerza, alegre en mieses. Te vistes con espigas, recibes sombra de olivos, te ciñes con vides. Eres florida en tus campos, frondosa en tus montes, llena de pesca en tus playas. No hay en el mundo región mejor situada que tú; ni te tuesta el ardor del sol estivo, ni llega a aterirte el rigor del invierno, sino que, circundada por ambiente templado, eres con blandos céfiros regalada. Cuanto hay, pues, de fecundo en los campos, de precioso en los metales, de hermoso y útil en los animales, lo produces tú. Tus ríos no van en zaga a los más famosos del orbe habitado.


    Ni Alfeo iguala tus caballos, ni Clitumno tus boyadas, aunque el sagrado Alfeo, coronado de olímpicas palmas, dirija por los espacios sus veloces cuádrigas, y aunque Clitumno inmolara antiguamente en víctimas capitolinas ingentes becerros. No ambicionas los espesos bosques de Etruria, ni admiras los plantíos de palmas de Molorco, ni envidias los carros alados, confiada en tus corceles. Eres fecunda por tus ríos, y graciosamente amarilla por tus torrentes auríferos; fuente de hermosa raza caballar. Tus vellones purpúreos dejan ruborizados a los de Tiro. En el interior de tus montes fulgura la piedra brillante de jaspe y mármol, émula de los vivos colores del sol vecino.


    Eres, pues, ¡oh España!, rica de hombres y de piedras preciosas y púrpura, abundante en gobernadores y hombres de Estado; tan opulenta en la educación de los príncipes, como bienhadada en producirlos. Con razón puso en ti los ojos Roma, la cabeza del orbe; y aunque el valor romano vencedor se desposó contigo, al fin el floreciente pueblo de los godos, después de haber alcanzado el triunfo sobre los romanos, te arrebató y te amó, y goza de ti lleno de felicidad entre las regias ínfulas y en medio de abundantes riquezas.

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