Autor: Pedrarias de Almesto
lunes, 08 de octubre de 2007
Sección: Opinión
Información publicada por: jugimo
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VÍA DELAPIDATA II

La ciudad monumental de Cáceres aspira a ser capital cultural europea en 2016

Vía Delapidata, romana. ¿Balata árabe?, pudiera ser. ¿No vienen a significar casi lo mismo? Pero lo de Plata es mero azar fonético. ¿Qué plata? En todo caso, oro. Plata había por diversos lugares celtibéricos, no precisamente por donde la “Delapidata”, el romano "Iter ab Emerita Asturicam”.
Pues nada. Lo sueltan hasta las autoridades en los discursos institucionales. Vaya una murga, lo de la plata mora. Y encima “ruta”, eso ya es el acabose. Es vía, vía, Vía de la Plata. Ahora bien; uno, que deambula de ordinario por la Plaza Colón, Camino Llano y aledaños de la muralla de Qazris, se encuentra frecuentemente (cada vez llegan más) con desorientados peregrinos, que pierden sus pasos y su esfuerzo tratando de seguir la vía, ya en la urbe, que les ha traído hasta Norba Caesarina, para seguir luego hacia el norte.
No sólo no han hollado el jabre y el encachado pétreo de la vía hispanorromana más que en algunos milagrosos tramos, sino que llegan a la ciudad y a ver ahora por dónde salimos camino del Casar (Qazru..Qazra..¿Casar?).
Me acerco a alguno: “¿Vía de la Plata, míster?”. Y abren los ojos, sorprendidos y cansados. “¡Oh, yes” ¡Thank you!”. “Mire usted, caballero. Suba esa repinada cuesta de Sierpes, lléguese a San Mateo, déjese caer hasta Santa María y pídale ayuda a San Pedro, que está allí esperándole; vuelva a descender hacia Santiago y pregunte por San Blas y el Cementerio. Desde allí apunte hasta el camposanto del Casar, y esa recta que atraviesa el páramo semidesértico de "Los Muelos" es la realísima y verdadera Vía de la Plata romana.
Como eso es labor ardua e imposible para un caminante cansado, será mejor que tire, calle Moros adelante, hasta la Plaza de Toros y, por Agua Vivas, se encamine por el camino de herradura que va paralelo a la carretera del Casar. Desde los restos de la Vía, a la derecha, los fantasmas de los viajeros de antaño lo saludarán enternecidos.
Pero ¿cómo vamos a ser nosequé de nosecuántos si estamos hasta la gola de abandono y desidia? ¿Cómo es posible que esos esforzados peregrinos jacobeos del Camino Mozárabe lleguen a Qazires y se las vean y se las deseen para salir del embrollo urbano? ¿Entrarían los moros y los cristianos en intramuros por el romano Arco del Cristo, caminarían, par de la muralla almohade, hasta salir por la Puerta de Coria y continuarían por la Delapidata, como ya dijimos?
¿Qué ha pasado, qué pasa con esos portentosos miliarios que pespunteaban y marcaban la Vía? ¿Ni esos mudos testigos siquiera? Troceados, enterrados, ocultos, ofendidos y humillados, los pobres miliarios romanos. ¡Y desaparecidos! ¿Y las mansio de otrora, hoy albergues? ¿Ni una indicación que encamine los pasos perdidos?
No hace mucho, nos encontramos, por los derroteros de “La Higuera”, a un grupo de peregrinos que avanzaba penosamente, entre canchos y retamas, hacia los pagos de Turmulus (luego Alconetar, La Península, Miraltajo, en fin…). No tenían más ayuda que unos bloques de granito, con pintura verde o amarilla, que les indicaban por dónde va el carril alternativo y por dónde va, cuando va, la vieja vía romana. No sabían que donde antañísimo hubo una mansio, la de Turmulus precisamente, hoy hay un albergue para ellos, pero que como no sepas dónde está…¡no das con él porque no se ve!
Estas cosas…estas cosas lo ponen a uno en un grito.
¿Qué pasa con ese alambre que cruza la Vía, como un infame zurriagazo, a cuatro pasos de la ermita casareña de Santiago? ¡Por los clavos de Cristo! Hay que pedir audiencia a la autoridad competente. ¡Excelencia! ¡Señor Presidente! ¡Señor Ministro! ¡Majestad! ¿Pero dónde vamos a parar? ¡Qué europea ni qué cultura! ¡Tendremos que adecentar por lo menos las venerables huellas de nuestra identidad. ¿no?!
Hay que ver el tránsito, el tráfico, el hormigueo turístico que vemos de continuo en el Camino Francés y, a pesar de nosotros mismos, cada vez más el peregrino germánico, y ahora ya también celtibérico, se aventura por este desolado Camino Mozárabe. A ver si tenemos suerte los que amamos a toda esa “huélliga” de nuestros ancestros romanos y, antes de que nos toque la hora del Elíseo, podamos al menos entrever recuperada la “Delapidata”, y marcada por esos abatidos miliarios, que hoy languidecen en paredes, soterrados y, lo que es peor, demolidos.
Bueno, bien, claro; ya sabemos que hay asociaciones, proyectos, esto, aquello y lo de más allá; pero entonces ¿A qué se debe semejante situación? ¿Cómo colaboramos para eso de la Cultura 2016, de Europa y de no sé qué vainas?
Triste realidad. Siempre Quevedo:
“Miré los muros de la patria mía…..”


(R) Salvador Calvo Muñoz


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