Autor: Paulino Zamarro
martes, 20 de noviembre de 2007
Sección: Protohistoria
Información publicada por: paros
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Diálogo de Hermócrates

Platón tenía previsto escribir tres díálogos sobre la Atlántida (Timeo, Critias y Hermócrates), pero murio, dejando sin terminar el segundo y sin empezar el tercero.

De las Hespérides

HERMÓCRATES, O DE LAS HESPÉRIDES


(Diálogo imaginario)


De este diálogo, ya previsto por Platón en su inacabada trilogía y que debido a la muerte del maestro nunca llegó a escribirse, no podrá saberse si hubiera añadido más luces o proyectado nuevas sombras sobre Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, aunque lo cierto es que como nunca se escribió, no podemos saber cuál hubiera sido su contenido. Por este motivo y sin pretender suplantar la personalidad de Platón, vamos a suponer a continuación, a la luz de los recientes descubrimientos relacionados con el tema, que el diálogo de Hermócrates tuvo lugar o, mejor dicho,... se está desarrollando actualmente en un lugar indeterminado del Jardín de las Hespérides:


SÓCRATES.- Pues bien, Timeo y Critias: Ambos habéis hablado anteriormente y sobre todo tu, Critias, que lo has hecho con relación a nuestra  historia antigua y en vez de haberme aclarado las ideas, lo único que has conseguido es que ahora tenga aún más dudas sobre esa que dices es una historia verdadera y que, aunque no desconfíe de su autenticidad, no logro ubicarla adecuadamente ni en tiempo ni en lugar, por lo que te pido a ti, Hermócrates, que apenas has hablado hasta el momento, expongas tu opinión y nos des una visión positiva con el fin de tratar de esclarecer los hechos, aunque prefiero que hable primero Critias que me está sugiriendo que tiene algo que decir:


CRITIAS.- Te agradezco, querido Sócrates, que me permitas precisar brevemente un punto que considero importante y que no quedó suficientemente claro en mi anterior exposición, dejando a continuación el protagonismo a Hermócrates que tendrá muchas cosas que contarnos y no quiero interferir en su discurso.


Como dije en mi anterior intervención, yo conocía antes que Platón la historia de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> por habérsela escuchado a mi padre, que a su vez la había oído de labios de su abuelo Solón, aunque Platón la conociera mucho mejor, ya que durante su estancia en Egipto había escuchado el relato directamente de los sacerdotes de la diosa Neit, allí donde se veneraba la tumba de Osiris, que le habían traducido las inscripciones y los papiros que, en aquel tiempo, aún se conservaban en lo que fue el suntuoso templo de Sais.


De todas formas, habían pasado ya más de cuarenta años desde que Platón estuvo en Sais y su memoria, al igual que la mía, flaqueaba al respecto, por lo que se apoyó en mi para rememorar la historia y entre los dos evocamos cuanto sabíamos, con el fin de recomponerla lo más fidedignamente posible, aunque en algunas cosas evidentemente hayamos podido equivocarnos y olvidado otras sin duda interesantes.


Aclarado esto, dejo la palabra a mi querido Hermócrates, que estoy seguro sabrá perdonar mi intromisión y escucharé gustoso su discurso, que sin duda será además de esperado esclarecedor.


SÓCRATES.-  En mucho estimo, oh Critias, tus aclaraciones, que por otra parte eran de sobra conocidas por mí y quiero agradecerte tu modestia al admitir que tanto tu memoria como la de Platón hubieran podido flaquear en estos temas. Dicho esto, te pido de nuevo a ti, Hermócrates, que estarás deseoso de contarnos tu anhelada  y renovada versión, que nos deleites con tus palabras:


HERMÓCRATES.- Mucho has tardado, Sócrates, en solicitar que te aclare los conceptos que dejaron un tanto confusos mis anteriores interlocutores y te pido que comprendas los motivos por los que yo mismo tampoco me encontraba predispuesto a continuar el diálogo y profundizar en el tema, puesto que mi mente estaba tan confusa como la de ellos y difícilmente hubiera podido aclararte nada; pero ahora, desde este intemporal momento y lugar y con una visión más amplia y clara de los acontecimientos, estoy dispuesto a ofrecerte mi versión y tratar de esclarecer todo aquello a lo que alcance mi entendimiento, pero antes invocaré a Apolo y a nuestra diosa Atenea, de quienes espero obtener la clarividencia necesaria para acometer con éxito tan ardua empresa.


SÓCRATES.- Demasiado tiempo en verdad ha pasado desde que hablamos hace ya dos milenios largos sobre el tema y realmente pensaba que esta conversación nunca tendría lugar, debido a que en el Jardín de las Hespérides nos dedicamos a cosas mucho más atrayentes, fascinantes y placenteras y, los antiguos asuntos de Sonname w:st="on" productid="la Tierra">la TierraSonname> no suelen interesarnos; pero prosigue, oh Hermócrates, que éste, aunque viejo, aún suscita mi interés.


HERMÓCRATES.- Pues bien, te explicaré en qué consiste el misterio, del que los antiguos, y aún nosotros en nuestra época, sólo tuvimos una visión parcial y ese es el motivo por el que no llegaron, ni llegamos a comprenderlo, aparte de que los hechos fueron desfigurados a lo largo del tiempo, hasta el extremo de que no hubieran podido ser reconocidos ni por los que los vivieron directamente.


Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">La AtlántidaSonname> no se sumergió bajo las aguas, sino que muy al contrario y aunque el efecto final fuera el mismo, fue el mar el que subió repentinamente de nivel absorbiéndola en su seno y eso no se debió a ningún hecho sobrenatural ni a la intervención de los dioses, sino a que allá, donde supuestamente estaban las Columnas de Hércules, existía una barrera natural que separaba lo que hoy llaman en Sonname w:st="on" productid="la Tierra">la TierraSonname> océano Atlántico, del mar Mediterráneo y hacía que este último mar estuviera a un nivel mucho más bajo que el del mar exterior,  o mar océana, que es como nosotros lo llamábamos, haciendo que emergieran muchas tierras costeras e islas en el mar interior, entre las cuales se encontraba Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida.">la Atlántida.Sonname>


Al romperse esa barrera o  istmo que había junto a las Columnas de Hércules, las aguas que retenía tan colosal muro irrumpieron violentamente en el Mediterráneo e hicieron que desapareciera Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> casi de inmediato. Nadie en la mítica isla se dio cuenta de los motivos de aquella inmensa avalancha de agua, pero sí de sus consecuencias y eso fue lo que narraron a sus descendientes los que sobrevivieron en las montañas, aunque mezclado con un halo de leyenda y sin precisar el tiempo en el que ocurrió, ni los motivos que lo hicieron posible, lo primero porque la fecha se fue haciendo cada vez más difusa y lo segundo porque nunca lo supieron.


Más allá, donde se rompió el colosal muro, los que vivían en sus proximidades sí se dieron cuenta de lo que ocurría y también lo guardaron en su memoria, aunque sin saber relacionarlo con una Atlántida que no conocían, pero sí con el brusco ascenso del nivel del mar y con la imposibilidad de poder seguir comunicándose con el cercano y ahora inaccesible continente.


Y,... aún he de decirte algo más, mi querido Sócrates, y espero que estés de acuerdo conmigo, aunque la certeza no pueda ser absoluta, ya que la causa final de la rotura del puente que mantenía unidas ambas orillas del estrecho, debió ser una gran ola ocasionada por un maremoto, que acabó por destruir su ya precaria estructura y que, de no haber tenido lugar, el puente aún estaría ahí y Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> no se hubiera sumergido bajo las aguas. Todo ello, contando con el permiso de un segundo maremoto, que tuvo lugar hace como dos centurias y media en el mar exterior, a unos 3.000 estadios de las Columnas de Hércules gaditanas, que generó olas de hasta 15 metros de altura y asoló las costas occidentales de Iberia y de Sonname w:st="on" productid="la Mauritania Tingitana">la Mauritania TingitanaSonname>, cuyas características debieron ser muy parecidas a las de aquel que, hace tanto tiempo, destruyera el istmo de Gibraltar y sumergiera Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida.">la Atlántida.Sonname>


SÓCRATES.- Estoy de acuerdo contigo, Hermócrates, asumo que pudo ocurrir así y supongo que de haber aguantado el primer maremoto y las gigantescas olas que ocasionó, también hubiera podido aguantar el segundo, ya que durante el intervalo entre ambos hubiera continuado el proceso de recrecido del istmo, ganando también en extensión al concluir la glaciación, por lo que, con una estructura reforzada, es presumible que hubiera podido aguantar el segundo envite, pero, una vez aclarado esto,... explícame ahora, Hermócrates, cómo y por qué, si las Columnas de Hércules dices que estaban en el estrecho de Gibraltar, Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> pudo estar en el Mediterráneo.


HERMÓCRATES.- Te lo explicaré con mucho gusto, puesto que aquí los hombres han tropezado con demasiada frecuencia y no puedo por menos de darte una explicación  que, convendrás conmigo, es totalmente razonable.


Critias dijo, cuando fue su turno de hablar, que Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> estaba al otro lado de las Columnas de Hércules y los hombres confundieron sus palabras creyendo que esas columnas eran las del estrecho de Gibraltar, sacando por ese motivo Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> del Mediterráneo, pero no se dieron cuenta de que el sacerdote egipcio, cuando se refirió a Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, le estaba diciendo a Platón que, desde el punto de vista egipcio, Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> estaba al otro lado de las Columnas de Hércules peloponésicas, es decir en pleno mar Egeo y no al otro lado de las Columnas de Hércules gaditanas, como erróneamente se empeñan en decir.


SÓCRATES.- Creo que voy comprendiendo un poco, pero aún me queda una gran duda que espero sepas resolverme y es que, Critias dijo que Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> era más grande que Asia y Libia juntas y eso no me cuadra con lo que estás exponiendo.


HERMÓCRATES.- Observo que tu memoria, a pesar de que en el Jardín de las Hespérides no se suele perder, no es demasiado buena y tal vez estés influenciado por las malas traducciones que se han hecho del texto griego de Platón, aunque tú, al ser griego, deberías consultar las fuentes originales. Critias no dijo eso realmente, siendo la causa del equívoco la similitud entre las expresiones griegas “a medio camino de” y “más grande que”, unido al deficiente conocimiento de la lengua original presumible en sus traductores. Critias dijo tan sólo que Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> era la isla más grande situada entre Asia y Libia y eso, aunque tampoco es exacto, se ajusta bastante más a la verdad, porque Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> en efecto era la isla más importante situada entre Asia y Libia y,... Critias no sabía, ni podía saber en aquel tiempo, cuando la extensión de un territorio o el perímetro de una isla se medían en pasos, que Creta tenía mayor superficie, ya que el perímetro de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, con profundos golfos y costas muy recortadas, posiblemente fuera mayor que el de Creta, aunque evidentemente tampoco se pudiera medir, al estar sumergida bajo las aguas.


Aparte de esto, se hace difícil definir la extensión de un territorio diciendo tan sólo que era mayor que otro de por sí indefinido, ya que es sabido como era, más o menos de grande, la  región conocida en la antigüedad como Asia, que se ubicaba al oeste de Anatolia, pero: ¿Qué extensión tenía Libia, que se definía tan sólo por su línea costera?. Y esto te lo digo, Sócrates, porque en nuestro tiempo se consideraba que Libia se extendía desde el delta del Nilo hasta Sonname w:st="on" productid="la Numidia">la NumidiaSonname>, es decir hasta el lago Tritón, sin precisar la profundidad del territorio desértico situado al sur del litoral Mediterráneo.


SÓCRATES.- Observo que estás muy versado en este asunto y por eso seguiré haciéndote algunas preguntas, porque aún me quedan varias dudas sobre lo que dijo Critias en su anterior intervención. Una de ellas se refiere a las dimensiones de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, pues, aunque me has explicado muchas cosas, sigue sin caberme en el estrecho espacio del mar Egeo donde la estás situando, aunque tus razonamientos evidentemente me parecen buenos.


HERMÓCRATES.- Tienes razón en lo que dices, las dimensiones de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> que dio Critias son demasiado grandes para poder ubicarla en el mar Egeo y esa es otra de las razones por la que muchos investigadores han tratado de sacarla fuera de él e incluso del Mediterráneo, pero si recuerdas las cifras de Critias, observarás que los números evidentemente no eran su fuerte, ya que él mismo se contradice una y otra vez. Las dimensiones de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> eran obviamente mucho más reducidas, aunque suficientes para albergar en su seno un imperio rico y poderoso a la escala de su tiempo, como lo fueron mucho más tarde Creta y Micenas, que se extendieron por un territorio semejante.


En cuanto a la llanura oblonga a la que hace referencia Critias, situada en el centro de la isla, con unas dimensiones de 3.000 por 2.000 estadios, te diré que efectivamente existía dicha llanura y estaba situada en el centro de la isla, pero no tenía esas dimensiones sino otras mucho más razonables, tal como si las cifras que nos da Critias estuvieran multiplicadas por diez y en realidad fueran 300 por 200 estadios y,... no quiero decir con esto que todas las demás cifras, equivocadas o no, estén afectadas por este factor, como si al traducirlas del papiro egipcio se hubiera confundido el signo cien  por el mil, como han querido ver ciertos investigadores con el fin de que les cuadren las cifras, ya que ambos

















signos son muy distintos y no se prestan a confusión, aunque hay quien asegura que su pronunciación era semejante y por otra parte, si lo hiciéramos extensivo a todas las cifras que da Critias, deberíamos situar ladesaparición de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> 900 años antes de Solón, lo cual no tiene ningún sentido, ya que lo que realmente quiso decir Critias, cuando dijo “9.000 años antes de Sólon”, fue “en los tiempos más remotos” como dice literalmente a continuación en otro pasaje, ya que no sabía exactamente cuando tuvo lugar realmente la gran inundación y de sobra sabemos que dicha expresión tenía un significado diferente para personajes tan ilustres como Eratóstenes y Platón, ya que ambos la utilizaron para referirse a acontecimientos simultáneos, es decir, el primero con respecto a la ruptura del istmo de Gibraltar y el segundo a la desaparición de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, con la única salvedad de que a Eratóstenes le bastaban algunos cientos de años para alcanzar tan remota edad y Platón precisaba de algunos miles para alcanzar el mismo significado. También había otra llanura, situada al sur de la isla, que se comunicaba fácilmente con la central, dejando en medio dos grandes montañas que se corresponden con las actuales islas de Naxos y Paros.


Otras cifras pudieran tal vez parecernos más razonables aplicando este factor de reducción, como por ejemplo las referentes a los canales de tierra y agua en torno a la ciudad, aunque a este respecto no te puedo decir cómo eran efectivamente dichos canales, ya que a nosotros nos está vedado saber más de lo que los hombres hayan podido descubrir en Sonname w:st="on" productid="la Tierra">la TierraSonname> y ellos aún no han podido determinar cómo eran y ni tan siquiera si realmente existieron; sí eran pequeñas islas costeras en el interior de una bahía, que la mano del hombre hubiera ido uniendo poco a poco; sí era una zona pantanosa en el interior de la isla, que se hubieran ido saneando a lo largo del tiempo mediante la adición de tierra en determinados lugares elegidos al efecto, o quien sabe a que se estaba refiriendo realmente Platón cuando escribió sus diálogos.


Por otra parte, Platón, apoyado en lo que dijeron Critias y Timeo, sólo quiso hacer una crítica a la política de su tiempo y para ello utilizó a los dos anteriores protagonistas de los diálogos que componen la trilogía que tenía prevista, exagerando la extensión, el poder y la fuerza de unos atlantes, a los que simplemente había cambiado el nombre, porque en realidad para él los atlantes no eran otros que los persas, que habían tratado de invadir Grecia en la generación anterior.


SÓCRATES.- Pero entonces, volvemos a lo mismo, si los atlantes eran los persas,... ¿existieron realmente los atlantes, o eran sólo una invención?


HERMÓCRATES.- Aquí está tal vez el quid de la cuestión, que es saber si realmente existieron o no los atlantes, a lo que te digo que sí, que efectivamente los atlantes existieron, pero hay que separar el grano de la paja y dejar sólo la leyenda original e interpretarla adecuadamente, eliminando todo aquello que es pura fantasía, está fuera de lugar en el tiempo o solamente conviene a la exposición moralizante de Platón, conviniendo resaltar lo absurdo de que alguien pretenda haber descubierto Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> lejos del Mediterráneo oriental y más concretamente del ámbito territorial griego, cuando Platón sólo hizo referencia directa a los griegos, concretamente a los atenienses y que la leyenda fue recogida en Egipto, siendo igual de extraño o más, asociarla con regiones que no estén actualmente sumergidas, ya que la clave del misterio está en la gran inundación que la hizo desaparecer bajo las aguas.


A este respecto, resumiendo, te diré únicamente las cosas realmente ciertas de cuanto expusieron Critias y Timeo, aunque pueda haber algo que escape a mi conocimiento, a las que añadiré algunas puntualizaciones de mi propia cosecha. El resto, como te he dicho son sólo adornos, exageraciones o cosas que introduce Platón en su discurso según le conviene para el desarrollo de su exposición moralizante. Lo único realmente cierto es lo siguiente:


Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">La AtlántidaSonname> fue la civilización más adelantada de su tiempo, aunque tampoco hay que exagerar en cuanto al grado de desarrollo.


Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">La AtlántidaSonname> fue una civilización neolítica, o en todo caso con un incipiente uso de los metales, cuyo conocimiento se perdió como consecuencia de la catástrofe.


Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">La AtlántidaSonname> ocupaba una isla de unos 5.300 km2 situada en el centro del mar Egeo y tenía dependencias en otras islas próximas, Creta y algunas partes del continente euroasiático.


Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">La AtlántidaSonname> desapareció bajo las aguas como consecuencia de la gran inundación que tuvo lugar hacia el año 5.500 a. C. Las  pruebas del carbono catorce realizadas en los sedimentos del mar Negro ratifican esta fecha.


Dicha inundación fue ocasionada por la ruptura del istmo que había en el estrecho de Gibraltar y la consecuente elevación repentina de las aguas del mar Mediterráneo.


La civilización minoica y la cicládica son las lógicas herederas y continuadoras de la civilización atlante.


La leyenda de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> fue llevada a Egipto por los jonios, que se habían asentado en las actuales islas Cícladas, que es lo único que quedó de Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname> tras la gran inundación, manteniendo los supervivientes de la catástrofe vivo su recuerdo hasta ese momento por tradición oral, aunque con los consabidos cambios que siempre se producen en estos casos.


La leyenda, modificada, exagerada y tergiversada a lo largo del tiempo, fue recogida por Platón durante su estancia en Egipto, aunque, debido a que Solón ya la conoció en su tiempo, pudo tener a través de él un conocimiento previo que le hizo interesarse aún más por ella.


De todas formas, dada la velocidad a la que el hombre está haciendo descubrimientos últimamente, tal vez tengamos ocasión de proseguir esta conversación en otro momento con nuevos datos sobre Sonname w:st="on" productid="la Atl£ntida">la AtlántidaSonname>, aunque como has podido observar, Sócrates, los últimos avances han sido espectaculares y espero que nuestra diosa Atenea nos vuelva a reunir con este objeto, sin que tenga que transcurrir tanto tiempo. Entre tanto esperemos que el lago Tritón, allá donde nació nuestra diosa y transcurrió su feliz infancia hasta que tuvo lugar el luctuoso incidente con Palas, vuelva a deleitarnos con la recobrada placidez de sus perdidas y añoradas aguas, recuperando su pasado esplendor, renaciendo y triunfando el verdor de sus orillas sobre la desoladora situación actual y que la diosa propicie, en ese plácido lugar, un próximo y definitivo encuentro, donde concluir felizmente nuestro otra vez interrumpido diálogo.


 


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