Autor: Ofion_serpiente
martes, 28 de agosto de 2007
Sección: Artículos generales
Información publicada por: ofion_serpiente


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Baroña

Divertimento sobre diversas cuestiones que me planteó la visita al castro

El viajero salió tarde la ciudad mítica, casi a la hora de comer. Una mala noche la puede tener cualquiera y la anterior el viajero lo pasó mal. Salió pues dispuesto a deleitarse en el viaje y escapando del calor húmedo que lo anegaba todo. El viajero se dirigió a la costa, el mejor lugar para disponer del frescor de la brisa y la posibilidad de un remojón en el Atlántico. Pasó por la ciudad de Tubal, pero no se detuvo. No obstante, pudo observar, por primera vez, cómo la marea lamía la desembocadura del río. Continuó por la costa y sólo se detuvo para un pequeño refrigerio a pocos kilómetros del puerto tubalita. Tras satisfacer su apetito el viajero continuó su camino deteniéndose poco después en un lugar insospechado. El viajero nada sabía, el viajero nada sospechaba. Aparcó el vehículo y descendió por un camino de piedra entre pinos y rocas. En determinado punto, el camino se dividía en tres brazos,pata de oca que casaba bien con las piedras que lo constituían. Continuó por la vía del centro y contempló sorprendido desde una explanada abierta al mar, la pequeña península que se divisaba no demasiado lejana. Descendió y a medida que se aproximaba percibió las construcciones existentes en aquella. Pocas, apenas una docena de círculos de piedra, huella innegable de que allí había habitado algún ser humano hacía ya mucho tiempo.

A medida que se acercaba percibió la poderosa muralla que cortaba el brazo que unía el islote a tierra firme y que, indudablemente, se vería inundado por las mareas comunicando así las dos pequeñas ensenadas laterales e incomunicando a los pobladores de la tierra entonces transmutada en isla. Contempló el foso, labrado en la roca viva que mostraba su grandeza aún a pesar de la arena que lo llenaba.Traspasado el brazo, ante el se erguía una poderosa muralla de piedra con una sola abertura que circundaba el islote, incluso advirtió un muro que sostenía una explanada a la que sin duda podía accederse desde la ensenada a la que se asomaba. Entró en el recinto, el viajero observó detenidamente las tres filas de murallas y la muralla interior que dividía en dos el recinto y cuyo punto de contacto, que daba acceso a la parte más elevada de la isla, mostraba una escaleras de piedra.No, no le cuadraba al viajero que tan grandiosa obra fuera posible realizarse con la escasa gente que podía contener el recinto del islote.

Más aún las construcciones habitacionales presentaban una configuración diferente al recinto que hacía escasos días había visitado. Los círculos que delimitaban las viviendas se habían construido con la misma piedra, mientras que en el otro, las piedras exteriores, grandes y poderosas, se diferenciaban claramente de las del interior, cascotes que permitían mantener una temperatura interior estable.

Tras la zona edificada, escasa como se indica, aparecen tres grandes conjuntos graníticos con extrañas formas labradas por el tiempo, o al menos eso pensó el viajero, percibiendo como en las rocas gigantescas que coronaban las diferentes agrupaciones existían cazoletas, taffoni, con vertederos dirigidos hacia el mar. Lo extraño del caso es que dichas cazoletas solían coronar no solo a las rocas superiores, sino a aquellas que parecían conformar extrañas figuras animales o antropomórficas. El viajero soñó por un instante encontrarse en un santuario más que en un poblado

La vista era impresionante e inducía a dejar vagar la mirada por el inmenso mar. Así lo hacía el viajero cuando, por sorpresa, un grupo de delfines se mostró en aquel complaciéndolo. El calor arreciaba y tras la escalada al punto más alto del islote, siguiendo un viejo camino que circundaba el montículo, el viajero disfruto de un refrescante baño en la pequeña ensenada que miraba al Monte Louro.

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Comentarios

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  1. #1 pertinax 10 de sep. 2007

    Este castro fué excavado en varias ocasiones. Además de aparecer una serie de estructuras que podemos ver en las fotos apareció un concheiro.


    El poblado se distribuye en varias zonas. La primera zona que debemos considerar es la del istmo que une el promontorio con la tierra firme. Este istmo está atravesado por un foso excavado en la roca, siendo de unos 4 metros de ancho y alrededor de 3 metros de fondo. Junto a este foso tenemos una primera muralla. La técnica constructiva es de aparejo de mampostería. Luengo y después Calo Lourido hablan de la posible existencia de otras dos murallas que saldrían de los dos extremos de la muralla y que irían paralelo al istmo, protegiéndolo


    Al atravesar el istmo llegamos hasta el recinto habitacional, y nos encontramos con la muralla y la entrada. La entrada vemos que hay una rampa, y a sus  lados hay una especie de cuerpos de guardia. Tras pasar esta entrada llegamos al primer recinto del castro. La gran mayoría de las construcciones son de planta circular, menos alguna con planta ovalada. Una de las construcciones ovaladas presenta un banco corrido, así coma una lareira realizada a a partir de bloques de piedra pulidos. Ademais se encontraron en esta construcción ovalada cercana a la muralla gran cantidad de barro con improntas de ramas, con lo que se pensó en la existencia de un horno.


    Dejando este “barrio” si giramos hacia la derecha nos acercamos a un segundo recinto. Antes de entrar en él hay una segunda muralla con una entrada echa a base de escaleras. Esta muralla no debió de tener una función defensiva sinó más bien una función de contención de tierra o de diferenciación de zonas (Calo Lourido). La muralla está realizada con bloques de piedra, colocadas a seco y cortadas de forma cadrangular, igual que los muros de los recintos habitacionales.


    Otro recinto habitacional mas  está al pie del acantilado situado en la parte superior del castro,  donde se detectaron restos de construcciones, que hoy en dia permanecen enterradas.


    Respecto a las cronologías hai diferencias al respecto, Luengo nos habla de una ocupación del siglo IV a.C a principios del siglo I d.C; mientras que Calo Lourido nos habla del siglo I a.C a finales del siglo I d.C.


     

  2. Hay 1 comentarios.
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